Mi Profesor y yo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sumisa2301.
Aquella tarde se paro en su coche. Simplemente me dijo que subiese que me llevaría a casa. E así lo hizo. Monte en su coche y me llevo a mi departamento. Aquel que compre porque era amplio para vivir sola y llevar a mis amigos discretos en el.
Cuando aparco en la puerta del departamento, le invite a tomar una cerveza. Solo por agradecimiento.
El pasó al departamento y dijo que era un hogar muy acogedor.
Nunca antes me había atraído tanto un hombre como mi profesor. Simplemente no podíamos tener una relación de pareja, porque en la universidad lo tenía prohibido. Entonces sabía que podía perder mi beca.
-¿Puedo hacerle una pregunta señorita? –dijo.
-Usted dirá. Es el profesor.
-Bueno es una pregunta muy personal, señorita.
-Le escucho.
-¿Por qué nunca habla en mi clase?
-Digamos que soy misteriosa y me gusta callar secretos.
-Me gustaría descubrir cada secreto.
-Profesor va usted con la persona equivocada.
-No lo hago. Solo que me gustaría incluirla en mi lista de objetivos.
-Se ha equivocado de… -se acercó a mí y me beso como un fiera devorando su presa.
Intente forcejear, pero me tenía las manos sujetadas con las suyas. Nunca antes había estado tan embobada.
Después fuimos a mi cuarto. Pero no un cuarto para dormir. Precisamente le conduje hacia mi cuarto secreto. Él la miró boquiabierto y después puso cara de deseo.
-Eres una chica de mi tipo. A parte de mi alumna en la universidad, serás mi alumna en esto –dijo.
-Soy sumisa. Y nadie va a cambiar eso.
Él no dijo nada. El también escondía un gran secreto. Pero él si sabría como tenía que dominarle.
-Date la vuelta –me ordeno.
Le obedecí.
Él me desnudo mientras me observaba.
-Me gusta tu piel blanca.
Se dio la vuelta y cogió unas cuerdas de bondage. Me ato las manos a la espalda, quedándome las manos en los mulos del brazo. Eso me excito.
-Ven –dijo.
Fui a donde quería que fuese y me llevo a una silla. Allí me sentó y espere.
Cogió otras cuerdas y una mordaza y se volvió a dirigir hacia a mí. Esta vez me amarro las piernas y después me amordazo la boca. Vuelvo al cajón y cogió la fusta. Sabría resistir, pues he tenido a un amo a quien supe servir. Pero este hombre era perfecto.
El chasquido de la fusta me sobresalto.
Un chasquido, tras otro y sin parar. Eso es lo que me excito.
Después me desato las piernas y me llevo a la cama, aun con las manos en la espalda.
Me abrió las piernas y las volvió a atar. Me beso suavemente hasta llegar al clítoris y lo chupo lentamente. Después de chupármelo, él me miro, mientras introducía su mano en mi sexo. En realidad aun no se quito la ropa. Pero podía notar su polla excitada y dura. Mi sexo se encogió del placer que sentía al estar ahí atada y ante un dios tan perfecto.
Uno de mis gemidos resonó en el cuarto.
Nunca antes me había gustado ese placer. Marcos era aquel tipo de hombre que quería practicar sado. Fuese en clase o en mi departamento. Pero el único impedimento es que no debí de estar haciendo aquello.
Se quito la corbata y la camisa. Por fin su cuerpo desnudo.
-Vas a ser mía. Ahora y cuando quiera.
No puede responderle. Esa mordaza me lo impedía.
-Eres perfecta. Me has llamado la atención desde el primer momento en que entraste en mi clase.
En realidad llevo casi unos dos años en su clase. Siempre me trataba mal y ahora que por fin estaba ahí, supe que en realidad lo hacía por que no conocía que también el era un dominante.
Cuando acabo de masturbarme, se quito los pantalones y los calzoncillos. Me desato los pies y ahí introdujo su polla en mi interior. Nuestros gemidos le hicieron sonreír y ahí procedió a follarme. Nunca antes había estado tan interesada por alguien, salvo por ese chico.
Arriba y abajo una y otra vez.
Nunca me había pasado esto y más con un profesor. Estaba a punto de perder la beca. Pero sabía lo que tenía que hacer.
Acabo de follarme y procedió a desatarme. Nunca antes había llagado al éxtasis como aquel día.
Después nos tapo a ambos y ahí me abrazo.
-No quiero que te vayas. Me has gustado desde que entraste en mi clase y quería hacerte mi sumisa.
-En realidad lo nuestro no puede ser, pues ya que soy su alumna profesor.
-Pero yo quiero enseñarte nuestro pequeño mundo. Un mundo donde el dolor y el placer son exquisitos.
-Deberías de irte.
-No me iré, sin antes saber tus sentimientos hacia mí.
-No sé qué sentimientos tengo hacia usted. Lo único que se, es que es usted un dios perfecto.
-Se ha enamorado de mi, señorita.
-No lo he hecho. Puede irse por favor.
