Mojito cubano 1
Las calles están llenas de letras escritas de humedad y besos… Es solo cosa de saber dónde mirar… O saber esconderse.
La conocí en uno de mis trabajos, había llegado de cuba hace un par de años, morena, cabello ondulado y espeso, de labios finos y sonrisa hermosa, un cuerpo envidiable a sus 45 años, bonito trasero, caderas delgadas, muslos ricos como para apretarlos, pechos redondos y bien formados… aunque claro si hablamos de «escala masculina» yo no estoy ni cerca de eso, si hablamos de belleza… menos si tomamos en cuenta que pasaba con ojeras por el trabajo… al verla lo primero que pensé «es tan rica esta tipa, que dudo que se fije en mi»… a veces la miraba en el casino de la empresa, veía como los demás tipos se «hacían los lindos» con ella, yo solo le decía «hola» cuando la veía pasar, un par de veces conversamos un poco… hasta que un día… a mí me gusta el terror, películas, series, libros, una tarde estaba leyendo en el trabajo, ella estaba cerca y me pregunto que estaba leyendo, le respondí «el hijo de Rosemary, de ira levin», pensé que solo me preguntaba de curiosa, pero respondió «no me gustan los libros de terror, me gustan las novelas policiales» la mire sorprendido… «O sea, sabe lo que estoy leyendo, interesante» pensé… esa pequeña conversación dio a lugar a más cosas de las que esperaba…
De a poco fuimos conversando más, de literatura, música, política, a pesar de lo que pensé en un principio, era una persona muy cultivada, muy inteligente, y extremadamente pragmática… las conversaciones se hacían más largas… nos dimos los números de teléfono… recuerdo que un día en la noche, empezamos a conversar de literatura erótica, la conversación se puso más y más atrevida, yo por miedo a ir muy rápido no insinué nada, pero escuchaba su voz alegre y dulzona decir palabras tan calientes… se me venían a la cabeza sus pechos firmes y redondos, sus caderas perfectas caminando con elegancia y soltura, era una de esas pocas mujeres, que con cualquier cosa que se pusiera se veía apetecible… estuve más de media hora con una erección que me llego a doler de lo hinchado que estaba. Terminamos de conversar de madrugada, me fue imposible no masturbarme esa noche pensando en sus labios, su cabello espeso cayendo por su cuello largo y hermoso…
obviamente nos fuimos haciendo amigos, caminábamos juntos al metro, almorzábamos juntos, lo típico… un día, con otros compañeros de trabajo, nos organizamos para ir a un local que quedaba cerca, obviamente fuimos juntos, tomamos unas cervezas, nos reímos bastante, pero debido a una ley de mi país, no se puede fumar en espacios públicos, así que como tenía ganas de fumar, salí a hacerlo, ella me siguió… ya estábamos un poco tocados por la cerveza, casi no recuerdo de que nos reíamos, de repente, sin aviso, se acurruco en mi pecho, de una forma tan sutil, tan tierna… yo la abrace sin decir nada, su cabello me rozaba la barbilla, sentía sus pezones rozar mi pecho al respirar, empecé a tener una erección casi al instante, ella seguía con su cabecita mirando hacia abajo, tan sumisa, le tome su carita y en silencio roce mis labios con los suyos, despacio, lentamente abrí un poco más la boca y nos sumergimos en un beso largo y cálido, sus manos me apretaban la espalda, yo le acariciaba el cabello y le sujetaba las caderas con fuerza, empujándola hacia mí, mi verga que ya estaba demasiado dura, pasaba por los pliegues de su vagina, al sentir esto ella solo decía «mmmm…» mientras nuestras lenguas se acariciaban suavemente y con calentura… nos separamos un momento, nos miramos a la cara, reímos de quien sabe que, volvimos con nuestros compañeros de trabajo, como si no pasara nada, la velada siguió tan amena como empezó y obviamente se hizo tarde… y obviamente nos fuimos juntos…
Caminamos en la noche fresca de una ciudad indiferente y solitaria, abrazados en algunos tramos, de la mano en otros, pero cada cuantos pasos, la agarraba fuerte de las caderas y la besaba, ella reía… su sonrisa era tan hermosa… pasamos por el lado de un callejón oscuro, la arrime contra el muro mientras la besaba, ella se dejaba querer, mi boca se fue moviendo de los labios hacia su cuello, por debajo de su oreja, le daba pequeños mordiscos escondidos entre la respiración caliente y agitada, mis manos apretaban sus caderas, y subían lentamente por su vientre, acariciando su piel entre la tela y mis manos, sus piernas se abrieron un poco, para recibir mis caderas y mi verga dura que estaba prisionera bajo mi pantalón… podía sentir el calor de su vagina, moviéndose por instinto, queriendo coger, sus uñas largas se enterraban en mi espalda, me dolía, pero no me importaba… no estábamos ahí… estábamos en otro lugar, en un sueño de sudor y carne, de suspiros y embistes calientes… de a poco mis manos subieron y pude tocar el contorno de sus tetas morenas y suaves, sus manos bajaron de golpe, una en cada nalga, me las apretó fuerte, y me empujaba a su concha ansiosa… ya no aguantaba más… «estoy que reviento» le dije al oído esbozando una sonrisa picarona, «¿Y tú crees que yo no?» me dijo riendo con su voz alegre de la habana… y volvimos a besarnos, esta vez más fuerte, más rápido… mis dedos apretaron sus pezones duros, los frotaba entre la tela áspera y mis yemas, una de sus manos se posó en mi entrepierna, sus uñas