Natalia, mi porrista preferida
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
No soy de buscar jovencitas pero en esta ocasión no pude vencer la tentación ya que esta niña no solo está demasiado rica sino que la ocasión fue propicia en todos los sentidos. La mamá y la hermana de Natalia son unas delicias y ya he fantaseado que me las cojo a las tres juntas pero ella, supongo que gracias a la ejercitación que debe seguir como animadora, ha desarrollado unas piernas y un traserito redondito y perfecto que muchos chicos y también muchos viejos nos hemos hecho la paja pensando en que le perforamos todos sus orificios llevando puesto ese uniforme que la hace verse tan rica.
Bastó que ese día la administración del club invirtiera la disposición de los vestidores por razones de mantenimiento; que yo llegara temprano a mi partido de tennis y que la nenita llegara tarde al entrenamiento de porrismo, para que se me diera la oportunidad –que no desaproveché- para cogerme a la niña más deliciosa que he penetrado en mi vida. Su cabellito lacio y castaño recogido en una coleta que sobresale atrás; su carita de nena con labios de mujer perfectos para chupar a granel; pezoncitos pequeños pero duritos y bien parados que no necesitan miel para lamerlos sin parar; ombliguito con arete en una cinturita envidiable que resalta aún más su culito redondo y pequeñito pero bien levantadito bajo esa faldita miniatura que deja ver esas piernitas sabrosonas de animadora de alto nivel, son poco comparado con lo que vi esa mañana al salir del orinal rumbo a la cancha: la ricurita estaba exactamente de perfil, senitos descubiertos que resaltaban mientras se hacía la coleta y tan solo una tanguita rosada me permitieron observar la perfección apenas ahí, a unos cuantos metros y mi verga poniéndose dura como piedra en un par de segundos mientras la saliva se me atragantaba.
Madre e hijas, las tres delicias desnudas y sonrientes en el jacuzzi, únicamente sus pechos sobre la burbujeante y cálida superficie. Me aproximo desnudo hacia ellas mientras juguetean entre sí y me miran con picardía. Me meto entre las tres delicias y me dedico a lamerles los pezones y tocarlas todas, a lo que responden con igual entusiasmo y la madre se pone a frotar mi verga con sus suaves manos y así nos vamos calentando todos hasta confundirnos en un gran beso múltiple y me excita ver las lenguas de las hermanitas entrecruzarse babeantes, entonces me levanto y tomo la cabeza de la mayor mayor y meto mi pene en su boca, carnosa y sensual como siempre; resulta ser una diosa en eso de lamer verga, lo cual me pone aún más duro y se me antoja penetrar el culo de su exquisita madre; así que la vuelvo y la coloco a cuatro patas, le chupo el culo con toda gana mientras sus hijas lamen y mordisquean mis orejas, cuello, espalda y nalgas; le coloco mi verga en su orificio anal y se la voy metiendo poco a poco, lo cual se siente riquísimo y escucho sus gemidos como de dolor; sea dolor o placer no me importa
La agarro de las caderas y me pongo a entrar y salir lentamente en ese orto tan sabroso y así hasta ir agarrando fuerzas para partírselo con toda mi energía; el calor del jacuzzi me hace sudar chorros y luego las dos nenas besan a su madre al escucharla dando gemidos confusos que bien podrían ser de dolor; la acarician con cariño y le doy con todo durante varios minutos hasta que la dejo rendida en la orilla. Voy donde las nenas y las acaricio, pongo de cuatro a la hermana de Natalia y me preparo para penetrarla vaginalmente, a la vez que mis dedos juegan entre las piernas y vaginita de mi niña; separo las piernas de la mayor y se la meto de una en su sabrosa concha; acerco a Natalita y la siento en la orilla, separo sus piernitas deliciosas mientras le doy la gran follada a su hermana, la beso y penetro su conchita con mis dedos, lo cual goza susurrándome lo rico que siente y así las tengo durante unos ocho minutos; sujeto el cabello de la mayor con fuerza y me la follo durísimo hasta hacerla venirse
Entonces meto a mi bella Natalita en el jacuzzi , la coloco boca arriba, tomo sus muslitos y la penetro de una, me responde con gran gemido de ahogo y placer, empiezo a cogérmela con más y más fuerzas, ella se comporta como una puta y la tomo de los tobillos para penetrarla más y más profundo, así la tengo durante cerca de diez minutos hasta hacerla venirse, la beso y acaricio, les pido a las tres que se aproximen a mi verga para corrérmeles en sus bellas caritas; me masturbo rápidamente y me excitan sus lengüitas que al poco tiempo empiezan a recibir toda mi leche y poco a poco, los tres rostros quedan completamente bañados y las pongo a chupar hasta dejar mi verga sin una gota de semen.
