mi vecina Jackelyn (3)
Continuo la tercera parte de las Confesiones de un hombre que termino perdidamente enamorado de una linda jovencita,…
Continua la tercera parte de mi historia, para poner en contexto estimado lector lo invito a que visite los siguientes links
primera parte https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/mi-vecina-jakelyn/
segunda parte https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/sexo-con-maduras/mi-vecina-jakelyn-2/
no olviden comentar si les gusto. asi me animan a continuar con mis relatos… continuamos ..
los días siguientes fueron situaciones similares. Besos ocasionales y uno que otro beso apasionado, coqueteos, abrazos por la espalda, Pero, sobre todo.
Buscando oportunidades para poder mirarla y platicar con ella. Poder verla a los ojos y besarla, abrazar su cuerpo y disfrutar de esos encuentros, cabe comentar que sus besos aun eran torpes, pero no dejaban de ser apasionados.
Sus platicas en ocasiones algo interesantes otras triviales, pero sobre todo conversaciones de una niña caprichosa. De la vida cotidiana, La confianza entre nosotros aumentaba, a niveles inimaginables yo le contaba de mi vida, De mi familia y ella de sus crisis existenciales juveniles. Que terminaba en alguna sugerencia, consejo u opinión de mi parte.
Fueron varias semanas así. Sin pasar a más que solo besos apasionados, abrazos. Hasta que sucedió. Un día sin previo aviso ella tomo el siguiente paso. ¿Se preguntarán como sucedió? mi estimado lector. Bien se los platicare. Seré lo más veraz posible.
Fue una tarde de invierno, lo recuerdo bien porque ese día llovía afuera. Como era costumbre ella hacia sus quehaceres mientras ocasionalmente me abrasaba o besaba de pasada por mi lugar de trabajo. Esa ocasión creció la frecuencia de los encuentros donde nos besábamos y la duración de estos, fue de lo acostumbrado a mayor intensidad. Me encontraba muy excitado. Ya perdía la razón, deje de pensar las cosas y pase a bloquear la mente con un delirio de pación por poseerla, le dije que dejara de hacer sus cosas y que nos fuéramos a la sala y comencemos a nuestro ya habitual juego de preguntas, ella asentó con un si..
¡excitado y estimado lector! Yo había pensado que pasarían meses, años acaso, antes de que me atreviera a pasar de simples besos; pero a las tres de la tarde estábamos jugando, y a las tres y quince ya éramos amantes…
Inicio la primera pregunta. -quisiera recalcar querido lector que ya para estas alturas las preguntas ya iniciaban algo subidas de tono, pero no llegamos a personalizarlas, es decir. eran preguntas en tercera persona, como por ejemplo ¿tendrías sexo con un hombre mayor? En vez de preguntar: ¿tendrías sexo conmigo?
Retomando el relato, inicio nuestro juego de preguntas, pero ahora le propongo cambiar un poco las reglas. “Verdad o reto”. O “pregunta o reto” ella encantada acepta y asi mi puerta a una fantasía de muchos hombres se vuelve realidad.
Una de las preguntas que subió de tono fue precisamente esa. ¿Aparte de besarnos, que otra cosa te gustaría hacer conmigo? Esa fue mi pregunta
Su respuesta fue: ¿no sé, hay muchas cosas más que pudiéramos hacer, pero pienso, que no creo animarme o no sé si usted quisiera hacerlo?
Eso me puso a volar, mi éxtasis lo disimulaba todo con suavidad,
En seguida su pregunta fue: ¿y usted que tanto haría conmigo?
Mi respuesta como tal fue y seguirá siendo: -Hasta donde tu quisieras llegar. Llego yo.
reto!! Repentinamente le digo yo: – dar un beso que no sea en la boca. Ella sonrió y me abrasa y planta sus labios en mi mejilla los hunde tan fuerte que dejo rojo y marcado mi cachete izquierdo. Reímos después de eso.
El juego continuo. Ella me dice: reto. -quítate una prenda -. Yo sonrió, me paro y me retiro la sudadera,
Me toca le digo yo . ¿Qué has hecho aparte de besar? Fue mi pregunta.
Ella sonrojo y me dijo: intente hacerlo con un muchacho pero no pude,
Yo le pregunté: ¿como que no pudiste? -no, me dolió cuando lo quiso meter y me hice para atrás,
Fue porque no estaban preparados le dije.