-De acuerdo –me responde-. Pero quiero que no olvide esto. Va a ser mía. Mi sumisa y mi amante. Y si no me lo cree, con el paso del tiempo lo veremos.
-Váyase.
Él se viste y se marcha.
Al día siguiente fui a la universidad. Ambos no nos hablamos por lo ocurrido.
En la próxima semana no fui a la universidad, pues ya que me cambie de la que estaba. No quería perder mi beca y mas por una tontería de estás.
Paso cuatro años sin practicar el sado y empecé a trabajar en una universidad. Ahí conocí a otro profesor que me llamó la atención. También me parecía un dios de la perfección. Pero nunca olvide a Marcos.
Le confesé que había sido sumisa y que aun lo era, pero que había decidido dejarlo una temporada y me comprendió.
Me pidió salir y acepte su cita encantada.
Me enamore de él y pude olvidar el pasado que tenia.
Y ahora él y yo estamos en un restaurante de lujo, para comer. Me ha pedido que vaya a comer por que debe de preguntarme algo y eso me tiene nerviosa. Una sumisa nunca debe de estarlo, pero cuando lo está, es porque su pareja debe de decirle algo importante.
-¿Puedo preguntarte una cosa?
-¡Cual!
-¡Te has enamorado alguna vez de algún amo!
-Solo de uno. Pero digamos que él y yo solo tuvimos sexo en una noche.
-¿Qué paso después?
-Estuvimos una semana sin hablarnos y decidí mudarme.
-¿Cómo se llamaba ese amo?
-Marcos.
-¿Qué edad tendría ahora?
-Supongo que unos treinta.
-¿Sabias si tenía otro nombre?
-En realidad no. ¿Por qué me preguntas esto Antonio?
-Quiero enseñarte algo antes de hacerte la pregunta más importante de esta velada.
-¿Cuál?
Saca una foto y me la enseña.
-Ese era tu amo.
-No era mi amo. Era mi profesor de ciencias inglesas. ¿Por qué? ¡A que viene esto!
-Mi segundo nombre es Antonio.
-¿Cuál es tu primer nombre pues?
-Marcos Antonio.
-No puede ser.
-Sí que puede ser.
-¿Por qué?
-Digamos que te dije que serias mía –responde-. Ahora viene la pregunta mas impórtate.
Se arrodilla y saca una caja roja de terciopelo.
-¿Quieres casarte conmigo?
-¡Que!
-Cásate conmigo. Se mi vida, mi ama, mi sumisa y mi amor para toda la vida. Déjame ser tu vida, tu sumiso, tu dueño y tu amor. Hace cuatro años eras mi alumna y ahora eres mi amiga e mi aliada. Acepta por favor.
-Marcos no sé qué decir.
-Vamos a casa. Quiero hacer algo antes de que me des una respuesta.
Me arrastra hasta su cuarto. Lentamente y hay me hace el amor como nunca. Esta vez sin añadir sado en nuestro sexo. Sabía que su éxtasis era el mío. Que mi entrega seria la suya y la única opción que había era dándole una respuesta. Y ahora se cual es.
-¿Qué has pensado?
Bajo la mirada. Entonces decido no decirle nada aun.
-Ya. Quieres que me vaya.
Se levanta de la cama y comienza a vestirse.
-Espera. No te vayas. Quiero decirte algo.
-¿Qué cosa?
-Nunca antes me había obsesionado por alguien como lo hice contigo. Pero era una sumisa y tenía que ser discreta. No me gustaban las flores y los corazones, pues ya que mi plan es servir a alguien. Pero desde que formaste parte de esta vida sumisa, los corazones me importan tanto como llegar al éxtasis. Antes de darte una respuesta a tu proposición de matrimonio, quiero saber por qué te interesaste por mí.
-Solamente me gustaste desde el primer momento en que entraste en mi clase. Me conocía todo el rollo de las normas universitarias. Pero nada me impidió llevarte aquella noche a tu casa y poseerte. Eres perfecta en todos los sentidos. Sensual, atractiva y dios… puñeteramente sexy y simplemente buscaba esto en una sumisa. Por eso me gustaste desde el primer momento. Eres jodidamente guapa y hermosa. Por eso quiero que seas mi esposa y mi sumisa a la vez. Para no perderte.
Me callo por unos segundos y decido dar el gran paso.
-Si –digo.
-¡Sí el que!
-Sí. Acepto ser tu esposa.
Se acerca de nuevo a mí y me besa. Nuestras respiraciones se complementan y perdemos un poco la respiración.
-Tenías razón. Soy tuya. En cuerpo y alma…
La vida no solo es un simple sexo que decide amarrar las situaciones complicadas. La vida es amor, placer, éxtasis y sobre todo enamorarse de la persona adecuada. Un amo o una sumisa pueden llegar a amarse tanto como Marcos y yo hemos hecho. A pesar de aquella noche, el destino nos volvió a juntar de nuevo. Ahora soy sumisa y su prometida a la vez. Un amo debe de saber qué es lo mejor para la sumisa y la sumisa para su amo. No os conocéis mutuamente, sin antes ver el alma de ambos…
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