Mi vida en incesto – 2do Cap. Mi papá Marcos
Continuación de como mi hermano Sebastián me desvirgo y como comencé a tener sexo con mi papá .
Mi papa Marcos
Mi mamá había fallecido cuando yo tenía 5 años en un accidente de tránsito. La verdad no tengo muchos recuerdos de ella, ya que yo era muy chica. Sí me acuerdo de que cuando mi papá no estaba, se pasaban con mi hermano mucho tiempo en su cuarto, supuestamente haciendo la tarea. Tiempo mas tarde me enteré por mi hermano que él se cogía a mi mamá desde los 10. Pero bueno, es algo que no puedo comprobar porque es lo que me dijo mi hermano, pero mi papá años mas tarde, me dijo que algo sospechaba.
Luego de la muerte de mi mamá, nos mudamos a Bahía Blanca, por trabajo de mi papá. No recuerdo haberlo visto con ninguna otra mujer en ese tiempo, por lo que sólo se dedicó a trabajar y darnos cuanto podía a mi hermano y a mí.
Ya hacían 3 años que venia cogiendo con mi hermano. Pero bueno, cuando estaba terminando 5to año se fue de viaje de egresados a Bariloche, 12 días. El tema es que ya me había vuelto una putita viciosa de pija y realmente la necesitaba. Imagínense que venía de 3 años cogiendo varias veces al día y todas las noches, en todos los ambientes de la casa y al no estar mi hermano para darme pija y llenarme de su semen, estaba que caminaba por las paredes.
Al tercer día de esa maldita abstinencia sexual, tocarme no me era suficiente por lo que cuando llegó mi papá de trabajar y fue a bañarse, me escondí en el placar de su habitación para espiarlo y tocarme mientras se cambiaba. Estaba en lo mejor, viendo como mi papá se secaba mientras acariciaba mi conchita por adentro de mi pantalón cuando mi papá se recostó desnudo como estaba en la cama y comenzó a pajearse también, cosa que me super calentó. Y estaba en lo mejor de mi paja, viendo la pija de mi papá, imaginando como sería sentirla dentro mío, cuando me cayó en la cabeza una cucaracha, por lo que comencé a los gritos para sacármela de encima, saliendo de mi escondite y quedando frente de mi papá desnudo con su pija al palo.
Mi papá intentó taparse, pero no tenía nada con que hacerlo, preguntándome que carajos hacia en el placar de su habitación. Yo no podía decir palabra, sólo estaba con mi vista clavada en su pija parada, por lo que mi papá se dio cuenta y me preguntó por qué le miraba su pene. Ante mi silencio, me preguntó si me gustaba, acercándose, tomando mi mano derecha y llevándola hasta su pija, sintiendo por primera vez la suavidad de semejante pene, un poco más chico que el de mi hermano, unos 15 o 16 centímetros, pero bastante más grueso.
Ni bien sentí el contacto de mi mano con su pene, me arrodillé frente a él y no dude en metérmelo en la boca para tragarme ese pedazo hermoso de carne. Y así lo hice, engullendo cada centímetro de la pija de mi papá, comenzando a hacerlo entrar y salir de mi boca.
Lo giré con mis manos y lo hice sentarse en la cama sin dejar de chiparle la pija. Estaba como poseída, quería mi premio, quería su semen en mi boca, sentir esa acidez mezclada con dulzor, sentir esa viscosidad, sentir el sabor de esa leche de macho calentita en mi boca y como pasa por mi garganta hasta llegar a mi estómago. Y así enloquecida como estaba, continué chupando la pija de mi papá, sintiendo como sus manos apretaban mi cabeza contra su pene, ahogándome por momentos, escuchando sus jadeos, hasta que el momento de mi premio llegó. Chorros espesos y calientes de semen invadieron mi boca y mi garganta saciando mi sed de semen, mientras oía a mi papá como gemía casi gritando del placer que le estaba generando su pequeña hija, la que se había convertido desde ese momento en su mujer, en su puta. Perdí la cuenta de la cantidad de leche que me tomé con esa acabada, pero fue muchísima, pobre mi viejo, necesitaba descargarse. Y ahí estaba yo para tomarme esa lechita espesa y rica.
Se incorporó, me tomó de mis brazos y me arrojó a la cama y, literalmente, me arrancó la ropa que tenía, dejándome totalmente desnuda frente a él. Tomó mis piernas, las levantó llevándolas a sus hombros y sin decirme nada, me penetró de una sola estocada, sin ningún tipo de piedad ni miramientos.
Yo tenía mi vagina totalmente mojada y eso ayudó a que no me lastimara y entrara su pija sin problemas dentro de mi conchita. Estaba disfrutando esa cogida enormemente. Sentía como su pija invadía el interior de mi vagina y como mis espasmos vaginales apretaban su verga que no paraba de entrar y salir.
