Mis vacaciones en cuba y sus sorpresas
Relato de una profesora que de vacaciones en Cuba encontró un placer inesperado .
Hace unos años fui diez días de vacaciones a Cuba, quería conocer esa hermosa isla su gente y sus paradisíacas playas.
Comencé mi estadía como la gran mayoría en La Habana, una hermosa ciudad llena de gente cálida y amable. Había alquilado un departamento chico solo para mí, cerca de una playa porque la idea era caminar por diferentes lugares.
Mi primer día en la playa estaba tomando sol y hacia bastante calor, cerca de mi había un grupo de adolescentes cubanos jugando pelota y en un momento se las escapa hacia donde yo estaba.
Me hacen seña si se la puedo alcanzar y yo piso la pelota con un pie, la levanto y con el otro la pateé fuerte, de casualidad fue hacia donde estaban y el aplauso fue general.
Incluso yo me sorprendí de mi destreza casual pues la verdad es que soy un desastre en los deportes, me aplaudieron, agradecieron y continuaron jugando.
Yo seguí en lo mío, me puse a la sombra de una planta a leer un libro que había llevado, estuve un buen rato leyendo y estaba tan concentrada en leer que perdí la noción del tiempo.
Al parecer el partido termina, los chicos se van y veo que dos de ellos se acercan hacia mí, venían caminando remeras en mano y en malla, sus cuerpos oscuros brillaban por el sudor y su sonrisa reflejaba una dentadura perfecta como solo los morenos mulatos tienen, eran unos adolescentes de unos 17 años sumamente bonitos.
Me saludan y se sientan cerca mío, me preguntan de donde soy y al decirles que yo era argentina se alegraron y sorprendieron gratamente. Me cuentan que su abuelo tiene un gran amor por nuestro país y que siendo la cuna del Che todo lo que de allí venia debía ser bueno.
Hablamos de todo, banalidades y hasta cosas serias, se hace tarde junto mis cosas para irme y ellos se ofrecen a acompañarme caminando, seguimos conversando en el trayecto y cuando llegamos me saludan yéndose para su casa. En la charla me cuentan que se llaman Abel y Ernesto, que son hermanos y viven con su abuelo.
Repito al día siguiente la misma rutina del día anterior, me senté a la sombra en malla a leer tranquilamente a la tarde después del almuerzo.
Después de varios minutos descubro que caminaban por la orilla del agua y al verme me saludaron con señas, los saludé y vinieron a mi lado. Me dan un beso en la mejilla y se sientan cerca de mí en la arena. Charlamos, reímos, nos bañamos en ese hermoso mar y cuando se acercaba la tarde los invité al departamento a tomar un refrigerio, ellos aceptaron alegremente.
Llegamos a mi casa y les preparé una buena merienda con un clásico argentino, pan con mantequilla y azúcar y una buena taza de café con leche. Debo decir que sentí que tenían hambre y no me equivoqué porque lo devoraron todo.
Después de la merienda me acosté en el sofá y ellos sobre unos almohadones en el suelo y les leí durante un buen rato algunos cuentos de un par de libros que traje. Les gustó mucho esta actividad y la verdad es que fue un momento muy ameno y sumamente placentero.
Esto se convirtió en una rutina nuestra.
Durante un par de días vinimos después de la playa y merendamos y leímos, les gustó y a mí me resultó una actividad casi maternal, me hacía sentir muy bien además de divertirme.
Me hicieron reír mucho porque me apodaron “la Tía “.
Una tarde creo que un jueves, cerca de la noche vinieron a mi casa a verme y a decirme que el abuelo de ellos me había invitado a comer a su casa el viernes a la noche, ellos le habían contado la rutina nuestra de las tardes. Obviamente que ante semejante cordialidad acepté gustosamente a la invitación, me resultaba una muy buena forma de conocer gente y familias de Cuba y sus costumbres.
