Mojito cubano 2
Hicimos de las veredas nuestra cama… Escribimos en los muros nuestros orgasmos….
Lo que esa noche paso con mi amiga cubana, además de genial, fue el comienzo de la perdida de la vergüenza, casi por completo.
Como todos los días, la esperaba a que saliera del trabajo, ya que mi horario era diferente y salía un poco más temprano. Aunque para no despertar sospechas y evitar comentarios de metiches, nos juntábamos en una plaza cerca, fumaba un par de cigarrillos y estaba atento al lugar desde donde tenía que venir… con su pelo suelto al viento, su carita con una sonrisa radiante, y sus caderas bailando coquetamente hacia nuestra «discreta» reunión…
como conté antes, era una mujer muy cultivada y no solo físicamente, así que el tiempo se pasaba volando… obviamente la primera noche que tuvimos algo, aun me daba vueltas en la cabeza, fue imposible no llevarlo a la conversación, además ya había confianza así que entremedio de un beso le dije al oído, «oye… no puedo olvidarme de lo del otro día..» ella me miro a los ojos y me dijo en un susurro, esbozando una sonrisa picarona «yo también me acuerdo, y me calienta recordarlo»… la erección fue automática, prácticamente como pasar el cambio en un auto… «de verdad?» le respondí, siguiéndole el juego, me acerque, nos besamos… pero esta vez, su manito juguetona iba en dirección de mi verga, que ya palpitaba de excitación, por instinto, puse mi mochila encima, para poder esconder sus caricias de la gente… que pasaba justo enfrente de nosotros, «mmm… eres todo un oportunista» me dijo maliciosamente, mientras sus dedos apretaban suavemente la cabeza de mi verga por encima del pantalón, me acomode disimuladamente en la banca del parque, para que pudiera usar mejor su mano, abrí un poco las piernas, sus uñas subían y bajaban por el tronco de mi verga, solo la miraba en silencio, con la respiración agitada, ella seguía, mordiéndose los labios, despacio se acercó a mi oído «¿Y si voy un poquito más lejos?», al decir esto, sus dedos desabotonaron mi pantalón, yo la mire sorprendido, pero estaba tan caliente que ni siquiera pensé en detenerla, sus dedos se metieron en mi pantalón, debajo de la ropa interior, el cierre se abrió por si solo al meter ella la mano y yo me levante ligeramente, para que el pantalón bajara un poco, aunque… tenía que disimular… al frente mío pasaba gente, hablando por teléfono, conversando, caminando apurados… mientras la yema de sus dedos acariciaba la cabeza de mi pene y se mojaba con las gotas de semen que salían por sus caricias… se acercó a mi oído y susurro bien cerca de mi oreja «esta durita… que rico, quédate quieto papi, para sacarle lechita», la corriente tibia de su aliento me recorrió el cuello y solo por reflejo, mi verga se movió y se hincho más de lo que ya estaba, sus dedos empezaron a masturbarme suavemente, yo trataba de que la agitación no se notara, quería cerrar los ojos y tirar la cabeza hacia atrás, para poder disfrutarlo mejor, pero no podía, esos movimientos me delatarían, me desesperaba, pero eso era exactamente lo que más me calentaba… y ella se daba cuenta… mientras me hacia la paja más rica de mi vida, sonreía con una malicia exquisita, sus ojos brillaban como los de una niña traviesa, su mirada solo decía una cosa… «eres mío»… y sus dedos seguían moviendo la carne de mi verga, hacia arriba, abajo, una y otra vez, soltando más y más gotas de semen, de repente bajo un poco más, sus uñas me rasguñaban las bolas despacito… ella me seguía conversando, como si nada pasara, como si todo lo que estuviéramos haciendo, fuera de lo más normal, mientras yo trataba de no gemir, mirándola intentando llevar una conversación, me agarro la verga con la mano y siguió pajeándome, mas rápido, apretándola fuerte, por suerte la mochila tapaba bien, pero aun así, yo no me podía aguantar, le agarre el muslo fuerte, ya estaba a punto de llegar, abrí mis ojos, respiraba fuerte, la calentura simplemente me quito la vergüenza, ella… más rápido, más fuerte, con descaro, me susurraba al oído «dame la leche papito, así dámela» y daba unos siseos ricos y calientes mientras mis muslos se tensaron por completo, encogí los hombros y cerré los ojos, mientras la agonía del placer me tomaba por completo, de repente, con su otra mano, me agarro la cara y me beso… y en ese beso exquisito, descargue la leche caliente en su mano, esa leche que ella tanto quería, mientras me daba pequeños mordiscos en los labios, mi verga escupía semen ardiente mientras tiritaba en sus manos… suspire en su boca un gemido ahogado y me quede quieto, ella lentamente saco su mano, que estaba cerrada para que no se viera lo que tenía, yo aun seguía en silencio, con esa típica cara de feliz que pones después de un orgasmo, ella abrió su cartera con la otra y saco un paquetito de pañuelos de papel, saco uno y se secó la palma de su mano, solo sus dedos quedaron manchados… me miro y me dijo «que rica tu leche papi» y acerco uno a uno sus dedos a su boca y los chupo mientras me miraba con su carita de caliente insaciable… yo me sorprendí… era exquisito mirarla chupar mi semen en sus dedos… enfrente de los transeúntes del parque…
Me paso un pañuelo para que me secara, agradezco que la mochila no se moviera, porque tampoco hubiese parado… jejeje… me limpie, saque un cigarro, conversamos un poco más y caminamos hacia el metro, mientras íbamos me dijo «yo también la quiero pasar bien», «si se, no te preocupes por eso». La lleve al metro, nos despedimos… de todas maneras, mañana nos veríamos de nuevo en el trabajo…
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