Mi vida sexual desde los 12 años. Primera parte
Este es un breve recuento de mis experiencias sexuales a lo largo de mi vida..
Cuando pase a la secundaria yo tenía 12 años, recuerdo que durante esa época empecé a interesarme en el sexo, ya que algunas de mis amigas habían escuchado de sus hermanos y hermanas mayores al respecto. Yo la verdad era bastante inocente durante ese tiempo, ya que yo no tenía a nadie con quien hablar al respecto de estos temas, ya que era hija única, y la verdad ninguno de mis padres me daba la suficiente confianza para preguntarles al respecto, por lo que mi fuente de información primaria eran mis amigas del colegio.
Lo primero que se hizo tendencia entre mi grupo fue hacerse de un novio, la verdad no se ni porque empezó este fenómeno, pero no había pasado ni dos semanas que habíamos ingresado a primero de secundaria, cuando ya de ley si querías ser aceptada por las demás, debías tener un novio, de preferencia de años más grandes.
Yo la verdad no era fea, ya que soy de tez blanca, cabello castaño y como desde niña hice gimnasia, pues había desarrollado unas buenas piernas y un gran trasero, lo cual yo sabía robaba las miradas de los hombres (esto claramente me incomodaba en la primaria, ya que no entendía como mis vecinos que siempre me habían tratado como una niña, de repente me miraban como si quisieran comerme).
Por este motivo no me fue difícil conseguir un novio en mi tercera semana en la escuela, la verdad no pienso escribir mucho de él, ya que lo más remarcable de esta relación, fue que él era de segundo año y que fue él que me dio mi primer beso. La verdad ese beso fue horrible, ninguno de los dos sabíamos lo que hacíamos, terminando por darme asco. Rompí con él a los tres días.
Sim embargo, lo bueno llegaría unos días después de la ruptura de mi primer novio, ya que fue cuando conocí a Antonio, él era de primero de prepa, y era conocido por ser bastante popular entre las chicas. La verdad no era ni guapo, ni feo, era bastante promedio, pero lo que tenía a su favor, es que era bastante carismático, y no temía dar el primer paso.
Fue así, que un día después de terminadas las clases, cuando yo me disponía ir a mi casa (ya que yo me iba caminando debido a que vivía cerca, y que mis padres trabajaban todo el día) Antonio se me acercó, me preguntó mi nombre y donde vivía. Lugo me contó varias cosas y terminó preguntándome si me podía acompañar a mi casa.
Obviamente yo ya sabía quién era Antonio, y pues claro que acepté que él me acompañase, ya que sabía que sería la envidia de todas mis amigas cuando se enterasen que él se me había acercado. Durante el trayecto a mi casa me dijo que era muy linda, que se había fijado en mí desde el primer día, pero que no quiso acercarse ya que no quería asustarme. Yo con estos cumplidos me sentía en las nubes, ya que no esperaba que él chico más popular entre nosotras me dijese cosas tan lindas.
Cuando llegamos a mi casa, platicamos un rato más, hasta que por fin me pidió ser su novia. Y como adivinaran, yo acepté de inmediato. Después me dijo que, si me podía dar un beso, ya que quería despedirse de mí, yo dude un poco debido a mi anterior experiencia, pero antes de que pudiera decir algo, él se me acercó y me robo un beso de piquito, él cual realmente no sentí. Después se marchó.
Al día siguiente Antonio ya me esperaba en la escuela, lo cual confirmo la historia que le había contado a mis amigas durante el receso, por lo que de inmediato me gané su aprobación y admiración. Durante el trayecto a mi casa, se repitieron las acciones del día anterior; platicamos todo el camino, y al llegar a casa me beso. Estas acciones pronto se volvieron en nuestra rutina, aunque cada vez Antonio iba prolongando más su beso, a la vez que empezaba a tocarme torpemente el trasero.
Hasta que, por fin, después de un mes de ser novios, Antonio me pidió pasar a mi casa (ya que sabía que mis padres no estaban). Yo dude mucho en permitirle pasar, ya que sabía que mis padres me podrían regañar muy feo si se enteraban de que un chico había estado a solas conmigo. Pero Antonio era muy persuasivo, por lo cual logró convencerme. Para no hacer el cuento largo, ese día tuvimos relaciones sexuales por primera vez (ante mi sorpresa el llevaba un condón).
Esta experiencia fue sumamente dolorosa, ya que Antonio no sabía dar placer, solo sabia como adquirirlo, por lo que fue muy brusco, aunque tuve la ventaja que el encuentro no duró más de un par de minutos, pasados los cuales, Antonio cayó cansado a mi lado. Yo tuve que aguantarme las ganas de llorar desconsoladamente, ya que no quería hacerlo sentir mal. Pasada una hora, Antonio se subió los pantalones, me dio un beso, y se marchó, dejándome a mi tirada en mi cama.
Yo me quedé un rato más tirada en mi cama, hasta que, por fin, bastante adolorida, me levanté y me fui a bañar, después cambié las sábanas, las cuales estaban manchadas con mis gotas de sangre (sabía que mi madre no sospecharía, ya que ya había tenido mi primer periodo), y me puse a hacer mi tarea. Al día siguiente yo le conté este suceso (sumamente embellecido) a mis amigas, las cuales me dijeron que sus novios ni siquiera se atrevían a darles un beso, por lo que se sentía envidiosas de mi relación perfecta. (En la actualidad no sé porque no me tildaron de puta, ya que luego supe que, en otras escuelas, por menos de lo que yo había hecho, muchas muchachas habían sido etiquetas como cualquieras, supongo que tenía buenas amigas).
A partir de ese día, Antonio comenzó a pedirme casi a diario que lo dejase pasar a mi casa, para así poder tener relaciones. Las primeras veces siguieron siendo dolorosas, pero conforme lo seguimos haciendo, yo me fui acostumbrando, aunque nunca sentí verdadero placer, ya que Antonio terminaba demasiado rápido. Además de tener sexo, Antonio me empezó a pedir que le diese mamadas, yo no sabía que era eso, pero él me explico con bastante detalle.
Al principio a Antonio no le gustó como le mamaba la verga, pero yo me decidí a darle placer a mi novio, para eso empecé a practicar con bananas y pepinos, por lo que pronto me volví muy buena mamando, a tal grado que Antonio comenzó a preferir que se la chupase a culearme.
Pero esta relación no duró mucho, no llevábamos siete meses, cuando Antonio me dijo que se iba a mudar, ya que habían ascendido a su padre a un mejor puesto, pero era en otra ciudad, por lo que teníamos que romper. Yo me sentí desconsolada, ya que yo en verdad llegué a amar a Antonio (aunque nuestra relación se puede resumir a que yo lo complaciese sexualmente a él), fue tanta mi desolación que incluso llegué a dejar de comer unos días, aunque al final, esto se me paso, más que nada por el apoyo de mi mamá y de mis amigas.
