Mis pequeñas modelos (parte 2): Camila (8 años), Fiorela (7) y Matilde (6)
En esta segunda parte les contaré cómo fue mi primer acercamiento hacia Cami!.
Era día lunes a la noche. Terminé de cenar y por mi cabeza seguían yendo y viniendo las imágenes del cuerpito tierno, pequeño, inocente (¡y sexy!) de Camila. Aún no podía creer que una pequeña hembra de tan corta edad me había hecho elevar la libido al máximo. Es por eso que decidí ponerme a reflexionar qué podría hacer yo para acercarme más a mi hermosa modelito. Deseaba con todo mi ser quedarme a solas con ella, pero eso era algo muy difícil de lograr, ya que en la agencia yo estaría todo el tiempo rodeado de gente (mis compañeras fotógrafas, Raúl, Olga, Fiorela y Matilde). ¿Cómo alcanzar un encuentro a solas con mi princesa? Sabía que primero necesitaba ir ganándome su confianza. Debía conocerla un poco más. Fue así como estuve esa noche pensando cómo avanzar hacia ella. Cuando se me ocurrió, finalmente me fui a dormir, no sin antes dedicarle una buena paja a Cami.
Sonó el despertador. Me levanté más temprano que el día anterior en forma intencional. Tomé el desayuno, me bañé, preparé mi mochila (en la cual guardé mi cámara de fotos y mi netbook). Salí del apartamento y me dirigí primero a un quiosco, donde compre algunos dulces y caramelos de variadas marcas. Luego caminé hacia mi trabajo. Al llegar, ya se encontraban Olga, Raúl, Patricia y Lucía. Valeria arribó diez minutos después. Nuevamente sonaba el parlante levemente. Detrás de la sala extensa donde grabábamos los sets, había una habitación también de gran tamaño, con muchos armarios, en donde estaban guardados todos los elementos que usábamos para armar los sets (lonas, afiches, láminas, algodón, pelotas, serpentina, arena, sillas, etc.) A dicha habitación habíamos entrado el día anterior para buscar los elementos necesarios para armar el set. Al final del día las niñas nos habían ayudado un poco a guardar las cosas, sin dejar de jugar.
Al cabo de un rato llegaron Matilde y Fiorela, aún mas bellas que el día anterior. Esta vez decidí ser más expresivo con las niñas, de modo que cuando Fiorela me saludó y me abrazó, yo también la abracé, acariciándole la espalda y tocándole su suave cabello negro. Si bien Matilde seguía mostrando timidez, quise hacer más cálida mi relación con ella.
Yo: – ¿Qué sucede, Matilde? ¿Acaso hoy te caíste de la cama? – le digo mostrando una leve risa. – ¡A ver si te despiertas, jajaja! – mientras le hago un poco de cosquillas en su barriguita (la cual hoy también traía al aire libre; se ve que le gusta vestirse así).
Matilde soltó una risa, mientras encorvó su postura y se fue para atrás. Había logrado hacerla reir un poco.
En eso, Fiorela también lanza una risa al ver la expresión de su compañera Matilde.
Yo: – ¿Y tú de qué te ríes? Jajaja – le digo a Fiorela, mientras me acerco rápidamente y le hago cosquillas sobre la tela que cubre su barriguita.
Fiorela y Matilde se reían a carcajadas.
Sin embargo, yo cada vez iba poniéndome más nervioso ya que mi preferida aún no llegaba. No soportaba ni un minuto más sin ver a ese angelito. Entrábamos y salíamos de la habitación del fondo trayendo cosas para montar el set. Cuando estábamos ultimando detalles para comenzar a tomar las fotos, suena el timbre. Fue Olga a abrir la puerta. Cuando vi quién había llegado, lancé un fuerte suspiro de alivio: ¡era Camila! Las otras niñas ya habían ido a cambiarse la ropa junto a Patricia, por lo que cuando Camila ingresó y saludó a Olga, estaba yo solo en su camino. Cuando me ve, se acerca dando pequeños brincos y se me cuelga del cuello.
