Mi sobrina Claudia 4
Claudia y yo debemos prepararnos para salir a hacer unos recados, pero la cosa se complica cuando tardo demasiado en la ducha..
«Venga tiooooo, tardas un montón!»
Claudia ganó mucha confianza conmigo rápidamente. Ya llevaba una semana viviendo en su casa y parecía que llevaba una eternidad.
Mi hermana no se había quejado más, ya que estaba haciendo todo lo que me pedía y cuidaba muy bien de la casa en su ausencia.
Esa mañana me estaba duchando, preparándome para salir a dar un paseo con Claudia, pero la niña, impaciente como siempre, no dejaba de molestar desde el otro lado de la puerta.
«Deja de molestar! Ya me falta poco»
Cerré mis ojos para enjabonar mi pelo, demasiado distraído como para escuchar la puerta del baño, y el susto que me dió sentir una pequeña mano fría en mi pecho fue mayúsculo.
Solté un gemido ridículo a la vez que me resbalé, casi cayendo al suelo, aunque al final me tuve en pié, y al abrir los ojos vi a Claudia, que partía de risa en frente de mí, totalmente desnuda mientras el agua empezaba a caer sobre su cuerpo.
«¿¡Claudia pero qué haces!?»
Mi sobrina no podía parar de reírse.
«Es que tardabas mucho!»
Verla en ese estado me empezó a provocar una erección. A sus 12 años, Claudia seguía sin estar desarrollada, a penas tenía dos pequeñas montañitas en su pecho que pasaban desapercibidas para casi todo el mundo, coronadas por dos perfectos pezoncitos rosados. Su vagina estaba totalmente suave, ni un solo pelito, lo que me dejaba ver su rajita y su forma perfecta. Se veía tan suave y esponjosa que a cualquiera le darían ganas de comérsela.
A pesar de lo poco desarrollado de sus partes íntimas, su cuerpo denotaba unas curvas muy sensuales, dejando un cuerpo esbelto y unas caderas de infarto, por no hablar de su culito redondo y abultadito.
Claudia notó que mi polla empezaba a crecer y esbozó una sonrisa mientras se acercaba a mí para abrazarme, jugando un poco con los pocos pelos de mi pecho.
«¿Qué pasa tío Pablo? ¿Te gusta lo que ves?»
En cuanto me abrazó, mis manos fueron a sus caderas, y mi mano izquierda rápidamente se movió hasta su traserito, agarrando sensualmente su nalga y jugando con ella, masajeando suavemente.
«Sabes que sí, me encanta…»
Empezamos a besarnos hasta que mi polla cobró su estado de erección máximo, apuntando hacia el techo con sus venas marcadas, lo que a Claudia le encantaba.
Mi nena empezó entonces a tocarla con las dos manos, jugando suavemente con ella, hasta que empezó a masturbarme suavemente.
«Mmmm Clau… Vamos a gastar toda el agua caliente…»
Ella sólo reía y seguía trabajando mi miembro, que ya empezaba a gotear.
Yo aprovechaba cada momento para inclinarme un poco y besar sus labios, cosa que ella aceptaba encantada, pero al par de minutos vi que su carita se puso un poco rojita, y ella más seria, y comprendí que estaba igual de caliente que yo.
La hice parar de masturbarme y empecé a besarla, tocando con mis manos todo su cuerpo, y finalmente parando en su vaginita, que ya estaba húmeda y pidiendo algo de estímulo.
Empecé a gritar su clítoris para disfrute de la niña, que empezó a gemir muy suavemente.
«¿Te gusta mi amor?»
«Mmm si tío… Métemelo porfa…»
Su boca se abrió exhalando aire cuando empecé a meter mi dedo, que rápidamente se encontraba ubicado en el fondo del coñito apretado y húmedo de la nena.
Empecé a masturbarla con un poco más de velocidad mientras ella, entre jadeos, me abrazaba para estar más cerca de mí.
Pasados unos minutos, y ambos cansados de esa posición, decidimos salir de la ducha para terminar la faena, y ambos nos secamos rápidamente para ir a la cama lo más rápido posible, desesperados el uno por el otro.
La agarré por su culito y la levanté, besándonos mientras lentamente caminaba hacia su habitación. En esa postura mi polla rozaba su coñito de vez en cuando, causando una excitación aún mayor para los dos.
Al llegar a su habitación la tumbé en la cama y empecé a comerme su vaginita, deliciosa como siempre.
Claudia gemía como loca ante mis movimientos de lengua, algo rápidos e intensos debido a mi calentura.
No estuve mucho rato hasta que sentí el orgasmo de mi pequeña sobrina, que entre espasmos y gemidos dejaba salir sus juguitos mientras yo intentaba beber todo lo que salía de ella.
La dejé tendida en la cama mientras subí para besarla. Claramente estaba algo cansada, pero esta niña tenía energía para más, y sus besos seguían siendo muy intensos.
