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Heterosexual, Incestos en Familia, Infidelidad

Moma, la tía que todos queremos – 1

Situaciones que se dan cuando una mujer necesita atención y un adolescente empieza a descubrir el sexo. Si es con una tía, mucho mejor.
Buenas noches, mi nombre es Alejo y para mis amigos y amigas soy El Negro.

Para aquellos que hayan leído alguno de mis relatos anteriores, soy un adicto a las maduritas desde que tengo uso de razón, pero no por ello dejo de lado al resto de las mujeres.

Mi familia es algo peculiar, mis padres solo tienen 2 hermanos cada uno pero tienen tantos amigos de la adolescencia que solemos llamar tíos a varios de ellos.

Éste no es el caso, Moma era la esposa de un hermano de mi madre, menor que ella por 5 años. Baja de estatura, quizá 1,50, un culo terrible (algo flojo), un par de tetas razonables que habían amamantado 3 hijos. Es lo que solemos llamar una “Araña galponera” por el tamaño del culo.

Mis primos son varios bastante menores que mi hermana y yo, por lo que cada vez que mi tío viajaba por trabajo, éramos invitados a pasar fines de semana en su casa a cambio de entretener a los pequeños.

Moma cuando mi tío viajaba por trabajo, aprovechaba para liberarse de ropas y se vestía con indumentaria súper liviana, sin corpiño con calzones algo pequeños y tan solo una camisola para andar por la casa. Apenas volvíamos de jugar en la calle, había que pasar por el baño, asearnos y ella preparaba la cena así vestida. Casi siempre había apuestas para lavar la vajilla o bien para preparar el desayuno del día siguiente, y un adolescente como yo, de solo verla así vestida me ponía al palo.

Cenábamos, y para dormir había en la casa espacio suficiente para que los adolescentes no compartiéramos habitaciones con los niños: cada cual a su habitación: sus hijos a un cuarto, ella al matrimonial y nosotros a los divanes del living.

En alguna oportunidad, mi hermana mayor compartía lecho con Moma, ya que ambas eran adictas a películas de terror y había un televisor en la cocina y otro en su pieza, donde no perdían oportunidad de verlas.

A mí siempre me volvieron loco los deportes, por lo que cuando yo iba a su casa me permitía ver partidos de futbol o boxeo en la pieza ´pero siempre sentado a los pies de la cama.

¿Por qué aclaro esto? Sencillo, transcurría el mes de Enero (verano en mi país), y ahí estaba yo sentado a los pies de la cama viendo boxeo cuando se interrumpe la transmisión para una información de último momento: uno de los actores más famosos del momento había muerto en un accidente de tránsito. Era uno de los favoritos de Moma, por lo que cambió de canal y se dedicó a mirar cada informe sobre lo sucedido, cada tanto sollozaba y se torturaba con las imágenes.

La noticia me impactó al igual que su reacción, me pidió que fuese a mi cama y se quedó viendo los informativos. Durante la noche, tuve pesadillas con lo acontecido y me desperté en muchas oportunidades. En una de las tantas, se llegó a mi cama y me preguntó que sucedía: se lo comenté y le dije que quería irme a mi casa; eso no era posible, ya que no había forma que mis padres fueran a buscarme, y al no estar mi tío, no podía llevarme.

“Venite a mi cama, te acostás ahí y mañana vemos que hacemos” me dijo mientras se inclinaba hacia mí, dejándome a la vista sus tetas sin cobertura. Pasó por la habitación de los niños y verificó que durmieran, para luego apagar la luz del velador de la pieza de ellos y dirigirnos a la suya.

Me acosté a su lado y traté de dormirme, pero la pesadilla no dejaba de azotarme, volvía una y otra vez. Para no seguir provocándola, apagó el televisor y se acomodó a mi lado, pasándome cada tanto su mano por la cabeza tratando de calmarme. Logré dormirme, igual que ella: en el transcurso de la noche giré varias veces y en un momento dado, quedé a sus espaldas. En un acto reflejo, se acomodé, abrazándola y ubicando mi verga entre sus nalgas, se movió un poco pero no se quitó del lugar. En plena madrugada, su camisón se había desplazado hacia arriba y la apoyada era casi directa, tan solo interrumpida por la tela de mi slip y la de su calzón.

