Mi sobrina, mi tentación
explora la intensa atracción entre un tío y su sobrina, Sara, de 18 años. Mientras sus padres están fuera, se encuentran solos en la casa familiar, dando rienda suelta a sus deseos más oscuros. El tío, experimentado y apasionado, guía a Sara en un viaje de descubrimiento sexual, mostrándole placeres.
Siempre supe que mi sobrina era una chica especial. Desde que era una adolescente, pude ver esa chispa traviesa en sus ojos, esa curiosidad por explorar los límites. Ahora, con 18 años, se había convertido en una mujer increíblemente atractiva, y yo no podía evitar sentirme atraído por ella.
Era una tarde de verano cuando todo sucedió. Mis padres habían salido de la ciudad por unos días, dejándome a cargo de la casa. Mi sobrina, Sara, se había ofrecido a venir y ayudarme con algunas tareas. Sabía que estaría sola, y no pude evitar imaginar las posibilidades.
Cuando llegó, vestía una camiseta holgada y unos shorts cortos que mostraban sus largas piernas bronceadas. Su cabello rubio caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus ojos azules brillaban con una mezcla de inocencia y curiosidad.
«Tío, ¿necesitas ayuda con algo?» preguntó con una sonrisa traviesa.
«Bueno, hay algunas cosas que podrías hacer,» respondí, tratando de mantener mi voz casual. «Pero primero, ¿por qué no te tomas algo para refrescarte?»
La llevé a la cocina y le ofrecí una copa de vino. Mientras bebíamos, la atmósfera se cargaba de tensión sexual. Podía ver el deseo en sus ojos, y supe que ella también estaba sintiendo la atracción.
«¿Te gustaría ver algo interesante?» murmuré, acercándome a ella.
Ella asintió, su respiración acelerándose ligeramente. La tomé de la mano y la llevé a mi habitación. Cerré la puerta detrás de nosotros y la empujé suavemente contra la pared.
«Siempre has sido una chica curiosa, Sara,» susurré, acercándome a ella. «Y ahora que eres mayor de edad, es hora de explorar tus deseos más oscuros.»
La miré a los ojos, viendo una mezcla de emoción y nerviosismo. «Hoy, voy a hacer realidad tus fantasías más salvajes.»
La tomé de la mano y la llevé a la cama. La hice sentarse y me arrodillé frente a ella. Lentamente, comencé a desabrochar su camiseta, revelando su escote y sus pechos jóvenes y firmes. Bajé mi cabeza y besé su cuello, sintiendo su respiración acelerarse.
«Eres tan hermosa, Sara,» murmuré contra su piel. «Y estoy a punto de hacerte sentir cosas que nunca antes has sentido.»
Bajé mi mano hacia su short y desabroché el botón. Ella contuvo la respiración mientras deslizaba mi mano dentro, sintiendo la suavidad de su piel. Mis dedos encontraron la tira de su tanga y la tiré a un lado, exponiendo su intimidad.
«Oh, Dios mío,» susurró, cerrando los ojos.
Acaricié su sexo, sintiendo lo húmeda que estaba. Sus caderas se movieron instintivamente hacia mí, buscando más contacto. Con un dedo, comencé a masajear su clítoris en movimientos circulares suaves.
«Así es, deja que tu tío te dé placer,» susurré.
Mientras la acariciaba, bajé mi cabeza y lamí uno de sus pezones a través de su sostén. Ella gimió y se arqueó hacia mí, deseando más. Saqué su pecho de su sostén y lo lamí y chupé, alternando entre suave y firme.
Mi otra mano bajó hacia su entrepierna, deslizándome debajo de sus shorts. Mis dedos encontraron su entrada húmeda y la acaricié suavemente, deslizándome dentro de ella. Ella gimió y se movió contra mi mano, deseando más.
«Eres tan apretada, Sara,» susurré. «Y estoy a punto de llenarte por completo.»
Me levanté y me quité la camisa, revelando mi torso musculoso. Luego me quité los pantalones, dejando al descubierto mi erección. Sara me miraba con deseo, sus ojos brillando con anticipación.
Me acerqué a ella y la tomé de la cintura, levantándola de la cama. La puse de espaldas a mí y la empujé suavemente hacia la cama, haciéndola arrodillarse. Me coloqué detrás de ella, disfrutando de la vista de su cuerpo juvenil y curvilíneo.
«Ahora, Sara, quiero que te relajes y te dejes llevar,» dije con una voz firme pero suave. «Vas a experimentar un placer como nunca antes.»
Con una mano, guié mi miembro erecto hacia su entrada húmeda. Con un movimiento lento y suave, la penetré por completo. Ella gimió y se arqueó hacia adelante, empujando su culo contra mí.
Comencé a moverme lentamente, entrando y saliendo de ella con movimientos suaves y profundos. Con mi mano libre, acariciaba sus pechos, pellizcando sus pezones entre mis dedos.
«Oh, tío, así es,» gemía Sara, empujando su culo contra mí con cada embestida.
Aceleré el ritmo, sintiendo su cuerpo tensarse a mi alrededor. Con cada empuje, la llenaba por completo, sintiendo su calor y su humedad. Sus gemidos llenaban la habitación, mezclándose con mis susurros de placer.
«Así es, Sara, déjate llevar por el placer,» susurré en su oído. «Estás haciendo un trabajo increíble.»
Con mi mano libre, bajé hacia su clítoris y comencé a masajearlo en círculos firmes. Ella gimió y se movió contra mí, acercándose al borde del éxtasis.
«Oh, Dios, tío, no puedo… ¡Ahhh!»
Su cuerpo se tensó y se sacudió mientras tenía un orgasmo intenso. Sus paredes vaginales se contrajeron alrededor de mí, haciéndome sentir un placer indescriptible. Me detuve por un momento, disfrutando de sus contracciones.
«Eso fue increíble, Sara,» susurré en su oído. «Pero aún no hemos terminado.»
La hice darse la vuelta y se sentó en la cama, con las piernas abiertas. Me coloqué entre ellas y la penetré de nuevo, esta vez en una posición cara a cara. Pude ver la pasión y el deseo en sus ojos mientras me movía dentro de ella.
Con una mano, acariciaba sus pechos, y con la otra, bajaba hacia su clítoris, masajeándolo en círculos firmes. Ella gimió y se movió contra mí, deseando más.
«Oh, tío, por favor, no pares,» suplicó.
Aceleré el ritmo, sintiendo mi propio orgasmo acercándose. Mi cuerpo se tensó y supe que estaba a punto de estallar.
«Sara, voy a correrme,» gemí. «Quiero que te corras conmigo.»
Con un último empujón, ambos nos dejamos llevar por el placer. Gritamos nuestros nombres mientras nuestros cuerpos se sacudían en un éxtasis simultáneo. Mi semen llenó su interior, mezclándose con sus jugos.
Nos quedamos quietos, disfrutando de la sensación de estar conectados. Lentamente, me salí de ella y la tomé en mis brazos, abrazándola tiernamente.
«Eso fue increíble, Sara,» susurré en su oído. «Siempre serás mi pequeña traviesa.»
Ella sonrió y me abrazó, sintiendo la satisfacción de haber explorado sus deseos más oscuros con el hombre que siempre había deseado en secreto.
A partir de ese día, nuestra relación cambió. Cada vez que estábamos juntos, encontrábamos formas de satisfacer nuestros deseos mutuos, explorando nuevas posiciones y fantasías. La tentación de mi sobrina se había convertido en una realidad apasionada y satisfactoria para ambos.
Fin.
Woooooooooooooow! delicioso relato cargado de excitación y de amor también!