Ese viernes me bañé, arreglé mi peinado con una colita que juntaba mi pelo sobre la cabeza, pinté las uñas de mis manos y mis pies.
Elegí usar un hermoso vestidito entallado con breteles largos que dejaban mis hombros y parte de mis senos a la vista. Soy una mujer relativamente delgada, con buenas formas y buenas tetas, por eso ese vestido me queda perfecto.
Me paré frente al espejo y considero que me veía sexy, me gustaba, me hacía sentir bien.
Tocan el timbre y son los hermanitos que vienen a buscarme, bajo y juntos nos fuimos riéndonos en un taxi a su casa.
Al llegar me encuentro con un edificio muy antiguo al frente del malecón, hermosa construcción de estilo con todos sus detalles molduras en el frente y balcones con barandales llenos de plantas bonitas.
Entramos y esperando en la sala había un hombre moreno de aspecto mayor, bastante alto (creo que un poco más de 1.90 ), pulcramente vestido con un elegante traje blanco crudo y un moño en su camisa color caqui parecía como parado en el tiempo, era como un personaje de García Márquez de sus Cien años de soledad, hermoso y con mucha presencia, por cierto.
Ambos nos acercamos sonriendo, él intentó estrecharme la mano para saludarme e instintivamente me estiré y le dí un beso en la mejilla, vi una reacción de sorpresa en su rostro que sonrío amablemente.
Se presentó de la sgte manera
-“ hola ! soy José, el abuelo de los niños es un gusto tenerla en casa, me han hablado mucho de Ud, bienvenida…”
respondí
-“hola soy Alicia, el gusto es mío “
y galantemente me invitó a pasar a su casa.
El interior del departamento que estaba en una planta alta a la que se accedía por una escalera de mármol interminable parecía como parado en el tiempo. Había fotos en las paredes en blanco y negro, sillones y muchos objetos dignos del mejor de los museos. Los cielorrasos con rosetones de yeso muy altos y unos balcones que daban al frente con vista al Malecón, a pesar de no estar muy bien mantenido era una hermosura realmente.
Y todo absolutamente tenía que ver con esa época, incluido José jaja.
Cenamos hablando los cuatro y debo decir que fue como si nos conociéramos de toda la vida, reímos durante todo el tiempo, los chicos contaban anécdotas y yo respondía con alguna locura mía y no dejábamos de reírnos.
Cada tanto José, más mesurado y respetuoso, añadía bocadillos que sumaban a la charla y todo fluía de una manera sumamente divertida.
Terminamos la cena luego de tomar un café de sobremesa Abel y Ernesto le comentan a su abuelo que estaban invitados a una fiesta de cumpleaños de un amigo, y no podían negarse. En realidad, la casa estaba muy lejos y como la fiesta duraría mucho tiempo, iban a pasar la noche allí y regresarían mañana alrededor del mediodía.
A José no le gustó la idea, les dijo que les parecía una falta de respeto salir con visitas en su casa. Sus caras se veían tristes y por un momento pensé que se iban a angustiar, y ahí apareció “la Tía”.
Tomé el mando de la charla para aflojar la situación y dije mirando a los tres que si había un compromiso con un amigo de la infancia no había forma de escaparse, que ellos debían estar presentes en el cumpleaños porque nada es más importante que un amigo y seguramente él los estaría esperando.
Incluso la cena podía esperar perfectamente hasta otro momento, pero que ellos debían cumplir con su amigo.
José me miró algo azorado porque a decir verdad me salió una situación casi maternal con los chicos y él al verme tan decidida asintió diciendo
-“ Alicia tiene razón…”
Los chicos juntaron sus cosas, y se iban cuando me sale otra vez la Tía de adentro y les digo
-“Oigan, a darle un beso al abuelo, que sino no se va nadie de acá..”
Me obedecieron rápidamente besaron a su abuelo, me dieron un beso a mí también y se fueron casi corriendo.
José intuyo que seguía en estado de sorpresa porque no emitió palabra.
