No fue planificado
¿Fui actor o víctima de mi destino?.
Hola, mi nombre es JAIME, pero todos me llaman JAZ.
Nací en el seno de una familia numerosa, yo son el último de todos los hermanos, para ser sinceros, yo nací porque mis padres dejaron de cuidarse pensando en que mi mamá ya no podría quedar embarazada, por lo que fui un nacimiento no deseado. Sin embargo, mis padres siempre me han tratado con el niño de la familia.
Mi cuerpo es el de muchacho más bien delgado, pero atlético, con una altura de 1.90 cm, y de pelo castaño. En aquellos momentos estudiaba en la universidad del pueblo donde residía con mis padres.
Yo tenía 19 años cuando estos hechos sucedieron.
Yo siempre me había destacado por ser un chico bastante tímido con las mujeres que se había dedicado solo a estudio, nadie me me conocía novia, ni tan siquiera que saliera con amigas, esto llegó a tal punto que parte de mi familia empezaron a hacer comentarios dudando sobre mi sexualidad insinuando que quizás yo era gay.
Entre el grupo de hermanos con el que tengo más contacto es con mi hermano Martín, tenía más de 40 años de edad y era el que más visitaba la casa de mis padres. El resto apenas los visitaba y existía un cierto distanciamiento. Martín cada tanto se ponía pesado conmigo especialmente en las reuniones familiares sobre mi falta de novia, pero compensaba cuando hablaba sobre lo bien que me estaba yendo en mis estudios. Recuerdo que su esposa, Daniela, una mujer de treinta y algunos años, se mantenía muy bella, con un cuerpo bastante escultural, donde destacaban aquellos pechos bastante pronunciados, y especialmente su hermoso trasero, parecía un corazón perfectamente diseñado. Pese a que llevan casados más de siete años, aún no tenían descendencia.
Mi hermano Martín es el típico empresario joven, bastante bien vestido y preocupado siempre de su imagen ante la sociedad y bastante respetuoso. Tenía un carácter de una persona muy conservadora y en eso coincidía con la forma de ser de mis padres. Yo por el contrario era de mente muy liberal y que chocaba frontalmente con la forma de ser de mis padres y especialmente de mi hermano. Por ello en varias ocasiones, especialmente en las reuniones familiares, mis encontronazos con Martín evidentes, ya que él siempre intentaba recriminarme mi comportamiento, siempre apoyado por mis padres.
Pese a esos enfrenamientos, siempre había una relación buena con mi hermano, y aún mejor era mi relación con su esposa, mi cuñada Daniela, ella siempre restaba importancia a mi liberalismo y me decía que eran otras épocas y en silencio, ya por detrás me decía que no les hiciera mucho caso.
Yo, apenas seguía ninguno de los consejos de mi hermano. Sin embargo, en mis estudios era muy brillante y no tenían nada que decir, con unas notas impecables, esto satisfacía en parte a mis padres, pero nunca fue lo suficiente para mi hermano.
– JAZ es un informal, – decía Martín – tiene que cambiar mucho papá. Así no podrá ser nadie en la vida. ¿Como va a desempeñar esa carrera que está sacando con esa forma de ser?
– Vega Martín, ¿no comprendes que Jaime todavía es muy joven?, – le decía mi cuñada, intentando apaciguar los ánimos. – Ya verás como cuando termine la carrera, ¡madurará! Además, por lo que sé, creo que es bastante aplicado en los estudios.
Como les había indicado con mi timidez tampoco había tenido oportunidad de estar con ninguna mujer, aunque eso no impedía que me matara a pajas revisando páginas eróticas en internet, en aquellas épocas era un poco vergonzoso a la hora de salir con chicas. Por otro lado, mi iniciación en el sexo se vio truncada, cuando al fin tuve la oportunidad de tener intimidad con una chica con las que me animé a salir, ella vio mi pene y se asustó mucho por sus dimensiones, se asustó tanto que se negó rotundamente dejarse penetrar, pensaba que la iba a romper.
La madre naturaleza me ha provisto de un pene que tiene una buena longitud y muy buen grosor acorde al tamaño. Sin embargo, desde esa vez que me rechazaron me tenía acomplejado. Pensaba que las demás chicas se iban asustar y eso me retraía a dar el primer paso nuevamente.
Todo cambió cuando un buen día mi hermano llega a casa de mis padres y nos dice que había adquirido unas entradas para un concierto del artista favorito de su esposa y, me preguntó si me apetecía ir con ellos. Me dijo que él pensaba ir con Daniela y que me pasaría a buscar. No es que realmente me apasionara tanto su música, pero como no tenía más planes para ese día, acepté.
Me arreglé y estuve esperando bastante tiempo a que llegaran, ya que pensaba que íbamos a ir temprano para conseguir una buena ubicación en el recinto. Sin embargo, ellos aparecieron casi cercana a la hora del comienzo del concierto.
– ¡No crees que es un poco tarde Martín! Aunque tengamos las entradas será difícil conseguir un buen puesto. Y eso, ¡si logramos poder entrar, que lo dudo…! – les dije un poco recriminándoles la tardanza.
– ¡Tranquilo cuñadito, ya verás que lo conseguimos! – Me dijo Daniela.
En el auto venían otro matrimonio y una mujer de la edad de mi hermano, que también venía con otro matrimonio al que yo no conocía, pero eran amigos entre ellos. En total éramos seis personas. Llegamos al recinto donde se iba a celebrar el concierto y como esperábamos estaba totalmente lleno.
En ese momento, mientras estábamos en fila para entrar, me fijé en el atuendo que llevaba Daniela, mi cuñada: una falda en forma de tablas por encima de las rodillas, y una blusa bastante holgada donde perfectamente se podía entrever el sostén que resguardaba los hermosos pechos de mi cuñada. Me quede por unos segundos totalmente azorado contemplando aquellas piernas perfectamente modeladas sin apenas una vena, hasta el punto que sentía un latigazo en mi pene. Yo respetaba profundamente a Daniela y jamás se me había ocurrido pensar en ella como otra cosa que no fuera la esposa de mi hermano. Pero, en aquel momento la visión de aquel cuerpazo, era imposible no reaccionar como hombre.
Me di cuenta que en más de una ocasión, mientras esperábamos en la fila, ella me captó mirando su trasero, y emitió una leve sonrisa picarona, pero sin darle mayor importancia. Con un poco de esfuerzo logramos entrar al recinto, pero no pudimos avanzar mucho, ya que estaba repleto.
– Desde aquí no vamos a ver nada. Hemos llegado bastante tarde…- se quejaba Martha, la mujer del otro matrimonio, que para colmo era un poco baja de estatura, y se perdía entre el público.
– ¡Si deberíamos haber venido antes, desde aquí no vamos a ver nada…! – dijo Andrés, el esposo de Martha
– Ya, no se quejen. Nada podemos hacer ahora… – Indicó Daniela, para calmar a su marido, el cual ante las recriminaciones se estaba poniendo bastante nervioso.
Yo había acudido en varias ocasiones a ese mismo lugar y lo conocía bastante bien. Conocía los vericuetos y en ese momento recordé algunos rincones que quedaban lejos de la circulación del público, lugares que solo los más entendidos podían conocer, me di forma de mirar para verificar si aún se podía acceder a esos lugares, y les dije: ¡Espérenme aquí enseguida regreso!
– ¿Y a donde vamos a ir…? – Se burlaba Andrés el esposo de Martha.
Volví sobre mis pasos de mis anteriores incursiones por uno de los corredores, hasta que encontré lo que buscaba, una pequeña puerta semioculta por una columna. Presioné la puerta y esta cedió ¡Bingo! La habían dejado sin el cerrojo. Si no me equivocaba, aquella puerta debería llevarme a un pasadizo que desembocaba muy cerca del escenario. El problema es que todo estaba bastante oscuro. Seguí a tientas la pared, hasta que se hizo algo de la luz. Llegue a un lugar donde existía una especie de mirador de la altura casi de una persona media, más o menos. Y a mi derecha, continuaba la pared. Desde ahí se podía ver el escenario. Realmente era un espacio hueco y vacío que no estaba habilitado para su uso. Por ello carecía de iluminación. A tiendas volví junto al resto.
– No sé si les gustará, – les dije cuando llegué con ellos – pero existe un lugar desde donde se puede ver bastante bien, pero hay que ir con cuidado, hay que atravesar una zona algo oscura, pero el lugar creo que permitirá ver la función mejor que desde aquí ¿quieren verlo?
– Pero ¿se ve de cerca? – preguntó Martha, ansiosa e interesada, ya que, por su estatura desde donde estábamos no veía nada.
– Se ve completamente el escenario y bastante cerca- le contesté.