Algo debe haber estado soñando, porque sin mediar palabra, comenzó a refregarse en mí, provocando una erección importante. Eso me despertó, no sabía qué hacer y me quedé quieto. Minutos más tarde dijo algo entre sueños y bajó su mano a mi slip, acariciándome,

Ante eso, llevé mi mano lentamente hacia uno de sus pechos y lo acaricié lentamente, suspiró y apretó fuertemente la verga. “mmm… tengo ganitas amor… ponemela” murmuró, mientras corría el calzón y abriendo lentamente las piernas se llevaba la verga a los labios vaginales empapados. Tiró la espalda hacia atrás y se la metió en la concha.

De más está decir que yo permanecía quieto y la dejaba hacer, tenía miedo de despertarla y generar un problema. Se ubicó bien y comenzó a moverse atrás y adelante por varios minutos, hasta que sintió como mi leche la invadía. “qué poco duraste…dejala adentro” dijo antes de quedarse quieta por completo.

Me dormí con la verga dentro de la concha de Moma y no sé en qué momento salí de allí. No sé qué hora sería cuando me zamarrearon para despertarme, pero no se veía que el sol hubiera asomado aún.

Moma: ¿qué pasó anoche? ¿me cogiste? Tengo leche en la concha.

Alejo: ¿eh? ¿qué pasa?

Moma: me cogiste anoche ¿no te acordás de nada?

Alejo: no, solo sé que me acosté acá y me dormí.

Se levantó de la cama y se fue al baño. Volvió a rato, cerró la puerta con llave y se sentó, mirándome a los ojos.

Moma: algo pasó anoche, soné que me cogían y hoy despierto con la concha con leche. Estás vos en mi cama, obvio que fuiste vos.

Alejo: no recuerdo nada.

Se pasó la mano por la frente, corrió el cabello hacia un costado y trató de acomodarse la ropa. “Esto que pasó no puede saberlo nadie, ¿entendiste? Nadie.”, dijo mientras abría la cama y se metía bajo las sábanas. “Me faltó más actividad, todavía la tengo caliente y mojada. Voy a mostrarte lo que necesito, pero ni se te ocurra contarle a nadie lo que pasó acá ¿está claro?” me amenazó. Desprendió el camisón, liberó las tetas y se subió a mí. “Me vas a chupar las tetas y vas a morder las puntas marrones, despacio que son muy sensibles” contó mientras me las arrimaba a la boca. Seguí sus instrucciones en cada momento y sentí como se ubicaba sobre el slip, frotándose.

Así pasamos unos minutos, luego bajó las manos y tiró del slip hacia abajo, acomodando la concha justo al borde de la verga. Se afirmó en sus brazos y se dejó caer, enterrándosela para luego sacudirse un buen rato.

No daba fe de lo que sucedía, la sentía respirar profundo y acelerar mientras se agitaba más y más, hasta que se sentó directamente sobre la verga y con un suspiro profundo dejo de moverse, la concha le latía mucho en lo que supongo fue un orgasmo. El tener muy poca experiencia, me llevó a quedarme quieto mientras hacía su trabajo.

Un rato después, se quitó de encima, dejándome un charco de líquidos en el vientre. “Esta noche, una vez que los chicos se duerman, vas a venir a mi cama y voy a darte otra lección de sexo. En la tarde, van a ir al cine, así me dan tiempo a prepararme para la noche. Nadie tiene que saber de esto, ¿estamos? “sentenció mientras se encaminaba a quitar la llave de la puerta. “Ahora dormite, que vas a necesitar reponerte”  dijo antes de salir del cuarto.

Mi mente estaba en blanco, pero tenía la seguridad que en la noche habría más acción en la cama de Moma.

El día pasó de manera trepidante, mientras estábamos en el cine lo que menos hice fue mirar las películas, en mi mente repasaba la noche y el amanecer. Me hubiera gustado tener internet en aquel momento para saber qué era lo que tenía que hacer en la cama, debía conformarme con imaginar y pensar cómo actuar. El atardecer fue extraño, volvimos a la casa y Moma estaba extraña, el carácter no era el de siempre (dispuesta a las chanzas y sonriente) estaba muy sería, vestida como casi siempre: ropas holgadas, semitransparente que dejaba entrever (a trasluz) prendas íntimas algo escasas, apretadas, apenas cubiertas con una bata corta.

