NADIE… ABSOLUTAMENTE, NADIE.*
Una pequeña aventura entre profesor y alumna..
Rita es una chica algo introvertida, siempre gótica, la cual la hace verse sexy ante muchos.
De cuerpo delgado, yo diría 1.68 de estatura, pechos grandes y trasero pequeño, piel morena.
Usa siempre el cabello hacia abajo, tapando su cara, con las puntas moradas, sus labios carnosos siempre de labial negro o morado.
Le gusta usar mini faldas acompañadas de sus medias, lisas o de tipo malla, sus botas abajo de la rodilla.
Todo comenzó en un término de clases.
Me acerque para hablar con ella acerca de sus buenas calificaciones y su comportamiento casi intachable.
Como maestro siempre me ha gustado alentar a mis estudiantes a seguir adelante y Rita no iba a ser la excepción.
Luego de la charla. Ella me pidió encarecidamente ir a su casa un día de estos. ¿Para que. Tienes algún problema? Pregunté.
Solo quiero pasarla bien. Me dijo.
En mi supuesta inocencia, pensé que me invitaba a alguna fiesta, solo le dije que si.
Al miércoles siguiente. Rita era la última en salir del salón.
Yo no me había dado cuenta, por adelantar la siguiente clase.
Al verla parada frente a mi, me acomode con todo y silla para quedar frente a ella.
– Veo que estas muy ocupado Rafa. Tal vez pueda hacer algo para que que te despejes un momento.
Se inclinó y frotó mi entre pierna.
– ¿Que haces? Levántate, eso no está bien.
– No me digas que no quieres. Se que eres casi un solterón. Anda. Te prometo no hacerte daño y si te gusta, podrás pedir más. Di que si.
– ¡No. Y por favor sal de aquí!
Era evidente su gesto de enfado y se fue.
A los días siguientes, tomaba asiento en en los primeros lugares y cada que pasaba o la veía de frente, hacia muecas coquetas, abría de más las piernas.
En ocasiones podía ver su ropa interior, prometiendo una vulva belluda de bajo de esta.
No soporte más y la confronte.
– ¿Rita. Que demonios te sucede? ¿Acaso es una broma de mal gusto?
¿Que pretendes? Vas bien como para querer sacar provecho.
Si otros maestros lo aceptan. Yo no.
– Solo me gustas y lo hago para pasarla bien. Ya se te olvido que te había dicho que solo la quería pasarla bien. ¿Cierto?
Mira. Solo una vez y prometo no molestarte.
Nuestra discusión duró largo rato.
Me fui a casa pensando en ella.
Porque en verdad me llamaba la atención, pero en base a mi profesión no era ético y podría perder mi trabajo y cualquier otro.
¿Que hago? Pensaba. Porque realmente no iba a pedir mi renuncia.
Aunque Rita cumpliera con su estúpida promesa de seguirme a todos lados.
Por mi mente pasaba el darle gusto y así me quitaba de problemas.
Fue tanto ese pensar que no vi cuanto había corrido esa mañana, ya no me daría tiempo de hacer algo de pesas.
– Rita. Si me prometes dejarme en santa paz, yo cumpliré alguna fantasía que tengas. ¡Dilo ahora!
Le dije al encontrarnos en los pasillos de las instalaciones.
A ella no le sorprendió en nada lo antes dicho, por lo que vi en su mirar.
– No se me ocurre nada. Así que puedes sorprenderme. ¿Iras a mi casa o a donde nos vemos?
Bien. Tenía muchas cosas en contra.
Si esto se trataba de un chantaje, tendría que averiguar realidad de todo esto.
Sin importar el lugar del encuentro, ella simplemente diría que abusé de ella, cuando hasta cierto punto el que sufría abuso era yo.
Me cubrí por todos lados. Incluso grabe algunas charlas con ella, grabe videos de los momentos de pasar junto a ella, haciendome gestos provocativos y abriendo las piernas.
Sé que aún así lo tomarían como acoso, pero eso me dejaba cubierto hasta cierto punto.
¡Sentí tener todo listo. Ya solo faltaba el último paso!
Luego de citarla un sábado por la mañana, fuimos a unas cabañas en renta, con acceso a una alberca en un lugar muy pintoresco.
Al entrar a la cabaña, me tomé unos tragos para tomar valor. Rita también tomo conmigo.
Me levante del sillón, me dirijí a ella, la puse de pie, levantando su cabello lacio y suave para observar su cara aun de adolescente, aunque sus 22 años decían lo contrario.
Lentamente la bese (cosa que ya había fantaseado). Como si fueramos enamorados.
– Acuéstate conmigo.
Me dijo.
La lleve con delicadeza a la cama.
Seguimos besandonos, mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo, estimulé su vulva por encima de una tanga negra, bese su cuello.
Frotando sus grandes senos firmes.