Cuando los chicos ya se habían ido, José me dice
– “Discúlpelos, vio como son jóvenes, y como se fueron si usted desea irse o disponer de su tiempo no hay ningún problema, no quiero ser una carga para usted”
Yo lo miré y sonriendo le digo
-“De ninguna manera, yo vine por usted, la invitación fue suya por lo tanto me quedo “
Ante mi contundente respuesta él se sorprendió y me sonrió, creo que jamás pensó que yo diría eso. Y debo confesar que jamás lo pensé, me salió de adentro con total convicción.
Alardeando de sus dotes de buen cubano que es, con su natural gentileza me ofrece una de sus especialidades
¡un mojito! obvio que acepté…!! jaja!
Charlamos mucho, me contó cómo fue que se quedó solo con los chicos, su hija murió en un accidente hace diez años y él y su esposa se hicieron cargo y cuidaron de los chicos hasta que su esposa falleció de una enfermedad hace dos años atrás y él quedó con su jubilación como único soporte de sus nietos.
Los amaba profundamente y eran lo único que le quedaba en su vida, y que quizás por eso era tan protector con ellos.
Me dio una ternura inexplicable ver como ese abuelo setentón hablaba de sus nietos y se le llenaban los ojos de lágrimas, sin dudas él era un hombre amorosamente único.
En un momento de la charla me dice que tiene que disculparse conmigo, que me había prejuzgado y que había tenido una falsa percepción de mí.
Yo no entendía nada a que se refería.
Aclarando mis dudas me cuenta que el turismo de mujeres solas en el caribe tiene un gran comercio y un doble sentido buscando actividad sexual.
Que gran parte de las mujeres blancas europeas o americanas buscan sexo con varones de color de la isla, en su mayoría jóvenes y adolescentes. Y que cuando los chicos le habían contado que yo los invité al departamento él había creído que algo así yo tenía entre manos.
Su pensar comenzó a cambiar cuando le contaron que les preparé la merienda y que les leía cuentos de Cortázar y otros autores, y que esto se había repetido en más de una oportunidad.
Eso lo decidió a invitarme a su casa, pensaba que me lo merecía porque había actuado de una manera respetuosamente maternal con ellos.
Le dije que en realidad quería a esos chicos, que con su frescura e inocencia se habían ganado mi corazón, le conté que me habían apodado” la Tía” y se río mucho.
La intimidad de la charla nos permitió contarnos cosas de nuestras vidas, conté que a pesar de ser una mujer de 50 años yo no tenía hijos y que en este momento tampoco tenía pareja. Que tuve una ruptura de pareja hacía unos seis meses y que por ese motivo mi viaje era sola.
Hablamos bastante y de manera fluida, José es un hombre pausado y sumamente tierno de los que escucha atentamente la charla.
En determinado momento me pregunta si me gustaría conocer cosas de la Habana de noche, obvio que dije que si entonces se paró y me invitó a salir al balcón.
Parados al borde comenzó a explicarme con lujo de detalles todo lo que se veía desde ahí que era una vista maravillosa, el Vedado, el Castillo del Morro, la Mojonera.
Él iba describiendo todo y señalando con el dedo para que yo lo descubra.
En un momento me señala de algo que yo no logro ver, era confuso, entonces para explicarme mejor se paró detrás mío apoyó su mano derecha sobre mi hombro bajó su cabeza a la altura de la mía casi sobre mi hombro izquierdo y estirando el brazo izquierdo como una mira señalaba con su dedo una pequeña luz lejana.
En la cercanía sentí el perfume que llevaba puesto, pero además pude percibir su aroma…el de su piel, el de su cuerpo… y se me erizó la piel.
Nos quedamos unos instantes en silencio mirando y sin saber por qué crucé mi mano izquierda por delante de mis pechos y tomé su mano derecha que se encontraba en mi hombro. Él se sorprendió y quiso quitar su mano, no lo dejé, la tomé fuerte, bajé y la agarré con la otra mano, tomé además su otra mano y llevando ambas hacia adelante las ubiqué a la altura de mi abdomen juntas adelante mío.
