Mi vida en incesto. Cap. 1.1 Primera vez en sexo oral y anal con mi hermano Sebastián
Después de haberme desvirgado, al otro día le dije hice sexo oral por primera vez para más tarde estrenar mi culito .
Saga con mi hermano Sebastián
Capítulo 1.1 Primera vez en sexo oral y anal con mi hermano Sebastián
Hola a todos. Antes que nada, quiero agradecer por sus mensajes en los primeros 3 capítulos que subí a la página.
Desde ahora voy a ir subiendo subcapítulos dentro de esos 3 primeros para poder darles mayor detalle de cómo ha continuado y evolucionado mi vida en incesto con mi hermano, mi papá y mi hijo.
Después de esa primera noche en la que mi hermano Sebastián se quedó con mi virginidad, me desperté ya sintiéndome distinta. Me miré en el espejo que teníamos, y si bien mi imagen era la misma, yo me sentí distinta.
Mirándome desnuda frente al espejo, mi hermano entró a la habitación, y mi instinto me llevó a querer cubrir mis tetitas y mi vagina con mis manos, pero él, acercándose y poniéndose detrás de mí quitó las mías y comenzó a recorrer todo mi cuerpo con las suyas, acariciando desde mi cara, mi boca, mis hombros, mis tetitas, mi pancita hasta que llegó a mi conchita y mi cola, haciéndome estremecer y tiritar con una electricidad que recorría todo mi ser, haciendo también que en mi conchita se centrara esa necesidad de satisfacerla otra vez.
Instintivamente separé un poco las piernas y él comenzó a acariciar mis labios vaginales, pero al querer introducir uno de sus dedos, sentí un pequeño dolor que hizo que le quitara su mano y me quejara.
– Me duele un poco
– Es algo normal, pero en unos días vas a estar bien. ¿Te gustó lo que hicimos?
– Me dolió un poco, pero sí. Desde la primera vez que comenzaste a tocar siempre estuve despierta
– Ya lo sé, siempre supe que estabas despierta, pero como nunca me dijiste que pare y sentía como te excitabas y que te gustaba lo que hacía, sabía que ibas a querer que te coja
– ¿Y ahora que tenemos que hacer?
– Desde anoche, siempre vas a ser mía y yo tuyo. Me gustó muchísimo lo que hicimos. Y fue muy especial para mí. Nunca había hecho esto con nadie y vos tampoco, así que fue nuestra primera vez anoche. Ahora vestite para ir a la escuela que vamos a llegar tarde
Mi papá ya se había ido a trabajar y cuando fui a la cocina a desayunar, mi hermano, bajó el cierre de su pantalón y sacó su pija. Era la primera vez que se la veía. La había sentido rozando mis labios vaginales y dentro de mi vagina pero nunca la había visto.
No puedo decir que me gustaba verla, pero me era algo extraña la situación. Me tomó la mano y me hizo agarrarle la pija.
– ¿Te gusta cómo se está poniendo dura?
– Es raro pero me gusta cómo se pone más grande, no sabía cómo era que se ponía así
– Quiero que me la chupes
– ¿Qué? No, ni loca
– Dale, un poquito
Y tomándome de la cabeza y haciéndome arrodillarme frente a él, me acercó a su pija
– Abrí la boca y chupalo
– No sé cómo se hace
– Como si estuvieras chupando un chupetín o un helado, pasale tu lengua, mételo en tu boca y chupalo
Y abriendo mi boca me lo metí y comencé a chuparlo como me dijo. Comencé por pasarle la lengua por su pene mientras mi hermano me guiaba de arriba hacia abajo. Tomó con su mano su pija y estiró el prepucio hacia la base haciendo que quede descubierto su glande, indicándome que chupara la cabeza de su pene. Tomó una de mis manos y me indicó que mientras lo chupaba comience a pajearlo. Y así lo hice.
Era una sensación rara aunque no me desagradaba. Sentía la suavidad de la cabeza de su pija en mi lengua mientras con mi mano aumentaba la velocidad de la masturbación. Podía sentir los gemidos que mi hermano emitía y eso me gustaba. Me sentía con un poder sobre él al hacerlo disfrutar y eso es lo que más me gustaba de esa situación.
– No pares, no pares. Así, más, más. Me encanta como me chupás la pija hermanita. Sos una putita
Una putita… esa palabra desde ese momento me definió. Una putita que estaba destinada a ser usada para satisfacer los deseos de mi hermano, para que me use como quiera, pero sabiendo que era yo la que tenía el poder sobre él.