En esta parte de esta historia usted estimado lector quizá ya se imagina lo que sigue…
¿Te gustaría hacerlo? Eso fue lo que salió de mi boca, mi cuerpo temblaba. No de frio, de algo que no se explicar, quizá sea nerviosismo o miedo. Solo sé que temblaba Como aterrorizado desvié mi mirada, aquella niña me miraba directo a los ojos, como si mirara directo al cielo, ella aun sonrojada dijo si, Si quiero, pero tengo miedo.
¿Miedo a que? Le pregunte,
¡A quedar embarazada! Contesto.
Hay maneras de cuidarte, tengo condones, ¿los conoces? Le pregunte.
Si. Pero nunca e visto puesto uno, sonrió.
Para mi fue suficiente, no hay mas que decir, su curiosidad es mas que entendible, supuse que el pacto era, Yo le enseno como se ve un condón puesto en un pene y ella me muestra como es amar a una señorita.
¡Oh, cuánto había cambiado toda esta situación! La mire fijamente, Su cutis era el de una linda adolescente desaliñada que se aplica cosméticos con dedos sucios en la cara sin lavar y Su lozanía suave y tierna había sido tan encantadora en días remotos, cuando yo solía hacerla reír por alguna broma. Y ocasionalmente ponía su cabeza despeinada sobre mi regazo después de un apasionado beso…
Pero esta circunstancia reemplazaba ahora aquel inocente juego de preguntas, una situación acalorada había pintado de rojo llameante las mejillas en su cara., me acerqué ociosamente a ella Dejé que mi mano se apoyara sobre su tibia rodilla, que se deslizó mecánicamente por el lado interno de sus piernas desnudas, muy estiradas. ¡Qué pulidas y musculosas me parecieron! Sus ojos muy abiertos, y ligeramente dilatados, seguían fijos en mí y a través de ellos descifré el pensamiento de que tanto ella como yo lo queríamos. Ella, conocer el acto del amor y yo, conocer su secreto mejor guardado.
la planta sucia de su calcetín blanco, el sweater que llevaba, es short gris y su blusa azul con el logo grande de una marca de ropa , fueron testigos desde el piso de mi habitación de lo que estoy por contarles….
Desde el sillón de mi sala. Jackelyn, se precipitó literalmente en mis brazos. Sin atreverme a abandonarme, sin atreverme a admitir que ése era el principio de días de encuentros acalorados. el cual, yo hábilmente auxiliado por el destino o por las circunstancias, por fin había hecho realidad, toqué sus labios con los mios, nada falaces. Pero ella, con un estremecimiento impaciente, apretó su boca contra la mía con tal fuerza que sentí sus dientes delanteros. Sabía, desde luego, que no era un juego inocente de su parte y puesto que, como dirían los psicópatas, los límites y reglas de esos juegos infantiles son imprecisos, o al menos demasiado infantilmente sutiles para que el partícipe de mayor edad los perciba, en otras palabras, yo sabia lo que ella quería y ella lo quería en ese momento, pero yo sentía un terror fatal de ir demasiado lejos y hacerla retroceder espantada y asqueada. pero sobre todo, sentía una ansiedad agónica de introducirla en mi habitación, postrarla sobre mi cama y hacerla mía, que su virginidad me pertenezca y ser el causante de su primer orgasmo, pero faltaban todavía metros para llegar a ella.
No dude en levantarme, de algún modo que no recuerde con claridad nos levantamos del sillón y entre besos y abrazos caminamos unos pasos hacia mi habitación, la tome de la cintura, la levanto y pongo mis manos en sus bien contorneadas nalgas. Ella me toma del cuello y cruza sus piernas sobre mi cintura para amarrarse más a mi. Camine los pasos faltantes a mi cuarto. Donde nos esperaba nuestro primer encuentro, Encuentro que hasta el día de hoy estas paredes que me están observando como relato ese inolvidable encuentro, guardan como recuerdos.
La puerta del cuarto estaba abierta; además, un esqueleto de luz provenía de las lámparas de mi habitación más allá de las persianas cerradas. Esos rayos entrecruzados penetraban la oscuridad del dormitorio y revelaban esta situación:
Entramos a mi habitación con ella cargándola en mis brazos, besándonos torpemente ella con sus brazos en mi cuello y sus piernas cruzadas en mis caderas. Todo era placer para mi, la postre sobre la cama, quede encima de ella. hubo un momento de quietud. Sencillamente, no sabía qué hacer. ¿Se molestaría por lo que estaba a punto de suceder? ¿Tomaría su ropa y se encerraría en el baño? ¿Me pediría que la llevara de inmediato a su casa –junto al lecho de su madre–, o simplemente se levantaría de la cama y molesta se saldría de la casa para nunca volver?