– ¡Anda…! – mi hermano, como siempre no me creía – ¡Ya me veo que este nos mete en un agujero prohibido y acabamos todos arrestados!
– Yo creo que es seguro, ustedes decidan si vamos o no – le aclaré.–
– Bueno, vamos, antes de que ese espacio más se llene de gente – se decidió Martha.
Tomo a su marido y me siguió, obligando a los otros a seguirnos. Cuando llegamos a la puertita, mi hermano no quería saber nada.
– ¡Pero esto es una zona en obras! ¿Dónde nos vamos a meter? – decía, negándose a entrar en el oscuro pasadizo.
– Bueno… ¡Haz lo que quieras! – Terminé por exasperarme – ¡Yo voy ver el espectáculo desde aquí!
– ¡Yo también! Porque no lo intentamos- exclamó sorpresivamente Martha y se internó detrás de mí en la oscuridad, poniendo las manos en mis caderas para guiarse mientras caminábamos.
Los demás, incluido mi hermano, también nos siguieron.
Por fin, llegamos al pequeño mirador, y ya con algo de luz recorrimos el pasadizo hasta que llegamos a una columna, deteniéndonos allí. Nosotros quedábamos en penumbras, pero la visual del escenario era perfecta.
– ¡Que les parece! – se burló Martha en voz baja – ¡El lugar es perfecto! – Le decía a Andrés, ocupando ella el mejor lugar.
Tristemente el pequeño mirador solo permitía la visión de tres personas, a lo máximo cuatro y éramos seis.
– ¡Pero todo nos podemos ver, pueden correrse más adelante, que no vemos nada desde aquí! – Susurraba la hermana de Martha. Los otros estábamos detrás.
Detrás de la columna había como un pase, miré y comprobé que se podía pasar, y ese pasaje accedía a otro mirador, pero sólo quedaba lugar para una persona… a lo sumo, para dos…, Ese lugar queda fuera de la vista de los otros, pero tenía un inconveniente más, al margen de ser bastante oscuro era sumamente estrecho para acceder. Pasé luego volví donde estaban y les dije:
– Allá podemos verlo al menos dos personas. Aunque hay que pasar, y es un poco estrecho, no apto para los que tienen claustrofobia.
– No sé – dijo Martín – mejor nos quedamos aquí, estamos muy apretados, pero que vaya el que quiera, yo me quedo aquí. Además, eso parece muy estrecho, yo no me meto por ahí, ¡yo si tengo claustrofobia!
Andrés lo intentó y desistió diciendo:
– Es bastante estrecho, no creo que ninguno de nosotros pueda pasar por ahí. No sé cómo ha podido pasar tu hermano. Él es bastante delgado.
La hermana de Martha, también se negó diciendo que ella tenía también claustrofobia.
Pero cuando pensaba que el único que iba a pasar era yo, observo que mi cuñada Daniela dice:
– Yo creo que paso detrás de la columna, desde aquí no voy a ver nada. Me voy con él. Si se puede ver bien, no me lo pierdo.
Y ante la cara de sorpresa de mi hermano, Daniela pasó por detrás de la columna, y logró cruzar, y al llegar donde estaba yo, se apretó contra mí para poder situarse y ver mejor.
– ¿Qué te parece Daniela?
– ¡Fenomenal! – Me respondió
El espacio entre la columna y el final del pasadizo era ínfimo. Me puse casi de costado para permitir que Daniela se acomodara en la oscuridad, mi brazo derecho apoyado sobre el medio muro, y ella se apretó más contra mí, con sus dos brazos sobre del muro. Pude sentir el calor de su cuerpo y, en ese momento “me puse algo tenso”.
En la cercanía pude notar que su cuerpo desprendía un calor intenso, aunque en un principio no le di mayor importancia pues no era un experto en mujeres.
– ¿Estás cómodo? – me dijo mientras sus ojos brillaron al mirarme en la oscuridad – ¿Quieres que me corra un poco más?
Y sin esperar mi respuesta, se apretó aún más contra mí, colocándose justamente delante de mí. Apenas podíamos desenvolvernos y era obvio que íbamos a estar muy apretaditos.
Cuando el escenario se iluminaba y se apagaban las luces nos quedábamos en completa oscuridad.
– Según parece vamos a tener que estar muy apretaditos – me dijo ella sonriendo pícaramente.
– Lo sé – le respondí – no queda otro remedio. Pero este lugar está mejor que donde estábamos inicialmente ¿no crees?
– Si… Pero ya sabes cómo es tu hermano, siempre tan respetuoso con todo. Además, sabes que se molestaría mucho si me viera contigo aquí tan apretadito ¿no crees? – Me volvió a decir sonriendo y mirándome de reojo hacia atrás.
– Si, me lo imagino, es un poco celosillo.
– Bueno, mejor que no lo sepa. Si nos ve así seguro que monta el escándalo – dijo ella, volviendo a sonreírme.
Empecé a notar el vaho de su aliento y el calor de su voz, dada la cercanía de nuestras caras.
Me percaté de que sobre mi mano derecha se había depositado uno de los pechos de mi cuñada, y el calor que desprendía era delatador.
– ¿Así está mejor? – su voz era como un susurro
– Sí… – le respondí con mi voz un tanto ronca. Sentí un leve roce sobre el dorso de mi mano izquierda que colgaba al costado de mi cuerpo. Era el borde de la falda de Daniela. Mis latidos se aceleraron al darme cuenta de que mi mano estaba a escasos centímetros de su inmejorable trasero. Esa posición me estaba poniendo no solo muy nervioso, sino que, sin poder remediarlo, “me estaba excitando”.
– Hace calor aquí… – se removió ella, y aproveché para girar mi mano que sostenía el borde del murete. Ahora su pecho quedó depositado en la palma de mi mano. Me quede quieto, casi inmóvil, esperando que no se diera cuenta del cambio. Pasaron unos segundos que me parecieron interminables, ella no se movió… y eso me excitaba cada vez más
Allí estaba yo, en la oscuridad, con mi mano derecha en uno de los pechos de la mujer de mi hermano y la otra a escasos centímetros de su fabuloso trasero. No me lo podía creer.
Los músicos iban ocupando sus lugares sobre el escenario, que comenzaba a iluminarse. El Artista hizo una maravilla sobre los teclados y el público estalló en una ovación.
– ¡Es un maestro! –susurró Daniela en mi oído, sin apartar su pecho de mi mano. Su aliento me quemaba el cuello.
Casi temblando por la excitación, giré mi mano izquierda, reconociendo con mis dedos el borde de su falda. Ella movió levemente su cadera, cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a la otra, y yo aproveché para llevar mi mano hacia delante, hasta tocar algo… suave, sedoso… ¡me di cuenta de que se trataba de su piel…!
¡Ahora se arma el escándalo! – pensé para mis adentros. No tenía cómo huir. Ella tenía que haber sentido el roce, de ello no me cabía la menor duda. Por un instante me arrepentí de mi osadía. Iba a perder su estima por una tontería y además, joder ¡era mi cuñada! Así que me dije “¿qué coño estoy haciendo?, ¡No sé qué me ha pasado!”. Era evidente que mi testosterona me estaba jugando una mala pasada.
– ¡Pedazo de hombre! – exclamó Daniela cuando el presentador apareció bajo las luces del escenario.
Daniela volvió a cambiar de posición, acercando más su trasero a mi mano. ¡Yo ya sudaba…!
– “¡Señoras y Señores!”- Decía el presentador cuando Daniela pasó su brazo por encima del mío sobre el murete, y definitivamente sin casi pensarlo, apreté su teta izquierda, sintiendo por primera vez la punta del pezón a través de la fina tela de la blusa que llevaba. Mi respiración volvió a agitarse nuevamente.
– ¡Con ustedes, mi amigo, El artista principal de esta noche! – tomé valor y desplacé mi mano izquierda sobre su piel, ascendiendo. Pude reconocer la parte inferior de su nalga.
Daniela comenzó a gritar y a aplaudir separando por un instante su pecho de mi mano derecha. Yo sólo grité, procurando no modificar la posición de mi cuerpo, que tan excitado me tenía. Mi pene se revolvía dentro de mis ajustados pantalones vaqueros. Ella se desplazó un poco más a la derecha, por delante de mí, volviendo a pasar su brazo sobre mi mano derecha, que ya totalmente lanzado, coloqué debajo de su pecho izquierdo. Mis sentidos estaban totalmente desbocados cuando el concierto comenzó a sonar…, para ese momento ya mi mano izquierda, se encontraba descaradamente encima de su nalga, tocando el elástico de la tanguita de Daniela. ¡Joder!, me estaba volviendo loco ¡pero qué coño estaba haciendo!
– ¡Lo amo! – me miró ella con los ojos encendidos, refiriéndose al artista – ¿A ti te gusta?