Sin pensarlo demasiado hice que me abrazara parado detrás de mí.
Giré mi cara, lo miré y viendo que me observaba le hice una mueca de aprobación y una sonrisa, él devolvió la sonrisa. Casi susurrando me dice que jamás había abrazado a una mujer blanca, que era la primera.
Me causó gracia y reí.
Un rato largo estuvimos así abrazados hasta que giré sobre mí misma y quedamos enfrentados, él aun me abrazaba. Estiré mis brazos lo tomé de la cara, le di un hermoso y dulce beso en los labios y le dije en voz baja que era un hombre afortunado sin dudas, porque hoy no solo había abrazado por primera vez una mujer blanca, sino que además iba a tener la posibilidad de sentir a una de ellas íntimamente.
Un gesto de sorpresa invadió su rostro como no entendiendo nada y fue en ese instante que le dije que quería que me poseyera, quería tenerlo dentro mio y acto seguido comenzamos a besarnos apasionadamente.
Mientras nos besábamos, bajé los breteles de mi vestido y le ofrecía como una ofrenda mis pechos con sus timbres erectos y duros, llevé su cara hacia ellos para que los chupara y él lo hizo con ganas. Mientras eso sucedía y yo gemía de placer con una de mis manos agarré fuerte su entrepierna notando que ahí había algo considerable. Apreté su verga hasta lograr que tomara volumen, parecía ser algo grande y eso me excitaba aún más.
Me corro a un costado y me termino de desvestir mientras quita su camisa, me paro desnuda frente a él y viendo su gesto de alegre sorpresa, le digo
-“hoy, este pedazo de mujer es toda tuya..”
Me empuja al sillón y comienza a besar mi cuerpo por todas partes, chupa incesantemente los dedos de mis pies y me pone absolutamente cachonda, baja por mis piernas y continua con su boca y lengua el recorrido, se para frente a mi sexo, me sonríe, y mete su lengua en mi vagina separando sus labios, gimo y grito de placer.
Y empieza al camino desde mi clítoris hasta mi ano de forma continua y repetida, no pude aguantar y me vine en un orgasmo interminable pleno de contracciones.
Me dejó tirada en el sillón mientras terminaba de desvestirse, una vez desnudo se sentó al lado mío y yo ahí me di la vuelta, tomé su gran verga que estimo que tendría 22-23 cms y comencé a mamarlo con muchas ganas, él comenzó a gemir y jadear entrecortadamente, yo refregaba su glande por mi cara lo metía profundamente en mi boca, recorría con mi lengua todos sus pliegues, apretaba sus grandes testículos con mi otra mano.
Me pide débilmente que pare, lo hago y lo miro, le sonreí y automáticamente me subí sobre él, comencé a meter su enorme herramienta dentro de mí y así colmé de carne negra todos mis espacios, me mira preocupado y me dice que no tiene condón y cómo vamos a hacer.
-“vos no te preocupes”
Le dije y lo monté un buen rato, sentía como mi cuerpo rebotaba contra el suyo y caí en la cuenta que su pene a pesar de ser enorme entraba completo dentro de mí.
En un momento volvió a decirme que no aguantaba y ahí le pedí que acabe adentro junto conmigo.
Fue probablemente el mejor orgasmo de mi vida, sentía mis contracciones y a su vez sus espasmos dentro mío, la tibieza de su semen me inundaba y fluía, era hermoso y demoledor a la vez.
Ahí quedamos ambos, tirados uno sobre el otro abrazados en ese sillón por un buen rato.
Recuerdo que me levanté y fui al baño, cuando volví José aún estaba tirado en el sillón, sonriéndole dulcemente me fui reptando su cuerpo hasta tomar su miembro con mis manos, chupé con ganas al semen sobrante de su pene para luego acostarme encima suyo. Lo besé tiernamente en el rostro, en su boca en su pecho, lo mimé.