Camila: – ¡Enriqueeee! – me grita con una hermosa sonrisita.
Yo: – ¡Cami! ¿Cómo te encuentras?
Camila: – ¡Muy bien! ¿Y tú?
Yo: – ¡Excelente! ¿Sabes qué, Cami?
Camila: – ¿Qué cosa, Enrique?
Yo (hablando en un tono más despacio para que no me oyera Valeria, quien estaba acomodando el set): – ¿Sabes? !Me gustó mucho como modelaste y bailaste ayer!
Camila: – ¡¿De veras?! ¡¡¡Awwwww, gracias!!!! – una nueva sonrisa se dibuja en su rostro de oreja a oreja.
Yo: – Mira lo que tengo… Caramelos y dulces. ¿Te gustan?
Camila: – ¡Siiii! ¿Me vas a dar uno?
Yo: – Si, te daré más de uno. Pero con una condición: si hoy modelas y bailas tan bien como ayer, te obsequiaré dos. Tú eliges los que más te gusten.
Camila: – ¡Sii, que bueno! ¡Hoy seré la mejor modelo!
Afortunadamente el espacio, como ya dije en el anterior relato, era muy extenso, por lo que la distancia entre Valeria y Camila y yo era muy largo. Me puse algo nervioso por si alguien llegaba a escuchar algo, pero al parecer nadie se percató de nada.
Comenzamos con la toma de fotos. Cámara en mano, las niñas ya vestidas con la ropa correspondiente (vestimenta común)… Empecé a notar lo enérgica que estaba Cami en comparación con Fiorela y Matilde. Mi niña se veía mucho más coqueta, hacia más gestos a la cámara y mejores poses. Las otras niñas y el personal notaron ese ímpetu de Camila, a quien todos felicitaron luego de la primera hora de sesión de fotos. Cami era la estrella.
Durante el descanso, llené de elogios a mi niña y le mencioné que si seguía así, se ganaría lo que le había prometido. Ella sonreía y festejaba, con esa risita de niña inocente que tanto me gustaba de ella.
Luego de unos minutos, las niñas fueron llamadas a los vestidores. Mi corazón latía. Ya sabía lo que se venía. Aparecen Camila, Matilde y Fiorela con sus hermosos bikinis… Pero aún mas hermosos eran sus cuerpitos. Parecía que cada día se ponían mas lindas! Las tres pasan a mi lado, esparciendo ese inigualable olor a niñas, como el día anterior. De repente Cami, quien justo pasaba corriendo a mi lado, se tropieza… Reaccioné lo más rápido posible y, antes de que se cayera al suelo, la sostuve de su pecho! Mientras con la otra mano la apoyaba en su espalda. Al levantarla y observarla bien para ver si se había lastimado, me percaté que, al haberla sostenido desde su pecho, sin querer le había corrido un poco la parte derecha de su corpiño hacia abajo, dejando al aire libre una pequeña y hermosa tetita! Automáticamente empecé a salivar cual hambriento, mientras me puse bien colorado de la verguenza. En eso, Cami se da cuenta que se le había bajado un poco el corpiño, ante lo cual dice «¡ups!» y se lo levanta. Me mira y se ríe. Yo no sabía qué hacer ni qué decirle. Justo llegan Valeria y Patricia para preguntarle a Camila si se encontraba bien. Al parecer no llegaron a ver el pequeño percance de la tetita.
Había quedado totalmente hipnotizado. Era como si esa tetita hubiese desprendido un hechizo sobre mí… Hechizo que hizo que mi libido comenzara elevarse. Esa tetita tan pequeña y rosadita no se me iba de la cabeza. Mi boca salivaba tal como si hubiese visto un postre. Es que efectivamente esa tetita se veía riquísima!
Empezamos con la segunda parte de la sesión de fotos. Nuevamente Cami se destacaba con sus poses, su energía, su ímpetu y sus gestos. Cada vez que era yo quien la enfocaba con la cámara (y no mis compañeras), le echaba más ganas y parecía que sonriera especialmente para mí. Ver cómo se movía esa cintura y esos cachetitos blancos de su culito me hacía hervir la sangre! Las otras niñas también lo hacían muy bien, pero mis ojos estaban para Camila.