– ¡Claro! – Exclamé, un poco sorprendido, concentrado como estaba en otras sensaciones – ¿Ves bien desde aquí…? – pregunté por decir algo.
– ¡Ay sí, estoy bárbara! –y girándose me besó peligrosamente cerca de la boca – ¡Menos mal que viniste!
Envalentonado por su beso seguí con mis dedos el recorrido del elástico de la tanguita hacia abajo notando como se iba introduciendo entre las nalgas de mi preciosa cuñada.
Ninguna reacción de parte de ella… Mis dedos se detuvieron en la parte inferior, donde las piernas cerradas me impedían continuar con mi exploración. Mi mente estaba a punto de estallar, y los acordes de una canción provocaron el suspiro de Daniela.
Le susurré un verso del coro de esa canción en su oído, procurando captar su atención
– Este tema me gusta mucho… – dijo mirándome y me volvió a besar muy cerca de los labios.
Luego de eso sentí como con un lento movimiento, compruebo que ella “separó las piernas”, no pude evitarlo con mi mano derecha abracé su y acaricié su apretada su cintura. Mi asombro era total por las reacciones de mi cuñada.
Seguí hacia abajo con mi mano izquierda, y como apretándola sin querer, pero seguí mi atento recorrido hacia abajo y de pronto me encontré acariciando su conchita por encima de la tanga. ¡Estaba loco! Había tocado la tanga de mi cuñada, y creo que llegue a sentir algo de humedad. Sin embargo, mi cuñada, se gira un poco, me mira de reojo y me dice, sin más:
– ¡Sabes lo que estás haciendo! – me dijo casi al oído.
Me quede paralizado. Pero ella continuó: ¿Te has parado a pensar que “soy la mujer de tu hermano”?… ¡Sabes que eres un degenerado! ¿Cómo te has atrevido a tocarme ahí abajo? me contestó con cara de autentico enfado.
– ¡Lo siento Daniela! Creo que… no me he sabido contener. ¡Lo siento de veras…! Por favor no se lo digas a mi hermano – le dije sumamente nervioso. Casi me desmayo. Me quede de piedra.
– Sabia que eras un liberal, pero ¡no pensé que fueras tan atrevido! Hasta había pensado que no te gustaban las mujeres, pero por lo que veo, esto no es así- me dijo mirando hacia el espectáculo.
– ¿Quién te ha dicho que no me gustan las mujeres? – Le pregunte algo molesto, reponiéndome de mi aturdimiento anterior.
– No sé… Es lo que se hablaba por ahí. ¡Dicen que quizás eres gay! – me dijo sonriendo y como picándome.
Muy enfadado le dije:
– ¿Quien a dicho semejante patraña?
– Esta bien niño. No te enfades. Es que, como no se te ve novia, ni estas con otras chicas de tu edad, y siempre estas tan solo…
Seguimos viendo el espectáculo casi sin decirnos nada. Yo tampoco me atreví a tocarla, aunque nuestros cuerpos seguían en contacto, ya que era la única forma de permanecer en el lugar.
Al rato, de repente rompe el silencio entre nosotros y me dice, con preocupación:
– joder, ¡me están dando ganas de orinar! Debí haberlo hecho antes de entrar, pero, pensé que realmente era pasajero y que podía aguantar. Y, ahora ¡me estoy meando de verdad!
Yo no supe que decirle, me quedé parado. No me esperaba aquello. Ella miraba para todos sitios como buscando un lugar donde poder hacerlo.
– ¿Quieres que te acompañe hasta la zona de los baños? – le dije por decir algo.
– ¡Que dices! – Me miró como incrédula – pasar por toda esta zona a oscuras. Y, además tengo bastante reparo en orinar en esos baños públicos con tanta gente. Se puede coger muy fácil una infección.
– En eso tienes razón. Pero, ¿cómo harás?… ¿podrás aguantar todo el espectáculo?, ¿qué piensas hacer? – le dije nervioso.
Ella se mantuvo en silencio, se quedó pensando, y luego me dice casi al oído:
– ¿Crees que te podrás echar un poco hacia atrás? Quiero ver si puedo agacharme un poco, y quizás… ¡quizás… pueda hacerlo aquí mismo!
Se gira hacia atrás con la cabeza y me dice con una mirada morbosa:
– Espero que…. ¿no te molestará verdad? ¿No te molestará que tu cuñada pueda orinar aquí? ¡Precisamente delante de ti…! ¿Verdad? Ya sé que no es muy prudente, pero, creo que no me queda otra solución. Si no lo hago pronto, te juro que ¡me voy a mear en las bragas!
Me quedé embobado y casi tartamudeando. Aquella situación no me la esperaba. No estaba preparado para una situación similar, y le dije:
– ¡C… Claro Daniela! Claro… que no me molesta… si tienes ganas… A fin de cuenta es una necesidad fisiológica.
-Ya…pero…. Joder… ¡Ni se te ocurra decir nada de esto a tu hermano, ni a los otros! ¿Queda claro? O tendrás serios problemas, ¡Muy serios problemas! – me dijo en plan advertencia.
– Por supuesto que no diré nada. Daniela soy un caballero.
– Eso espero, te lo advierto. Ni una broma con esto a nadie.
Yo me aparté lo más que pude hacia atrás y ella entonces, ante mi atónita mirada se remangó un poco la falda y en la penumbra pude comprobar cómo procedía “a bajarse las bragas” (que luego comprobé que era una pequeña tanga), hasta las rodillas más o menos. En ese momento con el resplandor de las luces del espectáculo por unos segundos divisé su precioso trasero. Ella se agacho un poco y, sentí al momento el sonido inconfundible… ¡Realmente estaba orinando!, y me percaté de que me iba a orinar parte de los zapatos, pero no me quedaba otra, tenía que aguantar. Tampoco me atrevía a reclamarle.
Cuando estaba en ese trance y casi sin terminar de orinar, inesperadamente, “escuchamos a Martín” llamando:
– ¿Daniela está bien?… ¿Están bien los dos? – casi gritaba ante el ruido de la música.
Notaba que, era como si pretendiera entrar a través de la estrechez de aquel pasadizo. Entonces Daniela, reacciono y se puso muy nerviosa. De inmediato se incorporó, sin terminar de orinar, y casi alongándose hacia donde aparecía que provenía la voz de su marido, le contesto:
– Si… Martín estamos bien. ¿Y ustedes cómo están?
– Bien… – Dijo Martín – ¿Te está gustando el espectáculo?
– Sí, me está gustando mucho… ustedes tranquilos que nosotros estamos bien en este sitio. Desde aquí se ve muy bien – le contestó ella.
Verificamos, con alivio que mi hermano volvió a su sitio. Ella entonces me mira y me dice:
– Joder JAZ… – se detuvo y continuo – ¡Creo que me acabo de orinar en la tanga! Mira que tu hermano aparecer en ese momento. ¡No tenía otro momento para hacerlo! ¡Creo que tengo la braga toda mojada…! ¡Joder..! ¿Y ahora…? ¿Ahora que hago!
Se detuvo, observe atónito como se palapa sus bragas, y me dice:
– Voy a tener que quedarme sin bragas. ¡No puedo volver a ponérmela así toda orinada! ¿No crees? – me dijo ante mi sorpresa.
Y luego, sin esperar respuesta ante mi atenta mirada Daniela se termina de bajar la tanga por sus piernas y se la quita. Luego mirándome a la cara, y llevando en su mano su tanguita (creo que para que pudiera verla bien), me la entrega diciendo:
– Por favor llévala por mí, yo no tengo bolsillos donde meterla, si la dejo tirada en el suelo alguien la va encontrar ¿Y te imaginas que sucede si Martín, si me ve o se entra que he orinando delante de ti en esta posición?
– ¡es verdad… con lo celoso que es se hubiera montado una gorda! No me lo quiero ni imaginar – Le dije sonriendo mientras me guardaba bien el tanga en un bolsillo de atrás del pantalón.
Daniela terminó de bajarse un poco la falda. Yo había podido ver claramente durante algunos destellos de la iluminación, sus hermosas nalgas desnudas. “Es toda una hembra” pensé en ese momento.
– Si dejábamos el tanga aquí, el que hubiera venido mañana y la encontraba en el suelo, iba pensar que aquí se estuvieron liando – me dijo ella sonriendo.
– Seguro que sí – le conteste.
Ella me comentó que podíamos volver a la posición de antes para estar más cómodos, y yo me apoyé nuevamente detrás de ella. Sentí nuevamente su calor corporal que me trastornaba. Ella, al poco tiempo, se gira hacia atrás y me besa muy cerca de los labios nuevamente y me dice:
– Gracias cuñadito por ser tan comprensivo y permitirme que pudiera orinar ante tus narices. No sé, ¡quizás si te alcance los zapatos…! pero chico, he sentido un gran alivio. ¡De verdad no podía más!