– Aaaaah siiiiiiii hermanita así, así
Y sintiendo como me presionaba la cabeza sobre su pija, comenzó a acabar dentro de mi boca, llenándomela de su semen, y haciéndome tragar su leche, degustando por primera vez esa sabor extraño entre agrio, dulce, salado… ese sabor tan particular que tiene el semen y que desde ese momento sería parte de mi dieta diaria.
Me levanté y me acomodé la ropa mientras mi hermano hacía lo mismo. Habíamos perdido mas de 15 minutos y mi café con leche ya se había enfriado. Así que me lo tomé muy rápido y salimos a la escuela, donde obviamente llegamos tarde.
Al caminar apurados, no puedo negar que, si bien no sentía un “dolor” en mi vagina, si podía sentir una molestia o incomodidad por la cogida que me había dado horas antes. Tanto así que en la escuela tuve que ir al baño varias veces y pude ver en mi bombacha rastros de sangre mezclados con un poco de flujo, aunque no sabía si era flujo vaginal o algún resto del semen de mi hermano que había quedado dentro mío.
Mi hermano se acercó varias veces en los recreos para preguntarme si me encontraba bien. No dejábamos de buscarnos con las miradas, había una complicidad secreta entre ambos. En un momento del último recreo pudimos alejarnos de todos y nos metimos en un aula que era una especie de guarda todo. Ni bien entramos, mi hermano me besó. Fue una experiencia nueva. Sentir la suavidad de sus labios, de su lengua, el sabor de su saliva mientras sus manos se apoderaban de mis nalgas debajo del uniforme de la escuela y yo instintivamente busque su pene erecto, sacándolo entre la cremallera del pantalón, comenzando a pajearlo mientras nuestras lenguas aprendían a enredarse en una danza que nos llenaba de deseo y placer. Realmente me encantó como se sentían esos besos y más, como mi cuerpo reaccionaba ante la invasión de las manos de mi hermano. Nuevamente sentí mi vagina que escurría un flujo que mojaba mi bombacha, pero esta vez, causado por la excitación que mi pequeño cuerpo experimentaba a los estímulos que mi hermano me propinaba. Obvio que tambien sentía la verga de mi hermano mojada por sus jugos, lo que hacía más cómoda la masturbación que le estaba haciendo.
No sé bien cuanto tiempo había pasado, pero de pronto mi hermano me separa.
– Chupame la pija hermanita por favor
Instantáneamente me arrodillé y comencé a succionar ese pedazo de carne duro, envolviéndolo con mis labios y jugando con mi lengua en la cabeza de su pija como me había enseñado horas antes en casa y luego de unos segundo volvió a acabar en mi boca, llenándola por segunda vez en la mañana de su semen y yo, tragándolo, confirmando mi gusto por ese sabor que ya se me estaba haciendo un vicio.
Salimos por separado luego de acomodarnos la ropa y sin que nadie se dé cuenta de nuestra incestuosa actividad secreta, volviendo a nuestras aulas, pero en mi caso, sabiendo que además, con cada actividad que hacía con Sebastián, era más mujer, más puta, más consciente de mi nuevo rol de depósito de esperma. Y eso me encantaba.
La hora de salir de la escuela llegó y sin decir mucho comenzamos a caminar apurados para llegar a nuestra casa, apurados como sabiendo que es lo que íbamos a hacer cuando lleguemos. No pensaba en nada, sólo en llegar para poder besar a mi hermano.
Y así pasó. Ni bien cerramos la puerta, dejamos turadas nuestras mochilas con útiles escolares y nuevamente nuestras bocas se fundieron en un mojado y ruidoso beso, sabiendo que ahora teníamos por lo menos de 5 horas para disfrutarnos.
Mis manos no aguantaron la necesidad de agarrar la pija de mi hermano como tampoco las suyas aguantaron de manosear mi cola y de llegar al agujerito de mi culito.
Sin dejar de besarnos nos fuimos prácticamente arrancando nuestra ropa, sembrándola por el piso del comedor y el pasillo que llevaba a nuestras habitaciones, metiéndonos en la de mi papá que era la que se encontraba primero, recostándonos en esa cama que sería testigo presencial de infinidad de cogidas que me darían por tantos años en mi vida.
Sin dejar de besarnos, ya desnudos sobre la cama de nuestro padre, Sebastián comenzó a besar cada centímetro de mi cuerpo pasando por mi cuello, mis hombros, mis tetitas planas de nena, mi pancita, hasta llegar a mi conchita que ya era un mar de jugos. No puedo describir con palabras la sensación tan placentera que me produjo cuando con sus labios se apoderó de mi clítoris. No pude aguantar gemir realmente alto, agarrando su cabeza y presionándola para que jamás deje de chupar ese botoncito que tanto placer me generaba. Podía sentir como con su lengua recorría toda mi vagina y como me brotaba como una canilla rota todo mi flujo vaginal.
