Mujer a los 12. II
Baño diario. .
Al otro día cuando llegué del colegio saludé a mi mamá, a mi papá en la cama y fui a mi habitación a cambiarme el uniforme. Después de almorzar preparé todo lo necesario para bañar a mi papá. Tenia el bol de plástico con aproximadamente 2 litros de agua tibia, la botella de champú, la botella de jabón líquido, la toalla de manos y la toalla grande. Era todo un protocolo.
Puse la toalla de baño doblada sobre la almohada y debajo de la cabeza de mi papá. Con la manos mojadas las pasé por la cabeza de mi papá mojándole el pelo. Un par de gotas de champú esparcidas entre mis manos y repartiendo el champú por todo el pelo. Con la toalla de cara mojada la pasé por la cabeza lavando todo el pelo, en seguida lavé la toallita y estrujada le enjuague el pelo. Repetí el enjuague tres veces, hasta ver que ya no salía espuma. Le sequé el pelo con la toalla grande y repetí el proceso con agua limpia, con su cara, su cuello, el pecho hasta donde pude y el estómago.
– Hija, voy a buscar a su hermano al colegio – dijo mi mamá. Mi hermano estaba en kinder, que el curso prebasico. Mi mamá se iba con tiempo, por si algún día salía más temprano. Y se ponía a conversar con otras apideradas hasta la hora de salida. Con todo le tomaba entre 40 y 50 minutos.
– Bueno mamá – le decía
Ahora me tocaba la parte difícil, no era difícil, era la parte que me ponía nerviosa. Descubrí su cuerpo hasta las rodillas y con el bol entre sus piernas, comencé a lavarlo. El proceso era el mismo, una gota de jabón líquido en la palma de mi mano y esparciendo con mi mano sobre su pelvis, aumentando su bello púbico. Mojando mi mano hacia que saliera espuma del bello. Después con la toallita lo iba limpiando, toda su pelvis y los testículos. Su pene lo dejaba para el final porque tenía otro tratamiento. Lo tomaba con una mano y con la otra lo enjabonaba, después mojaba mi mano y la pasaba por la cabeza y por el resto de su miembro hasta la pelvis, repetía el movimiento varias veces mientras lo miraba atentamente. La sensación que me daba en las manos no la puedo describir. Me asusté un poco cuando vi que empezó a crecer. Lo enjuagué rápidamente y lo sequé. Estaba nerviosa, algo me decía que algo no andaba bien. Lo destapé completamente y segui con sus piernas y sus piés, sin perder de vista su miembro. Después de secarlo lo tapé hasta el pecho, no sin antes tocárselo de nuevo.
– Tenemos que bañar a tu padre ahora – me dijo mi mamá. Yo estaba haciendo las tareas en la mesa del comedor
– Ya lo bañé, mami – le dije
– No tuviste problemas ? – preguntó frunciendo las cejas.
– No mamá, ninguno – creo que debido al cuidado con mi padre, hacerlo orinar al menos dos veces al día, darle de beber y alimentarlo sentada en su cama dándole la comida en la boca, hizo que el acercamiento, la intimidad sin pudor nos unió como jamás lo imaginé. Cada día, cada baño, su miembro crecía un poco más en mi mano. También me di cuenta que mi mano lo hacía crecer. Si me hubieran mostrado varios penes, el de mi papá lo conocía de memoria, sus venas y lunares, el color y la forma. Al baño número 10, me di cuenta que había alcanzado el máximo de su crecimiento. Había triplicado el tamaño inicial y me gustaba poder hacerlo.
Después del baño lo tapaba hasta las rodillas y me dedicaba a » jugar » un rato antes de que llegara mi mamá. Así aprendí a conocer el líquido pre seminal. Una gotita incolora en la punta del pene. Gotita que esparcía por todo el glande.
A los 30 días llegó la ambulancia a buscarlo. Venían de la mutual, según me contó mi mamá. Yo estaba en el colegio. Lo sacaron de la cama con su bata y en silla de ruedas. Lo vi cuando lo trajeron de vuelta, lo entraron en la silla hasta la cama y allí lo dejaron sentado. Con mi mamá le sacamos la bata y lo acostamos. Le habían sacado el yeso pero lo habían dejado con una venda elástica. El otro lado lo habían dejado igual, siempre con vendaje, pero el hueso estaba cicatrizando bien.
Mi mamá nunca más me preguntó si tenía algún problema con el baño, si necesitaba ayuda, nada. Le sacaba un problema de encima. Si con decir que ya lo levantaba sola, lo llevaba al baño después le limpiaba el trasero, con papel higiénico primero y con la toalla húmeda después. Una tarde decidí tocar con mi dedo índice la gotita de líquido y chuparme el dedo. Quería saber qué gusto tenía, porque no le había encontrado ningún olor. No tenía un gusto muy marcado, no era malo, diría que era casi insípido. Pensando que a mi papá le molestaba, porque aveces como que se quejaba, entonces lo tapaba y lo dejaba tranquilo. A la semana siguiente se me ocurrió pasar la lengua directamente sacar la gotita y saborearla. Ahora le encontré un gusto indefinido por lo que chupé su glande. Una sensación extraña sentí en mi boca, algo raro, algo que nunca me había pasado. Al día siguiente, sentí la necesidad de meterlo en mi boca y chuparlo. Es gusto extraño comenzó a gustarme y me di cuenta de que a mi papá también le gustaba. Cada día, después del baño, metía su pene en mi boca y lo chupaba con cuidado, porque aveces se quejaba y eran mis dientes. Cada día el tiempo en mi boca era mayor y la profundidad también, llegando más adentro en mi garganta cuando él empujaba. Así fue cuando sentí el primer chorro de su semen en mi garganta. Al principio pensé que era orina, pero me di cuenta que no, era algo caliente y algo viscoso. Tragué bastante ya que los chorros se sucedían uno tras otro. Cuando llegó mi mamá con mi hermano, ya me había cepillado los dientes y estaba haciendo mis tareas como siempre. Pero pensando lo rico que había sido todo. Me daba gusto de sólo pensarlo. Ahora, cada día después del baño me tragaba su semen y lo sentía en mi estómago, era como un vicio. No podía no chupársela. Los fines de semana no podía, mi mamá estaba en la casa, iba y venía y mi hermano chico no me dejaba sola. Y así llegó el día de mi cumpleaños. Mi mamá me hizo una torta, también habían galletas saladas y bebidas. También reímos y bailamos. Ya no era una niña para dulces y chocolates. Ya estaba grande.
Sigue…
Mucho más excitante que el anterior. Estoy seguro que si te dedicaras a la literatura erótica, serías una excelente escritora. Qué rico se ha de sentir explorar la sexualidad con un familiar consanguíneo.
Wow exelente relato muy exitante, espero con ansias la continuación.