Luego se detiene y vuelve a continuar:
– Pero, oye… ¿No te habrás puesto bravo viendo mis nalgas desnudas? ¿Verdad?… ¿O… Sí? – lo decía con cierto sarcasmo.
Y mientras lo decía, echaba un poco su trasero hacia atrás pegándose al bulto de mi pantalón. Sé que en ese momento tuvo que sentir el tremendo bulto que forma mi falo bajo el pantalón. Mi erección era manifiesta y notoria, por lo que no podía pasar desapercibida. Y me dice:
– Vaya… ¡Pues… creo que va a ser verdad! – me dijo pegando su cara a la mía – ¡Joder cuñadito… te has empalmado…! ¡Vaya con el cuñadito…! Te has empalmado de verdad con lo ocurrido. Pero chico…
– Lo siento Daniela. No he podido evitarlo. De verdad – le decía nuevamente muy nervioso, y sin saber realmente que decir.
– Pero JAZ. ¿Cómo te atreves? ¡Soy tu cuñada! Joder no tienes reparo alguno ni con la familia. ¡Eres un degenerado!
– De verdad que lo siento – le volví a decir pensando que se iba armar y que ella se enfadaría de nuevo.
– ¡Si tu hermano se entera de esto…! ¿Sabes cómo se pondrá…? ¿Lo sabes verdad?
Me lo decía y más nervioso me ponía. No sabía si me estaba recriminando o estaba jugando conmigo.
– Por favor no le digas nada… Por favor… No quiero que lo sepa… Lo siento de veras – Le decía yo cabizbajo.
– No sé… La verdad es que… ¡Esto no me lo esperaba de ti! – Detuvo la conversación por unos instantes, y luego continuó – Pero, dime una cosa: ¿Te has empalmado de verdad? ¿Tan bien me ves como para que se te hayas puesto así? Lo dijo mirando hacia el bulto de mi pantalón.
– Daniela te repito que lo siento. Ya sé que eres la mujer de mi hermano, que no debía haber pasado, pero… te aseguro que yo te encuentro fenomenal y sumamente atractiva – le dije sonrojado.
– Me alegro que te guste. Pero… ¿Te gusto tanto… como para que te hayas empalmado al ver mis nalgas desnudas? ¡Con la de chicas desnudas que habrás visto!
– Joder Daniela, ¡Que no soy de piedra! Y te repito que lo siento. Pero no digas nada de esto a mi hermano por favor.
– Nunca lo hubiera pensado del hermano menor de mi esposo… ¡Vaya, vaya… quien lo iba a decir…! y eso que parecía del otro bando… – Luego se queda callada un momento y girando la cabeza la pega casi a mi oído, y me dice:
– Oye… ¿no se te habrá pasado por la cabeza tener una aventura con tu cuñada? ¿Verdad?
Me quede de piedra otra vez. Pero que le pasaba a mi cuñada esa tarde. Me estaba volviendo loco.
– Por favor Daniela… Claro que no… Bueno… me gustas mucho, lo reconozco, pero… eres mi cuñada…
– Así que te gusto mucho… pero… – se gira hacia donde estaba, me mira directamente a la cara y me pregunta, así de repente – ¿Serías realmente capaz de follarte a la mujer de tu hermano? ¿Aquí ahora mismo donde nos encontramos?
Yo me quede nuevamente sin habla. No me esperaba lo que me estaba diciendo. Lejos de bajar mi empalmadura esta creció aún más, ya me dolía el pene atrapado en mi pantalón y con sus preguntas estaba tan anonadado, que no sabía que contestarle.
– ¡Eres un verdadero cabronazo! ¡Veo que sí! Por el bulto que se te ha formado, creo que estás pensando en ello. ¡Qué cabronazo eres…! -me lo dijo con mucho morbo, al tiempo que, por primera vez, había echado la mano hacia atrás y, ahora sí, ella misma me palpaba el nabo por encima del pantalón.
¡No me lo podía creer, mi cuñada me estaba tocando el falo encima del pantalón! Precisamente comprobado el bulto del mismo.
– ¡Si ya lo veo…! ¡Claro que serías capaz…! ¡Seguro que si…! Vaya con el cuñadito… ¡así que estas deseando metérsela a la mujer de tu hermano…! ¿Eh…? ¡Es eso lo que estás pensando verdad! – me dijo mientras no dejaba de apretar mi pene sobre el pantalón. En ese momento ambos nos habíamos olvidado por completo del concierto.
– ¿Qué…? no entiendo…
– ¿Ah sí…? ¿De verdad…? ¿Qué es lo que no entiendes cabronazo? ¡Claro que entiendes! Contéstame ¿Estás pensando en follarte a la mujer de tu hermano? – Me lo dijo en plan autoritario, sabía que me tenía dominado.
Yo en esos momentos estaba fuera de mí, y le contesté:
– Joder, pues ¡Claro que sí…! ¡Claro que si Daniela…!
– ¡Que si Qué…? – me vuelve a decir en plan autoritario.
– ¡Joder! Daniela… ¡Que sí!, que me gustaría follarme a la mujer de mi hermano. Me gustaría clavarte ahora y aquí mismo. – Creo que nunca pensé decirlo, pero la situación me había llevado hasta ese extremo. Era una locura, pero estaba fuera de mí.
Ella al escuchar aquello, creo que la excitó. Al parecer le gustaba que le hablaran con palabras soeces.
– ¿De verdad te atreverías a metérmela ahora? ¡Aquí mismo…! – me comento en plan retador – Y… ¿Crees que a tu edad tendrás polla suficiente para follarte a tu cuñada? Dime ¿A cuantas chicas te has follado antes?
Aquello me dejo otra vez desconcertado.
– A… A…
Me quedé un poco cortado, y luego continué
– A… pues… a ninguna… nunca lo he hecho.
– ¡No me lo creo! ¡Te estás vacilando de mí! No me irás a decir que ¡Encima aún eres virgen! – Lo dijo entre sorprendida y excitada.
– Es cierto ¡Te lo juro! – Le dije avergonzado.
– ¡Joder no me lo puedo creer! Con el vástago que parece que tienes entre tus piernas y… ¿Aún no te has estrenado…? y, encima quieres estrenarte con tu cuñada ¿Eh? ¡Menudo cabronazo! ¡Si que eres un verdadero degenerado!
Mientras hablaba, ella fue más osada y ante mi sorpresa, logró bajar el cierre de la bragueta de mi pantalón y metiendo su mano extrajo mi pene que se encontraba como un misil. Sentí que su cuerpo se estremeció al notar el grosor y la dureza de mi falo. Yo también note el calor de su mano sobre mi pene.
– ¡Uh…! ¿Esto que es…? ¡Joder JAZ! ¿Qué es esto…? ¡Que enormidad…! Vaya pene te gastas chaval… ¿No pretenderás meterle todo esto a tu cuñada verdad? ¿Acaso quieres meterle todo eso a la mujer de tu hermano? – Me volvió a repetir de nuevo, viendo que le gustaba el morbo y sin dejar de manosear mi tranca como si estuviera verificando sus medidas y el diámetro de la misma. Mi tranca estaba sobredimensionada, y tenía una erección más que importante.
– Te la meteré despacio, si quieres – le dije nervioso ante la idea que se desanime al verificar la enormidad de mi pene. Joder la cabrona me había calentado y ahora me iba a dejar a medias otra vez. Era obvio que mi cuñada se había asustado también al evidenciar las dimensiones de mi tranca.
– Despacio… ¿qué dices…? ¿Qué te has creído cabronazo! – Se detiene de nuevo luego continúa diciendo – Pero ¿qué estás pensando…? ¿Acaso has creído? ¡Ni por un momento me iba a dejar follar por ti! ¿De verdad te lo has creído? – Se detiene otra vez – ¿Tu estas chalado o qué? Dime… ¿Estás bien de la cabeza…?
Me quede callado, enmudecido y sin saber cómo reaccionar. ¡Mi cuñada me estaba volviendo loco! Creo que estaba jugando conmigo. Pero al rato, al ver la cara de nerviosismo que tenía, y mi preocupación, se relaja y me dice:
– ¡Si que estas bien dotado JAZ…! Eso no puede negarse. Joder, no creo equivocarme si digo que es casi el doble de la de tu hermano. Y, en mi mano, noto las venas que tienes, esa tremenda dureza… La verdad es que no parece que seáis familia.
Dijo siempre mirando hacia el escenario, pero con su mano girada hacia atrás, sin soltar mi pene, no lo dejaba de masajear mi tranca una y otra vez.
