Mi primita la bella herencia de mi tía (2)
Fui más allá de frotarnos y experimente el sexo anal..
Avanzando con el acercamiento carnal hacia mi dulce prima.
Transcurrieron unos cinco meses tras aquel encuentro con esa hermosa venus, llegaron las vacaciones y en esos días periódicamente acudía a casa de mi tía para ayudarle con quehaceres: cortar el pasto, lavar los vidrios o a pintar alguna puerta, su marido siempre estaba ausente. Yo llegaba desde temprano y me iba hasta tarde apoyando con las mejoras del hogar. Mi tía por sus atributos siempre obtenía favores de los hombres; que un arreglo de esto o de lo otro y yo no sería la excepción, la neta es que seguía siendo una belleza deslumbrante.
Karime ahora siempre estaba en casa porque ya había dejado de trabajar, sus ahorros y una herencia de mi difunto abuelo le habían permitido comprar un par de casas que ella rentaba por esa razón estaba más relajada económicamente. Debido a eso, ya no tuve más acercamientos con mi prima o al menos no como deseaba, a veces tocamientos rápidos -una dedeada o apretón de nalgas- y ella los aceptaba con agrado, su hermanastro había sido enviado a casa de su madre razón de que ya no estuviera en el hogar, al parecer era un rebelde y por otra parte su papá había conseguido un buen trabajo en otra ciudad.
Era la temporada lluviosa del mes de agosto, estaba pintando una pared de la sala, eso “sin goce de sueldo”, únicamente por ayudar. Ya iban a dar las 12 del día, mi tía se encontraba cocinando y me pregunta «a qué hora te iras hoy», yo quería partir temprano porque estaba de ver una película en casa y relajarme por la tarde, así se lo hice saber. Pero ella entendía que podía disponer de mi tiempo cuando y como le diera la gana, me propuso de quedarme más tarde porque saldría a cobrar la renta a sus inquilinos algo lejos de ahí y esperaba que yo cuidara de su hija, no respondí porque ya se me estaba haciendo un abuso. Mi tía tal vez previendo mi negativa me dice; ¿puedes ir por Angie? a quien inscribió en un taller de ballet en el centro cultural a unas cinco cuadras de distancia.
En la entrada de la casa de mi tía había un patio largo que teníamos que a travesar para llegar a la recepción y siempre poníamos un candado el cual se cerraba por dentro con la seguridad de que no fuera a meterse alguien y no nos diéramos cuenta, aunque desde la ventana se veía libre el acceso. Me dice «pones el candado y ya sabes cómo abrirlo desde afuera» lo que era toda una maniobra, asentí y fui por mi primita. Como réferi era un día nublado y no tardaría en llover, así que apresure el paso, las cuidadoras del curso me conocían siendo que éramos vecinos a lo que no se opusieron me llevara a mi prima, en cuanto Angie me vio corrió y me dio un fuerte abrazo, alegrándose por haber ido a traerla, tenía en la boca una paleta (le habían premiado las maestras por hacer bien los ejercicios) la tome de la mano y nos apresuramos al hogar, ya empezaban a caer gotas grandes. Llegamos y abrí apresurado, entre mi pensé dejar a la nena con mi tía y salir de inmediato hacia mi casa que se encontraba como a cuatro calles de ahí. Entramos y corrimos por el patio, le dije a mi primita que se llevara la ropa del tendedero que estaba a medio patio. Yo cerré bien por dentro y nos dirigimos a la estancia. Le grite a mi tía para avisarle que habíamos llegado y debía irme, pero me doy con la noticia que ya no estaba, había dispuesto de mi tiempo y sabiendo que no dejaría sola a mi primita se había marchado para hacer sus diligencias. Entusiasmado le dije «Angie busca en las habitaciones» era una casa de un solo nivel las ansias me fundieron, por lo que revisamos bien… entre a la cocina para verificar además toqué a la puerta del baño, “pero nada” únicamente nos hallábamos los dos y afuera la borrasca ya caía a tope. Estábamos parados en el pasillo principal y veo en la mesita una nota, «Gus no tardo fui donde te conté», acabo de leer cuando la pequeña marcha hacia mí y extendiendo sus brazos me dice, ¡hazme caballito! ya sabía lo que se vendría. Estando aun de pie empecé a embestirla en un columpeo frenético, ella vestía un pantalón de licra muy ajustado color negro con una sudadera roja y tenis, lucia tan guapa. Nos mirábamos a los ojos y nuestras pelvis chocaban con desenfreno, yo ya estaba duro en ese momento, con intensidad procedí ávido a lo que Angie me dice «primo me lastimas» pensando que por lo rígido de mi miembro le incomodaba su pubis, pero no fue así, era la hebilla de mi cinturón que le molestaba. Me baje el pantalón tenía puestos unos bóxeres, estaba con el pene erguido, aunque como les había contado no era grande, la volví a levantar y la senté encima mío en un sillón de la sala que daba justo a la ventana para ver desde ahí el acceso por si las dudas, pero llovía tan copiosamente que era imposible que alguien se aventurara a salir y más si mi tía recién se había ido. Yo no aguantaba tanto placer, la coloque bien sobre mí restregándomela en varias posiciones frotándome en su cuerpo aun vestida, el calor era intenso y el caer de las gotas de lluvia fue hipnotizante. Tan flexible era por las clases de ballet que pude abrir sus piernas de par en par masturbando nuestras partes sobre la licra con tal exquisito roce, tanta gracia me extravío en la lujuria, nos aislamos del tiempo y el espacio, entonces la cargué en brazos (yo ya sin pantalones ni zapatos) y nos dirigimos a su habitación. Le dije «prima te mojaste hay que cambiarte la ropa» entonces empecé a desnudarla, vi su cuerpecito bien formadito de niña, se quitó el pantalón de licra y le bajé ese calzoncito negro finito que parecía el de una adolescente porque era diminuto, también le retiré un top rosita que aprisionaba sus pechitos agudos, “esa figura tenía expectante gran potencial”. Me quité entonces la playera junto con el bóxer y nos acostamos desnudos, yo besaba y acariciaba palmo a palmo su cuerpo, su piel estaba crispada por tales sensaciones me bajé y empecé a masajear sus nalgas y lamiendo sus labios vaginales, ella solo gemía de gozo. Fue en ese momento de lascivia que lo decidí era la hora de concretarlo, ella seguramente ya había sido ultrajada e iniciada, la habían convertido en una putita y estaba bien entrenada. Angie lo disfrutaba y retozaba halándome con sus piernas atrayéndome, se retorcía deliciosamente entonces tome esos pezones chiquitos chupándoselos, succionándolos, mientras lleve su manita a mi pito y le mostré como menearlo miré que lo estaba saboreando tanto como yo. Entonces ya no me importo nada, veía en aquella pequeña el fiel reflejo de Karime, tan hermosa, era toda una mujer tan sexi, su aroma irresistible hinchaba mi nariz.
