Mojito cubano 3
Entre la apatía y la falsa moral, jugabamos en sus caras….
Como todos los días durante ese periodo, espere a mi amiga cubana después del trabajo, aunque hubiese un clima helado ese día, pensé que al menos podríamos tomarnos un café antes de que cada uno se fuera a casa… me equivoque, y fue un bonito error…
Si hay algo que me fascinaba de esa mujer es que cualquier cosa que se pusiera, se le veía bien y ese día llevaba jeans azules, una blusa delgada y un chaquetón largo y negro de cuero, que le daba a su figura exquisita un misterio delicioso que se bamboleaba entre las calles, con la seguridad de una mujer madura, que sabía que atrapaba miradas… y bueno yo… con las mismas ojeras de siempre… jajajaja… ahora que lo pienso bien, no sé cómo se fijó en mi…
Al llegar, la agarre de las caderas, le acaricie su cabello, y deslice mis labios, frotándolos un poco sobre los suyos, antes de darle un beso… esa carita hermosa no se merecía menos que eso (y con lo libidinoso que soy… jejeje). la tarde helada y las hojas secas crujiendo bajo los pies, invitaban a un café, así que mientras conversábamos la invite a tomarse uno, como siempre, el tiempo pasaba volando, entre palabras de libros, política, incluso ajedrez (si, sabia jugar). al salir de la cafetería, caminamos por unas calles poco iluminadas, me fue imposible no parar con la excusa de prender un cigarrillo, que se convirtió en otro rico beso, que fue de a poco empujándola hacia un muro, ella se reía y se dejaba llevar, despacio su espalda se acomodó al muro, mientras mis manos le apretaban las caderas y los muslos y nuestras lenguas se acariciaban despacito, sus manos tampoco estaban quietas, me tomaba de la nuca con una y la otra se deslizaba por mi espalda hasta mis nalgas… no estaba satisfecha con apretarme, le gustaba enterrarme las uñas, y pasarlas despacio, si a ella le gustaba hacer eso, a mi simplemente me volvía loco…
«mmm… ¿Porque eres tan caliente?» me dijo riendo entre besos, «es que soy joven, las hormonas aun me afectan», al decir esto exploto en una carcajada «hace harto rato que ya no eres joven» dijo con su sonrisa alegre, y volví a comerme esa boquita exquisita, ahora ella me tomo el culo con ambas manos, abrió un poco las piernas y yo pose mi verga encerrada en el pantalón entre sus caderas, mientras mi manos subían por su vientre, acariciando por debajo sus pechos redondos, que se movían al ritmo de sus respiros calientes, suavemente rasguñaba sus contornos, mientras le susurraba al oído, «paso todo el día caliente por ti» y bajaba por su cuello, hacia su pecho, mientras ella siseaba de calentura, de repente una de sus manos subió a través de mi espalda y se acomodó cerca de su propio pecho, al hacer esto aleje mi cara de su cuello, la mire a los ojos, que brillaban en el atardecer, se mordió los labios, miro hacia los lados, se mordió los labios y lentamente bajo su blusa, dejando al descubierto su teta hermosa color canela «dale, dale papi chupa» me dijo, acerque mi boca y empecé a chupársela fuerte, como un bebe queriendo tomar leche, mientras ella soltaba gemidos, y me tapaba con la chaqueta, escondiéndome de los pocos que pasaban por ese callejón oscuro, indiferentes, muy ocupados con sus celulares para ver el incendio que estaba frente a sus ojos en esa pequeña calle. Mis labios chupaban con fuerza, mi lengua humedecía ese pezón rico y duro, mientras le daba rasguños húmedos con mis dientes suavemente, su otra mano me apretó más aun las nalgas y empezó a empujarme, mi verga estaba ya mojada por los roces y podía sentir su concha caliente de humedad, casi desesperados por sacarnos la ropa, un embiste, otro, chupando más fuerte, más rápido… «cálmate, ya para, estoy muy caliente, para» me dijo sin aviso, yo me separe y la mire «¿En serio quieres parar?» le dije incrédulo, «si, ya es tarde, disculpa, no te enojes», baje la cabeza y trate de enfriarme, «bueno, tampoco te puedo obligar, no es la idea». Caminamos hacia el metro, eso no detuvo los ánimos, fuimos conversando sin problemas.