Pasaba la mano por toda mi daga de arriba abajo como si la estuviera midiendo. De pronto siento que, sigue palpando y echa mano un poco más atrás y palpa por primera vez mis testículos. Y oigo su expresión de máximo asombro:
– ¡Joder…! ¡Sí que son grandes también…!
Lo decía mientras me sobaba, y sopesaba el tamaño de mis testículos.
– ¡Chaval…! ¿Esto que es…? Se sienten pesados seguro los tienes bien cargados… ¡Parece que estuvieran repletos!
Y girándose nuevamente la cabeza hacia atrás, mirándome fijamente a los ojos me dice:
– Pero chico: ¿Cuánto hace que no te corres? Porque ¡creo que los tienes llenos…! ¡Están a reventar chaval…!
– Hace varios días – le reconocí, algo nervioso, pero tremendamente excitado.
– Eso lo explica… Pero ¡Dime la verdad JAZ! ¿Es cierto eso que me has dicho antes?, ¿Eso de qué aún permaneces virgen? – me lo dice mirándome directamente a los ojos – ¿Seguro que no me mientes? ¿De verdad no te quieres burlar de mi?.
– Te lo juro Daniela, nunca he estado con ninguna chica. Puedes estar segura.
– Vaya, vaya que sorpresa. Es que… ¡Joder los atributos que tiene el nene! Y, además, ¡Con lo caliente que encima que vengo hoy! Para colmo me encuentro con esta situación.
Se quedó un poco callada y luego me dice:
– Te voy a confesar un secreto, pero espero que esto no salga nunca de aquí. ¿me lo prometes?
Yo asiento y luego continúa:
– ¿Sabes…? me enfadé mucho con tu hermano esta tarde, precisamente antes de venir. Tenía una calentura de mil demonios, y le pedí a tu hermano que antes de venir “quería que me follara”. Pero… el muy tonto, me dijo que se nos hacía tarde. Y en estos momentos tengo una calentura que no puedo con ella… Y… encima siento eso tuyo… esa tranca tan enorme… y la verdad… no sé qué pensar.
Note que esta vez ella hablaba en serio.
Luego, se gira hacia atrás y continúa:
– De verdad JAZ ¿Serías capaz de metérmela? ¡Te atreverías a follarme aquí mismo!, pese a la cercanía de tu hermano… ¿No tienes miedo del peligro que ello supone…? Aun así ¿serías capaz? – Me dice mirándome a los ojos.
– Daniela. Siempre te he deseado – le confesé – y además con mucha locura. Siempre me has gustado mucho, aunque seas la mujer de mi hermano. Eso no puedo evitarlo.
– Ya veo por tu bulto que te gusto, cabronazo. Entonces, seguro que te habrás tocado alguna paja pensando en mi ¿verdad? ¡No me mientas! Nunca me han gustado los embusteros.
– Reconozco que en varias ocasiones estuve pensando en ti mientras me masturbaba, no me atrevía a hablarte de estas cosas – le reconocí bajando la cabeza.
Se detuvo un rato y luego continúa:
– Jajaja, me lo suponía. Tus miradas no engañaban. Pero sabes, en el fondo, fondo me satisface. Pero, ¡tenemos un problema! –me dijo
– ¿Cuál? – Le pregunte
– ¡Que estoy en mis días fértiles! – Escuche de pronto de sus labios. No me lo podía creer. – Tu hermano y yo estamos intentando tener un hijo, y estoy tomando ningún anticonceptivo, por lo que “no estoy protegida”. Si lo hacemos, solo puede ser con preservativo ¿no tendrás tu uno a mano por casualidad?
– ¿Condón?¿Acaso crees que voy por ahí con un condón en la cartera? ¡Claro que no! ¡Te he dicho que nunca lo he hecho!, ni tampoco pensaba en nada de esto cuando vine al concierto – le dije apenado pensando que otra vez todo se iba al traste y me iba a quedar sin estrenarme una vez más.
– Ya. pero debes comprenderlo. Hacerlo sin protección… ¡Uf… podrías dejarme embarazada! ¿Te lo imaginas…? ¡Yo, embarazada del hermano pequeño de mi esposo…! Vamos… sería la bomba... ¡El acabose!
– Joder Daniela no sigas. ¡Me estas volviendo loco…! – le dije de pronto un poco airado, y en cierto sentido bastante enfadado – creo será mejor dejar así las cosas… si, será mejor dejarlo.
– Vale chaval… – me dijo ella viendo mi cara de desagrado – Lo siento JAZ. Vamos…, no te enfades. Me hubiera gustado hacerlo contigo, pero… comprende que es muy arriesgado. ¡Además nunca le he sido infiel a tu hermano!
– Por eso, mejor nos olvidamos y concentrémonos en el concierto, y hacemos como que esta conversación nunca ha existido – le dije mirando hacia el espectáculo, tremendamente enfadado.
Ella se volvió hacia el espectáculo nuevamente, pero quedando su trasero pegado al mío. Yo pese a todo el comentario anterior, no me había subido el cierre de la bragueta, y mi pene, pese a que ella había dejado de tocarme, permanecía fuera del pantalón y con una empalmadura tal resultaba imposible de meter dentro de mis ajustados pantalones vaqueros.
Ella notó otra vez como mi pene se pegaba claramente a su trasero, solo nos separaba su falda, así estuvimos durante unos minutos, hasta que note como ella, se mueve nuevamente, “como quien no quiere la cosa”. Es más, se abre un poco de piernas, flexionándolas levemente. ¡Joder! si aquello no era una invitación a continuar, ¿que coño era…?
Notaba su respiración agitada.
Me quede aún más sorprendido, cuando observo que sin decirme nada y muy suavemente como para que no me diera cuenta poco a poco se da modos de subir un poco la falda, quedando por primera vez mi pene tocando “piel con piel” su desnudo trasero. (Recuérdese que se había quitado la tanga).
Al contacto de mi daga con sus nalgas verifique que mi cuñada seguía muy caliente, y comprendí que, “aquello no había acabado”. Mi cuñada “seguía con ganas de guerra”.
De pronto me percato de que ella vuelve a echar su mano hacia atrás y vuelve a atrapar mi pene. Ella lo tomo entre sus manos. Mi verga a estas alturas estaba nuevamente dura y casi me dolía de la tremenda excitación que mantenía. El líquido pre-seminal ya manaba de mi glande y se hacía más que evidente.
– ¡Joder como estás chaval! ¡no se te baja cabronazo! ¡Estas como un toro! ¡Sigues empalmado! – Me dijo completamente excitada, y sin dejar de pajear y manosear mi herramienta.
Yo esta vez fui algo más osado, y ante la nueva acción de mi cuñada, por primera vez introduje mis manos por debajo de las piernas de Daniela. Acaricié su trasero desnudo, luego recorrí sus piernas hasta encontrar su pubis y por fin llegué a los depilados labios de su vagina, al tiempo que sentía su mano sudorosa acariciar una y otra vez mi verga. Ella, pese a sentir mi mano, no dijo nada. Esta vez creo que aceptó mis caricias ya que no opuso resistencia ni hizo alegación de rechazo.
Su sexo estaba empapado y mi mano quedó totalmente viscosa, hasta que pronto alcancé el botón erecto donde se localizaba su clítoris, según leí por ahí lo debía frotar suavemente al principio, luego a medida que iba subiendo la excitación lo froté desesperadamente por entre sus piernas escandalosamente abiertas. No había estado con ninguna mujer, pero en internet se aprende mucho, y comencé a poner en práctica aquellos conocimientos adquiridos.
Daniela se desplazó un poco más hacia su derecha, quedando de esta forma a la misma altura y completamente delante de mí. Separo sus nalgas y con esa posición pude frotar mi verga entre ellas. Ella al sentir el roce de mi pene se levantó en puntas de pie, de manera que la punta de mi miembro quedó apoyada justo en la puerta de su caliente concha. Giró la cabeza hacia atrás, me miró a los ojos, y luego, ante mi sorpresa me comenzó a besar por primera vez en los labios.
¡Uf…! ¡Mi cuñadita estaba ardiendo! Aquella mujer debía estar en sus momentos más fértiles, su cuerpo era como si tuviera “un cuadro de fiebre elevada”.
Yo me entregué a sus besos, y, casi sin pensarlo, comprobé que mi pene poco a poco se fue alojando sin mucho problema dentro de la vagina de mi cuñada, entrando inicialmente mi glande y un poco más. Me di cuenta de que mi cuñada me resultaba bastante estrecha. ¡Joder! pero…aquel coño ardía… era como fuego ¡Pensé que si seguía dentro quemaría mi pene!
– Despacio JAZ. Soy algo estrecha y no estoy acostumbrada a un pene del tamaño del que tienes. Joder nene ¡me vas abrir completamente! Solo quiero metérmela hasta que pueda correrme… No debo hacerlo, pero no me aguanto más. Lo necesito…. Estoy muy caliente… que polla tan deliciosamente grande tienes…
– Claro – le dije nervioso y excitado.
