MIS AVENTURAS V (EL TÉCNICO)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por XCITANTDLC.
Era media tarde sonó el portero del departamento y cuando atiendo se anuncia como dicho técnico, así que lo dejo subir.
Al abrirle la puerta vi que este era el mismo que nos había instalado el sistema y que además había hecho en distintos momentos, algunas reparaciones eléctricas en casa.
Y eso me tranquilizó un poco, porque además me inquietaba tener que dejar entrar a alguien totalmente desconocido.
Él venía solamente con un pequeño maletín de herramientas.
Nos saludamos muy amablemente y le permití pasar, le comenté que lo recordaba de las veces anteriores pero que no recordaba su nombre, porque siempre lo atendía mi prima.
Se sonrió pícaramente, me dijo que no había problema en que no recordara su nombre, que se llamaba Phill y que justamente mi prima le había pedido que viniera él, ya que eran amigos y le tenía confianza para enviarlo.
Mientras se ubicaba para trabajar, le ofrecí un café, lo que aceptó gratamente.
Mientras preparaba el café, una idea me surgió de repente, como era un amigo de confianza.
Un hombre joven, de aproximadamente 22 años, estaba en buen estado físico y era simpático.
Así que me propuse completar mi plan.
Le avisé que por unos minutos me ausentaría, porque unos minutos antes había llegado de mi trabajo y necesitaba darme un baño y cambiarme y que luego le llevaba su café.
Me dijo que fuera tranquila, que él tenía aun un tiempo para su trabajo.
Me fui al baño, me quité toda la ropa, abrí la ducha y dejé un poquito abierta la puerta, como para tentarle si por curiosidad se acercara a ella.
Esa situación me estaba excitando de verdad y tuve que darme algunas caricias como un adelanto y también como preparación.
Terminé mi baño, me envolví en una pequeña toalla, que tapara solamente lo justo.
Y con el cabello todavía dejando caer algunas gotas de agua y mojando la toalla, me acerqué a la habitación donde trabajaba, y le pregunté si estaba todo bien, me dijo que sí.
Le insistí y le pregunté si se le ofrecía algo, pero me contestó que no, que me quedara tranquila, pero recién ahí se dio vuelta y me vio.
Creo que no esperaba encontrarse esa imagen, porque sus ojos quedaron fijos recorriendo mi cuerpo sólo cubierto por la toalla.
Así que cuando terminó de recorrerme con los ojos y me miró a la cara, le sonreí y le recordé que cualquier cosa que necesitara sólo debía buscarme.
Me di vuelta y camino a mi habitación, cuando ya no estaba a su vista, dejé caer la toalla, como una señal marcando el camino, y continué los últimos metros toda desnudita.
Entré en mi habitación y otra vez dejé la puerta entreabierta, para que si quería podría observar o mejor aún entrar.
Casi todo el tiempo le di la espalada a la puerta para que si quisiera acercarse tuviera toda la libertad además de mostrarle mi atributo más alagado, mi cola.
Igualmente yo tenía continuamente vigilada la puerta con los espejos, pero se ve que Phill no quería defraudar la confianza que mi prima había depositado, en ningún momento se acercó a la puerta.
Todo esto no me iba a desalentar, por el contrario, más me calentaba la idea de cogerme al amigo de mi prima.
Así que recurrí a otras herramientas que tenía para la seducción, busqué una tanguita de satín, blanca que recién había comprado y todavía no había estrenado.
Por delante era sólo un pequeño triangulito que apenas tapaba mi conchita todita depiladita y por detrás sólo un hilo dental.
Arriba sólo me puse una playera blanca, muy ajustadita y que con mi cabello mojado, recostado sobre una de mis tetas, humedecía la playera e insinuaba la forma de mi pecho que con lo excitada que estaba, marcaba muy bien el pezón erguido.
Siempre me habían resultado las medias a tres cuarto de mi pierna, ya que me resaltaban la cola y en la combinación de blanco me quedaban muy bonitas.
Cerraba toda esta vestimenta con una muy cortita faldita tableada, que estaba al límite, para dejar ver un poquito más allá de lo permitido.
Con unos zapatos bastante altos que me permitían exhibir mis piernas con más delicadeza.
Toda esta preparación me había hecho calentar de una manera que hacía mucho tiempo no lo estaba, no hacía falta que me tocaran para que mi concha se mojara, ya estaba perfectamente en jugadita.
