MI VIAJE PERFECTO CON NADIA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por danitzcastro99.
Iba a hacer otro aburrido viaje de tres horas, a media mañana, pocos pasajeros, somnolientos y aburridos.
Yo, como es mi costumbre, iba en el último asiento, leyendo informes y avanzando trabajo en mi ordenador.
Asi pasaron dos horas y curto de viaje, cuando por el pasillo se asoma una niña, de unos 9 años, como máximo.
Era una muy bonita, con un rostro agradable y tierno, un cuerpo alto y delgado, vestida con buzo celeste.
Cuando me sonrió, me derritió la ternura de su expresión.
Yo seguí metido en mi trabajo y ella comenzó a pasarse por mi lado.
Todo hubiese quedado ahí, de no ser porque la niña comenzó a coquetearme descaradamente, agachándose a recoger un objeto inexistente, mostrándome la forma de su culo bajo el buzo.
No era cualquier culo de niña, era un DON culo, digno de una adolescente de 14 años.
Sin darme cuenta, mi mirada se quedaba pegada en esas nalgas, y pronto me entraron ganas de tocárselo.
Me quedaba como media hora de viaje.
Miré para adelante del bus.
Con una sonrisa la invité a sentarse a mi lado y le metí conversación.
Se llamaba Nadia, tenía apenas 7 años ( era muy alta para su edad), iba de viaje donde su abuela materna, junto a su madre, que se había quedado dormida en el primer asiento.
Tenía un rostro angelical, con grandes ojos color avellana, una nariz fina y respingada, labios sensuales y un algo, un aura de sensualidad muy potente para su edad.
Hablamos un ratito y noté que la manito izquierda de la niña iba y venía hacia su vaginita, dando cortos pero precisos apretones.
Nunca supe si lo hacía sabiendo o no, pero se masturbaba a intervalos frente a mí Se me ocurrió algo, volví a mirar al resto del bus
Todo era increíblemente perfecto: el bus tenía pasajeros hasta el asiento 12, así que estábamos solos en el último, todos los pasajeros dormían profundamente (incluyendo a su hermosa madre) y el asistente del bus iba afanado chateando en su celular.
Me animé y entré en acción.
Tenía que aprovechar la oportunidad, y el poco tiempo de viaje que me quedaba.
Le dije que era una niña con un rostro muy-muy bonito y le pedí con tono cortés y tierno, si me podía mostrar sus piernas para ver si también eran bonitas y la niña, sin pensarlo, colocó los dedos en la pretina de su buzo, y se los bajó hasta las rodillas, con la mirada mas tierna e inocente del mundo Ese simple acto, me puso el pene como una roca.
La alagué diciéndole que tenía unas piernas preciosas, y que CASI toda ella era hermosa,… pero no había visto sus pechos.
Ana, con su tierna sonrisa y adivinando mi jueguito, se levantó la chaqueta del buzo y me las mostró arqueando la espalda para sobresalir sus tetillas.
A esas alturas, estaba tan caliente, que no pude evitar agarrarme la cabeza del pene y masajearlo por encima del pantalón.
Se me ocurrió algo muy audaz.
Le dije que jugáramos a que ella era una modelo y que yo le sacaría unas fotos.
A Nadia le encantó la idea.
Le dije que en los asientos sería muy incómodo y que en el baño estaríamos mejor.
Le tendí la mano y me la encerré en el baño del bus.
Nadia estaba fascinada con el jueguito, y ayudaba a mostrarme su ropita interior.
Le saqué fotos a sus piernas y sus tetillas con su tierna sonrisa.
Puse mi celular en un lugar estratégico y lo dejé sacando fotos cada 5 segundos.
Me acerqué un poco y le dí un besito en la boca, tierno y corto.
Ella sonrió.
La tomé de la cintura y le regalé un beso de adultos, ya saben, masajeando los labios y usando la lengua.
Ella no opuso resistencia e intentaba imitarme.
Caliente como estaba, puse mi mano debajo del pantalón del buzo y comencé a darme gusto.
Era como yo imaginaba: Un culo grande dotado de nalgas gordas, suaves, redondas y paraditas; mientras la besaba, le bajé un poco el buzo y seguí manoseándola… y entonces tocaron a la puerta.
Rogué que no haya sido su madre, por suerte, era un extraño.
