Mujer x Niño – Animadora infantil
Selena es una estudiante universitaria de 22 años, se decica a ser animadora de shows infantiles para generar dinero extra. Le encantra su trabajo porque tiene fantasias con niños, las que vuelve realidad..
Hola me llamo Selena, tengo 22 años, mido 1.62 metros tengo tes blanca, ojos negros, cabello castaño, pompis prominentes (tampoco son las más grandes del mundo) y tetas no tan grandes, pero tampoco mis exnovios no se han quedado con hambre. Mis padres por trabajo viven en otra ciudad y no ganan el sueldo soñado, para generar dinero extra me dedico a ser animadora infantil en una empresa dedicada a este rubro que está dirigida por mi tia.
Soy una chica bastante extrovertida y la confianza no me falta, eso es clave para mi trabajo, un día me alistaba para dar un show infantil llevaba mi blusa ajustada de animadora infantil—rosa chillón con estampado de unicornios—resaltaba sin querer la curva de mis caderas. Me puse leggins negros, tensos sobre el trasero que siempre. Hoy había elegido ropa interior de encaje rojo, aunque nadie en la fiesta de cumpleaños infantil lo vería, o eso pensaba.
Suelo usar transporte público para ir a los eventos y ahorrar mas dinero, el lugar estaba a 20 minutos desde mi casa. Ese día Miguel de 10 años hijo de mi vecina y amigo del niño que celebraba su cumpleaños, a pedido de su madre iba a ir conmigo y yo debía hacerme cargo de él, pues su madre tenía una funeraria e iba a estar ocupada con su trabajo. No me desagrada hacer de niñera porque al fin de acabo me estan pagado y disfruto estar con niños.
Antes de continuar con el relato debo confesar que tengo fantasías con los niños, la verdad no sé cómo surgio, pero ese tabú de meterse con alguien menor me calienta mucho. Descubrí esa fantasía cuando tuve a mi primer novio a los 16, solía ir a su casa y me gustaba jugar con su hermanito que para aquel momento habrá tenido 7 años. A veces aprovechaba y “sin querer” rozaba su entre pierna para sentir su pajarito. Luego por mi trabajo empece a sentir esa morbosidad mas seguido, pues los niños se me abalanzan para abrazarme constantemente y yo me dejo sujetar como ellos quieran porque me encanta. A veces siento que sus manitas agarran y aprietan mis nalgas, pero no sé si es mi imaginación o en realidad quieren manosearme.
Continuando con el relato, al abordar el autobús logré encontrar 2 asientos libres y me senté junto con Miguel. En el trayecto, sus rodillas rozaban mi muslo con cada curva, y yo dejaba mi mano «accidentalmente» sobre su pierna. «¿Te gusta ser animadora, Selena?», preguntó con esa voz aguda que me hacía humedecer la ropa interior. Asentí, sintiendo cómo su mirada se clavaba en mi escote mientras el vehículo frenaba. «Especialmente cuando hay niños tan… divertidos como tú», susurré, y su sonrisa tímida me provocó un escalofrío.
Al llegar al local que habían alquilado para la fiesta, mientras inflaba globos, Miguel se acercó por detrás. Sus pequeñas manos me rodearon la cintura con la excusa de alcanzar un globo rojo. «Ay, qué travieso», gemí al notar sus dedos hundirse en mis leggins, rozando el elástico de mi tanga. Él apretó su cara contra mi trasero, respirando acelerado mientras los otros niños jugaban desprevenidos. «Eres más suave que mi almohada», murmuró, y yo arqué la espalda para presionarme más contra su boca, disimulando entre risas y globos que estallaban como mi pulso.
Empezó la fiesta y tras el espectáculo de magia, pedi a mi compañera que me supliera por un momento porque tenía que ir al baño, arrastré a Miguel conmigo con la excusa de buscar un conejo perdido. El pestillo de la puerta sonó como un disparo para mí. «Aquí no hay conejos», susurré mientras apoyaba a pequeño contra la pared mientras sus manos temblorosas levantaban mi falda de animadora. Me baje mis leggins para que sus dedos infantiles exploraron mi ropa interior empapada antes de tirarla hasta debajo de mis rodillas. «Pero sí hay algo dulce», le dije mientras yo guiaba su cabeza entre mis muslos. Sus labios torpes pero ansiosos lamieron mi clítoris como un helado derretido, y mis gemidos ahogados se mezclaron con los gritos infantiles del salón. A pesar de mi calentura, no me atrevi a más, le dije a Miguel que lo que acabábamos de hacer era un secreto y nadie debía saber y lo dejé salir.