El me miraba con enorme dulzura. Reiteraba que no podía creer lo sucedido, que jamás había tenido sexo de esa forma, que hasta él se desconocía. Yo aprovechaba y le decía riéndome que ese era el poder de las mujeres blancas, reía y asentía, seguramente era así.
Cogimos un par de horas más, me llevé sus orgasmos en esa noche y esperma dentro de mi como para todo el año, fue extenuante pero maravilloso.
Me bañé, me vestí y él me acompañó hasta que subí a un taxi rumbo a casa, creo que esa noche dormí como nunca.
Pasaron un par de días y una mañana recibo en el celular un mensaje de José, me pedía si podía ir a su casa que quería hablar conmigo que fuera de mañana que los chicos no estaban.
Fui al día siguiente de mañana a ver que precisaba, me recibe amablemente y muy sonriente y ni bien traspuse el umbral y cerró la puerta me dio un hermoso beso con un gran abrazo, pensé que íbamos a tener sexo de nuevo, pero no, quería realmente hablar conmigo.
Noté que daba vueltas con la charla y tuve la sensación que no se animaba a pedirme algo.
En un momento me cuenta que él tiene preocupación por los chicos y que a juzgar por lo que pensaba, ellos aún eran vírgenes, cosa que me sorprendió y no supe que responderle.
Me confiesa que tiene miedo que su experiencia inicial sea traumática y que los llene de dudas y que aún peor si esa primera vez fuese con una niña joven y que quedara embarazada.
De alguna forma me estaba pidiendo que lo ayudara, lo que no me di cuenta es en que forma me pedía que lo ayudara.
Luego de unos instantes me dice clara y sinceramente
-“ quiero que tú seas quien inicie a los chicos.
Eres una mujer con valores y una gran persona y podrías dejarles una buena huella para su futuro.
Te respetan y te aman, creo que tú eres la indicada “
Yo no podía creer en lo que escuchaba, su propio abuelo me estaba pidiendo que me los cogiera. Era inusitadamente loco todo, le dije no y que obviamente me parecía una absoluta locura.
Me pidió por favor que lo pensara.
Me fui del departamento llena de dudas y ansiedades, pensaba y todo me decía que no, debía negarme, era una completa locura el pedido y además eran menores de edad o casi.
Durante todo el día no me pude quitar de la mente lo que hablamos y tratando de encontrarle una razón al pedido me propuse a la noche después de cenar definir que pensaba hacer, porque me quedaban solo dos días en la ciudad.
Luego de la cena me di un buen baño, me preparé un ron y después de me tiré en el sofá a ver qué posibilidades había. Si me niego o directamente no lo hago y me voy, José va a guardar un mal recuerdo mío, si por otra parte lo hago es posible que a los chicos les disguste o se enojen conmigo por la propuesta.
Pensé tal vez que si los seducía y los llevaba a ellos a que lo descubrieran solos tal vez el impacto sobre sus pensamientos fuese menor.
Y busqué ese camino, creía que era lo mejor.
Al día siguiente fui a la playa después del mediodía como habitualmente hacía, me tiré a leer durante una hora y veo a los hermanitos acercarse a mí.
Me saludan riéndose me dan un beso y se sientan al lado mío, me cuentan de su fin de semana, de la fiesta de la otra noche y de nuestra cena con su abuelo. Bromeaban diciéndome que habían huido y yo había tenido que soportar a su abuelo sola, se reían mucho.
Intuyo que nunca sabrán en realidad lo que sucedió.
Nos metimos al agua varias veces, la tarde era hermosa, llega la hora de la merienda y nos vamos para mi departamento.
Entramos dejo las cosas en el comedor y me voy a la pieza, quito mi malla y me pongo un pareo, voy al baño abro la ducha y vuelvo al comedor. Los chicos estaban sentados en el sillón.