Volví donde estaba trabajando Phill, y le pregunté que cómo quería el café.
Él agachado en un mueble y dándome la espalda me contestó que igual que como yo lo tomara, mientras me acerqué un poco más cerca, yo le dije que a mí me gustaba bien caliente, en un tono algo censual, entonces se giró para observarme y sorpresa, yo estaba muy cerquita suyo y creo que desde su posición ha podido distinguir incluso mi tanguita banca.
Me giré como para ir a buscar el café, pero en realidad quería mostrarle la colita que podría comerse, me incliné un poquito a juntar algunas cositas que estaban sobre una mesa y para que tuviese una vista más completa.
Parece que estaba dando resultado la estrategia, porque en un tono medio nervioso me contestó que como yo lo quisiera estaría bien.
Enseguida volví con los dos cafés, los deje en la mesa, tomé su café, se lo acerqué en mano y luego le acerqué una jarrita con leche y le dije: ¿quieres leche también? Porque a mí me gusta con lechita calentita, y metiendo mi dedito en la leche, me lo llevé a la boca y lo chupé y le dije: mmmm, ¡me encanta la lechita!
Parece que todo esto ya le hizo olvidar la confianza que mi prima le tenía, porque entonces me tomó la mano y me dijo, a mí me gusta como a ti, y volvió a meter mi dedo en la leche y me lo puso en mi boca para que lo chupara y al sacarme el dedo me dio un beso metiéndome la lengua comiéndome hasta los labios, a lo que le respondí de la misma manera.
Mientras me besaba desmedidamente, tomó mi jarrita de leche y la colocó en una repisa junto a su taza de café.
Y ahora con sus manos libres me aprisionó contra su cuerpo acariciando mi espalda y mientras me besaba el cuello, entre cortándose con su respiración, me decía: así que ¿te gusta bien caliente? ¿Y con lechita calentita? Y me agarró la mano bajándomela hasta su bulto, y por encima de su pantalón hizo que la acariciara.
Noté que la erección era bastante buena, y como yo no dejaba de acariciárselo por mi propia cuenta, soltó mi mano y con suavidad, primero por encima de la minifalda, y luego directamente, acariciaba mi cola.
Con cada mano tomaba cada nalga y parecía que le gustaba jugar con ellas.
Me abría la cola, metía sus dedos por mi zanja, todo esto sin dejar de besarme en la boca y el cuello.
En verdad, ¡estábamos muy calientes!
Mientras que con una mano continuaba acariciándome la cola y jugando con el hilo dental, su otra mano subió suavemente por delante hasta mis pechos, por encima de mi playera, que ha este momento no necesitaba estar húmeda para denunciar mis pezones.
Bajó y con su boca empezó a chupar y morder mis pechos, haciéndome calentar cada vez más.
Metió sus manos por mi cintura y levantó mi playera dejando mis tetas libres para él, a lo que continué quitándomela.
Mis tetas estaban para que me las coma, oportunidad que no desaprovechó, sino que por el contrario, las supo chupar como pocos lo han hecho.
Bajó su mano, comenzó a acariciar mis piernas, y aunque le abría paso como para que fuese directo a mi vagina, continuaba acariciando mis muslos, por dentro y por fuera, tanto que, casi en desesperación levanté mi minifalda, mostrándole que necesitaba sus caricias en mi concha.
Tanto que apenas rozó con sus yemas el triangulito de satín, me miró y con una gran sonrisa me dijo: ¡Estás empapada! Comentario al que no hice mucho caso, sino que inmediatamente empujé su cabeza para que fuera a verificar directamente lo que acusaba, corrí mi tanguita y dejé que con su lengua y labios también me comiera la concha.
Parece que ya no le interesó mas eso, porque con mucho entusiasmo me empujó al sofá, me acostó, abrió mis piernas y me lamió chupándose todos esos jugos que desde la ducha había estado preparando para él.
Fue increíble, volvió a ponerme los pezones como roca y me tenía que controlar para que los gemidos no fueran tan fuertes, por los vecinos.
Me hizo vibrar varias veces, con su lengua llegó a hurgar dentro de mi colita mientras sus dedos, no sé cuántos, pero sentía que me entraban y salían de la concha, abriéndola, me terminaba de volver loquita cuando volvía con sus labios a buscar mi clítoris y sus dedos se iban a jugar en mi cola.
