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Heterosexual, Incestos en Familia, Infidelidad

Moma, la tía que todos queremos – 2

Situaciones que se dan cuando una mujer necesita atención y un adolescente empieza a descubrir el sexo. Si es con una tía, mucho mejor. Segunda parte.
Buenas noches, mi nombre es Alejo y para mis amigos y amigas soy El Negro.

Mi familia es algo peculiar, mis padres solo tienen 2 hermanos cada uno pero tienen tantos amigos de la adolescencia que solemos llamar tíos a varios de ellos. Continuación de mis revolcadas con Moma.

Éste no es el caso, Moma era la esposa de un hermano de mi madre, menor que ella por 5 años. Baja de estatura, quizá 1,50, un culo terrible (algo flojo), un par de tetas razonables que habían amamantado 3 hijos. Es lo que solemos llamar una “Araña galponera” por el tamaño del culo.

Retomando la historia con Moma, tras recostarnos, quitó las sabanas y encendiendo la luz, se mostró desnuda y con las piernas abiertas: “ahora viene lo que más me agrada, que me mamen la concha hasta acabar. Descansemos un rato y vamos por lo que falta” dijo mientras acomodaba las almohadas.

Había pasado apenas una hora y ella demostraba que necesitaba más que lo que le había dado hasta ahora.

Me había comido algunas conchas, pero siempre guiado por la hembra de turno y con Moma no sería la excepción. Es clarísimo que cada una requiere algo particular: algunas que la muerdas, otras que chupes con fuerza, otras que lo hagas delicadamente, en fin distintos menú para un mismo plato.

Me hizo bajar hasta su entrepierna, abrir con paciencia los gordos labios vaginales, pasar la lengua de arriba hacia abajo, tratar de descapullar el clítoris, cosa que no lograba por más que me esforzaba.

“¡¡Carajo!! No llego al mejor punto, cambiemos de posición a ver si en 4 logras meterme la lengua como quiero” dijo casi al borde del enojo. Se puso de culo en pompa, bajó la cabeza y se acomodó nuevamente. Cuando ahora pude recórrela, pareció encontrar la posición deseada, ya que se acomodó y ayudó para que llegara a cada rincón de su concha.

Había algo que me inquietaba: ese agujero amarronado del culo, me tentaba meter un dedo en el interior pero tenía temor que eso cortara con el momento.

Casi como al descuido, prolongué el lengüetazo hasta el borde del ano. Se estremeció y se acomodó más atrás, para que el recorrido se repitiese: “Eso pendejo, cómeme la concha y lameme el culo que me encanta” dijo permitiendo que empezara a recorrerla más allá.

Las lamidas de concha se repetían una y otra vez, las instrucciones eran seguidas a rajatablas y las ganas de invadir el culo se hacían irrefrenables.

Los gemidos que acompañaban la repasada de raja se volvían más intensos, y las palabras de Moma eran casi órdenes: “Más, quiero más lengua, ya me vengo no se te ocurra parar” pero yo quería meter la verga en la concha caliente y plena de flujos.

Abrió las piernas a full y dejó liberado ambos agujeros: la concha enrojecida de tanto chuparla y el culo palpitante de tanta lengua.

Me agarré fuertemente de las caderas y se la puse hasta donde pude, haciendo tope con sus nalgas, bombee en su interior resbalando saliéndome del agujero y entrando nuevamente, con aciertos y errores. Más de una vez fallé al meterla y eso me produjo dolor, pero no quería dejar de penetrarla.

En uno de los tantos fallos, la mandé al culo directamente. Me recibió sin problemas y se acomodó, para que nos saliera de allí.

El mete saca del culo era tan intenso como el de la concha, hasta más agradable porque estaba mucho más apretado. Noté como sus dedos se metían en la vagina y ayudaban a un orgasmo muy intenso. Me descargué en su culo, sin siquiera pedir permiso y ayudado por el pequeño tamaño de mi verga, que no le molestó en la absoluto.