Mi polla estaba al límite, necesitaba atención, y entonces rompí el beso.
«¿Me la chupas?»
Claudia sólo se rió un poquito mientras se ponía de rodillas sobre la cama. Yo me senté al borde, pero ella en vez de ponerse en el suelo, me empujó suavemente haciéndome acostar para luego inclinarse sobre mi polla, empezando a chupar inmediatamente.
Estaba en el cielo… Mi sobrina chupaba mi polla con ganas, dejando su saliva para lubricar mejor, y usando sus manos para masajear mis huevos y masturbar el pedazo que no llegaba a meterse en su boca, toda una experta deseosa de polla.
Por muchas ganas que le pusiera, seguía siendo su segunda vez, así que a veces se notaba un poco su torpeza, sintiendo brevemente sus dientes, algún cambio de ritmo, cómo la sacaba de su boca para respirar y descansar la mandíbula… Pero aún así era la mejor mamada que me habían dado en la vida.
A veces sentía una arcada de mi pequeña, pero ella seguía sin parar, acostumbrándose a la sensación y a meterse más cada vez, poco a poco…
Al cabo de unos minutos la niña paró, y sin decirme nada, se puso sobre mí polla, sentada en la base, que quedó perfectamente alojada entre sus labios perfectos.
Desde mi posición podía mirar hacia abajo y ver su coñito un poco abierto, y su clítoris rozando la parte inferior de mi polla, algo hinchado y rojito.
Ella me miraba sonriendo y empezó a deslizarse sobre mi polla, moviéndose adelante y atrás, estimulando todo mi miembro a la vez que su vaginita. Se frotaba de arriba a abajo y la sensación era increíble. Estaba bastante húmedo así que el movimiento era suave y excitante.
Ella se apoyaba con sus manos en mi pecho mientras movía sus caderas, mientras que mis manos reposaban en su cadera, ayudándole a moverse a la vez que presionaba un poco hacia abajo para sentirla algo más apretada contra mí.
«Uffff Clau… Cómo me encantas peque…»
«Tío… Se siente súper bien… Hmmm»
Mi nena gemía suavemente, y según sus jugos salían, mezclándose con los mios, se deslizaba incluso mejor y más rápido.
Moví mi mano izquierda hacia su pecho, jugando con sus pezoncitos, que estaban duritos y sensibles, mientras mi nena jadeaba y me miraba con deseo.
Poco después y sin avisarme, sentí cómo Claudia se apretaba más contra mí y cerraba sus ojos, dejando salir un gemido aún mayor mientras alcanzaba su segundo orgasmo del día entre espasmos.
Sentir su coñito tan apretado contra mí me llevó al límite, sintiendo que yo también estaba cerca, así que la agarré de la cintura y empecé a moverla por mí mismo, deslizando a mi sobrinita sobre mí con rapidez, alargando su propio orgasmo, ya que ahora mismo su vagina estaba muy sensible.
«Hmmm Claudia…. Ahhh»
Empecé a correrme, con mis disparos de semen cayendo sobre mi abdomen y mi pecho, mientras la pequeña vagina de mi sobrinita también quedaba cubierta de mi leche.
Una vez terminamos, nos quedamos mirándonos entre risas, jadeando y recuperando el aliento. La complicidad que sentía en ese momento era lo mejor. No sólo sentía esa conexión especial con mi sobrina y sentía ese placer sexual que ambos nos dábamos, sino que sabía que ella lo disfrutaba de la misma forma o incluso más.
Me senté con ella todavía sobre mí, agarrándola de la espalda, y nos besamos intensamente, con nuestra lenguas bailando dentro de su boquita.
«Nosotros teníamos que salir hace media hora»
Ella se rió, sabiendo que la culpa de estar así era suya.
«Lo siento tío, no volveré a hacerlo entonces…»
Bromeaba conmigo, sabiendo que no cambiaría estos momentos con ella por nada en el mundo.
Me levanté cogiendo a Claudia por su culito y me dirigí al baño, para ducharnos de nuevo.
«Esta vez de verdad, que tenemos cosas que hacer»
«Vaaaaaale»
Mientras nos duchábamos y nos frotábamos mutuamente, creando de nuevo más tensión sexual entre nosotros, Claudia se puso algo más seria, y justo cuando mi dedo se deslizaba entre sus nalgas lavando su culito, soltó la bomba.
«Tío… ¿Cuándo vamos a hacerlo?»
«A hacer qué mi amor?»
«Pues sexo…»
Y hasta aquí llegamos hoy. Como siempre espero que os haya gustado, no dejéis de leer y votar positivamente, y comentar lo que opináis, me ayuda a querer seguir escribiendo para todos vosotros. Nos vemos en el capítulo 5!!!
saludos muy buen relato, cachondo caliente y muy receptiva tu sobrina, esperamos el siguiente capitulo, muy cachondo.
Excelente excitante erótica y con morbo, espero la continuación pronto