Fue un simple movimiento y mi nabo entró un poco más adentro, y ahí estaba yo, cogiéndome a mi cuñada a unos metros de distancia de mi hermano. Por fin estaba dentro de una mujer, y para colmo era mi cuñada.
– Mmmm… ¡Es enorme chaval! ¡Me estas abriendo mucho uf…! ¡Oh… Dios… como estas oh…! – cuando mi pelvis chocó contra sus nalgas, volvió la cabeza y me besó, su lengua jugó con la mía. – ¡Ah…! – Gimió cuando con la última embestida, sentí que su cuerpo vibró como si tuviera su primer orgasmo, yo di un golpe de riñones más penetrándola totalmente. Ya estaba dentro de mi cuñada. ¡Por fin me había desvirgado! Estaba por vez primera dentro del coño de una mujer.
– ¡Daniela! – la voz de mi hermano detrás de la columna – ¿Te gusta?
Joder … coño… era mi hermano de nuevo. Vaya momento para volver a preguntar.
– ¡Sí…! ¡Es grandioso, estoy disfrutando mucho! – Contesto ella
– ¡Me alegro que disfrutes! – contestó él. – Es un artista excepcional…
– ¡No sabes cuánto me gusta! – Le contestó ella totalmente excitada, pero, creo que su contestación tenía un doble sentido.
Yo, lejos de detenerme, totalmente excitado bombeaba sin parar la concha de Daniela con suma maestría, la que podía y la que el estrecho lugar me permitía hacer. Estaba tan desinhibido que, sin pensar en la presencia de mi hermano al lado, abrí los botones de su blusa, dejándola solo con su sostén, el que pronto quité la traba que lo sujetaba en su parte trasera, dejando a mi cuñada con el pecho desnudo de frente al escenario. Jugaba con sus pezones, dos aureolas oscuras de casi ocho centímetros de diámetro, cuando sentí que calvaba sus uñas en mis brazos, anunciando su inmediato orgasmo. Por suerte su alarido de placer coincidió con la ovación con que el público saludó el final de unas de las canciones.
– ¡Oh… me vengo oh…!
Luego de unos segundos volvió a hablarme:
– “Sigue papito. Dame más fuerte… uf… JAZ me estas llenando totalmente. Cabrón… ¡Me la tienes metida hasta los huevos…! ¡Joder que polvo me estas echando! Me he corrido ya dos veces y creo que voy a por el tercero…- me dijo sin dejar de besarme, girando un poco la cabeza, mientras mis manos seguían en sus pechos.
– ¿Te gusta Daniela?
– ¡Dámela toda, reviéntame nene! ¡Qué gusto me estás dando! – me susurró –
– Daniela creo estoy a punto de venirme – Le dije de pronto al comprobar que estaba por venirme – Debo salir de ti…o…me correré dentro. Creo que no puedo resistir más. ¡Pero joder que buena que estas cuñada…!
– No aún no JAZ. Joder espera un poco…. – me dijo intentando detenerme – ¡Espera…, espera un poco por favor…, aguanta…! deja que me corra de nuevo, voy a por el tercero. ¡Lo necesito…!. Joder,
Yo no la comprendía, estaba a punto de correrme, y quería que permaneciera dentro de ella hasta que tuviera su tercer orgasmo… ¡Pero yo estaba ya a punto de correrme! Me di cuenta de que no iba a poder aguantar, cuando escucho que me dice:
– Oh… si… creo que ya me viene… aprieta fuerte, ¡Vamos cuñado métela más adentro…! ¡Métela hasta adentro…! ¡TODA…! la quiero toda dentro… vamos JAZ… dame caña… revienta a tu cuñada ¡Reviéntame de una puta vez!
Aquello fue lo máximo. Su forma de hablar, y mi situación de verificar que ya subía por el conducto interno de mi tranca una avalancha de espeso y caliente semen, le dije:
– Oh… Daniela…oh… creo que no me puedo aguantar… oh… me voy a… oh…
Sin poder evitarlo ante la forma en que Daniela apretaba mi pene con las paredes de su vagina mientras alcanzaba su tercer orgasmo, sus continuos vaivenes, no pudieron evitar que pudiera aguantara más. En ese momento, sentí como el primer chorro de mi semen salía disparados dentro de la caliente vagina de mi cuñada.
Cuando me di cuenta, comprobé que me estaba corriendo dentro de mi cuñada. Y ¡Daniela estaba ovulando…! ¡Madre mía…! Así que hice un esfuerzo sobre humano para tratar de detener mi eyaculación, intenté sacar mi pene, pero ella no me dejó.
– ¡No se te salgas ahora…! ¡joder…! continúa… ¡Ya no importa! ¡La quiero toda dentro mío! Vamos cuñado lléname completamente cabroncete… termina lo que empezaste… ¡Sigue corriéndote dentro de tu cuñada…!
Pese esa contrariedad, ya pensando que todo era inútil, me deje ir, y me seguí deslechando dentro del caliente coño de mi cuñada, lanzando una y otra vez varias lechadas de mi espeso líquido.
– Oh… te estás corriendo dentro… oh… no… oh… si… que caliente… – dijo ella, al sentir mi semen dentro de su cuquita. Y entre alaridos decía – Oh… oh… oh… oh… Dios me estas llenando papito… me vas a llenar… oh… si… joder… que… calentita… oh… si… sigue… Oh…
– ¡Oh…! que gustazo… oh… si… cuñada… oh… te voy a llenar oh…
Era toda una delicia, un verdadero placer. Es como si intentara apagar con mi semen el volcán de la vagina de mi cuñada. El calor de su vagina me instaba a que continuara mi lanzamiento seminal.
Se agitó, mientras se convulsionaba entrando otra vez en un nuevo orgasmo. Aquello me aceleró aún más y termine por inundar su coño con mis últimos chorros de semen, lanzando varias lechadas más dentro de su caliente coñito.
Luego me relajé, aún dentro de ella.
Me había vaciado completamente dentro de su coñito. Un coño que estaba como una caldera ardiendo y ahora estaba regado con mi semen. El semen de su cuñado. Y ella encima en sus días fértiles. ¡Qué locura!
– Sí, bebé…me has llenado… – me decía mientras me acariciaba dulce y cariñosamente el rostro para luego besarme en los labios sin terminar de girarse.
– Eres una Diosa. Eres la mejor… Nunca te olvidaré este momento.
– Ya … ¡He desvirgado a mi cuñadito! Que fuerte…
Me siguió besando. Y me luego me dijo:
– JAZ creo que, la hemos terminado liando. Con la de lechita que me has dado, lo más probable es que quede embarazada. Tu hermano cuando se corre apenas lo noto. Tú, por el contrario, me has llenado completamente. Incluso ahora noto como me está escurriendo tu semen por mis piernas… pero ha sido fenomenal. ¡Vaya forma de correrse!
– La fenomenal eres tú cuñada. No creo que exista una mujer mejor que tú. Nunca olvidaré que has sido la primera. Pero… De verdad… ¡Es que ¡estás muy buena cuñada! ¡Yo sería mi hermano y te estaría follando a cada hora del día, desde la mañana hasta la noche!
– Jajaja… gracias. Sé que tú serías capaz. Ya he visto… joder que forma de correrse
Por lo incómodo del lugar y lo largo de mi pene, luego de mi eyaculación no llegué a sacar mi pene de su vagina, mi verga seguía dentro de ella casi en el mismo estado de excitación pese a mi corrida. Ella sorprendida me dice:
– Pero, ¡Si te acabas de correr! ¿Cómo es que sigues empalmado…? ¡No me lo puedo creer…!
Sin decirme más nada se puso mirando hacia el escenario, y me animó a volver a moverme dentro de ella. Ante dicha invitación, me acomodé mejor detrás de ella y la volví a bombear nuevamente, se la metía hasta la empuñadura. Joder ¡Que buena estaba aquella hembra!
– Así cabroncete… métemela toda uh… – Gira su cabeza hacia mí, y me dice – te gusta follarte a tu cuñada ¿verdad? Eres todo un cabronazo… te da morbo follarte a la mujer de tu hermano eh…
– No sabes cuánto… Joder te voy a reventar cuñada… Te voy abrir todo ese coñito al máximo… joder como estas de caliente preciosa… uf…
– Si… hazlo… vamos… ¡Reviéntame…!
Comencé a bombear a mi cuñada sin piedad. Mi polla entraba hasta la empuñadura y, la volvía casi a sacar, para nuevamente volver a meterla íntegramente. El coño de mi cuñada pese a su estrechez, ahora estaba bastante deslizante. Mi corrida anterior y los orgasmos que había tenido mi cuñada habían permitido que este se dilatara al máximo, para permitir que mi entrada en su coñito adquiriera gran velocidad. Parecía una locomotora dando caña aquel coño.