Fue así como pasó mi segundo amor, él cual me desfloró y me rompió el corazón. Durante el resto del año escolar, yo me mantuve soltera, ya que pensaba que nadie podría suplantar a Antonio, hasta que llegaron nuevos amores en mi segundo año (los cuales no fueron muchos, si acaso unos tres, no recuerdo bien), sin embargo, estos fueron muy fugases, y con ninguno llegue a intimar más allá de una mamada.
Durante este periodo fue que conocí las tangas. Todo comenzó cuando un día una de mis amigas nos convocó a todas a la salida a ir a espaldas de uno de los edificios de la escuela, allí nos dijo que tenía algo que mostrarnos. Fue entonces que sacó de su mochila una tanga negra bastante chica que le había robado a su hermana mayor. Al verla, todas nos quedamos estupefactas, ya que no sabíamos que era esa prenda, ni como se usaba.
Mi amiga nos explicó con bastante detalle cómo se usaba, a la vez que nos contó cómo había espiado a su hermana teniendo sexo con su novio al usar esa tanga, diciéndonos que él novio de su hermana se había vuelto loco al verla vestida con aquella prenda. Después de eso, nos fuimos a uno de los baños y cada una tomo su turno para probársela. En cuanto llegó el mío, no supe cómo usarla, a pesar de que ya me habían explicado. Tras un rato de batallar por fin me la puse correctamente, descubriendo lo incomoda que era esa prenda, a la vez que no tapaba nada. Sin embargo, confirme que esa prenda sí que hacía lucir mejor mi trasero, ya que como yo lo tenía grande, hacía parecer que no tenía puesto nada por detrás. (La tanga fue devuelta a su dueña original).
También fue durante ese periodo, concretamente a mediados del segundo año de secundaria, cuando nuestra profesora de física se dio de baja por maternidad, por lo que llegó a nuestra escuela un profesor suplente. Este se llamaba Víctor, era un hombre de unos cuarenta años aproximadamente, era bastante flaco, de rostro recio, mandíbula cuadrada, con una expresión de molestia perpetua, bastante antisocial, y según los rumores un fracasado que seguía viviendo con su madre.
Su particular aspecto, y su forma de enseñar tan seria pronto le granjearon la antipatía de todos mis compañeros. Por lo que fue nombrado el profesor más impopular de la escuela, y es que no solo los alumnos lo rehuían, sino que otros profesores también lo evitaban, lo cual a mí me generó cierta empatía por él, aunque obviamente no me acercaba más que lo necesario.
Sus métodos de enseñanza la verdad era bastante buenos, (aunque a mí nunca se me han dado bien las matemáticas, ni la física, ni la química) podías entender fácilmente las lecciones, y jamás te ridiculizaba si te equivocabas o hacías preguntas sobre algún tema. A pesar de esto, yo no di el ancho de la clase, por lo que constantemente era regañada por él. Fue justo después de uno de estos regaños, cuando el profe Víctor me sentencio que estaba en peligro de reprobar su materia, lo cual me haría tomar cursos de recuperación en verano, cosa que yo no quería.
Al contarle esto a mis amigas, varias de ellas me dieron una lluvia de ideas sobre cómo actuar, la verdad fue un momento normal entre nosotras, ya que daban buenas ideas (como hacer un grupo de estudio entre nosotras), hasta ideas más alocadas, como sobornar al profesor con dinero, botellas de tequila, etc…, hasta que por fin mi amiga (la de la tanga) me dijo en un tono de broma: ¿y si lo seduces?
En cuanto lo dijo, todas nos reímos a carcajadas, sin embargo, mi amiga insistió, diciéndome que ella había notado como el profe Víctor siempre se me quedaba viendo al trasero cuando me iba de su escritorio. Yo le dije que no fuera tonta, que jamás caería ante mis insinuaciones, sin embargo, todas mis amigas se pusieron del lado de mi otra amiga en este tema, diciéndome que no perdería nada con intentarlo, chance y hacía que les subieran la calificación a todas.
Yo la verdad no tenía nada que perder, para ese punto, y con la experiencia adquirida con mis novios, yo era más aventada, y la verdad me daba curiosidad saber si mis encantos surtirían efecto con aquel hombre tan serio. Fue así como acepté, de inmediato mis amigas me empezaron a dar consejos sobre cómo acercármele seductoramente, sobre que tono de voz adoptar, y sobre cómo debía empezar a recortar mi falda cada vez que fuera la clase del profe Víctor, a la vez que me dijeron que desabrochara un botón extra de mi camisa, con el fin de que viese mis inexistentes pechos.
Fue así como nuestro plan inició. Gracias a que el profesor me llamaba constantemente para llamarle la atención, yo pude emplear las técnicas que habíamos planeado, empezando de lo más sutil, como inclinarme de más sobre el escritorio para permitirle ver dentro de mi camisa, hasta agacharme deliberadamente al alejarme de su escritorio, dándole una vista exclusiva del interior de mi falda.
Además, cada vez que tenía oportunidad le tocaba disimuladamente su mano, o a veces incluso le tocaba sus brazos (los cuales eran muy delgados). Asimismo, imitaba algunas escenas de películas, como una en que una rubia muy seductora mordía un lápiz viendo fijamente al hombre.
Para mi sorpresa, el profe Víctor no se negaba a mis insinuaciones, incluso parecía que las disfrutaba. Aspecto que confirme por fin unas semanas después de iniciado mi plan, cuando, como de costumbre, el profe me llamó a su escritorio, yo me le acerque de más, permitiendo que viese al interior de mi camisa, la cual no tenía nada debajo, ya que ese día me había propuesto no llevar sostén. Además, mientras me le acercaba lo tome de la mano, subiendo lentamente hasta su brazo, él cual toque con bastante fuerza, acabando con decirle que notaba que era bastante fuerte.
Esto generó lo que yo deseaba, ya que vi que el profe empezó a temblar y transpirar bastante, a la vez que su respiración se aceleró, pero lo que más me llamó la atención fue su obvia erección que él trató de ocultar cruzando las piernas. Yo para ese momento me sentía triunfante, ya que confirme que mis encantos si funcionaban en él, ahora era cuestión de ver hasta donde podía llevar esto.
El profesor disimuló muy bien su erección, me atendió e incluso me regaño como de costumbre, aunque ahora si note su mirada por el resto de la clase. Al finalizar la misma, una vez más fui llamada por el profesor, quien me pidió que me quedase después de clases, ya que quería discutir algo conmigo. Al escuchar esto, volteé con mis amigas y les guiñé un ojo en señal de victoria.
Al finalizar las clases me dirigí al salón de maestros, en donde pregunté por el profe Víctor. La recepcionista me señaló su escritorio, en donde lo vi bastante atareado con la revisión de unos exámenes. Pero dejo todo de lado en cuanto lo saludé, él me recibió con una sonrisa, cosa que no solo me extrañó a mí, sino que también pude observar la cara de sorpresa del resto de profesores presentes en aquella habitación.