Pero mi Jackie era una chiquilla traviesa. sus ojos fijos en mí, y cuando al fin prorrumpió en ese encantador suspiro suyo, comprendí que sus ojos lo pedían y su tibio pelo castaño rozó mi mano derecha que se apoyaba en la cama. Hice una mediocre mueca de risa, de alguien que traspira miedo, susto, pero sobre todo torpeza. Permanecimos mirándonos a los ojos, sin movernos. Después de unos segundos le acaricié el pelo, nos besamos suavemente. Su beso, para mi delirante confusión, tenía algunos indicios de excitación. Como para comprobar si yo estaba listo o seguro de lo que ella pedía.
Creo que en ese momento, se apartó para observarme. Sus pómulos estaban enrojecidos, el labio inferior le brillaba, sus pupilas dilatadas, lo que pasaba por nuestra mente era inminente. De pronto, con un ímpetu de rudo entusiasmo (digno de una lolita), puso su boca contra mi oreja… me susurro algo, pero durante un rato mi mente no pudo analizar en palabras el cálido trueno de su susurro, y ella río, y se apartó el pelo de la cara, y volvió a intentarlo, -hazme el amor estoy lista- y a poco la curiosa sensación de vivir en un insensato mundo de sueños recién creado donde todo era ilícito, se apoderó de mí, a medida que comprendía lo que mi nínfula acababa de sugerirme. Respondí de inmediato.
Tome de nuevo el control con un poco de calma y dejando toda moralidad y razón afuera parada en la puerta de mi departamento, como se deja a cualquier testigo de jehová esperando a que le abran, mientras uno se esconde sigilosamente para no ser delatado con algún entorpecedor ruido.
De nuevo comienzo a besarla apasionadamente. Ella algo torpe, pero decidida, me correspondía, mis manos comenzaron a tocar su cuerpo aun por encima de su poca ropa, ropa que de inmediato sentíamos que nos estorbaba, deliberadamente yo comencé a quitarme. Ella al igual que yo comenzaba con su suéter, su blusa. Era una zona de erotismo entre besos, suspiros y algún gemido entrecortados. asta quedar solo con nuestra ropa interior que nos limitaba para quedar totalmente desnudos pero muy excitados. yo seguía encima de ella, comienzo el vaivén de las envestidas, el rosar mi miembro en su linda y bien aventurada vagina por encima de lo único que impedía el penetrarla mi bóxer negro y su prenda interior rosa. Mis manos recorrían su cuerpo, mi boca comenzaba a bajar a su cuello, ella accedía a cada beso, dejaba que mi boca se postrara en cualquier rincón de su cuerpo, su sujetador me impedía tomar control de sus pechos. Mis manos desesperadas logran postrarse en su espalda y logran encontrar la combinación correcta para desabrochar la última prenda que impedía mirar, contemplar esos bien contorneados y juveniles pechos. Una maravilla, mirar como esos hombros desnudos me permitían besarlos. Y como poco a poco mi boca pasaba del cuello asta sus pechos ya desnudos, y a mi disposición. Era, en verdad, un hermoso espectáculo.
¡Pero qué hermosa estaba ella ahí apostada en mi cama, yo en la ondulación de esos hechizos exquisitos, en el soñador encuentro de sus encantos! Durante ciertas noches intrépidas de mensajes y platicas algo acaloradas, hasta terminar o comenzar esta historia en mi habitación desnuda y apunto de ser penetrada por mi. mis roces y movimientos de piernas y los semi roces de sus miembros no del todo núbiles me daban placer. Pero todo eso no era nada, absolutamente nada, comparado con el indescriptible sonido que producían sus leves y ahogados gemidos y la sensación delirante de mecerme en el borde mismo de su aun cubierta vagina. Era toda una escena.
Mis manos seguían recorriendo su cuerpo. fui subiendo mis manos hasta llegar a sus pechos, tome el sujetador que estaba en la cama y lo tire al piso, coloque mi mano sobre ellos, comencé a jugar y besar con sus senos, una de mis manos bajo lentamente hasta llegar a su ropa interior, por encima comienzo a sobarle su vagina, era rica la sensación, su cuerpo temblaba, su cuello seguía secuestrado por mis labios, sus pechos y su vagina por mis manos. movía mi mano en forma de círculos sobre su ropa interior ella acompañaba esos movimientos, meneando un poco su cuerpo, mi lengua recorría en ocasiones su cuello, haciendo su cuerpo estremecer, a la vez que sus piernas desfallecían un poco, estaba súper excitado y parecía que ella lo estaba disfrutando al máximo. En ese momento quise penetrarla, pero no me quise ver muy desesperado y decidí mejor continuar así.