Al finalizar, Cami se me acerca contenta.
Camila: ¡¿Y?! ¿Cómo estuve, Enrique? ¿Me gané los dulces?
Yo: – ¡Claro que sí, Cami! Pero no te los puedo dar ahora aquí. ¿Qué te parece si me ayudas a guardar las cosas del set en la habitación del fondo? Ahora iré a decirles a Vale y a Lucía que me encargaré de desarmar todo el set. Tú acércate y diles que me quieres ayudar. Luego allí te daré tus dulces.
Camila: – ¡Oki! – me responde feliz. Estaba ansiosa por recibir su premio.
En eso, cuando veo que Lucía y Valeria comienzan a desmontar el set…
Yo: – ¡Chicas, no se molesten! Déjenme todo a mí. Ya han trabajado demasiado.
Valeria: ¡Ah, gracias, Enrique!
Camila se acerca rápidamente con sus brinquitos.
Camila: – ¡Yo también! ¡Quiero ayudar!
Yo: – ¡Oh, vaya, Camila! ¡Muchas gracias!
Lucía: – Jajaja, ok… ¡Entonces se encargarán ustedes dos!
Mientras las otras niñas jugaban con Valeria y Lucía, Cami y yo entrábamos y salíamos de la habitación, llevando todas las cosas del set. Mientras entrábamos y salíamos, yo intentaba entablar conversación con Cami dentro de la habitación del fondo.
Yo: – Toma, Cami. Aquí tienes tus dulces y caramelos. Elige los que más te gusten.
Camila: – ¡Wiii, siii! A ver… ¡Quiero este, este, y este!
Yo: – Ok, guárdalos, pero no los muestres a nadie… Ni a tu mamá. Sino las otras niñas y los demás se pondrán celosos de que tienes caramelos.
Camila asiente con su cabeza, sonriendo. Continuamos guardando cosas. En un momento, tomé coraje y decidí avanzar con mi plan.
Yo: – Oye, Cami… !Vaya tropezón te diste hoy!
Cami se ríe.
Camila: – ¡Jajajaja, siii! Pero por suerte estabas tú para ayudarme.
Yo: Si, jaja. Encima se te levantó el corpiñito…
Camila: – ¡Ayy, siii, jajajaja! Me dio un poco de verguenza.
Yo: Si, vi que te acomodaste el corpiño y te reiste, jaja.
Camila: – Jaja, es que no me había dado cuenta que se me había levantado. Me di cuenta por tu cara, jajaja.
Yo: – ¿Por mi cara?
Camila: – Sii, estabas mirando asombrado mi tetita, jajaja – me dice mientras se ruborizan sus mejillas.
Yo: – Ahh…. Ah… Eso, sí… Lo siento, Cami… No quise…
Camila: – Jajaja, no te sientas mal, no me enojé… Pero…
Yo: – ¿Pero qué? – mis piernas comenzaban a temblar.
Camila: – ¿Por qué te quedaste mirándome la tetita?
En ese momento no sabía qué decirle. Pero nuevamente me armé de coraje.
Yo: – Bueno… Es que me gustó…
Camila frunce el seño y sonríe. Termina riéndose.
Camila: – ¿Qué cosa te gusto? ¿Mi tetita, jajaja?
Yo: – Jaja, si, Cami…
Camila: – ¿Pero qué tiene mi tetita?
Yo: – Bueno, Cami.. Se veía muy linda…
Camila se ruboriza nuevamente y se ríe tapándose la nariz.
Yo: – ¿Sabes qué, Cami? ¿Quieres ganarte más caramelos?
Camila: – ¡Siiii! Pero ya terminé de modelar hoy – mientras pone cara de tristeza.
Yo: – No tienes que modelar esta vez..
Camila: – ¿Qué debo hacer?