rasguñaban mi pene… el tronco, la cabeza, mis testículos… y entre las lenguas desesperadas de calentura, se escapaban gemidos de ambos… casi sin darme cuenta, sus deditos hábiles desabotonaron mi pantalón y se fueron directamente a mi verga… la carne buscaba a la carne… al hacerlo me bajo un poco los pantalones, lo suficiente para masturbarme, sus manos apretaban mi verga con fuerza, yo me aleje un poco y la mire a los ojos… no pude decir nada, solo abrir la boca y dejar escapar un suspiro ahogado… metí mis manos bajo su polera, su piel canela estaba hirviendo y sus tetas suaves solo lo estaban más… le levante el sostén, chupe esos pezones duros como si quisiera tomar leche de ellos, ella gimió fuerte y me pajeaba con fuerza, su pulgar empezó a apretar la cabeza de mi verga y se empezó a mojar con las primeras gotas de semen que salían… el sonido y las luces bajas de un auto pasaron al lado de nosotros y en medio de toda esa calentura, recordé que estábamos en plena calle, apoyados en un muro poco iluminado, pero en vez de preocuparme… solo me calentó más… y quería que ella se calentara más, en un movimiento rápido, desabotone sus jeans, y me agache para quedar justo en su concha, acerque mi boca y pude sentir en la oscuridad esa carne suave del pubis… y nada de pelito, suave y tersa… mmm… mis manos bajaron su calzón ya mojado de excitación y su pantalón, dejando su concha desnuda a mi merced, entre besos y lengüetazos, abrí los labios de esa concha madura y ansiosa, y con mi lengua encontré el clítoris, estaba tan mojada, luego de acariciarlo con mi lengua, chupe ese pequeño botoncito de carne como si fuera un pezón… fuerte, mamándolo, una y otra vez, apretándolo desesperadamente con mi boca. Mire levemente hacia arriba, ella también me estaba mirando lánguida de calentura, aguantándose gemir, con sus manos se apretaba las tetas con fuerza, mientras sus caderas se movían hacia adelante y atrás, le lleve el ritmo a su conchita de canela… mientras sus jugos me mojaban la barbilla y los labios. «sube» me dijo gimiendo, al estar cara a cara y los genitales al aire en plena calle, me dijo «métemelo, ya no aguanto, mételo ahora»… no fue difícil… mi verga y su concha estaban completamente húmedas de calentura… pero había un detalle, una de las ventanas del edificio contiguo, estaba iluminada y la silueta de una sombra se veía en esta… eso, ese pequeño detalle, encendió el morbo a decir basta.
sin parar de besarla, abrí un poco las piernas y doble las rodillas, por el ansia di un par de empujones en su pubis, ella tomo mi verga con su mano, y la puso justo en medio de su vagina… el solo contacto de las carnes ardientes nos hizo suspirar a ambos, pude sentir como el contorno de pene mojado acariciaba su clítoris, como el borde de la cabeza pasaba por encima de ese botoncito de carne rosada… rápido… muy rápido… solo empujaba, por instinto, mi mano apretaba su teta carnosa, su pezón duro de excitación, mi otra mano estaba en su nuca, acariciándole el pelo… tomándola como mía… le mordí su orejita despacito mientras cogíamos y le dije al oído «nos están mirando, mira hacia la ventana»… la silueta seguía ahí, se podía ver como corrió un poco la cortina, para no dejarse ver, pero admirar todo el espectáculo, ella hizo un siseo prolongado y me agarro el culo con ambas manos, casi enterrándome las uñas, y empujaba mis caderas para que pudiera entrar más profundo… no aguante el morbo… y le dije «está mirando hace rato, se está tocando… si es hombre o mujer, se está pajeando, te gusta cochinita?, que te miren culeando en la calle como perrita caliente»… si antes me empujaba, ahora ella movía su culo casi sin control, no decía nada, solo gemía, pasaban y pasaban los autos y no podíamos detenernos, «dale mami, culeame rico, dale, en la calle, culeame rico putita» le susurre al oído… con solo esas palabras, la mujer tranquila, simpática y sencilla, se volvió una bestia que prácticamente me estaba violando en plena vereda… cogíamos como desesperados, ansiosos ya no por escondernos, si no, porque nos estaban mirando… los jugos de su concha me mojaban las bolas, rápido, desesperante, fuerte, caliente, suave… mas… mas… «échame la leche papa» me dijo al oído… de a poco me tense por completo, sentía su conchita apretarme la verga, sin parar de coger, sin parar de empujar, «ya papi, ya» me dijo abrazándome con fuerza… ya no podía aguantar… solo sentí el chorro de semen mojándole los labios, el clítoris, la concha entera… juntamos nuestras mejillas, cada uno gimiendo en un orgasmo húmedo y desesperado… sin mirarnos a los ojos sabíamos que por un momento fuimos uno…
Nos quedamos ahí un momento… sudando… sintiendo las gotas de semen y fluidos bajar por nuestros muslos… «primera vez que lo hago en la calle» le dije, «yo también» me respondió, nos miramos y nos reímos a carcajadas… «vámonos, me bajo toda la vergüenza» yo entre risas le dije «es un poco tarde para eso, no crees?», nos acomodamos la ropa, y caminamos rápido para dar vuelta en la esquina, de la mano, con una sonrisa gigante en la cara, «hay un local por aquí cerca que está abierto, ¿Quieres un café?», «bueno» me dijo sin dejar de sonreír, después de eso la fui a dejar a su casa… pero lo de esa noche, no fue lo único que ocurrió…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!