No tarde mucho y meti mi mano tocando su húmeda vagina, tocándola directamente por primera vez, continuando con los movimientos con mi mano y hacerle sentir a un más rico, sin descuidar mi labor en su seno.
Por lo tanto (para hacer pausa en el hilo de mi narración), el moralista que hay en mí, eludió el problema ateniéndose a las nociones convencionales de lo que debe ser una niña de trece años. pero esto no importa ahora, yo tuve a una niña soñadora y excitada, quizá dañando parte de su niñez o quizá no. pero el adulto que hay en mí (un gran monstruo insano) no puso objeciones a cierta depravación sobre su joven amada. Pero en alguna parte, tras el vehemente deleite, sombras perplejas deliberaron… ¡y no lamento el haberlas atendido! Debí comprender que Jackie ya había revelado ser muy distinta de la inocente jovencita que yo creía que era y que un erotismo se respiraba por cada poro de esa niña, predestinada para mi fantasía, y ella haría posible este secreto.
Y sucedió. Aquel instante sucedió, En ese momento supe que ya no estaba para más juegos previos, quería penetrarla, mientras la besaba, mis manos recorrían todo su juvenil cuerpo, hasta que mis manos se apoderaron del costado de su ropa interior la tome con las manos y jale hacia abajo ella levantando un poco las caderas para facilitar mi trabajo. Y ante mis ojos y a media luz, aparece un leve reflejo de su virgen vagina juvenil algo lubricada, pero sobre todo apetecible. me volví hacia ella la mire fijamente a los ojos y le susurre el oído -¿estas lista? Ella acento con la cabeza sus ojos brillaban como brilla una estrella en el firmamento, volví a preguntar: ¿realmente quieres hacerlo? Sus ojos me decían -as lo que quieras conmigo- separé sus piernas dejándome ver su aun terciopelada y virgen vagina, as lo que quieras conmigo. Sus suspiros me decían eso.
Me separe de ella y en el cajón de alado tenía una caja de codones, abrí uno y lo puse en mi pene, para después incorporarme frente a ella con mi pene apuntando hacia ella, acerque mi miembro a su vagina, lo moví de arriba abajo haciendo que se estremeciera, la coloque en su entrada, flexiona sus piernas para dejarme trabajar mejor, subo la mirada buscando su aprobación, la cual encontré, ella haciendo un gesto aprobatorio.
Sus piernas templaban sin control. Quizá era la idea de que le dolería o era miedo. Solo atine a besarla y decirle al oído “ten paz ya estas aquí, sabre tener cuidado. Estas conmigo no te hare daño.” Comencé a meter poco a poco mi pene, lo fui presionando, sentía como mi cabeza se trataba de abrir paso y eso a ella me parecía que le incomodaba un poco, pero no dije nada yo quería continuar. Sentía como su interior obstaculizaba mi entrada, mi pene punzaba dentro de ella y sentía si vagina punzar.
la miraba fijamente para ver su aprobación o desaprobación, ella mordía sus labios, ocasionalmente, cerraba sus ojos al sentir como lentamente entraba centímetro a centímetro, hasta que por fin empuje logrando hacer que entrara por completo y con ello arrancándole un grito ahogado y sin duda, su virginidad.
solté un leve gemido, me deje caer sobre ella, aun sentía su vagina punzar, busque sus labios para besarla y saber que todo estaba bien ella me correspondió con un apasionado beso, quedando quieto por unos segundos. ¡si mi estimado lector, por primera vez, Jackie era mía, estaba en mi cama, mi miembro estaba dentro de ella, Jackie era mía. La visión había conformado la imagen última. Desnuda —sólo con un calcetín y su brazalete—, tendida en la cama donde mi filtro la había abatido… así la describo. Su espalda todavía asía una cinta de terciopelo; su cuerpo color de miel, con la imagen blanca en negativo impresa sobre la piel aterciopelada, me presentaba sus juveniles pezones; en la luz entrecortada de mi habitación, un minúsculo vello púbico brillaba sobre su montículo. El cuarto frío, no impedía el cálido evento, estaba yo bien colocado entre sus piernas y mis manos firmemente sobre la cama, pero mis ojos sobre su rojiza cara. Quería su aprobación para continuar, y saber que todo estaba bien. Que continuara. Momentos después, sentí como relajo las piernas, su cara cambio de semblante, su mirada marcaba ese toque de erotismo, esa mirada que acostumbraba darme cada que nos besábamos. se convirtió en mi talón de Aquiles. Y así Inicio mi vaivén, lentamente saco mi pene de su vientre, sin sacarlo en su totalidad, un poco hacia atrás, y luego para dentro, para después besarla sin dejar de bombear, mis embestidas, las aumentaba poco apoco. Sentía como entraba y salía mi pene, era una rica sensación, comencé a aumentar la velocidad, lo cual la excito aún más, quería sentir lo más adentro de ella. Nuestras respiraciones aumentaban al ritmo de mis metidas, su mano pasaba por toda mi espalda y mis besos recorrían su cuello. Ella lo disfrutaba tanto como yo. ella tenía los ojos cerrados y de su boca el sonido de ligeros gemidos
Cuando de pronto, se la sacó de golpe, la jalo hacia mí y pongo sus pies sobre mis hombros y sin decir nada, la meto de golpe consiguiendo que diera un rico gemido, a lo cual continúe con esa danza de mete y saca, veo que eso le gusto. Asi dure algunos minutos, boca abierta se escapaban ligeros gemidos. Una vez que mire su gesto, la comienzo a bombear muy fuerte, se escuchaba el choque de su cuerpo con el mío, abrace sus piernas para ayudarme a tomar impulso y darle unas ricas embestidas que me estaban haciendo casi terminar. Comienzo con una nueva posición.
