Newman, limpiador de montes y lame cucas
Las confesiones de un jornalero diestro en favores sexuales.
Soy jornalero, puedo hacer el trabajo de cegador de malezas o de ayudante de albañilería, sea en el campo o la ciudad.
No pude ir a la escuela y escasamente se escribir mi nombre y sumar algunos números.
Trabajo desde los 10 años, empecé en el campo cortado y limpiando predios con mi padre y después con mi tío, haciéndole la segunda en los trabajos del cemento, ladrillos y arena, con los que me he ganado la vida hasta hoy.
Soy un hombre de constestura mediana y 1.60 m de altura, 65 kilos de peso y buen cuerpo sin nada de grasa a base del machete y mezclas, se puede, decir, soy fuerte y vigoroso, como bien, duermo bien y no me gustan los vicios desde niño, tengo un rostro según al de Paul Newman, nadie a ciencia cierta puede revelar mi edad, en la medida que envejezco me veo más joven. Tengo los ojos verdes, el cabello amarillo lacio y la tez morena o bien, trigueña: hoy parezco como si tuviera 10 años menos.
Mi debilidad son las mujeres de cualquier raza o edad; he contado con la suerte desde niño caerle bien y con los años aprendí a entender sus necesidades y curiosidades.
No soy un adonis pero mi herramienta me ha servido para desfondar y consolar a más de una, que extraviadas, desconsoladas, aburridas y necesitadas han encontrado en mis 15 cms, pasión, goce y lujuria para sus cuerpos y almas.
Voy a indicar como empezó todo esto: Soy el mayor de 3 hermanos, nacimos en una heredad de una próspera familia a la que trabajaba mi padre y mi madre.
Esa hacienda era todo para nosotros hasta que yo cumplí los 15 años tuvimos que salir, y enfrentar la vida de otra forma. Mi padre tenía 35 años y mi madre 30, mis hermanos 10 y 8.
El era el capataz y el nuevo patrón venía con frecuencia con su familia a ver las cosas de los cultivos y el ganado.
Era un hombre blanco alto y de finos modales al igual que su esposa, tenían unos 40 y 50 años. El señor era gordo y tomador, parecido a Orson Wells -ya que he hecho los símiles con el cine- y la señora delgada con el cuerpo de una actriz italiana; digamos como la Sofía Loren. A mi su presencia me turbaba; su boca y cutis, sus piernas y tetas bonitas en sus vestidos. Creo que ella sabía del impacto de su figura en los hombre, supe luego que habían muchos detrás de ella. Mi padre por supuesto no era la excepción, el tenía una cualidad que heredé de él: ese parecido perfecto con el tal Paul Newman, pero siendo más oscuro y alto que yo, y sus ojos azules. Mi padre era descendiente de una isla del Caribe, de apellido Mckensey, y en realidad nunca he sabido hasta el día de hoy para que sirve ese raro nombre gringo, a no ser, distinguirnos con él en todas partes como únicos o sin familiares: los isleños.
Mi madre era una guapa mujer blanca de raza india. Muy bella, de fino rostro y cuerpo, nunca la vi con sujetadores, mi padre tenía que ver que hacía con los propios y extraños que la acediaban para verle las piernas o los pechos debajo de la fina tela. Yo adoré siempre a mi madre. Por su parte mi padre fue un mujeriego incurable, dueño de un instrumento formidable que hacía berrear a mi mamá toda la noche, nosotros escuchábamos al otro lado todos esos alaridos de goce de mis viejos. Por ser el mayor mi padre fue enseñandome cosas de hombres. Me dio a escular mi primera Gallina a los 6 años y a los 10 un Carnero y a los 12 mi primera Burra.
Mi madre sufría mucho de celos y con razón, la señora Isabela venía con más frecuencia a la hacienda con muchos pretextos: ver los cultivos y animales y se perdía en el carro con mi padre por horas. Al regresar venían rosagantes pero un poco sucios y desaliñados ante lo cual mi madre le armaba una cantaleta toda la noche hasta que mi papá la montaba y ella contenta gritaba su placer.