Yo: – Bueno… Mu… Muéstrame tus tetitas… – mi corazón latía al máximo, no paraba de sudar.
Pasaron diez segundos donde Camila se quedó en silencio, con la cara totalmente ruborizada. Fueron los diez segundos más largos de mi vida. Tenía miedo a su reacción. Pero…
Camila: – ¡Oki!
Camila se levanta su corpiño, dejando libre a mi vista esos dos puntitos rosados! Se veían tan bellos, tan inocentes, tan suaves, tan sabrosos. Aquellas diminutas tetitas infantiles me excitaban más que cualquier cosa. Le dije que se quitara todo el corpiño, ante lo cual obedece.
En ese momento tenía a Cami, mi niña preferida, casi desnuda delante de mí. Con sus piecitos descalzos, sus hermosas piernas, su bombachita diminuta y apretada, su barriguita, sus tetitas totalmente a la intemperie… Y su suave cabello castaño oscuro cayendo sobre pecho, ocultando en forma intermitente sus puntitos rosados. Le pido que se corra el cabello hacia atrás. Cami obedece otra vez. Durante unos segundos pude contemplar esas tetitas desnudas. A medida que pasaban los segundos, parecía que Cami tenía cada vez menos verguenza y se reía.
Camila: – Jajaja, ¡ay, Enrique! ¿Tanto te gustan?
Mi libido estaba al máximo nivel. Sudaba por todos lados. Cada vez respiraba más rápido. El corazón se me salía del pecho. Y mi verga estaba que explotaba! La adrenalina del momento se sumaba a toda la excitación!
Yo: ¡Mucho! Sí, Cami… ¡Me encantan! Tienes unas hermosas y deliciosas tetitas…
Camila: ¡Ay, jajaja… ¿Sabrosas? ¿Por qué?
Yo: – Bueno, desde aquí se ve que deben tener un lindo sabor, Cami… ¿Sabes? Si me dejas probarlos, te daré otros tres caramelos.
Camila se ruborizó otra vez. Era como si estuviera aguantándose la risa.
Yo: – Solo será un momento…
Camila: – ¡Ay, jajaja… Bueno, oki!
La tomé de la cintura, rodeando con mi mano intencionalmente parte de su culito. La acerqué más hacia mí. Podía sentir cada vez más ese olor a niña tan placentero, sumado a la expresión coqueta de Cami en su cara. Acerqué mis labios a una de sus tetitas y le di un tierno beso de piquito. Ese primer contacto hizo que casi mi verga saliera disparada del pantalón. Empecé a dar suaves piquitos en esa tetita.. Luego saqué mi lengua y comencé a lamérsela. Daba pequeños círculos con mi lengua alrededor de su tetita y luego en su pezón. Alejé un poco mi cabeza hacia atrás, observé a Cami.
Cami. – ¿Y? ¿Cómo saben?
Yo: – Están sabrosísimos, Cami… Pero aún no estoy del todo seguro.
Acerqué nuevamente mi rostro y realicé lo mismo con su otra tetita. Mi lengua parecía que quisiera gritar de felicidad ante tan dulce sabor. Dentro de la habitación sólo se oían los dulces piquitos que le daba a Cami en sus tetitas. Luego empecé a chupárselos, como si de un chupetín se trataran. Mientras las succionaba, mi lengua se divertía por dentro, lamiendo los pezoncitos. Ahora los sonidos ya no eran de los piquitos, sino de esos chupetones con mucha saliva. En un momento, pude ver como una tenue luz del sol ingresaba por una de las pequeñas ventanas de la habitación, de esas que están a lo alto en la pared. Esa luz iluminaba el pechito de Cami, y me hacía hervir la sangre ver cómo la luz se reflejaba en la saliva que estaba sobre las tetitas de mi niña. Era un paisaje hermoso. Ver ese contraste sumado al dulce aroma de Cami hizo que mi verga empezara a manchar cada vez más mis calzones. Estaba al borde del orgasmo, pero sabía que no podía eyacular ahí mismo. Podría llamar la atención de Cami y asustarla. Así que me contuve. Debía apurarme ya que hacía un buen rato que estábamos los dos solos «ordenando los elementos del set» en la habitación. Terminé mi sesión de chupeteo, miré a Cami a los ojos…
Yo: – Lo confirmo, ¡están deliciosas! ¿Te gustó, Cami? – sonriendo.