El profe Víctor habló durante un buen rato sobre mi desempeño académico, aunque yo veía que estaba atento a los otros profesores, cambiando de tono cuando veía que se iban. Por fin pasada una media hora, nos quedamos solos (a excepción de la recepcionista, la cual estaba de espaldas a nosotros).
Fue entonces cuando el profe Víctor se me acercó y me susurró:
Víctor. – Se lo que has estado haciendo, no creas que soy tonto.
Yo haciéndeme la sorprendida le conteste. – ¿De qué habla profe?
Víctor. – No te hagas la tonta, ya sabes a que me refiero.
Yo quería jugar un poco más con él, por lo que de una manera picara le conteste. – Tal vez… -Momento en el que tome mi pelo para jugar con uno de mis mechones.
Víctor. – No sé qué esperas conseguir de estas acciones.
Yo. – Profe, yo creo que si sabe que quiero. La verdad desde que lo vi por primera vez me sentí atraída por usted -. Momento en el que lo tome de la mano y lo mire fijamente a los ojos. – Se que aún soy una niña ante sus ojos.
El profe Víctor al escuchar estas palabras empezó a sonreír, a la vez que agarró también mis manos. – Si, tú todavía eres una niña, pero…
El profe meditó un poco y por fin completo la oración. – Pero… si me prometes mantener todo en secreto, yo podría corresponder tus sentimientos. Pero ni puedes decirle nada a nadie.
Yo para mis adentros estaba completamente feliz, ya que había logrado por completo mi plan de seducirlo ahora debía encontrar la manera de convencerlo de que me subiera la calificación, claro que estaba consciente que para lograr esto, tal vez debería dejarlo besarme, o incluso darle alguna mamada.
Después de decir esto, el profe me preguntó sobre lo que hacía los fines de semana, además de preguntarme en donde vivía. Cuando yo le di toda mi información, él me invitó a salir el sábado, ofreciéndome a llevarme a comer a un restaurante, o a ver una película. Yo la verdad dude en aceptar, ya que no quería que me vieran junto a él, además de que en mi plan no contemple salidas con él, sino que planeaba que todas nuestras interacciones fueran en la escuela.
Sin embargo, el profe Víctor insistió, diciéndome que me iba a divertir mucho, además de que me compraría lo que yo quisiese. Escuchar esto fue fantástico, ya que justo había salido el nuevo álbum de un artista que me gustaba mucho, pero yo no tenía dinero suficiente para comprarlo, por lo que terminé aceptando.
De esta forma, él me dio los detalles sobre dónde y a qué hora pasaría por mí en su carro, a la par que me dijo que les dijera a mis padres que saldría con una amiga, con el fin de que ellos no se preocupasen (extraño esos tiempos en donde se podía salir a la calle sin el temor constante a que te hiciesen algo, aunque para ser justa, si existía ese temor, pero era en menor escala). Otro aspecto que me remarcó es que le dijese tío cuando estuviésemos en la calle, con el fin de no levantar sospechas entre la gente.
Fue así como de una manera completamente inesperada no solo completé mi seducción, sino que concerté una cita con mi profesor. Yo decidí no contarle al respecto a mis amigas, ya que temía sus burlas, por lo que me limité a decirles que solamente me había llamado para echarme la bronca una vez más. Ellas no dudaron de mí, por lo que no tuve que dar mayores explicaciones.
Cuando llegó el fin de semana, yo le dije a mis papas que unas amigas me habían invitado a salir, quien no tardaría más que un par de horas. Mis papas ya estaban acostumbrados a estas salidas, por lo que no preguntaron mayor cosa, ya que tenían el número de contacto de las demás mamás.
Al salir de mi casa, me dirigí al punto de encuentro establecido, el cual estaba lejos de mi casa, y de la escuela, cerca de un lote baldío. Yo para esa ocasión me había puesto un vestido de color rosa, con estampado florar, el cual me encantaba, ya que hacía resaltar mis piernas. Para mi sorpresa, el profe Víctor también venía bien vestido, con unos pantalones de vestir y una camisa color azul, la cual lo hacía verse muy formal.
Yo me subí al auto con bastante confianza, saludé al profe con un beso en la mejilla, él al verme quedó atontado durante un rato, hasta que por fin reaccionó, volteándose hacía el asiento trasero, de donde extrajo un ramo de rosas, el cual luego me entrego. Estas fueron las primeras rosas que me regalaron en mi vida, la verdad no supe reaccionar, ya que yo esperaba que en el momento en que me subiera al auto, él se abalanzaría sobre mí para tomarme a la fuerza, pero fue todo lo contrario ya que se portó como todo un caballero durante el trayecto.
Cuando me puse el cinturón de seguridad, el profe puso rumbo a una de las plazas comerciales a las afueras de la ciudad (con el fin de asegurarnos de que no nos encontraríamos con nadie, ya que yo sabía que nadie de mis amigos frecuentaba aquella plaza). Durante el trayecto, el profe me hizo platica, destacando cada que podía lo bella que me veía.
Cuando llegamos a la plaza, me preguntó sobre que quería comer, yo le dije que tenía antojo de pasta, por lo que nos dirigimos a un restaurante italiano de comida rápida, allí él profe me dijo que ordenase lo que quisiese, por lo que pedí un plato de pasta a la boloñesa y una pizza de pepperoni, un refresco, y de postre un helado de vainilla, con una rebanada de pastel de chocolate. El profe por su parte también pidió una pasta. Yo la verdad di el comidon de mi vida, aunque invariablemente no me pude terminar lo que pedí, por lo que el profe terminó comiéndoselo.
Después paseamos por la plaza mientras ambos platicábamos, al acercarnos a la tiendo de discos, yo me detuve, ya que en el escaparate estaba el álbum del artista que me gustaba. El profe Víctor notó esto, y me dijo que entráramos, al pasar yo me puse a ver los discos disimuladamente, hasta que por fin llegué al que yo quería, al ver el precio me escandalicé, ya que la suma total era equivalente a un año entero de mi mesada.
El profe al ver como veía el disco se me acercó y me preguntó si lo quería, yo le dije que sí, pero que no tenía suficiente dinero. Él me dijo que no me preocupara por eso, que él me lo quería regalar. Yo me negué un poco, ya que sinceramente después de la comida pensaba que estaba abusando de él, sin embargo, él se sobrepuso, tomó otro de los discos y se fue a la caja registradora a pagarlo.
Yo me puse muy contenta en cuanto me lo dio, le di muchas gracias y comencé a platicarle como tonta acerca de aquel artista. El profe solo se limitó a escucharme, en cuanto me di cuenta, ya habían pasado un par de horas, por lo que le dije al profe que ya debía volver a casa. Él no puso objeción llevándome a su auto. Cuando por fin llegamos al punto de partida, él profe detuvo su coche y me volteó a ver con una gran sonrisa para después decirme que se había divertido mucho.