Terminé rendido, no estaba preparado para tanta acción pero a Moma le faltaba actividad. “Nada de dormirte, vas a chuparme hasta hacerme acabar. Si lo logramos, prometo sacarte lo poco que te queda con la boca ¿alguna vez te mamaron la verga? Dijo pidiendo que no dejara de satisfacerla.

Solo Antonia había hecho algo similar, pero duré muy poco producto de mi inexperiencia. Moma la tenía clarísima, me dejó unos minutos tranquilo  y cuando suponía que me podría dormir, comenzó a pajearme nuevamente, buscando pararme la verga.

Estaba muerto, no daba más, la verga ya me dolía de tanto coger. “A no pendejo, no me vas a dejar así… chúpame las tetas que quiero seguir cogiendo” indicó.

Juro que estaba destruido, me entre dormía pero ella se aplicaba para mantenerme activo. Cuando notó que ya no deba más, se retiró un poco y me dejó dormir.

Amanecía cuando sentí como me chupaban la verga, apenas abrí los ojos noté como cruzaba una de sus piernas por encima de mí y colocaba la concha en mi boca. “Hay poco tiempo, chúpame la concha hasta que acabe, un polvo más y dormís hasta mediodía, eso sí a la noche te dejo seco” así desperté, con una concha bastante olorosa, en la boca. No pude escapar y no tuve más remedio que cumplir con el pedido, la cara me quedó impregnada de flujos, diría que hasta con algo de semen. Me echaron de la cama después de la actividad,  pasé por el baño y me lavé antes de irme al sofá cama.

Cuando desperté, estaba solo en la casa con Moma. Los chicos se habían ido a la casa de una familia amiga a bañarse en la pileta: “Buenos días dormilón, tenemos poco tiempo antes que vuelvan, dame un polvo más que lo necesito” dijo antes de subirse a mi cuerpo y volver a frotar la concha sobre la verga. No había ropa interior, estaba mojada y lista. Me cogió en 5 minutos, me llenó de flujos y leche. Antes de retirarse del sofá, puso las tetas en la boca  pidiendo una mamada final.

Reconozco que estaba destruido, apenas si pude llegar a la ducha y bañarme para recuperar algo de energía. Salí del baño y me estaba esperando en la cocina, aún si ducharse con un olor a concha y leche terrible.

“En 2 semanas tu tío vuelve a viajar, voy a pedir que vengas a casa. Mientras tanto, nada de pajas. Voy a ordeñarte y llenarme de leche ¿está claro? Y nada de contar lo que pasó acá” dijo antes de irse al baño.

No fueron 2 semanas, fueron casi 3 años cogiendo y culeando cada 2 semanas.

El momento más complicado fue cuando llegaron las vacaciones de verano. Moma se fue con sus hijos a Necochea por un mes, había pasado una semana cuando mi tío pasó por casa diciéndole a mi madre que si estaba de acuerdo me llevaría una semana de vacaciones allí y luego lo haría con mi hermana.

Ella aceptó y el sábado a la mañana partimos para la ciudad balnearia, pasado el mediodía llegamos, me alojé en casa de unos familiares. Eran las 14 horas cuando llegaron Mima y mis primos de la playa, almorzamos y descansamos un rato eludiendo la hora de mayor calor.

A las 17 fuimos a la playa, Mi tío nos llevó a la playa donde Moma alquilaba una carpa, después de dejarnos instalados se volvió a la casa, dejándonos solos. Los chicos se fueron a jugar al borde del mar, mientras yo me cambiaba de ropas.

En ese momento Moma entró a la carpa, que se dividía en dos dejando una parte como espacio reservado. Se mandó a la parte de atrás y me acarició la verga sobre la malla: “estoy necesitada, hay muchos machos dando vuelta y ninguno me da bola. Un rapidín acá y mañana una vez que tú tío se vaya te pienso exprimir los huevos” dijo mientras bajaba el biquini para dejar al aire libre su concha algo descuidada y se sentaba en una silla acomodando las piernas sobre los apoyabrazos. “Ponela rápido, que estoy hirviendo”.