Camila: – Jaja, fue raro… ¡Pero sí!- lanzando una leve risita.
Esa risita tan tierna hizo que me enamorara aún más de ella. Se veía tan linda riéndose… Con sus tetitas mojadas…
Le dije que se volviera a poner su corpiñito. Le acaricié el pelo, felicitándola por haberse ganado más dulces y caramelos.
Yo: – ¿Sabes, Cami? Tengo muchos más dulces, mañana u otro día puedes seguir ganándotelos… Y ya sabes cómo.
Cami: – ¡Sii, jajaja, oki, Enrique! – me contestó mientras terminaba de acomodarse su corpiñito. Le recordé que guardara el secreto. Busqué algo para secarme, ya que si salía todo sudado llamaría la atención. Por suerte encontré una toalla que estaba acomodada sobre una mesita en un rincón de la habitación.
Ambos salimos de la habitación. Fiorela y Matilde ya habían ido a cambiarse la ropa para finalmente irse.
Lucía: – ¡Vamos, Camila! Debes cambiarte. En unos minutos vendrá tu madre. Tú, Enrique, vamos a pasar las fotos de las cámaras a la computadora.
Yo: – ¡Ok, Luci! Pero primero pasaré al baño.
Tomé mi mochila y fui al baño. Me encerré en el cubículo. Abrí mi mochila, saqué mi netbook y mi cámara con la que había tomado las fotos. Conecté la cámara a la netbook y copié todas las fotos en mi netbook. Volví a guardar todo.
Cuando salí, me acerqué a Valeria, Patricia, Lucía y Enrique (este último estaba con la computadora, ya que era el encargado de la edición de las fotos). Pasé las fotos de mi cámara a la computadora de la agencia. Nos saludos con mis compañeros y me fui.
Nuevamente volví rápido a mi apartamento, como el día anterior. Pero esta vez porque no soportaba más las ganas de, no solo eyacular, sino disfrutar de las fotos de las niñas, mis pequeñas modelos. Aún sentía en mi boca el sabor de esas tetitas que acababa de probar. Al llegar, tomé papel higiénico, me senté en mi cama, encendí la netbook y me puse a contemplar las fotos. Me desnudé totalmente y me jalaba la verga, la cual estaba totalmente parada, dura como una roca, con las venas sobresaliendo otra vez. Parecía prendida fuego. Era hermoso pajearme viendo las fotos de mis modelitos en bikini, en especial las de mi amada Camila. En un momento, mientras veías las de Cami, puse de fondo en mi netbook la canción de Despacito, lo cual obviamente me hizo recordar lo sucedido en el día de ayer y me hizo excitar aún mas! Luego de tanto jalármela, terminé eyaculando cuatro chorros de leche bien caliente y espesa sobre una foto de Cami!
Yo: – ¡AHHHHHHHHH…… AHH…. AHHHHH… SIII, CAMI, TOMA TODA LA LECHITA… TÓMALA, PUTITA… TÓMALA EN TUS SABROSAS TETITAS!!!!!
Mientras gritaba eso, veía cómo mi leche recién ordeñada caía y chorreaba sobre la foto de Cami! Fue una sensación única! Ya estaba deseando volver a eyacular, pero ya no sobre su foto, sino sobre la misma Cami en persona! Pero no debía precipitarme. Estaba avanzando bien con mi niña.
Bueno, hasta aquí la segunda parte! Díganme si les está gustando el relato. Se vienen muchas aventuras más adelante…
Muy bueno
super buen relato
Que rico, me muero por saber qué más sucede
Ansioso por la tercera parte amigo, te confieso que mi favorita parece ser Matilde por tímida. No tardes mucho en publicar
Que buenos relatos falta la 3 parte
Ya la tercera parte