Mi vecinita (parte 3)
Sigue el día y mi vecinita y yo iniciamos en el sexo oral.
Ya describí un poco a Dulce, pero ahora al verla desnuda, les contaré como era en ese momento. Era una niña de no más de 1.50 de altura y dudo que pesara más de 45 kilos. Sus cabellos eran lacios y negro, apenas por abajo de sus hombros, su piel morena, un poco más clara en la zona de sus senos y pubis, sus senos apenas estaban desarrollados con unos pezones un poco más obscuros que su piel. Su cadera también comenzaba a desarrollarse y a ancharse. Sus nalgas apenas sobresalían.
Lo que tenia que tenia frente a mi era un diamante en bruto, una mujer próxima con figura fenomenal.
Después de colgar con Doña Mago, volví a acostarme junto a ella y volvimos a besarnos. Ya desnudos ambos las caricias eran más placenteras. No les negare que pude cogermela y terminar satisfaciendome a mi, pero en segundos pensé que lo mejor seria tratarla bien, hacerla venirse y tal vez, solo tal vez, así tenerla no solo una ocasión, sino cuando quisiera. Su hermano y primo, por lo que me contó, solo se la cogian, sin hacerla gozar. Asi que decidí aprovechar ese momento para enseñarle tantas posiciones en las que puede gozar y de paso también yo gozar a aquella pequeña pre-puberta.
– quiero que goces como nunca y enseñarte muchas cosas Dulce – le dije mientras le mordía suavemente su oído.
– si, esto que estoy haciendo contigo, nunca lo había sentido – me respondió
– veras que te encantará – respondí mientras iba bajando a sus pequeños pezones y besaba cada uno, mis dedos mientras recorrían su rostro y ella besaba y lamía mis dedos. No tarde en llegar a su vientre plano, besaba su cintura y antes de llegar a su pubis vi como ella arqueaba su espalda, señal inequívoca que estaba gozando todo.
No quise llegar de golpe a su sexo, así que con mis manos abrí sus delgadas piernas y comencé a besar sus muslos, de beso en beso iba acercándome más a su sexo, hasta que llegue a esa pequeña y delicada vagina, antes de poner mis labios en ella, la volteé a ver y estaba con sus manos tapándose su rostro, no sé si por gusto o pena pera fue fascinante verla así. Con delicadeza tomé una de sus manos y la lleve a su seno.
– acariciate tus senos, mientras yo te sigo besando, veras que te encantará – le dije, cuando vi que comenzó hacerlo, solo así, volví a lo mío.
Con mis manos ya en la parte trasera de sus muslos y teniéndola abierta de piernas, le comencé a besar y pasar mi lengua por todo el largo de su vagina. Con mis pulgares me ayudaba a abrirle sus labios, hasta que vi ese pequeño clitoris. Entonces ya ahí, me empeñe en hacerla tener su primer orgasmo. Bese, lamí y absorbía ese clitoris como si no hubiera un mañana y no tardo en dar resultados. Sus talones comenzaron a pegarme en la espalda, pequeños golpes y arqueos de su espalda, me señalaba que estaba a nada de llegar, estuve así unos segundos más y pare para volver a besarla.
– ¿por qué? ¿Por qué paraste? – me reprocho entre enojada y excitada.
– volteate, quiero hacerte sexo oral, quiero que pruebes la mayoría de las formas en que puedo hacértelo – le respondí mientras volteaba ese cuerpecito y la ponía en cuatro
– ¿quieres que me ponga como yegua? – entendió al momento.
– si, pero quiero que con tus manos te tomes tus pompis y las abras – le repuse incandome detrás de ella, mientras veía como tomama equilibrio y a la vez contemplar ese mini corazón que se formaba con su cadera.
– ¿así esta bien? – me dijo
Sin decir palabras, tome sus manos y le ayude a separar más sus nalgas dejandome ver su ano y su vagina. Su ano se veía con pocas estrías, lo que me daba a entender que efectivamente ya no era virgen por el culito.
Metí mi boca y comencé a lamer su ano tratando de ser lo más dulce y bajaba de nuevo a su vagina lampiña y volvía a subir a su ano, así estuve varios minutos, ya cuando note que Dulce comenzaba a sacar ese jugo delicioso que salia de su vagina, me empeñe más en su clitoris y mi dedo pulgar jugaba con su pequeño ano, de vez en cuando me separaba para verla y ella solo estaba con sus ojos cerraditos, gimiendo bajito y volvía a lo mio a ese culito y esa pequeña conchita.
Cuando empece a lamerle su culito tenía la espalda recta y en ese momento la tenía arqueada hacía la cama, era delicioso verla gozar, quería llevarla al clímax y que me pidiera que le metiera mi verga.
– ¿te esta gustando Dulce? – le pregunte colocandome sobre ella, ella no se había movido de esa posición por lo que mi pene rozaba su vagina.
– mmm, aja, mucho – respondió quedito mientras hacía mis movimientos de cadera para que sintiera mi verga.
– me dijiste que tu le chupas su cosita a tu hermano y primo ¿verdad? – le pregunte mientras seguía rozandola.
– aja – respondió bajito, con su cabello cubriendo su rostro.
– quiero que me lo hagas – le pedí, esperando que me dijera que si. Como no respondía, pare mis movimientos, lo que la volvió en si.
– ¿quieres que le de besitos a tu cosa? – me pregunto volviendo a ponerse boca arriba, (debajo de mi) y quitándose su cabello del rostro.
– si, si quiero pero quiero que me lamas mi cosa, mientras yo te lo sigo lamiendo a ti – le dije entre besos que le daba a su cuello y oídos.
– pero ¿Cómo se hace eso? – me pregunto abriendo sus ojos y soltando una p equeña sonrisa.
– tú misma vas a saber como hacerme, ya lo has hecho antes, pero esta vez hazlo como te lo he hecho a ti y besa y pasa tu lengua por toda mi cosa y cositas – mientras llevaba su manita por mis huevos y pene. – ¿va? – finalice y ella apretó un poco mis huevos lo que asumí como que entendió.
Así como estaba boca abajo, me volteé, separé sus piernas y le hice una tipo «llave de lucha grecorromana» donde tenia libre mis brazos, y mis manos volvieron a jugar con su vagina, mi boca absorbía toda su cochita y ano, le lamía desde su culito, hasta su vagina. Ella por su parte solo me chupaba mi glande, pero supongo que al sentir lo que le estaba haciendo comenzó a querer hacer lo mismo conmigo, de a poco sus manitas comenzaron a jugar con mi verga, la acariciaba con las yemas de sus dedos y con la otra comenzaba con mis huevos.
No quería presionarla a nada, por eso la deja que ella misma tomara su tiempo y su ritmo. Lo único que le decía era un «así me gusta» y después se empeñaba más en hacer eso. Al cabo de unos instantes sus manitas ya estaban acariciando mi verga completamente y mis huevos…
– ¿y si hacemos lo de ellos? – me dijo señalando el video…
Esperando la continuacion.