Mis aventuras con julia 1ra parte
Mi nueva vecinita de 11 años me vuelve loco.
Mis aventuras con Julia
Después de leer varias publicaciones en esta página, decidí escribir y así contarles lo que viví a los 16 años, hoy tengo 42.
Verano del 83.
La casa donde me crie tenía unos 50 metros de patio, era un gran patio de césped y en varano solíamos armar una pileta de lona, la llenábamos y después del almuerzo a eso de las 2 de la tarde, mientras mis padres iban a dormir una siesta, yo tenía por costumbre refrescarme en ella y disfrutar del agua un par de horas.
Cabe destacar que al lado de casa había una serie de departamentos de una planta y todos ellos poseían una escalera que los llevaba al techo de estos y algún que otro vecino había enrejado el espacio y con ello contaban con una terraza. Era enero y estaba en la pileta refrescándome cuando de pronto escuché un – Hola- miré buscando la fuente de aquella vocecita y al mirar de un lado al otro escuché una risita, seguí el sonido, miré arriba y la vi.
Una niña me miraba desde la terraza de doña Norma, una mujer mayor que vivía en unos de los departamentos de al lado, el número 7. Asombrado salude.
– Hola, contesté
– ¿Cómo te llamas?, preguntó la nena
– Raúl ¿Y tú?
– Julia, ¿Qué haces?, pregunto ella.
Y desde allí comenzó una charla informal entre ambos, ella tenía 11 años y estaba pasando el verano en casa de su abuela, pues sus padres habían viajado fuera del país por una cuestión de negocios, por los cuales decidieron dejar a Julia a disfrutar el verano con su Abu, así solía referirse a ella, también me contó que no solía venir mucho pues como sus papás estaban atareados con la empresa familiar, no solían disponer de demasiado tiempo y ella prácticamente se había criado con niñeras, Una nena rica, pensé para mis adentros.
Después de aquella charla Julia y yo nos hicimos amigos, ella venía cada tarde y charlaba desde su terraza y de a poco fui conociéndola cada vez más, me parecía sumamente bonita, pues era delgada, sus ojos eran grandes y marrones, de nariz respingona y una preciosa boca que dibujaba una maravillosa sonrisa cuando hacía. Siempre que venía charlábamos de cualquier cosa y ella sacaba temas sin trascendencia, los cuales yo escuchaba y seguía la conversación, una de esas tardes July apareció con una faldita rosa y una camisetita blanca sin mangas, siempre la veía en short, nos pusimos a conversar como siempre, pero esta vez desde mi punto de vista, al mirarla de pie en la terraza, podía verle su calzoncito, era blanco con florecillas rosas, mientras charlaba le veía su cómo se dibujaba su vaginita con ese calzón ajustado y sin quererlo comencé a sentir palpitaciones en mi pene, cabe destacar que hasta ese momento la veía solamente como mi amiguita Julia y nunca había sentido ningún tipo de atracción, pero al verla con esa faldita, con su calzón pegadito a su piel y como la tela de su falda dibujaba las curvas de su culito muy bien formado para su edad, no pude evitar que mi sexo reaccionara y desde allí mi visión de ella cambió.
Esa tarde cuando se fue, fui al baño y me masturbé pensando en ella, claro, solía imaginarme el sexo, pero en aquellas épocas era bastante difícil a mi edad y con los amigos del barrio solíamos traficar alguna revista porno robadas a nuestros padres, eso era lo que teníamos y con ello fuimos descubriendo lo que se hacía, como era que te chupen el pene, el sexo vaginal, el anal, etcétera.
Y bueno, desde aquella tarde ansiaba ver a Julia con vestido, así que la esperaba ansioso, un par de días vino con un short y camisetas y luego no la vi por un par de semanas.
Ya desilusionado y pensando que quizás habría regresado a su casa me dedique a seguir con la rutina diaria. En ello estaba cuando una tarde de mucho calor me zambullí en la pileta y vi por el rabillo del ojo que Julia se asomaba desde la terraza, lo extraño es que no saludo y se quedó mirándome, yo no le dije nada e hice como si no estaba, entonces tuve una idea, me bajé el short y quede desnudo, me puse boca arriba para que ella me vea bien y el simple hecho de saber que me miraba provocó que tenga una erección brutal, sentía como mi carne estaba tirante y la dureza e hinchazón de mi miembro era increíble, vi que ella se escondía un poco pero no dejaba de mirar, sus carita reflejaba asombro y se movía buscando un ángulo para ver mejor, así que me puse en pie para que vea toda la erección y comencé a masturbarme. Ella miraba concentrada en mis movimientos hipnotizada entonces.
– Hola, dije y ella dio un respingo como si la sacara de su estupor.