Le expliqué que era mi hija y que tenía problemas de vejiga.
Volvimos al asiento.
Yo estaba demasiado caliente como para dejar ir ésta oportunidad, pero se me agotaba el tiempo.
Esperé a que el extraño volviera a su asiento y actué.
Sin mas palabras, la senté sobre mi regazo, y metí mano bajo el buzo directo a su vaginita.
La niña saltó de la sorpresa y me quedó mirando a los ojos, yo le sonreí y con la otra mano le hice cosquillas en su pancita, para que se relaje y no se asuste, así como jugando.
Ella me devolvió la sonrisa, lo que me dio chipe libre para darle una rica pajita.
Le terminé de bajar el buzo, hasta las rodillas.
Con la mano izquierda saqué mi durísimo pene y acomodé el glande en la entrada de su riquísima conchita, refregando ambos, ayudado por el vaivén de mis caderas, de arriba hacia abajo.
Con la mano derecha comencé a estimularle el clítoris, con movimientos lentos, suaves y directos.
Le pregunté a la niña si le enojaba lo que le estaba haciendo, y me dijo que no.
Le pregunté si sentía rico, si le gustaba… y me dijo que sí.
Le pedí que cerrara los ojos y echara la cabeza hacia atrás, que confiara en mí, que no le iba a hacer daño, que ahora iba a sentir mucho mas rico, y ella me obedeció.
Estaba corriendo un enorme riesgo, el bus entraría a la ciudad en cosa de 10 minutos, la madre pronto despertaría, al igual que el resto de los pasajeros y tendría no mas de tres segundos para ponerle la ropa de nuevo a Nadia.
Me descubrirían, sin duda… pero estaba demasiado caliente, y no me podía detener.
Fue INDESCRIPTIBLE, el placer que sentí mientras la punta de mi glande abría y refregaba las paredes vaginales de esa conchita virgen.
Por el dedeo al clítoris, la conchita se mojó en abundancia y la niña, pronto empezó a gemir despacito y muy rico, lo que unido al peligro y al morbo, subieron al límite mi excitación.
Acomodé de mejor manera los dedos, asi que además de estimular su clítoris, le abrí la conchita de par en par, permitiendo que mi glande aprovechara todo ese espacio para refregarle TODA su conchita y darnos placer.
Ambos estábamos muy calientes, jadeando y gimiendo fuertemente.
Rosita hacía esfuerzos para abrir más sus piernas, y acompasó el movimiento de su culo junto con el mío.
El placer me invadía por oleadas, la columna me cosquilleaba entera, sentía que como se acumulaba el semen en la base de mi verga, me mataba la caliente viscosidad por toda la conchita de la niña, que me mojaba el glande, que facilitaba el roce, que permitía que se abriera al máximo su vaginita inocente y caliente.
Gimiendo le advertí que la iba a llenar de leche y reventé justo en la entrada de su conchita.
Sentí, con nitidez, como el chorro de semen chocó con himen y le llenó lo demás.
La niña, al sentirlo, lanzó un agudo y corto gritito, moviendo sin control sus caderas, para después de unos segundos, calmarse y dejarse caer.
Con un pañuelo le limpié el semen que le corría por los muslos, pero le dejé lo que estaba en su conchita y la vestí.
La niña estaba tan ida por su orgasmo que no hacía nada, era una muñeca en mis manos.
De haber tenido mas tiempo, habría aprovechado ese estado.
El bus iba entrando a la ciudad y los pasajeros se removían en sus asientos.
La niña se recobró y me miró con la mirada mas dulce que me han dado en toda mi vida.
Le pregunté donde vivía y me dio algunas indicaciones, le dí un bonito beso de agradecimiento y le dije que fuera donde su mamá, y le pedí que no le dijera NADA A NADIE, menos a su madre, que éste sería su secreto.
Nadia me hizo prometer que la volvería a ver y se fue a sentar.
Llegó toda juguetona donde su madre, quien se levantó al baño para lavarse la cara.
Al pasar por mi lado cruzamos miradas y le sonreí, agradecido por haber tenido una hija tan bonita y tan putita.
Al bajarme, las busqué con la mirada, cuando Nadia me vió, me lanzó un besito con su manito y se despidió.
Sentí como si hubiese enamorado por primera vez.
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