La cena fue más que rápida, y mientras nos dejaba solos en la cocina argumentó que no se sentía bien y se iría a la cama. Cenamos entre risas y al cabo de una hora ya no quedaba nadie en la cocina. Las luces de la pieza de los chicos se apagó rápidamente y minutos más tarde el silencio invadía la casa. Me quedé quieto, esperando alguna señal que no llegaba por lo que me acomodé en el sofá-cama y me dispuse a dormir.

Una hora después, vi encenderse la luz del baño, sentí el ruido de la descarga de la mochila del baño y unos minutos después el agua del bidet. Obviamente Moma estaba en el baño, los chicos no usaban el bidet. En penumbras sentí pasos recorriendo la distancia del baño a la pieza de los chicos, como se cerraba la puerta del cuarto y segundos después los pasos se acercaban al living donde estaba el sofá.

Moma: ¿estás despierto? Sé que sí, vamos a mi cuarto.

Tomó una cierta distancia mientras yo salía de la cama, pasó por el baño y apagó las luces. Abrió la puerta de la habitación para que la tenue luz de la mesa de noche me guiara hasta el lugar.

Moma: cerrá la puerta con llave, no queremos interrupciones.

Hice lo que me pedía al tiempo que ella apagaba la luz del velador. Por un momento quedé desorientado en la oscuridad, y al tanteo llegué al borde de la cama. Fui ubicándome, hasta encontrar el espacio libre, corrí las sábanas y me metí entre ellas.

Moma: sacate la ropa y quédate desnudo, dejá todo a mano por las dudas.

Completé el pedido, arrojando remera y slip al costado, quedando cubierto solo por las sábanas. Sentí como se acomodaba en la cama y giraba hacia mí. Hasta ese momento no tuve un mínimo roce con ella, tomó la palabra como quien se dispone a dar un discurso.

“Vamos a quedar en claro con esto. Soy una mujer de 40 años, tengo necesidades, pero lo que menos hubiese imaginado que serías vos con quien satisfacer mis deseos. Lo bueno es que te voy a tener siempre a mano para que me saquen las ganas ¿se entiende? Buscar una macho que me calme es complicado porque todo se sabe, pero que suceda con alguien próximo y sin que se sospeche, es lo ideal” recitó en cuestión de minutos.

“Entiendo que no sabés mucho de esto, pero si se te guía bien podes ayudar con lo que necesito. Tu verga es chica, pero suficiente para mi. Si aprendes a usar otras cosas, podemos llegar a un buen acuerdo ¿está claro?” remató.

“Sí, pero vas a tener que explicarme bastante” respondí.

“Muy bien, lo primero es que siempre que vengas a mi cama, será si yo lo pido, nada de aparecer en cualquier momento para encamarnos. Segundo, la higiene ante todo y lo principal: sos muy pendejo y me podes dejar embarazada y no queremos eso. Hoy voy a enseñarte algunas cosas pero para la próxima lección me encargo de traerte protección o bien cuidarme yo ¿Está claro?” completó su monólogo.

“Está bien, ¿cómo empezamos? Pregunté sin saber cuál era el primer paso.

“Andá y lávate bien la verga, sin jabón para que no se irrite y quede preparada, pero bien lavada y limpia” pidió.

Me levanté de la cama, salí de la pieza, fui al baño y completé la higiene, demás está decir que se me bajó de una con el agua fría. Volví, cerré la puerta y me metí en la cama.

Con mucha habilidad, Moma empezó a masajearme los huevos y la verga que en segundos estaba a tope, jamás me besó ni nada por el estilo, simplemente se dedicó a calentarme. Me tomó una de las manos y la llevó a su entrepierna, que estaba liberada de ropas, tenía menos pelos que la noche anterior (evidentemente la había estado preparando durante la tarde), hizo que jugara con los labios de la concha hasta que empezó a mojarse y lanzó sus primeros gemidos.

“Vas a tener que pasarme esa cosita entre las piernas, para ayudarte, me voy a acostar y vas a poner mis piernas en tus hombros, te arrodillas y vas a ver que queda justa a la altura de mi concha. No la metas, la pasás  de arriba abajo, hasta que te lo pida. Cuando lo haga, empujás y se va a meter en un lugar muy caliente y mojado, la dejás ahí y cuando sea el momento justo, me voy a empezar a mover. No lo hagas antes, cuando esté lista, te traigo para adentro y me voy a  mover, tratá de seguir mis movimientos. Mientras tanto, podes chuparme las tetas, apretarlas y mordisquear las puntas que estarán muy duras, ¿está claro?” concluyó sus explicaciones.

