No hay nada mejor para el estrés
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Quiron.
Decidí tomarme la tarde libre y lo primero que hice fue ir al supermercado a hacer las típicas compras pendientes de siempre. Fui por los pasillos más pendiente de mirar las chicas que los expositores. Al terminar de pagar en la caja salí por el pasillo de la galería comercial del super para curiosear en los escaparates de las tiendas que estaban abiertas. Al final del pasillo hay una tienda de productos naturales. Nunca me había llamado la atención y nunca me había fijado, ni en la tienda ni en el escaparate. Solamente me había fijado en el cartel que anuncia los masajes. ¿Cómo serían esos masajes? ¿Quién sería la encargada de darlos? ¿Y si llamo para ir a darme uno y resulta ser un tío quien los da? Fui abandonando la idea de llamar, así que no volví a prestar atención a la tienda pero a los 5’ de ir en el coche, cambie de idea y llame. Me atendió al teléfono una mujer, con una voz normal, pero aun así, mi fantasía empezó a funcionar como un tren que empieza la marcha. Una vez anotada la dirección de su domicilio, donde impartía los masajes, empecé a imaginarme como sería ella y casi sin darme cuenta, estaba tumbado en una mesa, solamente con unos boxer y una sábana que cubría mi culo y las piernas, quedando la espalda desnuda para que mi masajista hiciera con ella lo que quisiera.
De repente entro ella, era una mujer sensual, con un bonito cuerpo y unos pechos preciosos. Algo llenita, como a mi me gustan las mujeres y de mediana edad. Me pidió que me relajara y que la dejara hacer y así lo hice, sabía que iba a ser el mejor masaje de mi vida.
Ella tenia las manitas no muy grandes pero preciosas. Cogió un bote de aceite que olía a limón y a hiervas y empezó a pasar sus delicados deditos por la parte superior de mi espalda. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo
cuando sentí el frío del aceite y el calor de sus manitas en mi espalda. Cerré los ojos y deje que la masajista trabajara a su gusto. Después de un buen rato intentando colocar todos los huesos de mi espalda,
empecé a sentir sus manos deslizándose por mis costados. Mi piel se puso como la de un pollito y note la respuesta en mi entrepierna que gustosa recibía las caricias delicadas y suaves de la chica de la tienda.
Ahora ya la sensación de masaje se convirtió en sensación de caricias y mi excitación empezó a notarse en mi respiración.
Note como sus manos bajaban la sabana que cubría mis piernas y mi excitación creció. Empezó por la parte de abajo, cerca de mis pies y poco a poco quitaba toda la presión y la carga de mis músculos. Sus manos subían cada
vez más cerca de todo. Empezaron a recorrer el interior de mis muslos y yo empecé a soñar con un leve roce de sus manos en mi entrepierna. Ese deseo hizo que mis piernas se abrieran un poco más pero el roce no llegaba y sus
manos abandonaron la zona. Siguió el masaje y yo seguía excitadísimo y con unas ganas de roce impresionante.
Me pidió que me diera la vuelta. Yo no podía en ese momento, sentía vergüenza que ella viese en que estado de erección me encontraba.
No sabia que hacer y ella me pregunto que si estaba dormido sonriendo. Decidí darme la vuelta y que fuera lo que Dios quisiera. Cuando la chica de la tienda vio mi paquete soltó una leve sonrisa y me hizo una mirada cómplice.
Cogió mi brazo con los suyos y lo apoyo en su hombro y empezó un movimiento de estiramiento. Cada vez que se agachaba para coger impulso yo podía ver el trocito de telita del sujetador. Era blanco precioso y me hubiera encantado quitarle la batita allí mismo y empezar a masajearla yo a ella. Cuando todos mis huesillos, músculos y tendones de mi tórax estaban en su sitio continuó con las piernas. Empezó el masaje de arriba para abajo y cuando replegaba sus brazos para el próximo estiramiento su bata rozaba un poco con mi paquete y eso hizo que mi
excitación creciera de nuevo. Como estaba de espaldas me recree en su culito y pude ver que llevaba braguitas blancas. Se dio la vuelta y al agacharse pude ver sus dos pechos cubiertos de un sujetador. Ella estaba notando mi excitación por mi respiración y como no por el tamaño de mi pene. Cuando se dio la vuelta de nuevo para seguir con su trabajo dejo el culito a mi entera disposición. Entonces alargue mi mano y la coloque en medio de sus piernas a la altura del muslo. Ella dio un respinguito pero no dijo nada, lo que dio el pistoletazo de salida para que
mis manos se metieran en el papel de masajistas y volaran por su cuerpo.
La chica de la tienda se dio la vuelta y me miro sonriéndome y pude ver en sus ojos la forma mágica del deseo. Acerco su dulce cara hacia mí y nos besamos con pasión contenida. Me senté en la camilla y abrace a la chica de la tienda y la acerque todo lo que pude a mí. Sus manos seguían jugando con mi espalda y eso hacia que me
relajara mucho y me abandonara al placer. Mis manos empezaron a acariciar la suya y poco a poco recorrieron toda su espalda jugando a la vez con su pelo y su cuello. Fui bajando mis manos hasta llegar a la gomita de su pantalón.