En la habitación sólo se escuchaban nuestros jadeos y gemidos, acompasados por el golpe de sus huevos en mis nalgas, el clásico plaf plaf plaf plaf plaf, como si fueran chirlos, chirlos entremezclados con el chapoteo de su pija en mi concha y nuestros jugos que formaban un coctel de placer incomparable, haciéndome llegar al primer orgasmo de la tarde, arrancándome gritos de goce, de lujuria, sintiéndome la puta mas completa de todas, sintiéndome la mujer de mi papá, la mujer de la casa, sintiendo esa electricidad que nos recorre el cuerpo cuando por fin nuestro orgasmo se desata y ya nada puede detenerlo.
Pude sentir como su pija llegaba hasta lo mas profundo de mi canal vaginal, tocándome el cuello del útero, haciéndome sentir un placer que hasta ese momento jamás había sentido con mi hermano. Realmente mi viejo sabía coger muy bien, además de que hacía mucho tiempo que no estaba con una mujer.
De repente salió, se acostó y de un solo movimiento me subió sobre él. No hizo falta guiar su pija a mi vagina. Ya nuestros órganos sexuales se habían conocido y sabían cómo acoplarse sin nuestras manos. Y otra vez clavada hasta lo mas profundo de mi ser, comencé a cabalgar con unas ganas terribles de arrancarle otro orgasmo a mi papá y sentir yo nuevamente ese disfrute infinito que estaba sintiendo y que recorría todo mi cuerpo.
Es increíble todo lo que una, con solo 11 años puede sentir, como, siendo aun una niña, puede desarrollar su sexualidad de una forma tan plena. Cómo con mi cuerpito de niña, era capaz de hacer disfrutar a un hombre, hacerlo excitar, hacerlo acabar, hacer que se olvide del mundo, hacer que sus instintos sexuales más primitivos prevalezcan y nublen su juicio sabiendo que lo que está haciendo es un delito gravísimo y que en ese momento nada mas importe que usarme como una puta, como un simple deposito de semen. Y yo… dispuesta a serlo, dispuesta a entregarme al placer, al deseo, a mis orgasmos que venían y se manifestaban en cada célula de mi pequeño cuerpito de 11 años en desarrollo.
Y así como estábamos, yo montada sobre la verga de mi papá, que se me clavaba hasta el alma, al sentir que nuevamente mi orgasmo se desencadenaba, aceleré los movimientos de mis caderas, haciéndolos más pronunciados, generando un roce mucho más acentuado entre mi clítoris y la parte baja del abdomen de mi papá, produciendo que esa explosión de placer termine por liberarse, haciéndome gritar, literalmente, por todo el huracán de sensaciones que estaba experimentando, mientras mi viejo solo gemía, agarrándome con sus manos de mis caderas y mientras levantaba más su pelvis clavándome con mas fuerza su pija, volvió a acabar, pero esta vez dentro de mi vagina.
Ambos estábamos con nuestros cuerpos totalmente balados en transpiración. El clásico olor a sexo inundó la habitación. Era una situación super excitante. Y así como estábamos, me recosté sobre el pecho, sintiendo nuestras respiraciones agitadas, nuestros corazones acelerados por la sesión de sexo que veníamos teniendo. Me abrazó, me acariciaba la espalda y la cabeza, me daba pequeños besos en mi cabeza mientras sentía como su verga iba perdiendo rigidez dentro de mi concha y estaba como queriendo salirse, cosa que impedí con un movimiento de mis caderas hacia abajo, haciendo que su pija permanezca dentro mío.
Sentía mi cuerpo totalmente empapado y ni que decir de mi vagina, llena del semen de mi papá, mezclado de mi flujo, coctel de pasión que pude sentir como se escurría desde mi interior, bañando nuestras entrepiernas. Me incorporé sin decir nada, dándole un pequeño beso en sus labios y me bajé de encima de mi papá pata ir a lavarme, lo necesitaba.
al meterme a la ducha, escuché que mi papá también ingresó al baño, también él necesitaba ducharse. Se metió conmigo sin decirme nada. Supongo que su cabeza era un torbellino de pensamientos por lo que había ocurrido momentos antes. Después de todo, no creo que sea tan normal que un padre se coja a su pequeña hijita de 11 años y menos aun que su “pequeña princesa”, como me decía, era una puta que se volvía loca con una pija.
Nos duchamos sin decir nada, solo unas pequeñas caricias a nuestros cuerpos mientras enjuagábamos el sudor de nuestros cuerpos. Nos secamos muy rápido y antes de salir del baño, me volvió a abrazar por la espalda, envolviendo mi vientre plano con sus manos, sintiendo como su verga, ya morcillona, se acomodaba entre los cachetes de mi cola, y sintiendo en mi cuello unos pequeños piquitos. Con mis manos, rodee las suyas. Ya su verga estaba parada y se me incrustaba entre mis nalgas.
