Mis encuentros con las hermanas de Esteban I
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Siempre desde aquel día, quería saber cómo era posible que aquellas niñas tuvieran conocimientos sobre el sexo, en una de mis tantas visitas a su casa una noche me quedé hablando con la Luisa, quien me contó que antes de mudarse de donde vivían que era cerca de mi casa, un vecino de ellas entró una tarde, que su mamá y su papá no estaban y las tomó a la fuerza, que no pudo violarlas a las tres, pero que a la que pudo agarrar fue a Mercy, la mayor, quien dormía en ese momento. Él las amenazó con matarlas si le contaban a alguien de su familia.
Ellas se trajeron eso consigo. Además me contó que lo sucedido conmigo ellas lo habían planeado de esa manera, porque yo era uno de los pocos hombres que entraba a su casa y les ayudaba en todo lo que necesitaran sus padres y ellas. Después de esta confesión, me dijo que ella y su hermana pequeña querían tener sexo conmigo. Aquello me impactó aunque me sorprendió. Aquella noche todos nos acostamos, ellas dentro de la casa y yo con Esteban en su cuarto. Lo que hicimos Esteban y yo aquella noche se los cuento luego.
Al día siguiente, seguí trabajando con el sistema eléctrico de su casa, ya era día sábado, su mamá salía al mercado y su papá trabajaba hasta la tarde, en algunos momentos quedábamos solo cualquiera de las muchachas conmigo porque Esteban acompañaba a su mamá y cualquiera de las muchachas salían a casa de una tía que vivía cerca a buscar cualquier cosa que necesitaran, así fue quedando conmigo cada una a su vez.
La primera en quedarse conmigo fue Luisa la segunda, niña de cuerpo ya formado con senos redonditos y firmes para su edad, una cara muy linda, buenas caderas. Todas tenían buen cuerpo pues habían salido a su mamá. Aquella niña cuando me tocó pasar al cuarto a colocar unos punto de luz eléctrica, me jaló de la escalera y yo caí sobre de ella en la cama. Nos miramos un rato y luego comencé a besar aquellos labios infantiles, su saliva era dulce y su aliento era como a fresas, ella vestía una franelilla manga corta y un short de ceda que fácil se apartaba a los lados. Con el frenesí del beso mi miembro no tardó en ponerse firme y a dolerme pues me molestaba el pantalón, metí mi mano entre las piernas de ella y toque aquella fuente de la que emanaba un caudal de líquidos, recuerdo haberlo llevado a mi nariz y boca, el olor era divino y su sabor era demás de agradable.
Al ella sentir mis dedos en su caverna se retorció y abrió más sus piernas, yo seguía besando sus labios y luego baje a sus senos tan firmes y paraditos por la excitación, aquella niña respiraba con mucha fuerza y gemía con el solo hecho de los besos y el breve roce que hice con mis dedos en su vulva. Ya con la calentura que yo tenía, me saque de mi pantalón a mi bestia y con lo fácil de su short, lo corrí a un costado con ropa íntima y todo, dejando al descubierto y a mi disposición aquella perla pura e inocente. Coloqué mi espada en esa rajita y fui haciendo presión hacia dentro, ella montaba sus piernas por mi cintura y yo con precaución profané aquel templo, cuando llegué al límite que era su virgo, preferí sacarlo y volver a meter sin afectar su virginidad, pero aquella niña estaba dispuesta a entregarme su tesoro, cuando vuelvo a meter mi mástil y sentir que llaga al límite traté de detenerme pero ella me apretó con sus piernas y caí con todo mi peso en el cofre del tesoro, solo sentí de ella un ¡hay!, nos quedamos quietos por un rato, solo se sentía su respiración y la mía, al entrar en razón no se me ocurrió otra cosa que besarla tan apasionadamente que mi lengua le llegó a la garganta, ella me dice al oído algo baja por dentro de mis piernas y al retirarme veo un hilo de sangre al cual me apresuré a limpiar para no ensuciar su short, al sacar mi pene tenía el sangre alrededor, ella sin más ni más se quitó lo que le molestaba y me volvió a jalar hacia ella, ya estaba hecho y no había paso atrás, desde aquel momento se convirtió en mi trofeo. Al volver a meter mi palo en su rajita ya no virgen, la sensación que se sentía dentro de ella era la locura, su interior era suave y podía sentir cada pliegue de su vagina.
Luisa, solo cerraba sus ojos y me besaba como si no fuera a hacerlo más nunca, aquel manjar emitía un olor a fresco, su cuerpo cambió en ese segundo, el ritmo de sus caderas era un espectáculo, el goce de ambos fue lo máximo. Cuando ya siento que es el momento de su orgasmo apreté hacia dentro lo más que pude y sentí como sus entrañas se contraían, había llegado al orgasmo y de inmediato me salí de ella y sin poder evitarlo llegue en su cama como un loco, el semen que salía de mi pene no se paraba era una fuente inagotable. Ella preguntó porque no lo había dejado adentro y le dije que no era bueno por la posibilidad de quedar embarazada. Se sonrió, me abrazó y frotó mi pene con mucha delicadeza, era la primera vez que me lo tocaba, aquello bastó para que el gigante despertara nuevamente. Me hice hacia tras en la cama y ella se montó sobre mí, me decía que aún le dolía pero así cabalgo sobre mi dejándome nuevamente a punto de eyacular, pero ella aprendió que dentro nada, se bajó y me masturbó muy poco porque al contacto de su mano volví a estallar en eyaculación. Nos recuperamos, nos limpiamos y yo seguí con mi trabajo, claro un poco fuera de mí pero lo estaba haciendo. A la media hora llegaron sus hermanas y se fueron a hablar a la terraza, yo solo escuchaba la riza de las tres.
La próxima en tener un sexo más profundo que la primera vez fue Mercy, pero se los cuento en otro relato.
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