No me quedaba otra opción que apretarlo con mis manos y mis piernas, en contra de mi concha y dejar que mi cuerpo solito se mueva al ritmo natural del vaivén, hasta dejarme tendida después del tercer orgasmo.
Lo separé de mi cuerpo y me fui a comerle la boca, como un gran agradecimiento por lo que me estaba haciendo pasar.
Tenía la cara empapada con mis jugos, lo que me excitaba aún más, besarlo y sentir mis olores, como marca de mi territorio.
Ahora me tocaba a mí, pensé, así que guie a Phill a ponerse en pie, mis manos buscaron el bulto prometedor que parecía urgido a salir.
Así que desprendí su pantalón, bajé su cierre y… nunca esperé encontrarme esa sorpresa.
Ese pedazo de carne era algo impresionante, sólo había visto eso en algunas películas y pensaba que era algún tipo de efecto especial, pero este era realidad, es más, lo tenía en mis manos, sin saber cómo se manipulaba, sin animarme incluso a ponerlo en mi boca, algo extraño me sucedía, era como una cosquilla que me provocaba en el culo, en la concha y hasta el estómago.
Pero esa sensación no era mala, sino al contrario, me estaba calentando de una manera especial.
Me había sorprendido, y me encantaba que así fuera, así que después de unos segundos, lo que me costó reaccionar, lo empecé a chaquetear y a chuparle la cabeza, como si fuera un helado.
Estaba riquísima, tenía la verga bien jugosa y me encantaba meterle la punta de mi lengua en la raja de su cabeza, y sobre todo, dejarle lugar a que pudiera ver cómo me estaba comiendo su pene con mi boca.
Intenté varias veces metérmela toda, pero fue en vano, llegaba a mi garganta cuando afuera todavía faltaba para llegarle a los huevos.
Era un desafío que tenía, y no quería fracasar, así que la chupé con todas mis ganas, tantas que me chorreaba la saliva sobre su verga y caían sobre mis tetas.
Llegaba a meter un pedazo en mi boca y mientras tanto por fuera quedaba miembro para que lo masturbara con mi mano.
Terminé de sacarle el pantalón, mientras él se desnudaba y yo me metía sus huevos en la boca.
Me levantó, me dio vuelta, apoyó su verga contra mi cola y mientras acariciaba mis tetas y besaba el cuello me decía: querías el café bien caliente y con ¿lechita? Prepárate porque te lo voy a servir todo, y vas a tener que tomar todo, no podes dejar nada, ni un poquito.
¡Tienes que ser buena nena! ¿Sí?, a lo que yo asentí con la cabeza, mientras me imaginaba y deseaba tener esa verga dentro de mí.
Me volvió a recostar en el sofá, me sacó la tanguita que estaba empapada, me acarició un poquito la concha, mientras le ponía un poco de saliva, para facilitar el trabajo.
Arrimó su miembro a mi vagina y en algunos breves movimientos ya me había metido la cabeza e íbamos por más.
Quería ayudarlo en cada movimiento de vaivén, cuando venía contra mí, con mis talones lo presionaba para que pueda entrar lo más profundo posible, me encantaba y deseaba que nunca se terminara ese momento.
Se arrojó sobre mí mientras me cogía, nos comíamos a besos poseídos por nuestra calentura.
Con cada embestida que me daba, yo le aprobaba con un caliente SIII, SIII, que parecía un aliento para él.
Era muy atento, no descuidando nada, me seguía chupando las tetas, su lengua jugaba con mis pezones y de vez en cuando los mordía.
Volvió a bajar a mi concha, a chuparla y comprobar que estaba tan caliente como yo lo demostraba en cada gemido, mojó bien sus dedos metiendo varios al mismo tiempo en mi culo.
No hizo falta que lo dilatara, creo que con lo caliente que estaba, me podría haber penetrado por cualquier orificio de mi cuerpo y estaría listo.
Me puso en cuatro patas, subió mi minifalda y sin ningún problema, me metió su enorme pito en mi cola.
Al principio me quedé quietecita, respirando hondo, porque me causaba algo de dolor y porque necesitaba conocer hasta dónde llegaría la sensación de esa verga adentro de mi cola.
Y acariciaba mi concha, para que en la excitación no sintiera tanto el dolor en mi colita.
