Mujer muy elegante cogida tras cena show

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por DIEGOCUERO.
Pero había una que estaba soltera, aunque con sus amigas sin un hombre.
Rubia, de unos 50, campera de cuero, muy maquillada y de exquisito perfume, llamó la atención de otro hombre, uno de unos 40 años, sentado cerca pero atrás, con lo que la podía mirar y mironear como quisiera y tenerle ganas.
La mujer cenó queso, fiambre, carnes al horno y luego ensalada de frutas mientras charlaba y seguía todo el show.
El tipo, solterón y erótico, se excitó con la bella señora, y se hizo todos los ratones imaginables, encima él de rico perfume, recién bañado y muy bien vestido.
Y en un intervalo del show, aprovechó y se arrimó a la mesa a charlarle y ver qué le podía sacar.
La mujer se extrañó pero lo recibió, comentaron del recital en su primera parte, y cuando se reinició la cosa, y viendo que la rubia mucho no le daba, el tipo se volvió a su silla a seguir copándose con el recital.

Pero no dejó de mirar a la mujer, su campera de cuero, su espalda ancha, su cara linda muy maquillada.
Y pensaba cómo sacarse los ratones y ratones que le venían todo el tiempo.
Cómo hacer si la mujer estaba acompañada, en un bar y en una cena show.
Pensaba en ir a la casa y masturbarse pensando en ella, o pedirle alguna cosa rara, un beso, una boludez, hasta tirarle los galgos el loco.
La noche siguió, todos aplaudieron, y luego se fueron a bailar al salón.
Incluida la mujer, que agarró su cartera, salió con sus amigas y haciendo ruido con sus botas con taco caminó hacia la pista.
El tipo estaba caliente como horno de bar, se la cogía sólo con el pensamiento.
Pero cómo ahcer para sacarse la calentura, que ya lo mataba.

Entonces tuvo la buena idea: ir a bailar con la tipa.
Fue resueltamente a la pista, encaró a la elegante rubia y la invitó, la señora, soltera y deseosa, aceptó y bailó con él.
El hombre estaba cada vez más excitado, la agarraba de donde podía para sentir su campera de cuero negra y se excitaba con su aroma a pintura de labios y perfume fuerte.
Y a veces la agarraba de la mano y sentía una piel muy suave, excitante.
Y de pronto, no pudo más y explotó.
Aprovechando el baile, el poco lugar, la poquita luz y demás, la acosó, la toqueteó y le pidió que lo acompañara al baño porque no sabía dónde quedaba.

Mentira, se la quería coger sin asco.
Una vez cerca del baño, el hombre la llevó a la fuerza a la mujer, con locura y potencia que se la garchaba, la rubia quiso resistir pero el hombrazo más fuerte la arrastró dentro del cuartito, la manoseó, la tipa quiso gritar pero él le dijo que se quedara quieta, la amenazó y tras exigirle que se sacara algo de ropa, se abrió el pantalón, peló tremenda pija enloquecida, le bajó de una la bombacha y se la metió sin miedo y con ganas por la cola, dándole y frotando a pesar de que la mujer no quería.

El hombre se sacaba cada vez más pensando en la mujer, se la dio y dio hasta que al final acabó monstruoso semen en la cola.
Luego la dio vuelta, la manoseó bien en las tetas, la besuqueó en la boca, sintió su pintura de labios y tras manosearla y putearla mal, la hizo abrirse de piernas y se la metió bien larga y dura, bien gruesa y calentita en la vagina de la rubia, frotando con furia, placer y excitación creciente a cada segundo, acordándose de la ropa de cuero, la pintura y la belleza de la mujer, que para colmo no resistió y acabó bien, mientras el otro eyaculó su semen que se mezcló con el flujo de la señora.

El tipo se la sacó, se la metió, la volvió a sacar y se la pasó por la boca y la cara, le sacó la pintura de labios con los dedos y se la chupó con el dedo, y luego, sacadísimo, le exigió que le diera su lápiz de labios y una crema de las manos que tenía la mujer en su cartera, bastante llenita por cierto.
El hombre, tras la buena cepillada, se llevó lo que quería.
La mujer se llevó una buena sorpresa, cena, show y cepillada incluida.
Y el chongo, contento y satisfecho de hacer realidad su descarga de ratones y semen.