Yo le contesté que también me la había pasado muy bien, agradeciéndole una vez más por las flores, la comida y el disco. Antes de bajarme del auto, se me ocurrió darle un beso en la boca al profe, ya que siendo sincera nunca me habían tratado tan bien en mi vida. En cuanto me acerqué los labios del profe, este me agarró con ternura de mi nuca y me acercó a él, dándome uno de los mejores besos que he tenido hasta la fecha (para mí fue ahí que yo me enamoré verdaderamente de él).
Después del beso, que realmente no quería que se acabara, me baje del auto y me fui corriendo a mi casa. Durante el camino no podía sacarme de la cabeza a mi profe, fue tanta mi distracción que casi al llegar a mi casa me percaté del ramo de flores que traía en mis manos, cayéndome el veinte que mis padres no debían verlo, por lo que decidí deshacerme de él en una de las casas abandonadas de la cuadra, la cual servía como basurero clandestino para el barrio.
Sobre él disco, pude mentir a mis padres mencionándoles que fue un regalo atrasado de una amiga por mi cumpleaños. Realmente mis padres no sospecharon nada al respecto, lo cual agradezco hasta este día. En cuanto a mí, no pude sacarme al profe de la cabeza durante todo el fin de semana, se me hacían eternas las horas para verlo de nuevo (en mi cabeza yo esperaba que él profe estuviera sintiendo lo mismo que yo).
Para el lunes yo ya estaba ansiosa por ver al profe, no sé por qué me sentía así, tal vez era esa hormona alborotada de una adolescente a la cual por primera vez en su vida la trataron como los más importante, o que se yo. El punto es que yo no me pude concentrar en mis primeras clases del día, por lo que me llevé varios regaños de mis profesores, los cuales yo ignoré, ya que estaba esperando a que diera la hora del receso para ir a ver al profe.
Mis amigas sí que notaron mi ansiedad ese día, por lo que en repetidas ocasiones me preguntaron si estaba bien. Yo le di vueltas a sus preguntas, diciéndoles que me sentía incomoda del estómago, y que por eso quería que ya diera la hora del receso para poder ir al baño a gusto. Ellas no esperaban esa contestación, pero gracias a ella me dejaron en paz.
Cuando al fin sonó la campana del receso, yo me marché rumbo a la sala de profesores, esperando ver al profe Víctor (ya que no sabía sus horarios). Para mi buena fortuna, allí estaba él, platicando con el director de la escuela. Ver esta escena me puso muy ansiosa, ya que empecé a maquinar en mi cerebro que tal vez alguien nos había visto el fin de semana, y por eso le estaban llamando la atención al profe.
Sin embargo, estos pensamientos se disiparon en cuanto el profe me vio en la entra de la sala, ya que se excusó con el director diciendo que yo le estaba buscando para una consulta. El director me volteó a ver, y se acercó junto con el profe, para después decirme. – Ojalá más alumnos fueran así de dedicados con sus estudios, pero que no se te olvide comer, que es muy importante para que estes bien atenta a tus clases-. Después se marchó por la puerta, dejándonos solos al profe y a mí.
El profe me saludó con bastante disimulo, preguntándome que qué estaba haciendo allí. Yo me inventé la escusa que necesitaba preguntarle acerca de un tema de la clase. Por suerte él me siguió el juego y me guío hasta su cubículo, en donde comenzó a explicarme un tema x, aunque disimuladamente veía a los otros profesores con el fin de saber en qué momento sería libre de hablar.
Tras unos minutos que me parecieron eternos, en donde él profe me decía cosas que yo no entendía acerca de la física, por fin los otros maestros salieron de la sala rumbo a la cafetería. En cuanto solo quedamos el profe, la secretaria y yo, él me susurró:
Víctor. – ¿Qué haces aquí?
Yo. – Es que quería verlo.
Víctor. – Bueno ya me viste, ahora vete.
Yo. – Pero quiero platicar más con usted.
Víctor. – A la salida yo te busco.
Yo. – Pero nos pueden ver.
Víctor. – Cierto, mira qué te parece si te vas rumbo a tu casa, y ya que estes cerca del parque #”#%#% yo paso por ti en mi coche, y de ahí nos vamos a dar la vuelta y platicamos.
Yo. – Esta bien, lo espero a la salida.
El resto del día yo no me pude concentrar, disimulaba lo mejor que podía, pero la ansiedad por lo que pasaría a la salida me invadía, ya que, si bien estaba emocionada por el hecho de que volvería a platicar con el profe, también estaba asustada por si alguien nos descubría.
Al dar el toque de salida, yo me despedí como siempre de mis amigas, y puse rumbo al parque acordado, mientras caminaba, iba volteando constantemente a todos lados con el fin de que nadie conocido mío estuviese cerca. Pero como era usual, las calles estaban desiertas. Al llegar al parque me senté en una banca a esperar al profe, quien no tardo ni cinco minutos en llegar. Yo rápidamente me subí al coche (claro que cerciorándome nuevamente que no hubiese ojos chismosos a mi derredor).
En cuanto subí al auto, salude al profe con un beso en la mejilla, para después comenzar a platicar, la verdad no recuerdo que tantas cosas le decía, pero me emocionaba el hecho de que él me ponía atención en todo momento, y con una gran sonrisa me daba la razón en los problemas que le contaba. Él también me contó algunas otras cosas de su vida personal, como el hecho de que nunca se había casado, y que ahora vivía solo en la casa de su difunta madre.
Mientras hablábamos, el profe conducía sin un rumbo aparente. Tras unos treinta minutos de platica, el profe se estacionó en un lote baldío, con el fin de platicar otro rato. La verdad no sé cuánto tiempo pasamos en ese lote, pero de un momento yo decidí que ya era hora de que me diese otro beso como el del sábado, por lo que me le acerqué, y él ni tardo ni perezoso me volvió a besar, aunque esta vez, él también añadió sutiles toqueteos en todo mi cuerpo, los cuales generaron una corriente eléctrica que me recorrió desde los pies, hasta la cabeza.
Fue tanta la pasión de ese beso y los toqueteos, que yo decidí montarme en él, con el fin de tener una mejor posición. Él profe cooperó sin que yo le dijese nada, ya que él solito recorrió su asiento para atrás dejándome espacio suficiente para montarme sobre sus piernas. En cuanto estuvo encima de él, pude sentir aquel bulto en su entrepierna, por lo que instintivamente decidí balancearme con el fin de que nuestros genitales se frotasen.
Al hacer esta acción, él profe hizo su cabeza hacía atrás, dejando su boca abierta en un claro reflejo de satisfacción, yo por mi parte posicioné mi cabeza en su pecho, y con mis manos me aferré a su espalda, con el fin de agarrar impulsó para frotarme con mayor fuerza. A pesar de que yo estaba sintiendo rico con la simple fricción, yo quería sentir su miembro dentro de mí. Por lo que me detuve, dirigí mis manos a su entrepierna y con bastante desesperación le desabroché su pantalón y le bajé el calzón, dejando libre a su pene (el cual era de buen tamaño, aunque algo delgado).