Un día de esos llegó la señora con una de sus hijas, la segunda de unos 10 años, yo tenía 14, pero parecía por mi rostro y constestura a un chico de diez y once.
-¿Buenas, cómo están las cosas? -Dijo la señora Isabela.
Se bajó del sedán que manejaba dejando ver sus piernas debajo de una falda de seda volada. A su lado una niña hermosa o quizá más que ella, su hija Paula, que vestía un traje vaporoso que había que cuidar del viento, que precisó les levantó de un tiro dejando ver los pantis y los chochos de cada una delante de mi papá y de mi.
«-¡Ay, qué pena, señor Javier!, qué brisa más imprudente. Ella es mi hija Paula, la traje para que conozca la hacienda y a su familia.»
-¡Bienvenidas! -Dijo mi padre- Pierda cuidado Doña Isabela. Qué niña más bella tiene usted. Aquí a sus órdenes.-Mi padre le tendió la mano y ellas lo saludaron y después a mi.
«-Que precioso está este niño. -Dice la señora-espero que con Paula hagan una gran amistad.» -Nos miramos y empezaron a caminar con papá. Yo iba detrás y ellos adelante, de tanto en tanto la niña Paula me miraba y sonreía. Llegamos a la casa principal de la finca y ellos entraron. Nuestra casa estaba a 100 metros de esa casa que tenía todas las comodidades con varios cuartos y una piscina más o menos grande.
Salimos en el Jeep a ver los corrales y los bebederos y parte de la plantación de maíz y millo y los naranjales que estaban en producción del otro lado.
En un lugar, ordenó la señora que detuviera el vehículo, era una calle con sembrados de lado y lado:»-Paula y Freddy vayan a dar un paseo que voy a tratar asuntos con el señor Mckensey, y en 30 minutos regresan.»
Yo miré a mi papá y el me «picó el ojo» y sonrió:- Mejor nos vemos en el lago en una hora- Indicó.
Tomé a la niña de la mano para llevarla a ver el lago que estaba a pocos metros de allí, cruzando una manga entre los maizales.
Ella no estaba preparada con esa ropa caminar en medio del campo con sus lindas sandalias y ese vestido cerrado hasta el cuello pero sin mangas y la espada afuera.
-Vamos niña. -De mi mano ella se suelta y me dice:»-¿A dónde me llevas?».
-Vamos a ver el lago que tiene la hacienda.
Y nos introducimos en la plantación. Se escuchó una voz de la madre decir:-¡Freddy me la cuidas!.-Ella se volvió a ver y entonces corrió y me dio su mano. Caminamos y perdimos la vista del camino y sentimos cuando el carro arrancó, entonces pensé, que ahí iba mi papá con su aventura con esa bonita y rica señora, mientras mi mamá en la casa atendiendo la comida y mis hermanos, de eso me sacó la voz preciosa de Pao:-¿Cuantos años tienes?
La miré y le dije:-¿Cuantos crees que tengo yo?
«-Mmm, no sé, pareces de mi edad. Tengo diez recién cumplidos, ¿y tú?».
Me sonreí y le dije: -tengo doce recién cumplidos.
«-Eso calculaba yo, me están picando los mosquitos.» -Ella se rascaba por todo el cuerpo con desespero.
Me detuve, era un poco más bajita, un 10 cms menos. Las piernas y el cuerpo, mostraban las rojas señales de los gegenes que atacan todo el día en el monte a la «sangre nueva»:»-¡ay, ay me pican!.» Me agaché y miré sus piernas gorditas y bien formadas y sus finos pies. El vestido le daba a las rodillas. Entonces me atreví a sobar espantando los insectos de sus piernas con mis dos manos subiendo y bajando por sus pantorrillas:-¿Así está mejor niña Paula?.
«-Si, pero no me digas niña, dime Pao o Paula, ¿falta mucho?».-Visiblemente enojada.
-Si, unos minutos, es en ese claro que ves allá, ¿si deseas te llevo cargada en el hombro, así no te cansas y te pican menos los moscos?.