– Así sigue cabronazo… joder me estás reventando…
Me la estuve follando durante varios minutos en esa posición teniendo ella varios orgasmos, que ahora mismo no sabría decir cuántos fueron. Era manifiesto que la mujer de mi hermano era multiorgásmica. Al final viendo que me iba a venir de nuevo, ella se percató y girándose me dice morbosamente:
– Vamos cuñadito… llena de nuevo a la mujer de tu hermano con tu semilla…. Sé que lo deseas… vamos…
– Oh… cuñada te voy a llenar otra vez.
– Hazlo chaval no te contengas… Hazlo…, la quiero toda… lléname de nuevo como antes ¡Quiero tu leche dentro de mi nuevamente!
– Creo que te voy a llenar de nuevo cuñada… uf…, ya me viene oh… si…
– Ya no importa nada… La quiero toda dentro. Lléname el coño de nuevo…vamos vacíate dentro de mí.
Como me estaba aguantando sentía mi pene latir fuertemente, al escucharle decir eso no pude aguantarme más así que la penetré más profundo hasta sentir el tope de su vagina y me volví a correr de una forma bestial dentro de su coño. Parecía que me iba a deslechar. Nuevamente mi semen salía en forma de latigazos contra el fondo de la vagina de mi hermosa cuñada con una fuerza increíble.
Cuando acabé de correrme. Me quede un momento dentro de ella. Ella se giró parcialmente y me beso en la boca nuevamente. Nos quedamos abrazados unos momentos, en esa posición, con todo mi nabo aún dentro de ella, mirando el espectáculo, y mis manos en su cintura abrazándola. Fue un momento romántico.
Al poco rato se acabó el concierto.
– Huy cuñado… Tienes que salirte ya o nos van a pescar.
– Claro… claro…
Al momento salí de ella, aun goteando de semen mi morcillosa polla. Y ella, ante mi mirada, tomando unos pañuelos de papel de su bolso, se limpió su coño ya que le estaba escurriendo mi semen. Tras ello, me beso en los labios, y me dijo:
– Eres todo un semental cuñadito. Joder nene me has llenado completamente, creo que la última eyaculación me la inyectaste hasta dentro del útero, hace rato que fue y mira aún me está escurriendo tu semen. Además, yo ¡Estoy sin bragas! – y se echó a reír.
– Eres la mejor cuñada. La mejor…
– Jajaja, gracias. Y ahora vámonos, que si no… se van a extrañar. Y relájate un poco, o lo van a notar.
– si claro. – Le dije recomponiendo mi ropa y mi cara.
Cautelosamente salimos del improvisado al palco y los demás no se cansaban de felicitarme por la ubicación.
– Creo que nunca disfruté tanto un recital… – decía Sofía – ¿Y tú Daniela?
– Definitivamente, como nunca…- dijo ella, sonriéndome maliciosamente.
Llegamos al auto y luego a casa.
Casi dos meses de haber ocurrido aquello, me sorprendió cuando al llegar a casa, tras venir de las clases de la universidad, mi madre me indica con mucha alegría que ¡Daniela estaba embarazada! Todos estaban muy contentos. Yo me puse algo nervioso ante la idea de que pudiera ser producto de nuestro encuentro.
La duda, se disipó cuando varios días después, estando solo en mi cuarto ella entra, casi sin llamar. Se acerca donde estaba, me mira a los ojos, se toca su vientre y me dice:
– Creo que ya lo sabes. Estoy embarazada. Pero ¿A que no sabes quién es el padre, verdad?
Me confesó que había sido producto de aquellos dos polvazos. Que, lo había hecho con mi hermano pero días después, cuando ya no estaba en periodo fértil. Pero que aún así él creía que era suyo.
Noté que ella, miro hacia la puerta y comprobando que estaba cerrada, me beso en los labios y me dijo:
– Me he corrido varias veces pensando en esa polla cuñadito. Creo que tenemos que volver hacerlo. Me muero de ganas de sentirla dentro de nuevo.
– Y yo también cuñadita. – Le conteste.
– Pero, joder aquí resulta imposible. Tendrás que ir un día por casa cuando no esté tu hermano. Ya te avisaré – me dijo.
Sin embargo, paso el tiempo, y casi tres meses después, me llamó al móvil y me dijo:
– Te parece bien pasado mañana, que él viaja a otra ciudad. Podemos estar toda la noche.
– Allí estaré. – Le dije totalmente entusiasmado.
El día señalado, como habíamos quedado, llegue a la casa de mi hermano. Él estaba de viaje, tal y como había indicado Daniela. Ella tan pronto cerró la puerta me abrazó. Tome su cara con mis manos, la mire fijamente a los ojos y sin poder remediarlo le plante un beso en sus labios, que ella aceptó dejándose llevar. Ella comprobó que mi pene reaccionó a su contacto y se mostraba desafiante debajo del bóxer.
– Hum… cuñadito. Ya estas así… ¡Se ve que me deseas!
– No sabes cuánto Daniela. He contado las horas desde el otro día pensando en cuanto faltaba para venir a verte.
Ella me sonrió maliciosamente, y miró el bulto de mi pantalón.
Le dije:
– Daniela, veo que estas desando verla nuevamente y te voy a dar esa satisfacción.
Antes de que ella pudiera reaccionar, me baje el bóxer, mostrando ante ella mi tranca con un grado de excitación bastante elevado. Ella no me contestó y se quedó viéndola. Me la toque con la mano como si me masturbara, y le dije que la tocara.
– Comprueba que está igual de potente que el día del concierto, ¿Has visto las venas como están de brotadas?
Le hice pasar nuevamente la mano por mis testículos, diciéndole:
– Están totalmente cargados. Uf… Daniela llevo más de cinco días sin eyacular, mi semen debe estar muy espeso.
Note que eso la calentó y dio unos suspiros. Comencé a besarla en la boca y poco a poco dirigí mis manos hacia sus enormes pezones, los cuales froté sobre la tela del traje. Noté que estaba excitándose, no paraba de chuparle el cuello, su boca, el lóbulo de su oreja. En fin, que la estaba calentado como nunca, hasta logré meter mis dedos entre su escote, cogí en mi mano sus tetas y las saque fuera.
Le dije:
– Daniela estas mucho más buena que antes, te están creciendo los pechos con el embarazo.
Dirigí mi boca y empecé a succionarlos, podía sentir como su excitación iba subiendo y subiendo.
Baje mi mano, separe sus muslos, tomé su traje subiéndolo hasta su cintura, y contemple su barriga un poco crecida, ya se le notaba su preñez.
Con cinco meses ya se notaba claramente su embarazo.
Metí mi mano bajo su tanga, notando que su coño estaba empapado, literalmente parecía que manaba jugo del mismo.
Ella seguía masturbándome, y mi polla estaba que no daba más. Le dije, joder Daniela, si continuas así me vas hacer correr, y yo quiero follarte toda la noche. Ella se estremeció y me dijo:
– ¿De verdad quieres follarte a tu cuñada otra vez? Pero, tendrás que tener cuidado. No quiero que hagas daño a nuestro hijo.
Le dije: vamos Daniela, tu coño está ardiendo, necesitas mi polla con urgencia dentro de ti, y yo ye la voy a dar, te la voy a meter completita. Verás que te trataré bien.
- Lo que está claro es que a mi marido no le gusto así…- me dijo
¡Glup!… tomé aire, mi polla me pedía acción inmediata, así que me la jugué.
– Pues no lo entiendo, yo te veo de un morbo tremendo, además estás preciosa.
Ahora sí, miro directamente mi paquete a punto de explotar y mirándome a los ojos me preguntó:
– ¿Te follarías a una embarazada…?
Era el momento… situándome tras ella introduje mis manos por delante de sus hombros y llegando hasta sus pechos se los agarre al tiempo que con mi lengua en su oreja le dije…
– Te follaría hasta por el culo cuñada…
Ella se estremeció e hizo por levantarse, pero la tenía bien sujeta y al empezar a comerle la oreja y masajearle suavemente los pechos se abandonó y empezó a suspirar.
Le gire la cara y nos empezamos a morrear con verdadera pasión, sin duda estábamos embriagados por la situación y el calor que hacía.
Pase a su lado y arrodillándome delante suyo, le quite las bragas y abriéndole las piernas hundí mi lengua en su intimidad.
Daniela suspiraba y se estremecía… yo ponía todo mi saber en la lamida.