Fue en ese momento que el profe reaccionó y me volteó a ver, para después con sus manos detenerme.
Víctor. – No podemos hacerlo. No quiero que tu primera vez sea así.
Yo que estaba completamente excitada le simplemente le dije. – No es mi primera vez.
Él profe me volteó a ver sorprendido y me dijo. – Entonces hazlo, pero ahora me siento enojado por no ser tu primer hombre.
Dicho esto, yo hice a un lado mi calzón (recordar que usaba falda como uniforme) e inserté su pene en mi interior. En cuando sentí como entraba aquella masa de carne caliente en mí, sentí nuevamente una corriente eléctrica que recorría todo mi cuerpo, y sin darle tregua alguna comencé a moverme de arriba para abajo. Sin embargo, no duré ni un minuto hasta que me cansé, por lo que él profe me tomó de las caderas y comenzó él a moverse, a la par que buscó mis labios y me besó.
Estuvimos buen rato en aquella posición, hasta que por fin el profe me dijo que quería cambiar, ya que ya se le estaban acalambrando las piernas. Yo acepté muy a fuerzas, bajándome de él, expectante ante sus nuevas instrucciones, él profe se bajó del auto y se dirigió a mi lado. Una vez abrió la puerta, me dijo que pusiera me pusiera en cuatro.
Yo no entendí a que se refería con eso, hasta que por fin me explicó que quería que pusiera mi vientre en el sillón, mientras que con mis piernas pisaba el suelo. Esta posición se me hizo sumamente vergonzosa, sobre todo porque no podría verlo, pero él a mí sí. Con algo de brusquedad subió mi falda, la cual terminó sobre mi cabeza, y me bajo por completo los calzones, acto seguido volví a sentir como ingresaba su glande en mi interior.
Esta vez fueron bastante diferentes las sensaciones, ya que podía sentir de una mejor manera la forma de su pene, la cual al moverse me hacía sentir muy rico. Por otro lado, comenzó a excitarme el sonido de aplausos que se generaba a la hora de que su pelvis chocaba con mis nalgas. Sin embargo, lo que más me gustó de toda la experiencia fue cuando el profe me tomó de las caderas y aceleró sus movimientos, a tal punto que yo comencé a perder la razón, gimiendo descontroladamente en cada embestida.
Hasta que por fin sentí como aceleró sus movimientos, sintiendo en mi interior como su pene se expandía, para después sentir unos chorros de un líquido caliente en mi interior, momento en el que yo me oriné, sintiendo un gran placer, a la vez que todos mis músculos se contraían (había tenido mi primer orgasmo).
Después de terminado el acto, yo quedé tumbada y sin fuerzas sobre el sillón, mientras que el profe me limpiaba con un papel (que no sé de dónde sacó). Acto seguido me ayudo a sentarme, me dio un beso, y me dijo que nunca había cogido de aquella manera, que yo era muy especial, y que, sobre todo, le habían encantado mis nalgas. No sé porque estas palabras me hicieron sentir muy bien, pero yo le sonreí y le pedí otro beso.
Tras un rato en el que me dejó descansar, volvió a prender el coche y puso rumbo al mismo parque donde me había recogido, durante el camino nos pusimos de acuerdo sobre qué días nos veríamos después de la escuela, además de en qué partes podíamos vernos durante los recesos, quedando convenido uno de los baños más alejados del edificio principal, en donde raramente el personal de aseo iba. Además, quedamos de acuerdo sobre que fines de semana tendríamos nuestras citas, ya que para este momento ambos habíamos concordado en que éramos una pareja. Un profesor de cuarenta años, enamorado de su alumna de trece.
Al llegar a mi casa, me di cuenta de lo tarde que era, por suerte mis padres aún no habían llegado, por lo que alcancé a bañarme y a comer algo. A la hora llegó mi mamá, la cual me preguntó sobre mi día en la escuela, después llegó mi papá, y tras unas horas, cenamos juntos en familia, claro que yo en ese momento estaba sonriendo de oreja a oreja, ya que me sentía muy feliz por lo que justo había vivido junto a mi profe.
Durante el resto de la semana, nos reunimos dos veces más mi profe y yo, una fue el miércoles en el baño acordado, en donde le di una mamada, sorprendiéndole una vez más por mis habilidades sexuales. Obviamente otra vez se puso algo celoso, al saber que ciertamente yo ya había tenido experiencias sexuales previas, sin embargo, le aclaré que, de todos, él era el mejor.
La segunda vez que nos vimos esa semana, fue el viernes, en esta ocasión una vez más pasó por mí en su carro, aunque esta vez solo nos besamos en su coche durante un buen rato, hasta que por fin me regresó a mi casa. Estas acciones se volvieron nuestra rutina, aunque variando los días, y las acciones que hacíamos, por ejemplo, había veces en las que solo platicábamos, u otras en las que cogiamos en los baños (momentos en los cuales él llevaba condones).
En cuanto a las clases, él siguió siendo el mismo profesor inflexible de siempre, y aunque me seguía regañando, nuestras interacciones claramente habían cambiado, ya que se había suavizado conmigo, además, comenzó a ponerme mejores calificaciones en mis trabajos (por lo que logré mi cometido de no reprobar, aunque en mi plan original no planeaba enamorarme de él).
Durante algunos fines de semana salíamos en nuestras citas, yendo a comer, o al cine, momento en el que él me daba flores y me compraba cosas. Comúnmente durante estas salidas no teníamos sexo, ya que preferíamos disfrutar en día en otras actividades. Sin embargo, y ante mi sorpresa, mi madre terminó descubriendo que yo estaba enamorada (aunque no sabía de quien).
Ese día en que mi madre me dijo que teníamos que hablar, yo me espanté mucho, ya que pensé que lo había averiguado todo, empero, ella solo sospechaba de mí. Por lo que me dio la típica charla en la que me pedía que tuviera sexo seguro (lo cual me sorprendió ya que no esperaba que fuera de mente tan abierta, y menos considerando que yo tenía trece años). Además, me dijo que ella no me prohibiría salir con nadie, siempre y cuando esto no afectase a mis estudios.
Cuando pase de año escolar, yo me sentí muy triste, ya que significaba que no vería a Víctor tan seguido como estaba acostumbrada, empero, nuestras citas siguieron durante los fines de semana en vacaciones de verano. Siendo el suceso más importante de esta época, la ocasión en la que me quedé durante un fin de semana completo en su casa.
En esa ocasión, yo le dije a mi mamá que una amiga me había invitado a una pijamada, a su vez, a esta amiga yo le dije que había conocido a un chico y que quería pasar el fin de semana con él y su familia, pero que mis padres no me dejarían. Gracias a estas dos mentiras yo obtuve una buena coartada y el permiso para estar todo un fin de semana con Víctor.