– Ho…hola, dijo tragando saliva y asombrada, – ¿qué haces?, preguntó con algo de miedo
– Nada, solo me masturbo, cosas de chicos
– Yo nunca vi eso, dijo temblorosa
– bueno es muy normal que los chicos hagamos esto, las chicas también lo hacen, agregué.
– ¡¡¡¿¿EN SERIO??!!, dijo ella abriendo bien los ojos.
– Si pero diferente, le dije, es algo muy rico, si quieres puedo enseñarte.
Y allí me quede esperando una respuesta agarrando con mi mano derecha el pene duro como una piedra. Al principio la vi con la mirada perdida como pensando algo, luego miro mi pene y dibujó una pequeña sonrisa.
– Bueno, contestó
Vi que llevaba unos vaqueros y pensé que si hacia algo en la terraza y alguien aparecía sería muy difícil explicar porque una niña estaba con los calzones y el pantalón bajo, entonces le dije.
– Dale, pero antes tienes que cambiarte, ve y ponte esa pollerita rosa con la que viniste hará un par de semanas y sácate la bombacha.
Su cara reflejaba emoción y una mezcla de picardía, sonrió me hizo señas que esperara y desapareció, me quedé mirando arriba, esperándola, mientras lo hacía me subí los pantalones y quede con el short en carpa, respirando agitadamente y el corazón a punto de estalla, pensaba en lo linda que era, en el culito pequeño y respingón que tenía, en esas piernas y en lo peladita que tendría la conchita, a cada pensamiento se incorporaba una imagen y un palpitar de mi pene y fue en ese instante cuando apareció, con la faldita casi mini falda rosa, mis ojos casi saltan cuando llegué a notar que estaba sin bombacha y podía ver los pliegues de su vagina totalmente pelada y rosada.
– ¿y ahora qué hago? -, preguntó, al mismo tiempo que se acuclillaba y con ello mostró con todo su esplendor su vagina rosada, sus labios vírgenes y sus nalgas se separaron y desde mi posición llegue a ver los rosados pliegues del nudo de su ano.
Tragando saliva por la emoción le indique que tal cual estaba, escupa un poco de saliva en su mano y comience a tocarse la conchita, ella así lo hizo y a medida que iba y volvía sus deditos por la rajita, sus labios se iban separando de a poco y su vaginita comenzaba a hincharse un poquito, Julia continuó con el tocamiento, mientras se miraba con el entrecejo fruncido, como si estuviese investigando, al rato su rostro comenzó a relajarse, sus cejas se arquearon un tanto y comenzó a morderse el labio inferior de su boquita, escupió un poco más de saliva y – Intenta meterte un dedo – le indique mientras me tocaba el pene por debajo del short, ella me miró, asintió y puso su mono sobre sus labios vaginales su dedo central comenzó abrirse paso entre sus labios y tímidamente fue introduciéndose cuando entró casi entero, Julia dejó escapar un gemido y tal vez por instinto o por gusto, ella comenzó a meter y a sacar su dedo rítmicamente, luego su respiración se tornó cada vez más entrecortada por la agitación, el placer la llevó a acercar su otra mano a su bica y comenzó a chuparse el dedo anular, mientras se metía y sacaba el dedo en su conchita que cada vez estaba más rosadita, un par de movimientos más y Julia acomodó un segundo dedo y se lo metió también a hora tenía dos dedos follándole el coñito que ahora se había mojado solito, sin necesidad de saliva, ella al notarlo comenzó a cogerse más rápidamente mientras sus dedos entraban y salían en un desaparece y aparece frenético, a estas alturas ya no respiraba agitada, sino que ahora emitía unos gemidos continuos mientras se chupaba el dedo que tenía en su boca cada más ansiosa, en este ritmo constante estaba cuando su vagina comenzó a sacudirse y su ano palpitaba al unísono y sin previo aviso vi para mi satisfacción, que a esta hora del partido, yo estaba masturbándome frenéticamente observando aquel maravilloso espectáculo, como July caída de cola, sentada con las piernas abiertas mientras su vaginita lanzaba unos chorritos de flujo dando paso a un hermoso y húmedo orgasmo, ella temblaba y elevaba su carita al cielo como agradeciendo el momento, por mi parte al ver esto sentí mi polla comenzó a palpitar y el cosquilleo desde su interior dio paso a una explosión de semen que salió disparada lejos, luego otro palpito y un segundo disparo, uno más y después otro.
Al acabar los dos, cada uno en su lugar, nos quedamos mirando, julia fue relajándose y sin dejar de mirarme dijo.
– Me encantó, darme gustito, ¿podríamos repetirlo verdad?
– Claro que sí, mañana mismo si quieres.
– Dale, hasta mañana entonces.
Se levantó y se fue saltando alegremente, la vi desaparecer y me quedé con ganas de más, debía de encontrar la forma de estar solos y juntos en algún lugar.
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