-Si… cabrón… ah…
Estaba realmente muy, muy excitada, su orgasmo estaba cerca, así que hundí un dedo en su culo mientras lamía su hinchado clítoris. Eso la puso a mil y empezó a agitarse temblando toda en señal del orgasmo que la invadía.
Quedó medio tumbada en el borde del sofá con la parte baja del vestido en su cintura abierta de piernas, todo mojada. Mientras tanto me terminé de quitar la ropa y acercándome a su rostro le dije…
– Venga, chúpala Daniela…
Me miro y sin decir nada se incorporó sentada y cogiéndola empezó una suave lamida del tronco que me la puso dura al instante.
– Ah…, que mamona… así cómetela.
Y eso hacía, me la chupaba a conciencia y yo aproveche para bajarle el vestido hasta la cintura dejando sus excitados pechos a la vista y a merced de mis caricias.
Así con las tetas al aire y mamándomela como una perra en celo estaba como para follársela por todos lados.
– Ya vale, date la vuelta… te voy a follar.
– Si, fóllame cabrón … aprovéchate, que estoy bien necesitada.
Y así ella de rodillas encima del sofá se la hundí en el coño y empecé a follármela sin contemplaciones.
– Ah…, sigue… así… así…
– Zorra, así que mi hermano cornudo no te quiere follar, ¿Eh? pues toma polla zorrona.
Sus tetas se bamboleaban con cada embestida y ella respiraba fuerte mientras gritaba…
– Cabrón, sigue… no… pares… así…
De nuevo se estaba corriendo, notaba sus contracciones y eso hizo que me corriese en su interior dándole bien adentro.
– Ah… Dios…
– Te ha gustado, ¿Eh…?
– Si… que gusto… hacía tiempo… ah…
En eso se la saqué y cogiéndola por la nuca le hice dar un giro y apoyando mi rodilla en el sofá la hice bajar hasta mi polla chorreante de semen.
– No hemos acabado, vamos límpiala y ponla dura otra vez…
Ella me miro un instante, pero sin decir nada se puso de nuevo a mamarla a 4 patas mientras yo me acomodaba sentándome en el sofá y acariciaba sus pechos ahora un poco colgantes.
Ya caliente de nuevo, me levanté y poniéndola otra vez contra el respaldo del sofá, le metí los dedos en su coño arrastrando flujo y semen a su culo hundiendo primero un dedo y luego otro en su estrecho canal.
– Te han follado por el culo?
– No, no… Déjalo por ahí no…
– Que honor… ahora quietecita…
Y diciendo eso empecé a encularla lentamente, estaba muy estrecha y no quería estropearlo.
– Ah… espera… joder cabrón. ¿Pero de verdad me quieres encular?… ah… duele, duele, para, para…
Había entrado la mitad y tuve que quedarme quieto un rato hasta que ella me dijo que podía seguir pero despacio, recién empecé un suave vaivén deleitándome al sentir la presión de su esfínter.
Poco a poco le empezó a gustar, se frotaba el clítoris y suspiraba…
– ¿Te gusta que te enculen? zorra…
– Si…, por favor… no pares ahora…
– Ah… más… más…
– Que guarra, ¿Que le dirías a mi hermano si te viera así enculada?
– Cabrón… él nunca me ha enculado… ah…
Daniela, de nuevo empezaba a temblar y contraerse por los impulsos del orgasmo, era una sensación cojonuda, su culo y todo su cuerpo se estremecía con cada ola de placer apretando mi pene.
Su orgasmo parecía interminable yo estaba muy a punto, así que la saque y paleándome le dije…
– Vamos, acércate…
Fue tocar sus labios entreabiertos mi polla y recibir la primera descarga en su mejilla. Ella abrió la boga y las siguientes se las tragó.
– Guarra, mamona…
Se había arrodillado en el suelo mientras degustaba el semen que se comió me hacía caras traviesas, se relamía mientras se tocaba la vagina mirándome fijamente, eso me puso a 100, la levante y abrazándola con las manos en su culo la bese largamente.
– Mi culo es tuyo… ¡fóllatelo de nuevo!
Madre mía, esa frase me incendió aún más…
Allí de pie le di la vuelta y agarrándola por los pechos, sin más, se la clave por el culo.
– Encúlame cabron…
– ¡Toma polla…!
Ahora sí que la enculaba a tope, veía reflejada en el espejo del comedor la escena y eso acrecentaba mis embestidas y mi deseo, aproveché de darle fuertes nalgadas hasta que sentí otra vez la llegada de su orgasmo e incremente el ritmo para también correrme esta vez en sus entrañas.
Luego de nuestro orgasmo, así como estábamos nos dejamos caer sobre el sofá sin separarnos, ambos estábamos exhaustos, así estuvimos con mi polla en su interior unos minutos hasta que cesaron las palpitaciones post-orgásmicas
Finalmente me salí de ella.
Nos fuimos a tomar una ducha, no llegamos a hacerlo ahí dentro, mi pene no se recuperó necesitaba un poco más de tiempo, pero fue bastante erótica, romántica, como yo recorría su cuerpo con el jabón, como ella recorría el mío, la ternura y dedicación con la que lavaba mi pene, nos abrazamos, nos besamos, nos secamos mutuamente, nos pusimos una bata y salimos del baño.
Luego comimos un poco, unas frutas, y un café bastante cargado que me preparó incluso con la borra del café sin terminar de filtrar, se me hizo un poco extraño, ella me dijo que después me explicaría.
Luego del café ella dijo que tenía deseo de palomitas de maíz, preparamos en el microondas y nos pusimos a ver a ver una película en su cuarto, ella tenía una mano sobre mi pene permanentemente acariciándolo mientras que con la otra comía las palomitas de maíz, ya casi al final de la película mi pene poco a poco fue recuperando su erección ella lo sacó de la bata, y me seguía tocando y tocando, una gota de mi líquido preseminal se hizo presente en la punta de mi pene, ella tomó una palomita de maíz la empapó con mi líquido y mirándome a los ojos se la comió, eso me excitó demasiado por la forma morbosa con la que lo hizo, inmediatamente nos comenzamos a besar, apagamos la tv, la luz, nos deshicimos de todo y nos comimos a besos, mis manos recorrían toda su piel, ella no paraba de abrazarme llegamos a un punto en el que sin palabras ella simplemente se subió sobre mí y comenzó a cabalgarme, a un ritmo suave…, deliciosamente suave…, yo aprovechaba de tocar sus pechos, su abdomen, sus nalgas, ella se estrujaba los pechos, sus contracciones comenzaron a llegar, su orgasmo fue largo y placentero, pasamos a hacerlo en la pose “Flor de Loto” muy, extremadamente muy apasionada, me arañaba la espalda, se aferraba a mi cuerpo, yo le tomaba por las nalgas para marcarle el ritmo, llegamos a un punto en el que prácticamente nos fusionamos en un orgasmo largo y placentero.
Nos quedamos así abrazados sintiendo nuestros corazones palpitar al unísono, pegados uno contra el otro, nuestros cuerpos totalmente sudorosos, ambos extenuados después de tanto placer.
Tuvimos que darnos una ducha antes de dormir, estábamos demasiado sudados.
Al acurrucarnos en la cama, ella muy cariñosa fue a darle “un besito de las buenas noches” a mi pene, un beso que se hizo muy largo, muy húmero y que terminó siendo una mamada que no se detuvo hasta dejarlo bien erecto nuevamente.
– ¿Viste qué el café fuerte es efectivo? – me dijo sonriente mientras sostenía con una mano mi pene erecto.
– ¿Cuál café? – le respondí totalmente despistado.
Ella no me respondió, se recostó de lado y lo hicimos “de cucharita”, ya un poco más suave porque no nos quedaban muchas energías.
Tardé una eternidad en llegar al orgasmo, al parecer ya no me quedaba más semen, jajaja. Bendita juventud que me permitió aguantar tantas eyaculaciones.
Al terminar ella me pidió que me quedase dentro un momento más, que aún se la sacara (la polla), yo con mi último aliento programé la alarma de mi teléfono, la abracé y caí dormido, pero perdidamente dormido.
Cuando sonó la alarma a duras penas logré levantarme para vestirme
– debo irme… – Le dije.
Daniela quedo tumbada de costado en su cama, con una cara de placer indescriptible, totalmente agotada.
Me fui con esa imagen guardada en mi retina, me fui satisfecho de la estupenda follada que el azar me había obsequiado y que siempre pensé que solo ocurría en las películas.
Nota.- Antes de irme tuve que acomodar el desorden de los lugares donde estuvimos haciendo travesuras, no sabía si Daniela se iba a poder despertar antes de que llegue mi hermano, quedó todo “normal” y no hubo mayores comentarios. Después que la niña nació, fue criada como hija de mi hermano. Tuvimos otros encuentros más con mi cuñada pero ninguno tan memorable como estos que les relaté.
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