Como un tonto, asentí con la cabeza, cosa que jamás pudo ver por la oscuridad. Cada uno de los pasos se cumplió exactamente.

Sentí las piernas de Moma montarse en mis hombros (medía apenas 1,55 y yo le llevaba casi 20 centímetros), se frotó por unos minutos con la cabeza de la verga y cuando ya destilaba jugos a lo loco, me llevó adentro de su cuerpo. Jamás me había pasado que mi verga resbalara tan fácilmente al interior de una concha, por lo que me volqué sobre ella y comencé a comerme esas tetas que eran de un buen tamaño y con pezones durísimos. Aprisionó mi cintura con sus piernas y comenzó a moverse rápidamente. La escuché gemir, ahogar gritos de placer mordiendo las almohadas, y no por tener una súper verga adentro, sino simplemente porque estaba gozando y mucho.

Cuando parecía que mi cabeza iba a estallar, salieron de mi verga tres o cuatro chorros de leche despedidos a máxima potencia, de la concha de ella brotaron líquidos de manera muy abundante, pareció que se meaba de tanto líquido. Me clavó las uñas en la espalda y me atrajo hacia ella, se tensó por algunos minutos y luego se derrumbó en la cama.

“Uff, qué falta me hacía esto, lástima que no sea más grande, pero alcanza” dijo mientras recuperaba el aliento. Me quitó de arriba y bajó su mano hacia mi verga, la encontró casi parada por completo: “qué bueno es que te encames con un pendejo, ya estás listo para seguir” contó mientras se arrodillaba en la cama. Me sorprendió que segundos más tarde, su aliento cálido envolvía mi verga, estaba pasando la lengua por los lados, sin llegar a metérsela en la boca. “Me pienso comer esta verga hoy mismo, ¿estás dispuesto a chuparme la concha así?” Dudé unos segundos y antes que pudiera decirle nada volvió a hablar: “Seguro que no, vamos a limpiarnos y volvemos para comernos, dale” me agarró de la mano y me llevó al baño, por primera vez vi a Moma a plena luz y en pelotas: las tetas apenas caídas, la concha casi sin pelos, el culo grande y algo fofo. No era la mejor de las imágenes, pero me estaba volviendo loco.

Fue al bidet y se lavó concha y culo. Me dejó el espacio libre y se ubicó frente al lavamanos para lavarse las tetas moreteadas de los chupones y refrescarse. Cuando se inclinó para lavarse, mostró su culo abierto y la concha casi por completo, fue demasiado para un pendejo lanzadísimo. Me puse de pie y sin mediar palabras, se la metí entre las piernas, buscando la concha. “¡¡¡Eso guacho!!! Clavame acá, lléname de nuevo la concha” se aferró al lavamanos, abrió un poco más las piernas y me dio rienda libre para por primera vez ser quien manejaba el momento. El ruido de mi vientre chocando con su culo, la verga perdida en la concha y los gemidos que no podía cubrir con las almohadas me volvieron loco, 5 minutos de locura y muchos chorros llegando a su interior. “buen polvo, algo corto pero bueno. Volvamos a la cama que quiero sentir como me comes la concha” dijo mientras se enderezaba y dejaba caer la leche entre sus muslos.

Tras sacarse la leche y limpiarme la verga, volvimos a la cama.

Tras recostarnos, quitó las sabanas y encendiendo la luz, se mostró desnuda y con las piernas abiertas: “ahora viene lo que más me agrada, que me mamen la concha hasta acabar. Descansemos un rato y vamos por lo que falta” dijo mientras acomodaba las almohadas.

Habían pasado apenas una hora y ella demostraba que necesitaba más que lo que le había dado hasta ahora.

Pero eso será la segunda y última parte de la historia.

 

Espero sus comentarios, y más que nada tu opinión.

Saludos,

Alejo Sallago – [email protected]

14 Lecturas/7 diciembre, 2025/0 Comentarios/por Alejo_Sallago
Etiquetas: amigos, hermana, hermano, hermanos, madre, mayor, primos, sexo
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