Al llegar nuevamente a la cama, comenzó el interrogatorio. Obviamente se dio cuenta que no era virgen desde el primer momento. No es normal, creo, que una niña de 11 años tenga semejante experiencia y profesionalidad en la cama. Desde la chupada de pija que le di, pasando por tragarme su semen como lo hice, y después, obviamente, cogernos mutuamente como lo hicimos. Así que me cuestionó desde cuando no era virgen y con quien había cogido. No pude mentirle y le conté que desde hacía 3 años que venimos cogiendo con Sebastián y que bueno, de ahí que aprendí a satisfacer a un hombre y a mí misma.
Su cara pasó de estar relajada a una expresión de seriedad o casi enojo. Pero obviamente no podía reprocharme nada, ni tampoco contra su propio hijo, después que él mismo había hecho lo mismo, cogerse a su propia hija. Pero ese enojo generado al enterarse que su hijita, su pequeña princesa, era una puta hambrienta de pija desde los 8 años, lo canalizó de una forma que no esperaba.
Me dio vuelta con violencia, haciéndome acostar boca abajo, me abrió los cachetes de mi cola con sus manos, me escupió en mi ano. Por supuesto yo ya sabía lo que iba a hacer y me limité a hacer lo que yo ya sabía que tenía que hacer, levantar bien mi culito y abrirme mis nalgas con mis maños para recibir la pija de mi macho.
Mi reacción no solo lo sorprendió, porque diciéndome que era una verdadera puta, con su pija ya dura, no hizo más que apoyarla en la entrada de mi ano para que, sin ningún esfuerzo, su pija se introdujera dentro de mí ser nuevamente, comenzando a cogerme con fuerza, sintiendo como esa verga abría mi esfínter, introduciéndose dentro de mis intestinos con violencia.
Realmente me sentía empalada. Pero gracias al entrenamiento previo de las muchas tardes y noches que mi hermano me cogió por el culo, había aprendido no solo a disfrutarlo sino también a moverme de forma tal que mi cola exprimiera a la verga que se introducía.
Y así lo hice. Mientras mi papá me clavaba si pija en mi culito, yo lo movía de arriba hacia abajo, con movimientos contrarios a los que él hacia para lograr una mayor profundidad en sus embestidas, mientras hacía fuerza como cerrando y apretando mi cola para que mi papá sienta esa presión en su verga. Era toda una experta en el sexo anal. Lo disfrutaba muchísimo y me encantaba que mi papá también lo esté disfrutando.
El mayor placer lo logramos cuando me hizo ponerme en cuatro y agarrando mis caderas, me volvió a penetrar, cogiéndome con fuerza, y dándome chirlos en mis nalgas dejándolas realmente rojas y con sus dedos marcados en mi glúteos, mientras me decía que desde ese momento era su puta, su mujer, y que me iba a coger todos los días hasta el día que se muera, cosa que cumplió literalmente, hasta sentir junto con sus gemidos, como su pija llenaba mis intestinos con su lechita caliente.
Me hizo recostarme mientras él permanecía sobre mí, con su pija todavía clavada en mi culo, sintiendo como perdía su rigidez, pidiéndole que por favor no salga, que me encantaba sentir su pija clavada en mi cola, cosa que hizo, ejerciendo mas presión para que su pija no saliera de adentro de mi recto.
Luego de unos minutos se hizo a un costado y al salir su pija de adentro mío pudimos escuchar un “Plop”, como cuando algo se desencaja de su lugar, que nos causo mucha gracia. Me abrió las nalgas con sus manos e instintivamente yo levante nuevamente mi cola, haciendo una pequeña fuerza para abrir mi agujerito dilatado. Obviamente quería ver como se me abría el culo después de haberme cogido. No se por qué eso a los hombres les gusta, creo que eso les levanta el ego como diciendo “mira cómo te deje abierta con mi pija”.
En fin, con mi colita parada como estaba, me beso y chupó con fuerza mis nalgas por varios minutos, dejándome chupones en toda la cola, como dejando un tatuaje de que ese culo era de su propiedad desde ese momento y hasta el día que murió.
Desde esa tarde, me convertí en la puta de la casa, ya no solo de mi hermano. Realmente mi papá me cogía de forma increíble, pero, salvo esa primera vez que sentí que me cogió como si fuera realmente una puta a la cual le había pagado, el resto de las infinitas mañanas, tardes y noches que cogimos, siempre sentí que me hacía el amor.
Siguiente capítulo
Ya está cargado en la página. Gracias por el comentario y seguir la historia. Saludos
Le diste a tu padre el mejor regalo que se le puede dar.
En realidad el me lo dio a mí, pero ya iré contando
Guau!, cómo he habría gustado tener una hermana como tú
Tener un hermano/a o un padre con quien descubrir los placeres del sexo es algo invaluable, siempre que se haga sin dañar a nadie. Yo lo he disfrutado muchísimo siempre. Saludos y gracias por comentar
Que rico relato me dan ganas de cogerme a una hija
Gracias por tu comentario. Es un placer ver que les gustan mis vivencias. En lo personal, coger con mi papá, mi hermano y actualmente con mi hijo, son las mejores experiencias sexuales que he vivido. Saludos!