Mi tío 2
Mi primer anal.
Mi tío, es un hombre de 42 años, eso creo, es guapo para su edad, manos grandes, brazos fuertes y un cuerpo que delata sus años de trabajo duro en la construcción, insaciable sexualmente, eso acabo de descubrirlo, luego de una tarde de sexo duro.
Estábamos en su cama, quizás la misma que esconde secretos, imagino un desfile de bellas mujeres, conocidas y desconocidas probando aquel pene grueso, el mismo que acababa de eyacular sobre mi vientre, una carga de rica leche que con gusto hubiera recibido en la boca o en el interior de mi vagina.
Él, estaba boca arriba, pensativo, tal vez sorprendido por mí, una chica de 15 años que se atrevió a mucho al momento de quitarse el pantalón y el calzón frente a ese hombre casado, que además es el hermano de mi madre, no me interesaba aquello, sobre me sentía satisfecha y me acosté a su lado, intentando abrazarlo, cerca de su brazo derecho, mientras me perdía mirando aquel bastón de carne que me tentaba a cada rato.
Bajé besando su vientre duro, tomando su pene con mi mano derecha, mi boca busca seguir probando el sabor de aquel trozo de carne de primera que me había comido hace un rato, ya en la boca, lamí suavemente, agradeciendo cada centímetro de aquello que me había penetrado, regalándome una tarde placentera, me acomodé de tal manera, que mi trasero levantado quedaba a su merced, fue entonces que sus dedos largos comenzaron a tocarme el ano, un gusto que ya había sentido antes, aunque esta vez, no sería solo para acariciarlo.
Después de unos minutos saboreando su pico, mi tío me acomodó boca a bajo, sin pedir permiso, su lengua comenzó a penetrarme el ano, o al menos lo intentaba, luego de un rato, su lengua pasó por sobre mi ano, la raya de mi culo y las nalgas, se montó sobre mí, besando mi cuello, su pico estaba listo para atravesar mi último lugar virgen, yo estaba asustada, no había dilatado mi hoyito como había imaginado antes, comenzó a presionar, algo fuerte primero y una vez que su cabeza logró abrir un poco mi culo y yo ahogué un grito de dolor mordiendo una almohada, él sacó su pichula y varias veces lo metió, me calentó demasiado aquellos movimientos, sin embargo, seguía asustada, pensando que me rompería el hoyo y eso me daba mucho miedo.
Siguió en su lenta labor, yo miraba hacia una ventana que daba hacia el patio de su casa, ¿qué miras? me preguntó y si nos pillan le dije asustada, quédate tranquila y relájate, nadie nos verá, su pene comenzó a abrirse camino al fin, poco a poco, lentamente, me dolía, pero la calentura me hacía soportar aquel dolor, quería probar como era aquel tabú que alguna vez una amiga me pidió nunca probar, por el dolor o tal vez por alguna otra razón, qué iba yo a saber.
Ya adentro, lo dejó un rato así, sin moverse, me mordió dulcemente la oreja derecha, estas rica me dijo, yo no decía nada, estaba soportando aquel dolor, luego comenzó a moverse, me gustaba como se sentía, era diferente, su pene apretado entraba y salía a su antojo, cada vez que se salía, el lo metía sin compasión, ya no le importaba si me dolía o no, solo gozaba lo que anduvo buscando aquel día o toda la vida, yo pedía que no parara, que siguiera moviéndose, tal vez para que terminara pronto o porque comenzaba a sentir placer en aquel dolor que estaba haciendo gozar como una perra, él se detuvo un instante, su cuerpo transpirado goteaba sobre mi culo transpirado, el olor en el dormitorio delataba nuestra tarde caliente, en ese instante yo pedía más, más y más.
Él eyacula, su cuerpo tiembla y el semen sale a chorros en mi culo, estoy satisfecha, contenta, el culo duele, pero me gusta mucho sentir lo abierta que estoy. Luego de un instante de descanso, él se va hacia el baño, yo me visto rápidamente, me voy hacia mi casa caminando, imaginando que cualquier mujer que me viera caminar, sabría que mi ano acababa de comerse un tronco grueso y rico, pero era solo la imaginación la que jugaba conmigo, a esa hora no había nadie en la casa, me metí a la ducha, me apoyé sobre la pared y pasé mis dedos por sobre mi culo abierto, lo disfruté y me alegré de que hubiera sido alguien de la familia quien tomara para sí esa virginidad que ya no existía tampoco, habrían muchos encuentros más y mi culo comenzó a necesitar que alguien lo abriera de vez en cuando.
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