-Nena: eres perfecta.
-¿Qué haces aquí?
-Tranquila, bebé; no voy a hacerte daño. En realidad eres tú quien ha invadido el vestidor.
-Este es el de mujeres- mientras se tapa los pechitos con una toalla pero deja al descubierto su sabrosa entrepierna sin darse cuenta.
-Desde ayer los invirtieron por unas reparaciones que van a hacer.
-¡Ups! ¡Qué vergüenza!
No parecía incomodarse tanto de estar semidesnuda frente a mis ojos como del error que dio origen a esta situación. Sentí unas grandes ganas de tirármela encima y follármela en el piso así en seco, sin prepararla y juro que estuve a punto de hacerlo.
-Nati: ¡qué bella eres!
Se sonrojó y mirando al piso, hizo un gesto como de cierto orgullo.
-Gracias… gracias.
Recuerdo que una vez, estando yo en las prácticas, ella estaba con unas compañeras del equipo y comentó algo así como que yo era algo viejo pero que aun así le gustaba. Su gesto de entonces era el mismo que el de ahora. Yo no podía desperdiciar la oportunidad, pese a que no suelo coger con chicas tan jóvenes pero Natalia es en verdad una delicia incomparable. Me le acerqué un poco y le sonreí con cierta complicidad.
-Dime: ¿ya has cogido con alguien?
Se quedó muda pero su gesto no fue de rechazo sino de timidez.
-Anda; no le voy a decir a nadie.
Titubeó por un momento pero se animó a alzar la mirada, sin dirigirla a mis ojos.
-No. Todavía no.
-¿Y te gustaría?
-¿Qué cosa?
-Tener tu primera vez.
Volvió a dudar.
-Pues… sí, claro.
Me le acerqué y la abracé, aún cubierta por la toalla pero uno de sus pezones podía verse de cerca. Entonces le susurré al oído:
-Nada me gustaría más en este momento que ser el afortunado mi amor.
No dijo nada pero tampoco se alejó ni mostró señales de rechazo. Cuando acerqué mis labios a los suyos, pude notar que temblaba la pobre. La besé suavemente y poco a poco Natalita fue correspondiendo. Dejó caer la toalla y yo me apresuré a cerrar la puerta y ponerle el seguro. Regresé inmediatamente donde ella y volví a preguntarle suavemente al oído.
-¿Quieres que te enseñe a hacer el amor, bebé?
Temblaba más ahora pero era evidente que quería que me la cogiera ahí mismo; sus pezones se habían puesto bien duritos.
-S… sí.
-¿Qué dijiste, mi amor?
-Sí.
Volví a besarla y me puse a acariciar su espalda y bajé poco a poco hasta sus nalguitas duras y redonditas; metí mis manos bajo la tanguita y empecé a salivar como si fuese a comerme una fruta jugosa. Tomé su manita derecha y la hice acariciar mi pene endurecido, primero por fuera, luego por dentro y de hecho cuando la nena sacó su mano totalmente humedecida, se la hice lamer como si de miel se tratara. La senté en el banco del vestidor, le saqué las pantaletas y me puse a lamer sus sabrosas piernas de animadora; ella jadeaba con cierto nerviosismo pero se notaba que tenía ansias de follar. Poco a poco fui lamiendo hasta llegar a su húmeda conchita, la miré e intercambiamos sonrisas de confabulación, así que mi lengua se dedicó a calentar suavemente su clítoris y así fui comiéndome su concha hasta hacerla jadear como perra. Me puse en pie y le aproximé mi pene a la carita, la cual acaricié con él y lo fui acercando a su boquita de niña.