Casi 2 semanas despues, era el cumpleaños de unas gemelas compañeras del colegio de Miguel, esta vez estaba decidida a hacer realidad mi fantasía y esta vez estaba ovulando, mi vagina estaba desesperada por un pene, no solo queria ser cogida por un niño si no por varios. Con mi ultima pareja hicimos un trio con su mejor amigo, ambos me cogieron por mis 2 hoyos y me encanto sobre todo que me trataran como una puta sumisa. Queria replicar eso, pero con los pequeños, un día antes planee cada detalle pues el año anterior tambien anime el cumpleaños de las gemelas y conozco su casa.
Los padres de los niños de ese colegio siempre me contrataban el servicio de fiesta infantil asi que ya conocía a la mayoria de niños pues todos van a los cumpleaños. Mis objetivos aparte de Miguel era Andrew, Diego y Benjamín; mi idea era separarlos del grupo y llevarlos a un cuarto donde la familia de las gemelas almacena cosas viejas. Escogi a ellos 3 porque eran los que siempre me manosean cuando todos los niños corren a abrazarme, aparte estan muy lindos igual que Miguel.
El día llego y con ayuda de Miguel a quien le dije con un susurro que fuera con los otros 3 niños al cuarto que esta al fondo de la casa. Espere unos minutos y al ver entre la multitud que ninguno estaba, use la excusa de que queria vomitar y me iba a tardar en el baño, si iba a tardar, pero siendo cogida por los niños. Cuando entre vi a los 4 pequeños jugando con una caja, los saludé directamente dije «¿Quieren ver algo más divertido que la fiesta?», murmuré mientras desabrochaba mi vestido de Minnie Mouse. No queria perder el tiempo, necesitaba que me hagan su perra inmediatamente.
Sus ojos como platos recorrieron mis pechos desnudos, me terminé de desnudar y me puse de rodillas. Los 4 me rodearon y yo les baje los pantaloncitos dejando sus pajaritos erectos al aire. Era un sueño hecho realidad, que 4 penes de niños estén sobre mi cara restregándose me calentó más de lo que ya estaba. Chupe los penes de los 4 y todos me chuparon las tetas, me encantaba que me compartan.
Mi vagina estaba empapada y ya queria que me penetren por mis 2 hoyos, me puse en cuatro sobre el piso para ordené a Diego entrar en mi coño y a Andrew que lo meta en mi trasero. Los 2 pequeños restantes frotaban su erección contra mi cuerpo y me manoseaban, sus gemidos agudos mezclándose con mis jadeos. «Apriétenme más», supliqué.
Diego gemía mientras bombeaba dentro de mí, sus dedos torpes pellizcando mis pezones. «Selena… estoy…», balbuceó, y sentí un leve chorrito caliente llenándome justo cuando Benjamín clavaba sus uñas en mis nalgas para hundirse más profundo. Andrew tambien se vino en mi trasero mientras yo arqueaba la espalda para poder chupársela a Miguel y Benjamin.
Yo alternaba succiones profundas, saboreando el sudor infantil mezclado con olor de polvo y cosas guardadas. Diego seguía martillando mi coño hasta que dije «Cambien», gemí, ordene a Miguel para que me penetre el culo y Benjamín use mi vagina. «Ahora ustedes aquí», jadeé, señalando mis tetas para que las Diego y Andrew las chupen. Miguel salió de mi vagina con un chasquido húmedo, dejándola vacía y palpitante. «Miguel… dentro», ordené, arqueándome mientras él penetraba mi coño con un gemido agudo. Sentí cómo Benjamín empujaba contra mi estrella, sus dedos temblorosos antes de hundirse lentamente.
Los cuatro ritmos distintos me volvían loca: Benjamín martillando mi interior húmedo, Miguel estirando mi trasero con empujones cortos, Diego frotando su polla rezumante contra mis labios mientras Andrew lamía mis pezones erectos. Cada movimiento infantil disparaba escalofríos eléctricos desde mi clítoris hasta la nuca.
«¡Voy a…!» gritó Miguel primero, sacando su pollita rosada de mi ano justo cuando un chorro tibio me golpeó la espalda baja. La señal desató a Benjamín, que me la enterró hasta donde pudo soltando gemidos agudos mientras su semen brotaba dentro de mi vientre. Diego no esperó: agarró mi cabeza con manos temblorosas y embistió mi boca hasta la garganta, ahogando mis quejidos con su eyaculación amarga.