Muy femenina en su actuar hasta en su cómoda tenía cremas, perfumes y artículos de belleza como si fuera una chica mayor, en ella vertería todos los deseos desencadenando por mis ardores, tantos anhelos que su madre había sembrado en mí brotaron furiosos y esos recuerdos desbordados hervían aun clavados en mi mente. Entonces mi frustración por tener un pene chico se convirtió en una bendición, podía penetrarla sin temor a lastimarla, su ano aguantaría mi pito enjuto y sin problemas sus nalgas soportarían mis embates. Empecé a dilatar su oquedad con un dedo y ella lo resentía, iba preparando ese camino por donde debía habitarla entonces me acosté boca arriba y le dije, súbete cariño encima de mi verga tan elevada apuntando hacia el techo, Angie la estudiaba y provoque que su boquita juguetona comenzara a mamar mi herramienta de hombre, como lo había concluido ella sabía cómo hacerlo, sólo logro excitarme aún más, mire sobre su peinador y distinguí una botella de aceite mineral de ese que usan para las rozaduras en la piel, lo tome y lo unte con la palma a lo largo de mi falo, también dedeándola le puse una buena cantidad en su pequeño agujerito, la acomode y ahorcajada la fui sentando poco a poco en mi verga punzante, era deslumbrante ese panorama de su vagina y su ano tan cerca de empalarlo, la sensación fue increíble no había tenido coito vaginal pero hasta hoy “lo aseguro esto ha sido mil veces mejor”. Tan apretado y caliente se la metí lentamente hasta el fondo mientas Angie me rodeaba con su ser, sólo dio un pujido y empezó a revolverse en círculos mientras yo apretaba sus chichitas.
Increíble como una deficiencia del tamaño de mi miembro había tornado en una ventaja para estas acciones. La penetraba sin cesar cuando empezamos a sudar, acerque su boca a la mía -cosa que no había hecho- y la bese con ímpetu, aún tenía el sabor dulce de la paleta en su boquita fresca lamiendo mi lengua, que refrescante y melosa abertura. La puse de costado con ambas piernas en mi cadera la volví a penetrar fue más sencillo pues ya estaba dilatada. Por practicar tanta masturbación tardaba en eyacular, le dije juguemos a los perritos entonces la puse en cuatro y me vino a la mente como su padre empalaba a su mamá y esa imagen mental me incineraba, me puse sobre ella y la cubrí con mi cuerpo anchando más su ano que ya estaba bien abierto con ese trasero rechoncho que me recordaba a escala el de mi tía y la penetré duro desde atrás, cogiéndola con potente pasión cargando mi pecho en su espalda besando su nuca mientras gritábamos de placer. Ahora estaba seguro el hermanastro de mi primita tenía esas actividades con ella, “era buena ocultando la verdad” sabía que era algo malo pero consensuado, nuestro encuentro termino totalmente agitados y eyacule abundante en su anito palpitante el cual bombee hasta que se esfumaron mis fluidos, empero seguía restregando mi verga flácida en su cuerpo ya agotados, al finalizar la limpie muy bien y le sugerí un cambio de ropa. Nos pusimos a ver una película acariciándonos hasta dada la noche cuando apareció Karime.
Después de aquel evento nuestros juegos, miradas y risas sólo eran mascaras del secreto compartido.
Pero otro cambio ocurriría, mi tía se reconcilio con su marido y por el trabajo que él desempeñaba se irían a vivir a otra ciudad a unas 14 horas en automóvil de aquí, debido a esa distancia casi ni venían por estos lares, dejaron rentadas sus propiedades vendiendo uno de los departamentos y se fueron a estar lejos. Mi tía vino a despedirse a la casa de mis padres y también se acordó de mí, Angie lloro porque no quería dejar su hogar, pero la animaron con la idea que haría nuevos amigos, yo la abrace muy fuerte tan efusivamente sintiendo su cuerpecito tan mío, en un momento a solas le di un beso en la boca y le dije que la amaba, promesas de niños porque aún éramos menores de edad, ella tenía 7 y yo 15 para esas fechas. Por la lejanía no nos volvimos a ver, eran breves llamadas por teléfono y cuando por alguna razón llegaban de rápido a supervisar el estado de sus inmuebles precisamente concordaba con mi asistencia en la escuela.
Continuara…
Muy buena historia
Delicioso y rico relato sin duda!