Mis encuentros con las hermanas de Esteban III
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Les cuento que mi amigo Gregorio no creyó lo que respondí cuando preguntó dónde está.
Bueno yo no se lo diría tampoco.
Se presentó el turno de Mirian, una trigueña alta, un poco más que yo, delgada. Lo que sucedió con ella fue pura casualidad, unos vecinos de donde vivía yo organizan una fiesta para celebrar los 15 años de Ingrid, la hija de un compadre de mi papá y como la familia de Esteban vivieron mucho tiempo cerca de ellos, los invitaron a la fiesta de Ingrid, luego les cuento las andanzas de Ingrid. Bueno se presentó el día del agasajo y Esteban y su familia vienen a la fiesta y pernoctan en mi casa, ya que mi mamá y la de Esteban eran muy amigas.
Todos nos vamos a la fiesta y bailamos y tomamos, todo fue un derroche, yo saque a bailar a Mirian, como a las 11 de la noche y estuve bailando con ella bastante rato, al estar cansados le digo para salir al camino a tomar aire y ella responde que sí. Ya afuera, le traigo un refresco ella no tomaba licor y nos pusimos a hablar, ella me contaba que tenía un novio en el liceo y que el tipo le había pedido que fuera de él y ella me confesaba que el tipo le metía manos cuando nadie los veía y yo le preguntaba, que quería ella y me dijo en mi cara, quiero que me hagas como haz hecho con mis hermanas, yo al escuchar aquello le pregunté que sabía ella y me dijo. TODO, con los ojos bien abiertos y con fuerza.
La invité a mi casa que estaba a tres casa de donde era la fiesta, le dije, pero vamos a irnos sin que nadie se de cuenta, de todos modos la fiesta estaba encendida.
Nos escabullimos y fuimos a mi casa, la hice pasar a el cuarto de mi hermano y me tiré encima de ella y comencé a besarla, ella vestía un pantalón de lino ajustado y una franela manga larga, yo le pregunté que hasta donde estaba dispuesta a llegar y me respondió te voy a dar lo que te dio mi hermana Luisa, me quedé mirando su rostro y todo lo decía en serio, bueno que te dijo Luisa y ella respondió vamos al hecho.
Nos quitamos la ropa y quedamos desnudos parados al lado de la cama, comencé besando sus labios y sobando su espalda, llegaba a su cintura y al borde de sus nalgas paraditas y ella con su mano me hacía correr más abajo, sobe aquellas nalgas y aquella cadera, pasé mis manos por su gruta delantera y no tenía ni un bello púbico, se lo había afeitado. Olí su néctar y lo probé, que mala costumbre, parados me fui bajando y besando sus senos parados y duros como sus otras hermana, luego llegue a su valle pelado y metí mi nariz en su gruta y la hice echarse a la cama, aquella gruta hervía de calor, lamí labios, alrededores, hueco, culo y la hice llegar varias veces, no quería penetrarla aun, sabía que era virgen, le giré y la puse de espaldas y le lamí ese culo, metía un dedo y otro hasta que lo acostumbré y me puse detrás de ella y le fui metiendo mi pene poco a poco, aquella chica se retorcía pero no hacía ningún sonido, comencé a meter mi palo en aquel hueco, sacaba y metía, ella apretaba y yo gozaba de aquello.
Ella me pidió que se lo sacara y se sentó en la cama y la comencé a besar nuevamente. Se volvió a tirar en la cama pero boca arriba y abrió sus piernas para que la penetrara por su culo pero de frente, aquella oferta me enloqueció y la tomé, puse sus piernas en mis hombros y me giré y ella quedó sentada en mi falo metido por su culo, saltaba como desesperada y así me hizo llegar. Al rato se bajó y me limpio el pene y me dijo quédate así en la cama que me voy a sentar encima de ti. Aquella hembra está dispuesta a desflorarse ella misma y así lo hizo, se fue sentando poco a poco sobre mi tranca y cuando llegó al límite se dejó caer y se quedó tranquila, pude ver una lágrima rodar por su cara y al levantarse estaba botando más sangre que la que botó su hermana Luisa. Aquello me hizo saltar sobre ella y colocándola en la cama comencé el mete y saca, ella abría las piernas como si se fuese a partir en dos y no aguantamos, los dos llegamos al mismo tiempo yo dentro de ella. Aquello me hizo perder la cordura, ella se agacho y boto lo que salió y luego se volvió a montar encima de mí, porque mi verga no se aplacaba. Cabalgaba como loca después de unos minutos volvimos allegar de igual manera al mismo tiempo y yo dentro de ella.
Al ver la hora nos acomodamos yo tuve que retirar las sábanas de la cama de mi hermano pues estaban manchadas de sangre, le dije a mi mamá que había conseguido un gato comiéndose una rata en la cama y todo paso.
Los días siguiente pasé por su casa a preguntar por la regla pues estaba asustado y un buen día me dijo tranquilo ya bajó. Ese sabor aun lo conservo de las tres hermanas y de los dos virgos Mirian fue extraordinaria.
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