Le quite su típica gabardina negra, puse una mano en su muslo, el cual al sentir el tacto, tembló un poco.
Le baje la falda, su tanga y fue ahí donde ya no fui tan delicado.
Le mame con fuerza el clitoris, jale sus labios inferiores con mi boca, sin importar si le dolía o no.
Metí un dedo, luego tres de un golpe.
Arranque sus medias, avente sus botas.
Hice que terminará de desnudarse, para poner unas entre mordidas en sus pezones, al tiempo que la comencé a perforar.
Pero… Espera un momento. Se siente muy estrecha su vagina. ¿Acaso es…?
¡No puede ser! ¡Es virgen! ¿Porque, si su actuar me indicaban que era una zorra experimentada?
Rita metió su lengua en mi boca y ya sin prestar más atención a lo pensado, quise darle una inolvidable primera vez.
Sin dificultad alguna, la levante de la cama, para penetrarla de pie.
Ella con sus pies rodeando mi cintura, mi falo atravesandola, sus brazos en mi cuello y nuestras bocas unidas. Sin duda era una imagen muy estimulante.
Podía sentir mojado mi pelvis, algo escurría por mis piernas. Sangre o flujo vaginal, producto de algún orgasmo. Me daba igual y como un Salvaje, la levantaba y dejaba caer con fuerza sobre mi verga.
Con algo de cansancio por estar de pie, la llevé de nuevo a la cama y seguí bombeando como loco.
Me alcé un poco para apretujar sus pechos, observando su cara llena de placer. Puse atención a sus gemidos nada discretos y seguí dándole con fuerza.
Abrí sus piernas de más, contemplando un mechón de bello púbico al comienzo de su triangulo, sus pechos con pezones negros, yendo de arriba abajo, sus ojos cerrados, con la boca abierta entonando el típico. ¡Aahh, Aahh!
Que placer sentí con esa imagen.
3, 2, 1… ¡Ahhggg! Que deliciosa venida tuve. ¡Uufff!
Acerqué mi bolso que utilizo en el colegio, sacando unos pañuelos húmedos. Limpiando a Rita, quitando los restos de sangre y el líquido de ambos.
Tome un dedo de ella, lo chupe mostrándole como debería dar oral.
Me limpie bien el falo.
Me puse de pie frente a Rita, que estaba sentada en la cama y me comenzó a mamar.
Luego de unos instantes, ya lo hacía muy bien.
Le indique que tenía que pasar su lengua de lado a lado, sin olvidar chupar el glande. ¡Mmmm! Muy bien. Por eso eres mi mejor alumna. Le decía.
Puse su mano al comienzo de mi trozo, para que me pajeara y mamara a la vez.
Quitando la mano que me pajeaba, la tomé por ambos lados de su cabeza y le folle esa boquita, que ya había aprendido a mamar.
Mi rica descarga de leche, hizo que Rita expulsara parte de mi líquido, tirando un poco al piso. Sin duda se porto bien porque al atragantarse, trataba de seguir tomándose mi lefa.
– ¿Que más vamos a hacer?
– ¿Con que quieres más eh?
Recostada en la cama volví a mamar su vagina, haciendo que se retorciera de nuevo.
En lo que recobraba la erección, bese sus tobillos, las pantorrillas, sus rodillas y muslos, hasta llegar de nuevo a su concha recién estrenada.
La coloque en cuatro, arremetiendo por segunda vez su vulva.
Momentos después, acerque una silla para sentarme y poner a Rita encima.
Besaba su espalda, me aferraba a sus pechos, rodeandola con mis brazos.
Acariciaba su clitoris. Rita daba de brincoteos; por lo que la llevé a la cama, para dar su primer cabalgata.
El sube y baja de esos pechos me tenían hipnotizado, tanto que me levante para saborearlos, estando cubiertos de sudor.
Otra rica descarga nos sorprendió a ambos, tanto que le pedía a Rita que no dejara sus sentadillas.
Al votearla, puse mi verga, firme aún, para dar su primera rusa.
Sus grandes senos cubrían mi falo, ocasionando que le salpicara lo último de mi juego en su cara.
Nos besamos y descansamos un momento.
Fuimos a la alberca un rato y ahí la volví a agarrar. Semi inclinada y repegada, la clavé haciendo a un lado una licra que llevó por si acaso.
Al terminar, ahora si nos dispusimos a dejar el lugar.
Pensando en lo peor y más porque era virgen, llegué el lunes siguiente, entre al aula como si nada y todo fue totalmente normal.
Aún Rita se comportaba como antes de toda su locura.
En algo Rita tuvo razón. Quise repetir mi encuentro con ella y así fue.
Nuestros encuentros fueron solamente de carácter sexual, hasta que el destino nos separó.
Con dedicatoria a todos los que han soñado con algo similar.
Vladimir escritor.
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