Me miró con esos ojos azules y esa boca rosada que coronaba todos los rasgos de su perfecto rostro, y sonrió:-«Está bien, subeme».
Me agaché y le dije que abriera las piernas bien para meter mi cabeza y ella pudiera sentarse a mis hombros. Le alcé la falda y metí mi cabeza y pude oler el rico olor de su cuerpo, y ver sus gruesas nalgas y piernas blancas, era perfecta, debajo de un pequeño bikini blanco.
Ella se acomodó bien y agarré sus muslos para continuar el paso. Sentía pegada a mi nuca el pequeño lomo de su sexo cálido. Ella se sostenía de mi frente. A veces llevaba mi mano hasta su trasero para asegurar que no callera y bajaba por sus muslos hasta sus pies espantado los sancudos.
«-Eres fuerte Freddy, no te pareces a los bobos y débiles compañero de mi escuela, que no pueden con una pierna de una.» Y se rió.
-Si, Pao, eso lo hace el trabajo. Los estudios hacen doctores, ¿no crees?.
-Si, cuando crezca quiero ser doctora Médica, ¿y tú?.
-No sé, no he ido a la escuela en años, a mi me gusta la mecánica.
«-¿Hacer carros?.»
-No, companerlos. -Y nos reímos.
Mientras eso pasaba yo sentía el hueso de su pelvis que tallaba mi nuca y ella cada vez más aferrada a mi cabeza.
«-¿Tienes novia?.»
-No, no tengo, ¿y tu?.
«-Mmmm, me gusta uno pero él no gusta de mi.»
-Debe de ser un bobo Pao, para que no guste de una hermosa nena como eres tu.
Ya se veía en contorno del terreno para bajar hasta la orilla del pequeño lago. Yo venía con una erección magnífica, como nunca antes.
-¿Quieres que te bajé aquí o allá abajo?
Ella prefirió que la bajara antes y me acomodé para dejarla en la tierra. Tenía la entrepierna rojas como mi cuello y al darse vuelta pudo ver el bulto sobre mi sudadera.
Se sacó el panti de las nalgas y se sobó el chocho:-¿Te duele?. -Dijo que no, que estaba sofocada; en efecto, estaba roja y sudada por el sol de las once de la mañana.
Me miró a los ojos y miro mi cuerpo. La tomé de la mano y bajamos hasta la orilla. Por el rabito del ojo la veía que no dejaba de mirar mi cosa:-¿Tienes algo ahí, le pasa algo a tu cosa?.
-Discupa niña Pao, es que al traerte cargada me dio calambre y se me puso así.
Ella sonrió y me dice:»-Eso pasa cuando ustedes gustan de uno, me lo dijo una amiga. Entonces tu gustas de mi, y a mi me gustas también, porque eres bonito y no eres bobo.»
-Gracias, es bueno saber eso.
El calor era impresionante, y el sonido de las aves y cigarras eran estremecedor, ella lucía nerviosa en cada movimiento de matas, cada trino o chichara que escuchaba en medio de esa soledad de ese lado de la propiedad.
Yo pensaba en la faena de mi padre, montado sobre esa monumental mujer. Poseyéndola por su boca, por sus tetas y por el hermoso tunel de sus torneadas piernas, y por la cueva de sus nalgas perfectas. Imaginaba todo eso que no permitía serenar y acabar mi erección con la que incómodo caminaba al lado de los ojos de la visitante Paula.
El bochorno era inclemente y sudabamos copiosamente, su ropa y la mía eran agua bajo el sol canícular. Pasamos la parte del barro en esa orilla y a ella se le ensuciaron los pies y sandalias, me tocó de nuevo cargarla en brazos hasta el sitio más seco y limpio de la orilla, era una especie de playa de arena blanca. Hacía sed y vi el pequeño enramado más arriba, de palma que hacen los peones para descansar y vigilar los animales y las siembras. Es una especie de choza de cuatro palos y un techo de paja de una o dos aguas de acuerdo con la necesidad o permanencia en el lugar. Allí nos dirigimos, y en efecto, había allí una botija de totumo con agua fresca pero salobre por ser proveniente uno del los pozos cartesianos con molino del lugar.