Durante ese fin de semana cogimos como conejos, parando solamente para hacer las necesidades básicas de ir al baño, comer y dormir. Fue durante esta estancia, que el profe me dio mi primera lamida de vagina, la cual fue extraordinaria, ya que jamás había experimentado algo tan delicioso en mi vida. Además de esto, aprendí muchas nuevas poses para coger, siendo la que más me gusto, una en el que él se sentaba al borde de la cama, y yo me abrazaba a él, rodeando su espalda tanto con mis piernas como con mis manos, a la vez que lo besaba mientras el me cogía lentamente.
A partir de esta experiencia, cuando entré al tercer año de secundaria, no era raro para mí, pedirle permiso a mi mamá para ir a quedarme a “dormir a la casa de mi amiga”, momento en que yo aprovechaba para estar con mi profe, al grado que él me compró mi propio cepillo de dientes, y ropa para que yo usase durante mis estancias. De entre las prendas que me consiguió (gracias a mi insistencia), fue un set de cinco tangas de distintos colores, las cuales se volvieron la prenda favorita de mi profesor, pidiéndome que también las usara los días en que tendríamos nuestros encuentros en la escuela.
Realmente no quiero resumir tanto mi tercer año de secundaria, pero básicamente mis interacciones con mi profe se pueden reducir a vernos en el colegio, salir algunos fines de semana, y quedarme en su casa otros fines. Aunque lo que sí que quiero destacar es que por suerte no quedé embarazada durante esa época, ya que había algunas ocasiones en que se nos olvidaban los condones, y el profe eyaculaba dentro de mí.
Cuando pase a prepa todo cambió, ya que ahora si deje de coincidir tan seguido con mi profe, ya que, aunque seguía en la misma escuela, nuestros horarios eran muy distintos, motivo por el cual solo nos veíamos algunos fines de semana. Esto ocasionó que Víctor se volviese más posesivo conmigo, ya que temía que yo me encontrase a un muchacho de mi edad con él cual terminaría saliendo.
A pesar de mi insistencia en que yo no sería capaz de engañarlo, su cambio de actitud hacía mí, generó que nos fuéramos distanciando, al grado en que terminamos durante un tiempo, debido a una gran discusión que tuvimos uno de los fines de semana que me quedé en su casa. Esta ruptura me puso muy mal a mí, ya que en verdad lo quería mucho, y por lo que me enteré, el profe también se puso más gruñón tras nuestra ruptura.
Sin embargo, no duramos mucho tiempo separados, ya que a las semanas el me buscó después de terminadas las clases, pidiéndome un momento para hablar (claro que lo hizo cuando nadie estaba cerca). Cuando escuché esto, yo traté de hacerme la digna, sin embargo, mi amor terminó venciéndome, por lo que acepté platicar con él, terminando esta conversación en una reconciliación, como condición ambos nos comprometíamos a ser más abiertos y menos posesivos.
A partir de este punto, tuvimos muchos altibajos en nuestra relación, la cual terminó definitivamente cuando yo tenía dieciséis. Víctor al no soportar no estar conmigo, renunció de su trabajo, momento en el que le perdí la pista. A pesar de todo, esta relación me enseñó muchas cosas, como el verdadero amor que un hombre te puede dar, y que yo era lo suficientemente buena como para enloquecer a un hombre. Lo que más me da risa de recordar esta relación, es que inició por una buena nota, pero terminó haciéndome madurar en la vida.
Después de la ruptura con Víctor, volví a las relaciones fugases, pero ahora con chavos de mi edad, los cuales carecían de aquella pasión que Víctor me dio, y que no volví a experimentar hasta un par de años después, cuando me involucré con un amigo íntimo de mi papá. Sin embargo, siempre trate de mantener un perfil bajo en mis relaciones, tratando en cada momento en no llamar la atención de mis profesores, pero, sobre todo, de mis papas.
Ahora bien, cuando terminé la prepa, fue cuando conocí a Manuel, un amigo de la Universidad de mi padre, quien era muy cercano a la familia, y tiro por vuelta nos visitaba. Yo a mis 18 años la verdad ya está más que bien formada, puesto que la pubertad me favoreció bastante bien, ya que no solo mantuve mis bien formadas nalgas, sino que también me crecieron los pechos (si bien no a un tamaño enorme, pero el cual me permitía usar lindos escotes).
Con estos atributos, mi juventud, y mi actitud coqueta yo sabía que no había nada en el mundo que se me pudiera negar. Prueba de ello había sido Víctor, quien cayó loco por mí a pesar de que no contaba con este cuerpo tan llamativo. Pero bueno volvamos a Manuel. Él era un hombre de unos cincuenta años, gordo y calvo, pero sumamente alegré.
Manuel era un ingeniero bien posicionado, él cual había logrado no solamente consolidar un negocio de venta de productos químicos, sino que también tenía negocios en otros rubros muy distintos, lo cual le permitía a él y su familia gozar de una muy buena posición económica. Para ser sincera a mí me daba algo de asco aquel hombre, quien desde que vio mi florecimiento buscaba estar a solas conmigo, a pesar de que su mujer y su hijo estuvieran presentes.
Aunque nunca logró su cometido, ya que siempre lograba escabullirme de su lado. Pero todo esto cambió cuando salí de la prepa, ya que en ese entonces yo comencé con mis tramites a la Universidad, sin embargo, mis padres no podían costearme más que una carrera en la Universidad pública, y para mi desgracia mi inteligencia no me dio lo suficiente como para poder entrar a la carrera de derecho, la cual era una de las más competidas, y en donde si no tenías contactos o inteligencia, no podías entrar. Por lo que mi única opción para estudiar esta carrera era irme a una Universidad privada.
A sabiendas que un trabajo no lograría cubrir mis gastos, decidí pedirle ayuda a Manuel. Fue así como, en una de sus visitas a la casa, yo fui la que buscó separarlo del resto de la familia, para lograr esto, le pedí que me acompañase a la tienda a comprar refrescos, ya que ya se habían acabado los que había en la casa. Él gustoso aceptó.
Al salir de la casa, noté inmediatamente la mirada fija que él posó sobre mi escote y mis nalgas, cosa que, si bien me molestaba, sabía que debía dejar pasar para lograr mi cometido, Durante el trayecto Manuel me hizo platica, preguntándome sobre qué es lo que haría ahora que había salido de la prepa. En ese momento yo aproveché y le expuse toda mi situación, poniendo especial énfasis en mis grandes deseos por estudiar, momento en el que lo tomé del brazo.
La verdad no se si escuchó algo de lo que dije, ya que su mirada estuvo clavada todo el tiempo en mis senos, sin embargo, reaccionó cuando de una manera bastante directa le pregunté si él no podría ayudarme con mis estudios. En ese momento Manuel se paró en seco y me volteó a ver, para luego decirme:
Manuel. – ¿De cuánto sería esa ayuda?
Yo le dije la cantidad que previamente había estimado, contando la paga de la matricula y útiles. En cuanto Manuel escuchó la cifra, se quedó helado y me volteó a ver diciéndome.
Manuel. – Eso es muchísimo dinero.