Con tono solemne dije.
-“hoy, vamos a cambiar un poco la rutina de la merienda.
Primero vamos a bañarnos así nos quitamos la sal y el sudor del cuerpo y después volvemos a merendar…”
Ellos asintieron sonriendo y ambos fueron al baño, entraron y cerré la puerta, esperé unos segundos y me metí en el baño.
Estaban ambos desnudos y al verme, sorprendidos se taparon sus partes con las manos. Con total naturalidad me paro en el medio del baño entre ambos y me quito la toalla dejando todo mi cuerpo al desnudo.
La cara de asombro de ellos no tenía fin, miro a ambos y les digo
-“como es mi última tarde con Uds., quería llevarme el mejor recuerdo de Cuba entonces había pensado en que estaría bueno que nos bañásemos los tres juntos, enjabonándonos mutuamente..”
Ambos chicos me miraron y esbozaron una leve sonrisa, los tomé del brazo y los acerqué hacia mí, eso hizo que perdieran el pudor y quitasen las manos de sus entrepiernas. Apoyé mis palmas en el pecho de cada uno y los invité a entrar en la ducha, ellos me siguieron.
Se colocaron uno a cada lado mío y ahí los tomé de la cintura y los arrimé a mi cuerpo, les pedí en un susurro que no sean malos y me enjabonaran todo el cuerpo. Mientras tanto yo guiaba sus manos con jabón por mis pechos, mi espalda, la cintura, mi cola. Cuando ya ellos lo hacían por si mismo yo bajé mis manos aun enjabonadas y agarré sus penes, ambos se sobresaltaron y emitieron un breve gemido, los miré de manera cómplice y les dije
-“ a la Tía le encanta esto…”
Acto seguido me metí bajo el chorro de agua, cuando salgo ambos me toman y comienzan a besarme el cuello, las orejas, los hombros. Sus manos recorrían mi cuerpo y sus dedos se abrían paso por mis nalgas acariciando mi ano y mis labios vaginales buscando mi clítoris.
Por lo que estaba pasando deduje que no era su primera vez como su abuelo pensaba.
Sus miembros ya estaban en plenitud y di cuenta que como buenos morenos sus vergas eran bien grandes, me recorría una sensación de regocijo y ansiedad ver eso.
Las manos de los niños me trajeron un dulce orgasmo, ellos me apretaron entre sus cuerpos y yo acabé gimiendo y jadeando. Ambos se sonreían.
Nos secamos y en lugar del sofá de siempre nos fuimos a la cama, nos acostamos en ella y antes que pasara algo tomé sus miembros con mis manos y me dediqué a mamar a ambos con muchas ganas, recorría las venas de sus vergas besándolas, los pliegues sus bolas y a sus glandes los chupaba con fuerza, estaba enloquecida.
Me hicieron parar para no acabarme y me dijeron que querían acabar dentro mío.
Me subí a caballito de Abel pensando hacer lo mismo después con Ernesto, pero no era la idea de ellos al parecer porque él abriendo mis nalgas lubricó mi ano con mucha saliva y ambos ingresaron al unísono dentro mío.
Mi vagina y mi ano sufrieron una dilatación conjunta y simultánea, lenta pausada y amorosamente entraron en mi como si lo hubieran hecho miles de veces. Grité en una mezcla extraña de dolor y placer y ellos manejaron la situación con una naturalidad pasmosa.
Unos segundos después en donde me tranquilicé un poco, me dicen
-“ vas a ver como te va a gustar Tía, te vas a llevar un hermoso recuerdo de Cuba, te vamos a coger toda la tarde…”
Y ahí desataron el infierno, comenzaron a moverse entrando y saliendo en mí de forma continua. En menos de diez minutos acabé el menos cuatro veces y cuando el final de mi cuarto orgasmo llegaba siento a ambos dar rienda suelta corriéndose dentro de mí.