Pero al intentar meter un poco su lengua dentro de mi vagina, pude sentir que las molestias que sentí durante toda la mañana se transformaron en dolor, haciendo despegarme de ese masaje tan placentero que había sentido hasta ese momento.
– Ay! Pará, pará. Me dolió eso.
– Perdón Ani, es porque todavía tenés lastimada tu conchita de anoche. Hay que darle tiempo a que se cure.
– Toda la mañana me molestó, pero ahora me dolió cuando quisiste meter tu lengua.
– Bueno, no lo vuelvo a hacer hasta que estés bien. En unos días ya vas a estar bien.
– Quiero que sigas chupándome donde lo estabas haciendo
– ¿Aquí?
Y comenzó a chupar nuevamente mi clítoris, haciéndome olvidad nuevamente de ese dolor que me había generado y volviendo a producirme jadeos y gemidos de placer.
– Vení, ponete encima de mío pero mirando hacia mis pies.
Y colocándonos en posición de 69, nuevamente comenzó a chupar mi vagina mientras que yo ya sabía lo que tenía que hacer… Meterme su pene en mi boca y chuparlo como ya había aprendido a hacerlo, hasta que producto de los masajes con su lengua en mi conchita, sentí una explosión que recorrió todo mi ser y se concentró en mi clítoris, haciéndome gritar de esa sensación tan placentera que jamás había experimentado hasta ese momento, sintiendo el primer orgasmo real en mi vida, llenando de flujo la boca de mi hermano que no paraba de recorrer con su lengua mí ya no virgen vagina.
Cuando me repuse de mi primer orgasmo, Sebastián me hizo acostar boca abajo y abriendo con sus manos mis nalgas, comenzó a lamer el agujero de mi cola. Debo confesar que me sorprendió que lo haga, pero luego de esa sorpresa momentánea, el placer se hizo nuevamente presente. No era como lo que sentí minutos antes en mi conchita, pero esa sensación estaba lejos de ser desagradable y mientras más pasaba su lengua por esa zona, más comenzaba a encontrarle el gusto.
En un momento se separó, sentí que escupió en mi culito y apoyó su pene duro ahí, comenzando a presionar.
– ¿Qué haces?
– Tranquila, esto tambien te va a gustar. Sólo tenés que estar relajada porque si te ponés dura, te puede doler. Relajate mi amor
“Mi amor”… era la primera vez que me decía así. Me hizo sentir especial, cuidada, pero por sobre todo, amada. Sentí como comenzó a presionar sobre mi cola con su pija y como se comenzó a abrir camino en mi culito. Trataba de estar relajada, pero la molestia que estaba sintiendo de a poco se trasformaba en dolor.
– Me duele, pará, pará
– Relaja la cola, me estás apretando mucho. Si te pones dura te va a doler. Tenés que estar blandita mi amor
Otra vez ese “mi amor”. No sé si me lo decía porque lo sentía o porque intuía lo que generaba esas palabras en mí y con ellas me manipulaba. No lo sabía pero en ese momento me hacía sentir única y en ese cóctel de sensaciones nuevas y placeres que estaba descubriendo, me dejaba hacer lo que su voluntad me imponía. Así que tratando de relajar mi cola, Sebastián continuó penetrándome analmente, sintiendo como si pija se abría camino hacia mis intestinos hasta que sentí que me había penetrado por completa.
Se quedó unos instantes quito mientras con una de sus manos me giró la cabeza e instantáneamente nuestras bocas se buscaron, besándonos medio de costado y en esa posición mientras nuestras lenguas intentaban danzar dentro de nuestras bocas, comenzó a cogerme, sintiendo como su pija retrocedía hasta casi salir de mi culito ya desvirgado por mi hermano, para luego meterse otra vez hasta sentir su vientre y sus testículos chocar contra mi cuerpo.
Dejamos de besarnos y sentí que mi hermano puso sus manos por debajo de mi cuerpo llegando hasta mi vagina que se encontraba inundada de mis flujos y comenzó a masajear con uno de sus dedos mi clítoris, mientras que instintivamente levanté lo máximo que pude mi cola para que las penetraciones de mi hermano sean lo más profundas posibles. La molestia inicial que me había generado el pene invasor a mi colita virgen se había transformado en una sensación placentera, pero distinta a la que había experimentado cuando me había cogido por mi vagina o cuando me había hecho acabar mientras chupaba mi conchita. Pero definitivamente había comenzado a disfrutarlo y quería seguir sintiendo como la pija de mi hermano se introducía en mis intestinos.
