Mini Relato Erótico: "Carnaval"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Cazalet.
"CARNAVAL"
escrito por Cazalet
Ya no tengo novia. No me enorgullezco, me ha dejado por un italiano. Hecho polvo, decido perderme en la noche de carnaval. Elijo, como no, un bar de copas brasileño. Me siento cortado en medio de toda esta gente, así que voy a la barra y me pido una caipirinha.
Entonces, la veo. Morena, alta, el pelo en tirabuzones. Los trazos del rostro finos, excepto los labios carnosos. La acompaña una rubia de rostro simétrico, ojos verdes y cuerpo esbelto.
Me acerco con la autoestima al borde del abismo. La morena es brasileña, se llama Cristina, lleva un año en España y trabaja en un bar de copas. Comparte piso con la rubia, que es polaca y se llama Renata.
Renata se fija en mí, y Cristina sólo está siendo educada. Así que después de bailar y reírnos un rato, beso a Renata.
Son las cinco de la mañana. Renata me invita a su casa y Cristina decide no quedarse sola. La brasileña ha rechazado a todos los borrachos que se han acercado. Pillamos un taxi los tres y llegamos a un piso en el Paseo de las Delicias.
La polaca se va al lavabo. Oigo como suena su móvil, desde el baño. Renata contesta en polaco. Aparece en el salón, coge su bolso, se pone la chaqueta y sale. Ni siquiera me mira.
“Renata tiene novio. No creo que vuelva. Lo siento”, dice Cristina. Se compadece de mí y me prepara café brasileño: negro, dulce y caliento. Me sienta bien. Me levanto y cojo mi chaqueta. La brasileña me lleva hasta la puerta. Me despido.
Antes que ponga el pie en la calle, siento su mano tocarme el hombro. Me mira directamente a los ojos, se acerca despacio, segura, orgullosa. Inclina la cabeza y me besa en los labios. Introduzco la mano por debajo de su camiseta, sobre la piel de la espalda. La niña emite un gemido y me mete la lengua en la boca. Me agarra por la entrepierna y abre la cremallera. Se agacha, traviesa, y libera mi pene de su prisión.
Cristina traga mi polla hasta el fondo de su garganta. Lo deja así un momento, sin respirar. Se atraganta. Empieza a mamar concienzudamente, desde la punta hasta la base, suave, fuerte. Me lame las pelotas sin pudor. Nos desnudamos, me siento en el sofá y ella sube encima mío, frotando los labios de su coño contra la glande dura y roja.
Entro hasta la mitad. Cristina gime y su sexo me aprieta. Pero está húmeda, así que la saco y vuelvo a meter. Entera. Está mojado, caliente, prieto. Sus nalgas golpean contra mis muslos mientras me pierdo en los pezones duros. Se corre, tirándome de los pelos, y parece desfallecer. Se recupera. Su sonrisa es un sueño dorado.
Se gira de espaldas a mí y vuelta a empezar. Pero entra con dificultad, así que abro bien los ojos y me doy cuenta que intenta meterme en su ano. Moja mi verga con su saliva, sigue presionando en medio de los dos globos morenos. Resbalo hacía dentro, salgo, vuelvo a entrar. Estallo dentro de su cuerpo carioca.
Abro los ojos. Renata nos observa desde el umbral de la puerta. Está completamente desnuda, excepto por los tacones. Me sonríe.
(Cazalet – Copyright 2006)
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