«Selena», jadeó Miguel, todavía frotándose contra mi muslo, «desde que te vimos en el show infantil del colegio…». Su confesión hizo que mi clítoris palpitara entre los restos de semen. Miguel termino de decir limpiaba su pequeña verga en mi falda arrugada: «Nos turnamos en el baño del colegio… imaginando tu culo en esos leggins que siempre usas».
Andrew mientras me chupaba las tetas, su voz apenas un susurro: «Yo dibujé cómo te imaginaba… sin ropa… con las tetas llenas de leche». Sentí un nuevo chorro de humedad entre mis piernas al imaginar sus cuadernos llenos de garabatos obscenos.
Benjamin y Miguel se pusieron de pie mientras yo me ponía de rodillas mientras temblaba del placer. Andrew tiró de mi cabello como riendas mientras Benjamín pregunto: «¿Podemos hacerlo otra?». Sus pequeños cuerpos sudorosos me rodeaban, pollas reblandecidas pero insistentes rozando mi piel marcados de semen. «Pronto», susurré, separándolos con suavidad mientras mi ano aún palpitaba. «Pero ahora… silencio».
Recogí mi vestido de Minnie del suelo, sintiendo el semen resbalando por mis piernas al ponerme de pie. Diego ayudó torpemente a abrocharme el corpiño, sus dedos temblorosos rozando mis pezones sensibles. «Nadie debe saber», les advertí mientras acomodaba mi cabello. Sus cabezas asintieron en sincronía infantil mientras yo limpiaba rastros de semen de mi boca con mi mano y les dije que se suban sus pantalones de vuelta.
Miguel abrió la puerta del cuarto de almacen apenas un centímetro, espiando el pasillo vacío. «Benjamín primero», susurré, empujando suavemente su espalda sudorosa hacia fuera. Él se deslizó como una sombra, fingiendo buscar un autito perdido mientras yo cerraba la puerta rápidamente. Escuché sus pasos apresurados mezclarse con la música del salón principal.
Luego fue Diego, «camina normal», murmuré contra su oreja antes de empujarlo hacia el pasillo iluminado. Se enderezó la camiseta de Spiderman y salió, aunque sus rodillas temblaban visiblemente mientras se iba.
Andrew salió tercero, pero antes de abrir la puerta, giró y enterró su cara entre mis pechos. «Queremos repetir el viernes», susurró con voz ahogada. Le di un beso rápido en la coronilla, saboreando el sudor infantil. «Solo si portan bien», respondí, abriendo la puerta apenas lo suficiente para que saliera sin llamar la atención.
Miguel fue el último. En lugar de salir, cerró la puerta otra vez con un clic suave. Sus manos pequeñas me empujaron contra la pared mientras su boca buscaba mis pezones erectos, mordisqueando la piel sensible hasta dejarla rosada. Sentí su polla semidura frotándose contra mi muslo, dejando un rastro pegajoso. «Vete, Miguel», gemí entre dientes, separándolo con firmeza aunque mi coño palpitaba recordando su calor. Él asintió, se subio el pantalón, y desapareció tras la puerta como un fantasma satisfecho.
Sola al fin, el aire frío del cuarto rozó mi piel húmeda. Me puse de pie para empezar a sacudir el polvo de mi cuerpo y de mi ropa. Era Minnie Mouse deshecha pero satisfecha. Con cuidado, pasé un pañuelo húmedo entre mis piernas, recordado como habían recorrido todo mi cuerpo.
Al salir del cuarto de almacen, ajusté mi corpiño con manos temblorosas. La música de inundaba el pasillo mientras avanzaba hacia el salón principal, sintiendo cada paso como un latido en mi coño adolorido. Los padres aplaudían distraídos mientras los niños giraban en sillas musicales. Miguel, Diego, Benjamín y Andrew ya estaban sentados en círculo fingiendo concentración, pero sus miradas ardientes se clavaban en mis caderas al pasar.
Laura, mi compañera, me pregunto si estaba bien. Fingí algo de malestar con la cara y dije que necesitaba irme. Antes de salir del show, ahora si fui al baño, me encerré de nuevo, apoyando la frente contra la puerta fría. El espejo reflejaba mis muslos que habían sido tocados por diminutos dedos infantiles y mis pezones aún seguían erectos bajo la tela. Me deslicé la mano bajo la falda sintiendo el líquido tibio que mezclaba mi flujo con sus chorritos de semen. El roce de mis propios dedos hizo que un nuevo orgasmo me sacudiera en silencio, ahogando el gemido con mi mano mientras imaginaba las bocas pequeñas succionándome otra vez. Qué puta que soy, pensé, sonriendo al ver cómo mi cuerpo temblaba solo con el recuerdo.
Gracias por leer, dale amor al relato 7w7
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