Yo. – Lo sé, pero no sé a quién más recurrir, tú eres el único que conozco que tiene tan buen corazón. Pero no creas que te estoy pidiendo que me pagues la carrera de forma gratuita, sino que me gustaría que lo vieses como un préstamo-. Momento en el que me incliné sutilmente, mientras que con mis dos brazos apretaba mis tetas, haciéndolas ver como si se fueran a salir.
Manuel. – ¿Y cómo me lo pagarías?
Yo. – Pues una vez que salga de estudiar y consiga un trabajo, puedo ir abonándote poco a poco.
Manuel. – Pero eso tardaría años, además, no sé qué diría mi esposa.
Yo. – O, también puedo pagarte de otra forma -. Momento en el que me pegué a su brazo, el cual quedó incrustado entre mis tetas. Manuel se puso rojo, y tras una pausa me apartó de si y como tratando de aparentar ser el adulto correcto me dijo:
Manuel. – ¿Cómo puedes decir esas cosas?
Yo. – Vamos, se cómo me miras, sé que en realidad te mueres por cogerme.
Manuel. – Cállate no digas esas cosas, que diría tu padre si te escuchara.
Yo. – Ni él, ni tu esposa se tienen que enterar de esto, yo estoy dispuesta a ser tuya por el tiempo en el que estudie, pero claro que me tendrás que pagar todo lo que yo necesite durante la carrera.
Manuel se quedó callado, como meditando sobre esta propuesta, yo sabía que en realidad quería decir que si, ya que podía notar en sus ojos la gran lujuria con la que me estaba deseando, al saber que por algo de dinero me podría tener a mi como su mujer.
Manuel. – Déjame pensarlo.
Yo. – No te tardes mucho, que no eres él único que esta más que dispuesto a ayudarme (obviamente esto no era así, pero si algo había aprendido de madre al verla vender casas, es que, si querías que uno de tus posibles clientes comprara una cosa, debías hacerle creer que aquella cosa que querías vender era sumamente deseada, y que, si no se daba prisa, alguien más se la ganaría).
Durante el resto de la reunión, noté como la actitud de Manuel cambió, ya que se puso en extremo pensativo, volteando a verme de vez en cuando, para por fin tras un buen rato de meditarlo, se fue a platicar con su esposa a un rincón. Por la cara de sorpresa de aquella mujer deduje que estaban hablando sobre apadrinarme en la Universidad, y ante mi sorpresa, ella asintió durante todo momento, e incluso volteó a verme, para después mostrarme una sonrisa.
Ya casi al finalizar la reunión Manuel se puso de pie y con voz alta pidió la atención de mi familia y la suya, momento en el que nos mencionó que, tras discutirlo con su esposa, ellos habían decidido ayudarme con mis estudios, claro que solo si mis padres aceptaban.
Mi padre fue el primero en mostrarse reacio diciendo que era mucho dinero y que no tenía por qué hacerlo, sin embargo, Manuel en una jugada bastante inteligente lo convenció apelando a su larga amistad, destacando que él nos veía como su propia familia y sabía que amigos así debían estar unidos ante toda adversidad, además, le mencionó que afortunadamente el dinero no era un problema para ellos, y que estarían más que felices de ayudar a una joven tan prometedora como yo. (Discurso que probablemente le dio también a su esposa para convencerla).
Tras este conmovedor discurso, mis padres aceptaron, y yo de manera bastante discreta le guiñé un ojo, para luego públicamente y sumándome a mis padres, abracé a mis padrinos de estudios universitarios. En cuanto Manuel se iba con su familia, me susurro que esperaba que yo cumpliese mi parte del trato, a lo que yo le respondí claramente que no debía preocuparse, que daría lo mejor de mí.
Una semana después, empecé a preparar mi solicitud a la Universidad con ayuda de mis padres, contando con la presencia de Manuel, quien quería estar involucrado en todo momento, con el fin de saber la cantidad exacta que debía desembolsar. Una nota aclaratoria, es que a pesar de que tuve que presentar un examen para ingresar a la universidad que elegí, su prueba era una vil burla a comparación del de la escuela pública, además, no entré ese semestre a clases, sino que tuve que esperarme al siguiente para poder entrar, ya que para ese momento se me había pasado el tiempo de admisiones.
Durante mi semestre sabático Manuel me ofreció un trabajo como su ayudante, con el fin de que yo fuese viendo como era el mundo laboral, excusa bastante floja para poder pasar el tiempo a solas conmigo. Sin embargo, tanto mis padres como yo aceptamos su oferta, ya que de esa forma yo me mantendría ocupada, además de que ganaría dinero y algo de experiencia laboral.
El primer día de trabajo, Manuel pasó temprano por mí, momento en el que les dijo a mis padres que si estaban de acuerdo él me recogería y me llevaría de vuelta al terminar la jornada laboral. En cuanto estuvimos algo alejados de la casa, Manuel posó su mano sobre mi pierna expresando que ese mismo día me haría su mujer.
Para esto, marcó a su oficina diciendo que ese día se iba a ausentar, para después dar algunas indicaciones. Acto seguido me volteó a ver y me dijo que iríamos a un motel a las afueras de la ciudad, que yo no me preocupase, que el dueño era su amigo y nadie se enteraría que estuvimos allí.
Yo la verdad estaba bastante calmada, ya que no sería la primera vez que un hombre mayor usaría mi cuerpo a placer. Por ese motivo no me opuse a nada y lo seguí sin rechistar. Al llegar al motel, él amigo de Manuel nos recibió, diciendo un comentario bastante obsceno acerca de mí, el cual yo deje pasar.
Después no dirigimos al cuarto que Manuel había rentado. Ni bien habíamos ingresado a la habitación, Manuel se abalanzó sobre mí, besándome de una manera bastante osca, mientras que con sus manos sudorosas apretaba mis nalgas y mis pechos. En un respiro que dio, se alejó de mí y comenzó a desvestirse, dejando ante mí una escena bastante cómica, ya que era el típico hombre gordo con pito chico, de no haber sido porque tenía una gran erección, ni lo habría notado.
Al ver esto, yo me puse feliz, ya que sabía que mi tarea sería bastante sencilla. Con el fin de demostrarle que yo estaba dispuesta a complacerlo, lo hice sentarse al borde de la cama, para después yo comenzar a desvestirme de una manera lenta y sensual, haciendo contacto visual en todo momento, para terminar, poniéndome a gatas, para después gatear rumbo a su entrepierna, momento en el cual agarré con mi mano derecha su pene, comenzando a masturbarlo lentamente mientras lo veía directo a los ojos.
Cuando vi que se estaba poniendo ansioso, me llevé su pene a la boca, comenzando a lamerlo desde la base, hasta la punta, para luego introducirlo por completo en mi boca, mientras que con mis manos jugaba con sus bolas. Gracias a mis habilidades con la lengua, Manuel no tardó ni cinco minutos en venirse en mi boca, momento que aproveche para mostrarle su semen al interior de mí, para después tragarlo lentamente, asegurándome de limpiar mis dedos como si de una delicia se tratase.