Daba tristeza ver la cara roja de Paula y su traje sucio que transparentaba los pezoncitos rosados de su plano y nacientes pechos. Debo indicar que no tenía antes una sola experiencia con mujer alguna, ni chica ni grande, eran los animales los que despertaron y alimentaron mi placer sexual y no conocía sino el beso y abrazo de mi madre o mi padre.
Tomé la botija colgada de una esquina del pequeño cobertizo y le brinde a Pao:-mira, es agua gorda, pero buena y sana, ¿bebé un poquito?.
Ella no lo tomó, su cara era de fatiga y cansancio.Tomé y me sacie, para insistir:-Toma un poquito que está buena y fresca. -Ella la puso sus carnosos labios italianos sobre la tosca abertura y bebió a hasta que se derramó por su cuello y su pecho hasta abajo.
-«¿Está salada…?» -Le dije que era agua subterránea de buena calidad para el ser humano y animales.
En la choza había un lecho de hojas secas que revise para espantar cualquiera serpiente y le dije que aguardaramos allí a esperar a nuestros padres. Ella se sentó frente de mí con sus piernas cruzadas y el vestido al centro, que dejaban descubierta su rodilla y sus piernas. Era de verdad, hermosa. Me puse abrazando con mi con mis brazos, las rodillas. Ella miraba mis bolas en el pantalón abajo.
Depronto al lado opuesto, dónde se abría el terreno de pastizales, apareció un burro en celo detrás de una yegua pinta joven, allí encerrados para cruzar. Dieron la vuelta y se vinieron a la orilla del lago a beber agua. Nos quedaban a menos de 10 metros. Se acercó el burro con un gordo pene ya erecto que lo pegaba a su vientre, en busca de la serena y paciente señorita yegüa. Pao me miró sonjorada más de lo que estaba cuando vio la semejante verga del asno. Estábamos sin saber para presenciar una de las copulaciones más morbosas del reino animal. Ella no perdía atención al largo pene del animal. Estaba como embobada en esa escena nunca antes vista por sus ojos. Me miró y buscó mi bulto, y lo vio que también estaba erecto. Pero lo mantenía aprisionado sin hacerlo evidente.
-¿Qué cosa más grande la ese asno?
-Si, son grandes. Pero encajan en las hembras perfectamente.
«-Se la meten todas. Pobrecitas burras, ¿esa no es una burra?, ¿por qué?».
-Es que queremos mulos para trabajos más pesados y no caballos.
«-¿Ellos están enamorados?».
-Están en Celo.
Ella se movió, acomodó mejor para ver los animales ahora casi juntos. El asno lamia la vagina hinchada de la yegua y rebuzna, era inminente la copulación. El sudor me caía por la espalda y pasé mi mano por mi nuca y la oli, olía a ella, a su sexo, a su vagina limpia como la de una burra, pero más suave y rico. Ya mi erección era total.
-¿Y tu estás en celo? -Mirando mi erección.
El burro hizo mover a la hembra y se empinó sobre sus piernas y las ancas de ella tratando de encontrar la cerrada y alta vagina; Pao, tragaba saliva y me miraba con sus ojos azules y brillantes de excitación; y la alcanzó a penetrar y con un impulso cópula con fuerza que la yegua chilló de dolor y el burro se sostuvo firme sobre el pequeño galope y eyaculó exitosamente dentro de la virginal vagina en la que pocas horas antes había saciado mis calores. El enorme pene salió con chorros de leche como de la negra vagina que había desvirgado.
-Si. -Le contesté.
Continuará.
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@Kuripi.
Buen relato sigue contando seguro sera una muy buena saga saludos amigo… 🙂 😉 🙂 😉
Gracias amigo por ser un lector fiel. Ya viene la segunda parte. Mira mis otros relatos pulsado Yatekuri y comentamos.
Tremenda narración muy exitante sigue tu historia que esta buenísima
Gracias Lanenafolladora por tu apoyo, he visto tu trabajo y no está nada mal, espero veas mis otros relatos pulsando Yatekuri. Y me cuentas que te parecen.