Mi vecinita de 12 me entregó su cuerpo y alma – Parte 1
Beatriz se llama mi vecinita. Realmente es una preciosura y no pude resistir a sus embates, ella estaba decidida a que yo fuera su primer hombre. Y obvio que así fue..
Beatriz tiene una tetitas hermosas, ya bastante rellenitas, sus nalgas están bien proporcionadas respecto a sus piernas largas. Pero lo que más llama la atención son sus labios, algo gruesos pero de esos que invitan a ponerle la tripa y que mame.
Es la hija de nuestra vecina, ellos llegaron al barrio hace unos cuatro años. Fue en mi primer año de secundaria. Ya del primer día se dio una química especial entre Beatriz y yo. Simplemente se me arrimó en la vereda, se presentó solita, ya pintaba que iba a ser una preciosa mujercita. Sin dudas, iba camino a eso. Yo quedé prendado de la niña, pero pasaron un par de años hasta que yo en mi pubertad me dé cuenta que era posible tener algo sexual con esa niña. Si tengo que contar que en los últimos seis meses, cada vez que me cruzaba con ella, corría luego a hacerme una tremenda paja. Se imaginan que a los 16 años las hormonas están que revientan. Vivía con la pija dura. Para colmo tenía una noviecita de 13 años con la cual no pasaba nada más que unos besos y unos aprontes, solo había conseguido meter mis manos por debajo de su falda y masturbarla a dedo. Ella un par de veces me masturbó hasta sacarme la lechada. pero no se atrevía todavía a mamarme la verga. Lo que sí tiene mi noviecita son dos hermosos melones por tetas. Ya se las manosee un par de veces y sus pezones se ponen re duros.
Pero volvamos a Beatriz, pasaban los días y yo cada vez más caliente con esta niña. Al ser verano siempre andábamos con muy poca ropa, yo traía siempre un short de futbol que ya se me había echo carne y un par de ojotas. Es que el calor arreciaba. Y mi vecinita solía pasar vistiendo una calza corta de lycra, que le marcaba muy bien su hendidura entre las piernas. Y resaltaba muy bien sus nalgas. Normalmente acompañada de una remerita o camiseta de algodón sin mangas, y se podía apreciar que no era muy afecta a llevar corpiño. Es que todavía como dije, sus tetas no se habían desarrollado a pleno.
La tarde de nuestro primer acercamiento con tendencia sexual sucedió debido a que ya oscureciendo, veo que sale de su casa con la bolsa de las compras. Yo me encontraba sentado en el porche de nuestra casa, mirando gente pasar. Al verla se me ocurrió que podía acompañarla y le pregunté hasta donde iba, me contestó que al supermercado a hacer unas compras. Le ofrecí acompañarla y aceptó con una gran sonrisa.
Caminamos las seis cuadras hasta el super, y charlábamos de cualquier cosa, hasta que se me ocurrió preguntarle si tenía novio. Se sonrojó un poco, como con verguenza. Pero luego me confesó que no, que un par de chicos la habían cortejado pero que no les gustaban. Y así como así me declara que ella gusta de mí. Fue una sorpresa inmensa. Sin preguntarle la tomé de la mano y caminamos bien juntitos. Ese solo gesto de su parte hizo que mi verga se pusiera a mil. Al entrar al comercio tuve que medio taparme para que Beatriz no descubriera a la luz que tenía la pija dura. Es que el bulto no se podía disimular. Iba caminando detrás de ella, observando ese hermoso culito, su bien formado cuerpecito. Más caliente me ponía. De pronto mi vecina se frena y me la llevo por delante, al chocarla la tomo de las caderas para que no caiga y ella al agacharse por el empujón, apoyó sus nalgas directamente sobre mi verga. Juro por Dios, que Beatriz a propósito hizo durar más de la normal el contacto, y girando un poco la cara, noto una sonrisa pícara y algo cómplice. Se enderezó y siguió caminando pero pude observar que ahora movía sus nalgas con más ganas.
Pagó sus compras y salimos a la obscuridad de la nochecita. A unas tres cuadras de casa están construyendo un edificio de 20 pisos, por lo que la vereda está llena de materiales y se puede acceder al interior ya que no está cercado ni nada. En mi mente buscaba la manera de hacer que Beatriz se interesara más en mí, y al pasar por el edificio se me ocurrió decirle que me espere que tenía que orinar. Ingresé a la obra, sacó la verga para orinar y siento la presencia de la niña a mi lado, estaba bastante oscuro ya, pero pude ver sus dientecitos en una sonrisa, se me aproximó y para mi sorpresa, se baja la calza, se pone en cunclillas a mi lado y siento ese virginal chorro de orina, era tanta la calentura que no podía orinar, para esto Beatriz se para frente a mí, me abraza y apoya su pelvis sobre mi badajo. Al ser yo más alto mi verga le queda por la panza, a lo que me agacho y logro meter la verga en medio de sus piernas, su vagina prácticamente no tiene bellos. Acerca su boca a la mía y comienza a besarme. Si bien no soy el que tiene la verga más grande en el aula, tengo lo mío. Y a mis 16 años, ya cuento con una tripa de 17×5,5cms. Beatriz está calentándose muy rápido, se está masturbando con mi verga entre sus piernas, y de repente emite un gemido y siento como sus fluidos mojan el tronco de mi pija.
Medio se le doblaron las piernas, la sostuve pero se rompió el contacto entre mi miembro y sus panocha. Sin pensarlo simplemente la empujé hacia abajo hasta colocar su cara frente a mi tripa, y le pedí que la chupara. Con un poco de verguenza me mira, insisto, finalmente Beatriz toma mi falo por el tronco y abriendo su boca, esa de labios gruesos, toma la cabezota de mi verga y un buen pedazo de tripa en su caliente boca. No sabe como hacerlo, por lo que le doy un par de indicaciones, luego ya se aplica y me propicia una tremenda mamada que siendo honesto debe haber durado tres minutos y sin aviso le largué toda la leche en la boca, al principio se sorprende, luego le pido que la trague toda y obedece, finalmente limpia con su lengua mi palo. Todo este momento debe haber durado unos 10 minutos, pero de una intensidad incontrolable y sin muchas palabras. Se dio como si fuera normal que tenemos sexo a cada rato. Nos volvimos a vestir y sin hablarnos volvimos a nuestras casas. Pero ambos sabíamos que volveríamos a hacerlo.
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