-Anda, nena: pruébala.
Natalia abrió lentamente su boca; acaricié su mejilla con una mano y con la otra le introduje la verga; su lengüita se puso a lamer tímidamente y me provocó una sensación de perversión, así que la tomé de la coleta y suavemente me cogí su boquita. Esta nena es maravillosa y está a punto de regalarme su virginidad. La hice ponerse de pie y la abracé con fuerza, tomé sus manos y las puse sobre mis nalgas y agarré las suyas y las acaricié, con algunos pellizquitos suaves que por cierto fueron respondidos; restregué mi verga en su vaginita y la nena se puso a jadear como una puta, cada vez más y más fuerte.
-Agárrate de mi cuello, mi amor.
Se colgó de mi cuello y me besó con mucha ansiedad, respirando agitadamente como pidiendo verga a su infantil modo. Fue entonces que la tomé por los muslos, la alcé y se la introduje de una, cosa que provocó un quejido placentero en mi porrista preferida. Me puse como un toro y le follé sin reservas, dándole duro a una nena que no parecía sufrir sino que jadeaba como perra pidiendo más y más verga, cosa que fue complacida con toda gana.
-¡Siénteme, mi amor! ¡Toma! ¡Toma lo que es bueno, bebé!
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!…
La putita se inclinó para ver mi palo entrar y salir de su dulce vaginita. Caímos en el banco y sosteniendo sus muslitos entre mis brazos la abrí todo lo que pude para sostenerla por los hombros mientras me la cogía como un salvaje.
-¿Te gusta?
-¡Síiiiiiiiiiiii…!
-¿Te gusta cómo te cojo?
-¡Sí! ¡Sí! ¡Síiiiiiii…!
Natalita resultó ser una gran puta, así que la hice venirse y la puse a cuatro patitas para partirle ese culito tan delicioso.
-Por ahí no, por favor.
Natalia se puso nerviosa pero la calmé mientras miraba el orificio virgen que pensaba desflorar sin piedad.
-Tranquila, bebé. Te trataré con cuidado. Vas a ver que te va a gustar, ¿sí?
Se volteó como para comprobar mi sinceridad, así que le sonreí con cariño y besé su frentecita.
-¿De verdad?
-Sí, mi amor.
Volví a besar su frente y me fui a su trasero para pasarle la lengua; primero en las nalgas y luego entre ellas, hasta chupar desde su conchita hasta el ano, así varias veces y luego le metí un dedo suavemente; volví a chupar, luego otra vez el dedo y así hasta que finalmente le metí dos dedos y la dejé preparada para partirle el culo.
-Ahora sí, nena: vas a ver lo que es bueno.
Separé sus piernitas con las mías y presioné su orificio con mi glande duro y húmedo; se la fui metiendo poco a poco.
-¡Ay! ¡Ay!
Cuando la tuve bien clavada, agarré sus caderitas y me puse a entrar y salir suavemente en su orificio anal, una verdadera delicia. Poco a poco la fui dando más y más duro. La niña empezó gimiendo de dolor pero conforme pasaban los minutos y yo dándole verga a su ano, sus gemidos fueron cambiando a placer, yo me puse como loco y le di durísimo durante cinco minutos o más.
-¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma, perra!
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Aaaaaaaaaaah…!
No lo voy a negar: ha sido una de las mejores folladas que he tenido y desde luego terminé llenándole el culo de leche a mi bella porrista.
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah…! ¡Qué rico, por Dios!
Mi bella y deliciosa Natalia. Quiero cogérmela de nuevo. Me la pajeo cada vez que lo recuerdo pero este fin de semana, si todo resulta bien, mi nenita vendrá a visitarme para recibir otra buena follada. Espero con ansias ese momento.
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