Era una sensación única y maravillosa que jamás había experimentado. Dos jóvenes sementales llenándome de esperma caliente de forma simultánea, sentir alternadamente sus contracciones en el culo y en mi vulva, fue algo inolvidable.
Terminaron ambos y los tres tirados unos sobre otros quedamos en silencio en la cama por varios minutos.
Pude correrlos y fui al baño, me miraba en el espejo y no podía creer lo que sucedió, confieso que luego de los nervios del principio todo fue sumamente placentero y hermoso.
Volví preparé la merienda y los llamé, merendamos juntos tirados desnudos en el sofá riéndonos y charlando animosamente como hacíamos siempre.
Cuando la merienda estuvo terminada Abel me dice
-“ahora a debemos cumplir nuestra promesa…”
Se abalanzaron sobre mi en el sofá y comenzaron a besarme por todas partes, me hacían cosquillas y pensé que era una broma al principio, pero después la cosa se puso seria y me dejé llevar.
Cumplieron su promesa, me cogieron de todas las formas posibles alternando uno y otro dentro mío.
Con ambos dentro, uno en mi vulva y otro en mi ano cambiaban de posición, perrito, misionero, patas arriba, cabalgata, no dejaron pose del Kama Sutra sin probar.
Acabaron tres veces cada uno, hasta la última al mejor estilo del porno interracial yo arrodillada en un almohadón y ellos parados al lado llenando mi cara de esperma de ambos, tragué todo lo que pude.
Nos bañamos nuevamente los tres, ya era tarde y ellos se fueron no sin antes darme un dulce y hermoso beso de lengua ambos. Los vi irse caminando por la calle.
Tomé el celu y para que José supiera que había cumplido su pedido envié una foto a su WhatsApp.
Una selfi que sacó Abel por pedido mío en el reflejo del espejo del comedor, yo estaba encima de Ernesto y debajo de él siendo penetrada por ambos al mismo tiempo en el sofá.
Su respuesta fue un “no lo puedo creer …te quiero… “
Al día siguiente en el lobby del aeropuerto ya lista para irme de Cuba pensaba en que bien la había pasado.
Las vacaciones habían sido excelentes y encima me llevaba de la isla una experiencia que jamás hubiera pensado que podía tener. No vine buscando sexo y me llevé todo el sexo posible de acá.
Unos minutos antes del embarque veo a los dos jóvenes saludarme con sus manos desde lejos, venían a mi encuentro con sus eternas sonrisas.
Me abrazan ambos me dan un beso y nos sentamos un par de minutos a charlar antes de irme.
Me confiesan que ninguno era virgen (ya me había dado cuenta de eso en carne propia)
Que sabían que habíamos tenido sexo con su abuelo y que en realidad el cumpleaños del amigo jamás había existido, lo habían inventado esa noche porque era la posibilidad para que su abuelo hiciera el amor con una hermosa mujer, cosa que lograron.
Sorprendida porque nunca pensé en toda la trama que armaron sonreí y creo que los amé más que antes, les agradecí porque entre la salvaje juventud de ellos y la ternura interminable de su abuelo había tenido los mejores orgasmos de mi vida.
Bromeo diciendo que debiera quedarme a vivir con ellos así tenía tres negros que me cogieran todos los días, ellos reían a carcajadas.
Nos llaman a embarcar y entonces me paro para saludarlos por última vez, tenía mis ojos llenos de lágrimas y vi en los de ellos algo parecido, me abrazaron hasta estrujarme y me dieron un beso enorme, les dejé dos libros con una dedicatoria a cada uno para que me recuerden.
Me despedí y me fui saludándolos con la mano desde la fila, ellos me tiraron un beso…
La verdad es que fueron de las mejores vacaciones de mi vida y cada vez que las recuerdo alguna lágrima se me escapa.
No tuve más noticias de ellos y vaya uno a saber que será de sus vidas, pero a veces pienso en que debiera volver a Cuba nuevamente………sexo de a tres no volví a tener jamás.
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