Paro mis embestidas, para después bajar sus piernas, le dije que se volteara, antes de hacerlo la besé. Después de eso la acomodo y el cual sabía que la vista me iba encantar, pues estaba en frente de su buen trasero. Puse mi manos sobre sus nalgas, las apreté acerque mi pene y separo un poco sus nalgas, en esa posición mi vista era exquisita, un culito virginal, pero eso sería para otra ocasión, sentí un escalofrió muy rico que recorría mi cuerpo, acomodado en esa posición mi pene apuntando a su ya dilatada y bien lubricada vagina, comienzo a taladrarla con mi miembro, ella me ayuda recargándose en mi pelvis, vaya que sabía lo que hacía, metí un pedazo y ella llevo su trasero a mi pene, para terminar mi miembro casi entero dentro de ella. era una gran sensación, lo estaba disfrutando como nunca, separe un poco más sus piernas y yo comencé con la danza del meter y saca, vaya estimado lector que lo disfrute,
No tarde en acelerar el ritmo y rápidamente lleve su respiración a dulces y entrecortados gemidos, pero este pedazo de carne se postro en la entrada de su vagina para clavarla de un golpe chocando nuestros cuerpos nuevamente, ahora si no pudo ahogar el gemido el cual salió muy natural, cosa que me excito de mas, comencé a dar unas embestidas que vaya que me hicieron sentir todo su estreches hasta lo más profundo que podía llegar y a un ritmo bestial que sentía que me iba venir. Podía ver por el espejo de mi ropero, como estaba detrás de ella dándole duro. Esa imagen de ella en cuatro, y yo clavando mi miembro en el espejo me excito bastante. Le aprete las nalgas como para sujetarme y ayudar con mis brazos a dar impulso hacia tras cada vez que se la clavaba. Pero ya no aguantaba, estaba por venirme, y le dije si podía hacerlo dentro, que al fin tenía el condón puesto. Me dijo que sí, que me viniera. Cosa que no tarde en hacerlo. incremente el ritmo hasta que no lo pude frenar y como poseído. Y trasportándome a otra dimensión, nublándose mi vista, fue cuando le dije, “ya no aguanto me voy a venir”, a lo que en ese instante descargué todo mi semen con condón puesto dentro de ella Y el cual se sentía su vagina punzante y mi pene comenzaba su carrera ala flacidez, la bese y dejándome caer sobre la cama se recostó a lado mío abrazándola. Los dos estábamos cansados, con nuestras miradas encontradas no dijimos una sola palabra.
Permítaseme explicarme. Yo no me sentía indebidamente perturbado por ese acto, y también ¡Permítame tomar sólo un instante de su precioso tiempo! De modo que había llegado el momento de esta narratoria, en el silencio de mi habitación, desnudo con un condón usado aun en mi pene flácido, Había dejado a mi Lolita desnuda acostada al borde de la cama. Sin decir una sola palabra nos miramos a los ojos, sonreímos y en ese momento supe bien que Su primera vez marco. Mi inicio y el comienzo de una relación más que de amantes, de amor, un amor indebido, un amor juzgado por la sociedad. ¿Si mi felicidad hubiera podido hablar? Diría su nombre Jakelin, o simplemente Jakie.
Excitante, hermoso, glorioso, emocionante e interesante relato de principio a fin!
Que hermosa historia 👏👏👏 ❤️❤️