La habitación se llenó de ese olor a sexo tan característico que destilaban nuestros cuerpos, mientras se mezclaban los ruidos de mis jadeos con el plaf plaf plaf plaf de la cogida que me estaba dando Sebastián y nuestras respiraciones totalmente agitadas.
La mezcla de sensaciones que me generaba sentir el mete y saca constante y profundo de mi hermano, con las caricias a mi clítoris y los besos y mordidas que mi hermano me estaba dando en mi cuello y espalda hicieron que a los pocos minutos se desatara en mí un nuevo orgasmo, mientras mi hermano comenzó a llenar mis intestinos con su semen caliente y sin poder ninguno de los dos evitar gritar de placer, acabamos rendidos sobre la cama de nuestro padre, con nuestro cuerpos agitados y bañados en transpiración, pero completamente satisfechos de la primera cogida de la tarde.
Poco a poco sentí como el pene de mi hermano fue perdiendo rigidez dentro de mi cola y como se salió. Era algo que no quería, pero fue inevitable.
– ¿Estás bien Ani?
– Si. Al principio me molestó un poco, pero lo disfruté mucho, me encantó.
– ¿Te duele ahora?
– No, sólo al principio fue molesto, pero ahora no.
– Ponete así, en cuatro patas, como perrita y separá un poquito las piernas
Así lo hice. Y abriendo con sus manos los cachetes de mi cola, pudo ver como tenía mi culito bien dilatado.
– Tenes tu agujerito bien abierto. Te dejé mi lechita adentro, hace fuerza para sacarla, quiero ver cómo te sale.
Y haciendo fuerza como para hacer caca, pude escuchar como con un gas salió el semen de mi hermano de adentro mío, manchando la cobija de la cama de nuestro papá.
– Mirá toda la lechita que te salió de adentro Ani. Vamos a tener que cambiar el cubrecama y ponerlo a lavar.
– Salió mucha lechita, sí. Quiero ir al baño a lavarme.
Le di un beso. Me levante desnuda como estaba y sin cubrirme y fui hasta el baño. Sentir el chorro de agua fría del bidet en mi cola y mi vagina fue super placentero. Mi hermano entró al baño tambien desnudo y se lavó su pija en la pileta. Nos secamos, nos dimos un beso y nuevamente fuimos a la habitación donde la virginidad de mi cola había se había desintegrado con la pija de Sebastián.
Esa tarde nuevamente me cogió por la cola 2 veces más, llenándome los intestinos en todas las veces. Fue increíble como en una sola tarde aprendí a disfrutar de que me coja por mi culito, sacándome en cada oportunidad más y más orgasmos y dejando mi agujerito totalmente abierto y acostumbrado a recibir la pija de mi hermano.
Antes de que llegue mi papá, tuve que hacerme la laboriosa y poner a lavar los cubrecamas de todos para justificar la lavada del cobertor de la cama de mi papá para que no se dé cuenta de las manchas de semen que habían quedado impregnadas cuando mi culito despedía de su interior la lechita de mi hermano.
Y por supuesto que en la noche, después de unas horas interminables entre que llegó mi papá de trabajar y que nos pudimos ir a dormir, mientras nuestro papá dormía en su habitación, mi Sebastián volvió a cogerme por mi colita, aunque lo malo fue que no podíamos hacer mucho ruido y terminé ahogando mis jadeos y gritos de placer contra la almohada de mi cama.
Fue un día super intenso donde mi hermano después de haberme desvirgado mi conchita, me inició en la práctica de las felatios y estrenó mi culito.
Si les gustó y quieren que siga contándoles mi vida en incesto, dejen sus mensajes y les iré contestando. Saludos a todos.
Analia
Delicioso relato, nos ponemos muy calientes de leer las deliciosas cogidas que te dio tu hermano.
Gracias! Me encanta compartir mi historia y más que la disfruten
Hola me encantó excelente relato me gustaría más relatos dime son reales tienes telegram
Hola, sí, mis relatos son reales. Iré contando cada una de mis experiencias de incesto con mi hermano, mi papá y mi hijo. Me alegra que te haya gustado mis relatos. Sí tengo telegram @DarkAn1508 . Gracias por el comentario
Delicioso relato con tu hermano!
Por favor síguenos contando todas tus aventuras