Pero después de algunas bombeadas, mi cola se acomodó y mi cuerpo solito ya se movía ayudando a que cada penetración fuera lo más profunda posible.
Y parece que Phill lo notó, porque me tomó con fuerza de mis caderas y empezó a clavarme con más intensidad, sentía cada centímetro de su verga cuando me entraba y cuando salía, pero el mayor placer parecía ser cuando sus muslos golpeaban contra mis nalgas, señal de que había entrado toda y me generaba un inigualable cosquilleo en todo el cuerpo, pero era más fuerte en mis tetas, en los pezones.
Lo que me llevaba a acariciarlas, apretarlas y hasta pellizcarlas, para evacuar tanta energía generada en el placer.
De momentos hundía mi cara en un almohadón para ahogar la fuerza de mis gemidos.
En un momento miré a Phill y lo vi muy concentrado, con su mirada firme en mi trasero, pero se notaba también que lo estaba disfrutando, porque mostraba gestos de placer.
Le hice una señal para que se detuviera por un instante, muy lentamente me saqué su verga de la cola, porque me encantaba la sensación que me producía al sacarla.
Me puse de pie, aunque mis rodillas temblaban, lo tomé de los hombros y lo guie a que se acostara en el sofá mientras nos besábamos.
Volví a buscar su pene con mi mano, me costaba creer lo que me estaba comiendo, por eso no quería perderme esta oportunidad y volví a chupársela como un premio a lo que me estaba dando, pero también un incentivo, porque yo quería más.
Así que después de volver a ponerla bien dura y bien lubricada con mi saliva, me subí sobre Phil, con una mano tomé su verga y la volví a guiar hasta mi cola.
Esta vez no costó nada su introducción, no sólo porque estaba bien abierta sino que además estaba muy a gusto dejándola entrar.
Pero esta vez a mi ritmo, quería sentirla y disfrutarla cada centímetro, así fue que incluso imaginé cómo cada vez que entraba la verga en mi cola, se la iba desenvainando hasta que al final, toda adentro de mí, quedaba completamente ensartada.
Esta posición además me permitía ver la satisfacción en la cara de Phill.
Por momentos me recostaba sobre él, para sentir el roce de los cuerpos, especialmente mis pezones y el clítoris me denunciaban gran satisfacción al hacerlo.
Mientras que sus besos buscaban mi boca y cuello, sus manos acariciaban mis nalgas y me sujetaban ante cada embestida que me daba con su pito.
Y fue así, en esta posición, que mientras me hablaba al oído, mezclando con su agitada respiración, que sentí que ya no podía contener mi excitación y que el orgasmo estaba pronto a estallar y él también lo supo notar, así que apretó mi cintura contra él con una mano, hizo bien profunda cada penetración en mi culo y su otra mano fue a mi vagina, introduciéndome varios de sus dedos y jugando con mi clítoris mientras también me la metía y sacaba, hasta que como un volcán vino el ansiado momento.
Lo abracé bien fuerte, con mis piernas lo apreté contra mí, cerré mis ojos con fuerza, apreté mi boca para contener un grito de placer mientras todo mi cuerpo temblaba con espasmos de placer, mientras al oído, Phill me contaba cómo estaba disfrutando ese momento.
Terminé desplomada sobre él, besándolo y tratando de recuperar el aire cuando me dijo ahora le tocaba acabar a él.
Así que sacó su dura verga de mi cola, la acomodó en mi zanja, entre mis nalgas, y comenzó a masturbarse contra mi culo y mientras elogiaba lo lindo y comelón que era mi trasero, sentí ahora sus espasmos e inmediatamente su leche calentita salpicando mi cola y minifalda.
Y cuando hubo acabado completamente con mis deditos, traté de juntar toda la leche calentita, y como le había pedido, me la puse en la boca para tomarla todita, me puse de pie y fui a dejarle su verga en condiciones y se la limpié completa con mi lengua.
Nos pusimos de pie, nos besamos.
Luego se vistió, y mientras juntaba sus herramientas yo fui a quitarme la minifalda y las medias que me quedaron con sus marcas, me cubrí con una toalla y volví para despedirlo.
Allí en la puerta, volvió a decirme que le había encantado y que había sido una experiencia única, nunca antes había tenido algo así, pero que no quería que le dijera nada a mi prima, porque ellos eran amigos.
Le prometí que así sería y se fue.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!