MI PROFE DE MATEMATICAS
una mañana llegué temprano al salón de clases, con la mente puesta en el sexo, encontré al profe sentado en su escritorio, revisando papeles, cerré la puerta con seguro y me dirigí hacia su escritorio..
¡Hola! mi nombre es Beatriz, soy la típica colegiala adolescente de 16 años mini faldera que gusta de excitar a jóvenes y mayores. Soy hija única, de piel blanca, cabello castaño claro, ojos color gris y de cuerpo bien formado para mi edad, ustedes saben, piernas largas y bien torneadas, culito firme y paradito, tetas medianas, estudio en un colegio particular de niñas muy liberadas sobre todo en el plano sexual.
Lo que quiero contarles sucedió el año pasado, cuando tenía 15 años nunca he sido una estudiante destacada, pues por andar siempre en la fiesta con los chicos, nunca estudio como debería. así pues, estaba a punto de reprobar matemáticas y con ello perdería el derecho a que me compraran mi primer auto y no estaba dispuesta a perderlo, así es que empecé a buscar solución a mi problema, no tarde mucho en encontrarla, pues bien sabia que el profe, un hombre de 40 años, andaba deseoso de todas nosotras así que, no le di muchas vueltas al asunto y empecé a aprovechar mi buen físico para seducirlo: a veces asistía a clases con una súper minifaldita que al sentarme en primera fila, cruzaba y descruzaba las piernas de la manera más inocente que podía dejándole ver mis juveniles muslos y a veces algo más. Otras veces vestía pants súper-ajustado, sin nada debajo, enseñando mi osito que palpitaba de excitación al sentirme observada en esa parte de mi anatomía. El profe, un hombre maduro pero bien conservado, tenía fama de ser muy «lanzado», por lo que yo estaba confiada en poder conquistarlo y aprobar su mugrienta materia para poder estrenar mi Peugeot.
Por fin llegó el día, una mañana llegué temprano al salón de clases, con la mente puesta en el sexo, encontré al profe sentado en su escritorio, revisando papeles, cerré la puerta con seguro y me dirigí hacia su escritorio. Los ojos del profe se pusieron sobre mi cuerpo yo tenía una minifalda muy corta, de esas tipo escocés, ajustada a la cintura pero con vuelo, tobilleras blancas, mocasines negros, unos panty de algodón blanco, sostén de media copa y blusa blanca escolar. Una vez frente a su escritorio me subí la falda y le enseñé mi osito, no dije nada, caminé hacia él y al llegar al escritorio me encorvé hacia delante tomando seductoramente el vuelo de mi falda y lo levanté dejando mis nalgas al aire apenas cubiertas por el panty. El profe no dijo nada, se levantó de su silla y colocándose tras de mi clavó sus ojos rostro en mi trasero, bajo mi panty hasta mis rodillas y…
Lo deje trabajar frenéticamente con su boca y manos, acarició, manoseó, estrujó, besó, lamio, mordió y mamó mis muslos y nalgas con gran maestría, era obvio que sus años no habían pasado en vano y que tenía mucha experiencia en las artes amatorias. Lo hacía tan bien que tuve mi primer orgasmo aun con sus caricias. Fue cuando con gran habilidad me quito del todo mi panty, separó mis nalgas y me dio la mamada de panocha más rica que he tenido a manos de un hombre. Para entonces yo ya me había desabrochado la blusa y el sostén y con mis manos amasaba las tetas cuyos pezones se habían puesto duros. El profe seguía con su labor y ahora me metía un dedo en el culito, el cual había lubricado perfectamente con saliva y con mis flujos vaginales que salían de mi raja. Cuando se incorporo volteé a verlo de reojo y observe como bajaba sus pantalones dejando al aire una verga de buen tamaño y grosor, un poco morena, con una cabeza roja y cuerpo venoso.
-No te preocupes, no soy virgen y hoy en la mañana tomé la píldora-le dije, al tiempo que colocaba mis manos en el escritorio y me posicionaba para poder recibir esa verga en mi vagina. Cerré los ojos esperando el primer embate, pero grande fue mi sorpresa al sentir la cabeza de su pene entre mis nalgas. El profe se afirmó en mis nalgas y con las manos las separo para poner la punta de su candente instrumento en mi culito y lo fue acomodando poco a poco sintiendo la estrechez y la dureza de mis carnes, un bocado seguramente no desconocido para el ya que por lo visto no era yo la primer colegiala que se fornicaba por el culo.
Afortunadamente yo tenía experiencia pues en más de una ocasión me habían culeado y ya había sido estrenado. Tomó un tiempo largo (me pareció a mí) para penetrarme hasta la raíz de su verga antes de comenzar a moverse. Yo respondí con unos gemidos que lo excitaron mas a cada momento y fue cuando soltó mis nalgas para aferrarse a mis caderas e inició un mete y saca suave al principio para ir aumentando la velocidad de sus embestidas.
Mi profe apretaba los dientes y apenas podía respirar, yo estaba roja y cubierta de sudor, ya ni siquiera era capaz de cerrar la boca y mi saliva colgaba de mi boca sin poder evitarlo. Comencé a girar mis caderas acompasadamente a sus embestidas, sabiendo el efecto que causa en los hombres, ahora ambos resollábamos con tanto ímpetu que el profe me salpicaba la espalda con su sudor. A cada embestida me levantaba en vilo del suelo, me bombeaba con movimientos muy largos y muy potentes, su pelvis chocaba contra mis nalgas, lo que producía un sonido por demás excitante y enloquecedor…chas-chas-chas-chas…se escuchaba cuando nuestros cuerpos chocaban. Yo le apretaba su verga con mi recto para sentir más placer detrás de mi vagina. Ya me había venido al menos en tres ocasiones y el tiempo se terminaba pues ya iba a ser hora de empezar clases.
Se lo hice saber y el riesgo de ser sorprendidos aumentó en ambos el deseo y el profe empujó su verga más profundamente dentro de mí, haciendo que me fuera de boca y cayera sobre los papeles y libros que estaban sobre su escritorio, el profe cayó sobre de mi y en mi interior sentí un potente chorro caliente que invadió todo mi recto. Me sentí violada y unos segundos después el profe se desensartó aun con la verga erecta, roja y mojada en su totalidad. Me ayudo a levantarme, me alcanzo el panty y empezó a vestirse.
Con esfuerzos caminé hacia mi pupitre, las piernas me temblaban y estaba bañada en sudor, me dejé caer pesadamente en mi lugar y con unos pañuelos desechables me di a la tarea de limpiar mi rostro, mis tetas y mis piernas. El profe se dirigió a la puerta, la abrió y salió, seguramente hacia los baños a refrescarse. Cinco minutos después entraban los alumnos a clases, sin saber lo que ahí había pasado minutos antes. A media clase tuve que ir al baño a descargar una buena cantidad de semen que traía en mis entrañas. Después de esa clase tuvimos sexo un par de veces más con el profe, en su departamento, esas veces lo hicimos de las tres formas: oral, vaginal y anal.
Por supuesto que obtuve una calificación por demás aprobatoria y mis padres felices por la inteligencia de su pequeña nena, me compraron mi Peugeot.
Ahora, en mi siguiente año de preparatoria, tengo problemas con química, pero el detalle es que quien me da esa materia es una profesora. Uhmmmm tendré que estudiar.
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