Mi Vecina de 16 Borracha
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por relatos..
Llegaba de hacer guardia de mi trabajo a las 4 am cuando entré en el ascensor.
Sin darme cuenta detrás de mí estaba una de las vecinas más buenorras, a pesar de tener 16 años recién cumplidos.
Era evidente que llevaba unas copas de más encima.
No podía ni pararse ni mantener el equilibrio.
Se agarró de mí y la sujeté entre mis brazos, mientras decía cosas sin sentido.
No podía creerlo tenía a una adolescente borracha.
La intenté incorporar pero se dejó caer en mi pecho.
Hundió su cabeza en mi cuello y podía percibir perfectamente su aliento a alcohol y su respiración caliente y agitada.
No puede evitar ponerme cachondo casi al instante.
Le sacaba una cabeza, así que no fue difícil divisar su figura desde mi altura, como me había agarrado de frente, pude vislumbrar su culazo.
De manera casi instintiva mis manos estaban magreando ese culo, al principio con recelo pero luego con mucha más confianza.
Ella empezó a jadear, lo que me hizo perder el juicio, para ese entonces la tenía como una piedra.
Sin ponerme a pensar en las consecuencias, quería gozar de aquella jovencita que tantos suspiros me había robado por los rellanos.
La agarre de la cabeza y la agaché hasta que quedó de rodillas, lo cual no me costó demasiado.
Me desabroché el pantalón y me saqué la polla fuera, se la apagué a la boca.
Apartó la cabeza, sin embargo a esas alturas estaba muy cachondo y no la dejaría así.
La agarré fuerte del pelo y se lo metí, no me costó mucho.
Mi pene entraba y salía de esa boquita roja.
Se nota que le gustaba, porque me la comía con ganas, y eso me ponía más cerdo aún.
La cría llevaba una falda negra muy ajustada, con una blusa de tirantes rojos y una chaqueta negra.
Le quite la chaqueta desde esa posición, y pude ver sus tetas y unas brazos suaves y bien formados.
Mientras me la seguía chupando acariciaba sus hombros con mis manos, sintiendo su temperatura elevada.
Cuando sentí que estaba cansada de chupármela, la agarre del pelo nuevamente con una mano, y con la otra me masturbaba delante de su cara mientras pensaba en qué hacer con esa chica a mi merced.
Sin quitarle la blusa, haciendo acopio de agilidad le introduce la polla en el canalillo, agachándome hasta esa atura.
Tuve que ayudarme de mis dedos para abrir un pequeño espacio entre sus hermosas tetas.
Gracias a su propia saliva, mi pene se deslizaba bien por aquel lugar, que estaba algo sudoroso por la situación.
Subía y bajaba con cuidado, para que mi miembro no se saliese del canal.
Y sin decirle nada mi vecina se las empezó a estrujar, con sus dos manos, fijando mi polla entre sus pechos.
Y ahí es cuando empecé a sentir verdadero placer.
Con mucha más firmeza introduje la dureza de mi polla entre esas tetas que me estaban masturbando.
Tetas de una cría de 16 con una polla de un hombre de 32 años.
La situación me encendía.
Con mis manos acerqué su cara y mientras bajaba y subía, ella intentaba lamer o comerme los huevos.
En un momento me quedé quieto, debido a la posición incómoda, y ella succionó uno de mis huevos, apretándolo bien entre sus labios.
No pude evitar que un jadeo estruendoso saliese de mis entrañas.
Mi vecina levantó miranda satisfecha.
Se puso de pie, y sin previo aviso salió del ascensor, dejándome con los pantalones por los tobillos y con un placer inexplicable.
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