Fue el primer polvo, algo incómodo pero satisfactorio: ella acabó y yo descargue la leche acumulada. Nos fuimos al mar y dejamos fluir los líquidos de ambos.

El domingo fue de tensa calma, esperando la noche. La ubicación de los visitantes era perfecta, una habitación para los niños y yo y otra para ella. Apenas se hizo silencio típico de la familia durmiendo, Moma vino a buscarme a mi cama y nos fuimos a la suya. Cerró la puerta con una traba y se fue directo al lecho, previo sacarse el camisón de verano que era lo único que la cubría.

Las tetas que ya conocía, estaban algo tostadas, pero lo extraño era ver esa mata de pelos que rodeaba los labios vaginales, bastante desprolijos, mojados, brillantes y ensortijados. Se abrió de piernas y me invitaba a subirme sobre ella. “Dale, venía chuparme como ya te enseñé y después te dejo ponerla en 4 como te gusta” dijo mientras sus dedos corrían los pelos y dejaba a la vista los labios rosados entre los que emergía el clítoris ya hinchado. Evidentemente se había estado pajeando antes de ir a buscarme.

El perfume de la concha se mezclaba con algo de sal que había quedado en la puerta tras el paso por la playa.

Me zambullí y empecé a comerla siguiendo, como siempre, sus instrucciones. Duró muy poco, ya que acabó rápidamente, llenando mi boca de flujos. Se detuvo unos minutos, para luego entregarme mi premio: se puso en posición perrito, dirigió sus manos a ambos cachetes y se los abrió, entregándome la mejor imagen de la concha brillosa. Hubo unos lengüetazos más, como para evitar que se enfriara y después las clásicas pasadas de verga por la raja, hasta rozar el agujero del culo.

“¿Qué esperas? Metela ya  y sacudime hasta que descargues la lechita, pero repartila entre concha y culito” pidió y como siempre, le cumplí. Le había guardado una buena cantidad de leche durante esos 15 días que no tuvimos encuentros. Los últimos dos chorros fueron directo al culo, aunque no alcancé a meterla en ese agujero.

“Tranquilo chiquito, mañana te voy a enseñar como disfrutar de un culo de mujer caliente” mencionó antes de calzarse un calzón de grandes dimensiones. “Ahora a dormir, vos reponiendo energías y yo guardando tu leche adentro y lo que se caiga, aguantado por el calzón. Andá a tu cama”

Me fui y me acosté a descansar, la noche del lunes pintaba buenísima: Moma me iba a entregar bien el culo, de manera exclusiva.

No pienso detallarles lo que sucedió, porque sería algo reiterativo, solo les diré que fueron dos acabadas en ese agujerito que se notaba experimentado.

Una semana a todo polvo, incluida una tarde de lluvia en que nos dejaron solos en la casa mientras los chicos eran llevados a un circo en la zona portuaria.

Durante tres años, cogíamos en su cama, con ganas y arriesgándonos a ser descubiertos. Me quedé con la duda de porqué se cortó aquello, aunque supongo que sería que con mi desarrollo físico y la llegada de su menopausia, el sexo iba cambiando bastante. A ella le costaba mojarse y mi pequeña verga había crecido unos centímetros, por lo que las encamadas se hacía algo dolorosas.

La última noche juntos, me dijo que allí se terminaba todo, cogimos durante casi tres horas entre penetraciones y chupadas, para coronar con un anal de película.

Hubo una disputa familiar por temas económicos que deterioró la relación general, hace más de 8 años que no veo a Moma, pero sé que se mudó a una ciudad cercana, en la casa de quien fuera su madre.

 

Espero sus comentarios, y más que nada tu opinión.

Saludos,

Alejo Sallago – [email protected]

12 Lecturas/7 diciembre, 2025/0 Comentarios/por Alejo_Sallago
Etiquetas: amigos, hermana, hermano, hermanos, mayor, primos, sexo, vacaciones
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