Esto lo volvió loco, ya que, si bien acababa de venirse, una vez más estaba erecto, por lo que decidí que era hora de coger. Agarré uno de los condones que estaban en el cajón del mueble junto a la cama, y con mi boca se lo puse en el pene. Después lo empujé de tal forma que quedara recostado y con los pies al aire, momento en el que me subí en él para así iniciar a montarlo. Al inició el solo se limitó a disfrutar, pero después de un rato comenzó a estrujar mis pechos de una manera bastante violenta, llegando a pellizcar mis pezones en repetidas ocasiones, además, de vez en cuando ponía sus manos en mis caderas, con el fin de él tomar el control de la velocidad de las penetraciones, sin embargo, se quedaba sin energía con bastante facilidad.
A pesar de que yo en realidad no estaba disfrutando de aquel encuentro, decidí gemir con bastante locura, como si de una porno se tratase, ya que sabía que eso hacía enloquecer a los hombres, además, entre gemidos le decía que era el mejor hombre que me había cogido, y que yo era muy afortunado de tenerlo (cosa que en realidad no pensaba, pero que sabía que me serviría para ponerlo a mis pies).
Manuel por su parte bufaba y me decía que yo era su putita, mientras que repetía que él era él afortunado por haberme hecho su mujer. Después de unos quince minutos, eyaculó y al ver que ya no tenía más energía en ese momento, decidí acostarme sobre su pecho, él cual era bastante peludo, y como si en verdad yo estuviera en una porno, comencé a besarle el pecho, a la vez que jugaba con mis dedos con algunos de sus vellos.
En la cara de Manuel yo podía ver una satisfacción total, ya que de seguro hacía mucho que no cogía, y menos con alguien tan joven como yo. Mientras estábamos acostados, Manuel comenzó a contarme todos sus problemas, poniendo énfasis en que su matrimonio se estaba cayendo a pedazos, además, me decía que se sentía algo culpable de estar cogiéndose a la hija de su mejor amigo. Por mi parte yo solo me limite a escucharlo mientras jugaba con sus vellos.
Unas horas después Manuel estuvo listo para el segundo asalto, momento en el que me pidió que me acostase bocarriba, para después el bajar a mi entrepierna y darme una lamida de vagina. La verdad era bastante torpe y no sentí ningún placer con sus lengüetadas, aunque tuve que aparentar que sí. Tras unos minutos insufribles en donde tuve el peor oral de mi vida, Manuel se reincorporó, poniendo su pene en la entrada de mi vagina, al ver que lo iba a meter sin protección, me reincorporé de un salto en la cama, acerqué un condón y se lo volví a poner con la boca, acto seguido volví a mi posición de acostada.
Manuel se molestó un poco por tener que usar protección, pero eran más sus ganas de cogerme, que dejo de lado esa situación. Con algo de torpeza me abrió de piernas, introdujo su pene y comenzó a embestirme. Esta vez sí que sentí algo, ya que, gracias a su peso, sus embestidas hacían que su pene entrara más que la vez anterior, sin embargo, sus otras acciones impedían que yo sintiese placer, ya que, de un momento a otro, se dejó caer encima de mí, pegando su cuerpo gordo y sudoroso al mío, lo cual me dio bastante asco.
Yo traté de aguantar lo más que pude, pero su peso me estaba asfixiando, por lo que lo tome de la cara y lo bese, para luego empujarlo y pedirle que mejor me diera en cuatro. Él aceptó, yo me puse de perrito y él volvió a meter su pene, aunque en esta ocasión debido a mis nalgas su pene no entraba en su totalidad. Sin embargo, esto no lo detuvo en buscar embestirme con la mayor fuerza que tenía, sintiendo las gotas de su sudor por toda mi espalda.
Tras un rato, por fin se cansó, por lo que decidí volver a cambiar la posición, montándolo una vez más. Fue en esta posición en la cual lo hice eyacular, y una vez más caímos rendidos en la cama. Aunque esta vez yo no me recosté con él, ya que me dirigí al baño para así limpiarme el sudor, momento en el cual Manuel aprovecho para meterse conmigo. Para mi fortuna, él ya no tenía erección, por lo que en el baño se limitó a toquetear todo mi cuerpo, a la vez que me pidió que lo lavase usando mis tetas y mi vagina.
Yo seguí todas sus órdenes, ya que sabía que con eso lo podría controlar. Una vez nos bañamos, le dije que tenía hambre, que si me podía llevar a comer a un restaurante. Manuel que se encontraba bastante satisfecho me dijo que sí, por lo que mi día en el motel terminó tras solo dos encuentros. Claro que, durante el trayecto al restaurante, Manuel me estuvo toqueteando descaradamente, sin embargo, yo lo convencí de que me llevará a un lugar de cortes bastante caro, en donde probé una de las mejores piezas de carne en mi vida.
Al terminar de comer, le dije que, si me podía llevar a mi casa, ya que quería hacer algunas cosas. Manuel aceptó, diciéndome que el día de mañana me llevaría a su trabajo, ya que no quería que sospechasen de él, pero que en los descansos debía coger con él en su oficina. Yo le dije que estaba de acuerdo. A unas cuadras de llegar a mi casa le pedí que se detuviera, para así plantarle un beso en la boca, luego le dije que acelerara, dejándome por fin en mí casa.
Cuando entré a mi casa, mis padres me preguntaron bastante emocionados acerca de mi primer día de trabajo, yo les contesté con mentiras acerca de lo bien que me la había pasado con el señor Manuel, y que sabía que aprendería muchísimo de él. Después les conté que me había invitado a comer a un buen restaurante de cortes, con el fin de celebrar mi primer día de trabajo. Esto último hizo que mis padres me pidieran que no abusara de su bondad.
El día siguiente hicimos lo que Manuel me dijo, me presentó en su trabajo, me empezó a mostrar de manera breve lo que yo debía hacer, para después llevarme a su oficina, en donde le mame el pene. A la hora de la comida me volvió a llevar con él a comer, aunque esta vez fue a un restaurante de comida corrida, en donde me presentó a las cocineras como su aprendiz.
Al regresar de comer me volvió a llamar a su oficina, en donde me pidió que me pusiera en cuatro apoyada sobre su escritorio, momento en que me bajo mis pantalones y me penetró (obviamente usando un condón que yo previamente le había puesto con la boca). Como una vez más se cansó, yo tuve que montarlo sobre su silla, hasta que por fin eyaculó, soltando un pequeño gemido, el cual tuvo que acallar con un beso. Acto seguido volví a mi puesto de trabajo, hasta que dio la hora de salida, momento en que me llevó a mi casa.
Rescato la historia del profesor. Muy erótica, romántica y excitante. Todo por un plan de seducción que terminó en enamoramiento.
Woah qué buena historia y como continuará?
Sigue por favor