Al llegar al metro, bajamos al andén para esperar el tren, caminamos lentamente hacia el final de este, llegamos hasta los últimos asientos, por la hora no había mucha gente, casi nadie en verdad, cuando nos sentamos, volvimos a besarnos, yo tenía mi mano en su vientre, y empecé de a poco a subirla… no dijo nada, solo se volvió a tapar… llegue a su pezoncito duro y lo empecé a apretar con mi índice y mi pulgar… «malvado, lo único que quieres es calentarme» dijo riendo, «¿Que comes que adivinas?, además… te debo una, ¿Recuerdas?»… su carita se ilumino con una chispa de indecencia deliciosa… puso su cartera encima de sus muslos, sin decir, nada mientras mi mano bajaba por su vientre y le susurraba al oído «cochinita… ¿Quieres que te masturbe aquí?»… llegue a su pantalón, empecé a tratar de meter la mano, ella lo desabotono, mientras mi mano se deslizaba por esa carne suave y cálida, hasta que llegue a sus labios, que ya estaban mojados, abrió un poco las piernas, su concha estaba húmeda y palpitando, por el espacio, solo caían dos de mis dedos y empecé a hundirlos entre su vagina, al hacerlo ella tirito un poco, cerró los ojos y dejaba escapar suspiros silenciosos y ardientes, mientras los trenes pasaban, ante unos pocos pasajeros que no alcanzaban a mirar el espectáculo… pero, en el metro hay cámaras… cuando pude encontrar su clítoris, lo apreté entre mis dedos, la humedad hacia todo mas fácil, apretaba los bordes, presionándolos, hacia arriba y abajo, lo estiraba un poco, lo apretaba de nuevo y le miraba su carita con los ojos cerrados, derretida en un sueño caliente e indecoroso, vulgar como perros en celo… escondidos a plena vista… sus caderas se empezaron a mover, su mano dejo una de sus tetas exquisitas al descubierto, se la apretaba fuerte, su otra mano me tenía agarrada la verga, la apretaba cada vez más fuerte, y liberaba gotas de semen en cada apretón, sus caderas se movían, como si estuviera desesperada por culear, me acerque a su oído, le mordí la oreja despacito y le susurre «¿Te gusta así puta?, que te esté pajeando en frente a todos? te gusta putita?» ella solo jadeaba, con sus ojitos cerrados, mientras yo movía mis dedos, pajeando ese pequeño pedacito de carne, sentía sus muslos tiritar, se apretaba su teta con fuerza, casi arañándola con las yemas de sus dedos, estirando el pezón, una y otra vez, su otra mano me apretaba las bolas, la cabeza de la verga, como si me la quisiera arrancar, mas rápido, su culo se movía más rápido, apretaba más fuerte, me dolía, pero verla así… mía, sin control… el dolor poco importaba… «no aguanto, no aguanto», mas rápido, desesperada y caliente, aguantándose… susurro despacito y mientras llegaba el tren, con todo ese estruendo, ella soltó el suspiro exquisito del orgasmo… pero no me detuve, seguí pajeandola bien rico, bien húmedo, con ambos brazos me abrazo con fuerza, apoyo su cabeza en mi hombro, mientras sus piernas tiritaban de placer «ay, ay, papi, viene otro papi» me dijo al oído, «dale zorra, dale cochinita, mójame, perra, dale, mójame» sus tetas estaban pegadas a mí, las podía sentir temblar… «SSSS… aaahhh», suspiro en mi oído… un orgasmo largo, húmedo y ardiente, que me recorrió el cuerpo entero… nos quedamos así un momento, con mi otra mano le acariciaba el pelito «¿Te gusto amor?» le dije mientras le hacía cariño, «rico, muy rico bebe»… despacito saque mi mano de su concha, se arregló un poco, yo también, nos mirábamos esbozando sonrisas cómplices e indecentes… «oye, me dijiste que ya era tarde» le dije en tono burlesco, me dio un manotazo ligero, como de niña, en el hombro «malo, es culpa tuya que yo este así». mientras esperábamos el siguiente tren, nos reímos a carcajadas… de la hipocresía, de la indiferencia, de una moral sucia y avara, enseñada a sangre y mentiras, que solo ha causado dolor y tragedia… si… quizás hasta tú, que estás leyendo nos hayas visto… ¿Quién sabe?…
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