Metí las manos por debajo del pantalón y llegue a la telita deliciosa de sus braguitas y abarque su culo con mis dos manos. Fui jugando con la telita mientras ella se acercaba cada vez más y sus besos tenían más pasión. Me
acercaba despacio hasta la zona más rica de su entrepierna. Por encima de sus braguitas podía notar un poco de humedad y eso hizo que me fundiera de placer. Retire con mis dedos la telita de la braguita y pude acariciar parte
de sus pelitos húmedos y di un pequeño roce en su culito. Esto hizo que se agitara un poco y que subiera una pierna encima de la camilla para quedar completamente abierta ante mí. Ahora ya tenia espacio para jugar como
quería. Dado que yo la tenía enfrente de mí pude masajear todo su culo y recrearme con ella en jugueteos antes de pasar a tocar su clítoris. Cuando llegue a tan delicada zona y estaba completamente húmeda y pude ver como mis
dedos resbalaban perfectamente hacia su interior notando sus juguitos cada vez que mi dedos entraban y salían de su cuevecita.
Me levante y agarrándola de la cintura la senté ahora a ella encima de la camilla. Ahora el masajista seria yo.
Quite su camiseta blanca de enfermera y ante mi apareció otra vez el sujetador blanquito con sus pezones a punto de estallarlo. Ayude a que se lo quitara y dos preciosos pechos aparecieron frente a mi con los pezones señalándome e invitándome a que los comiera poco a poco y pude ver un bonito tatuaje encima de uno de su pecho izquierdo. Acerqué mi lengua hasta ellos y puede notar en su dureza y su excitación. Sabían riquísimos y eran grandes y bonitos.
Mientras mi lengua jugaba con los pezones y con sus aureolas mis manos se dedicaban a intentar quitarle los pantalones. Cuando se los quité apareció ante mi una barriguita preciosa y un hilito de pelillos que le llegaban
hasta el ombligo. La tumbe en la camilla de masajes también boca abajo, como ella a mi anteriormente, y mis manos empezaron a deslizarse por su espalda. Estaba claro que yo no tenia tanto arte como ella por lo que decidí no
seguir y si intentar que la excitación de la masajista fuera lo mas fuerte posible.
Con mis manos metí la telita de la braguita que le sobraba en su culito haciendo un estilo de tanga. Una de mis manos se paseaba entre la telita de las braguitas y su flor y podía notar la humedad y la excitación. Ella
levantaba la espalda para que también jugara con sus pezones a la vez de con su culito. Teniendo sus glúteos todos para mi empecé a lamerlos y a besarlos despacio entregando mi alma en ello. Poco a poco me acercaba cada vez mas al paquetito que se veía por detrás en medio de sus piernas. Lo que mas me gustaba era el olor que tenia aquella zona. Olía perfecto y cada vez que aspiraba con mi nariz cerca de su flor mi excitación subía de grado. Con mis
dientes intente retirarle la braguita para poder saborear su coñito y su culo. Cuando la telita ya no existía volvía a olisquear la zona "C" de esta chica. El olor era a excitación, a hembra, a sexo y al dulzón de la humedad.
Mi lengua fijo como objetivo su culito. Era una zona preciosa con una piel un poco mas oscura que el resto de sus nalgas. Mi lengua conecto enseguida con aquel pequeño agujerito que se intentaba acercar a mi todo lo posible. A
la vez que lamía su culito el olor a sexo se hacia cada vez mas grande y mi pene también. Sus manitas jugaban por encima de mis bóxer y sus dedos iban entrando poco a poco por debajo para llegar a mi pene.
Cada roce que ella me daba yo la recompensaba con mi lengua y ese lenguaje lo aprendimos rápido. Después de un rato de jugar con su culito le di la vuelta y su barriguita y sus pechos quedaron a mi entera disposición. Mi lengua empezó por sus pezones mientras mis manos recorrían todo el cuerpo de la masajista. Mi legua quería llegar al pastel y la chica que lo hiciera, pero si tardaba un rato mas quizás su excitación creciera mas y eso me ponía a mil.
Por fin decidí darle la recompensa al trabajo que hizo antes ella conmigo. Retire la telita de su entrepierna y olisquee de nuevo su flor. El olor era intenso pero muy excitante. Mi lengua empezó a caracolear con su pubis y poco a poco se fue metiendo dentro de su rajita. Su clítoris estaba durito y puntiagudo y el brillo de la humedad recorría todo su coñito. Seguí lamiendo alternando lametazos con el ensamble de mi lengua dentro de su agujerito cada vez mas abierto. Ella levantaba el culito buscando mas roce y yo se lo daba. Su clítoris apuntaba hacia mi con ganas y deseo de mas lamidas y eso es lo que hice durante un buen rato.
Ella se incorporo delante de mi y en un santiamén mis bóxer cayeron al suelo. Agarro mi pene con sus dos manos y con vicio lo llevo hasta su boca para darse un buen atracón. Su lengua jugaba con la punta y sus labios recubrían mi pene como un anillo mágico. Era una pasada tener mi pene en su boca metido. No pude aguantar más y me corrí, ella cuando lo noto puso la cara y me ayudó con la mano. Por suerte, mi erección no bajo ni lo mas mínimo, pero aún así, quise recompensarla continuando un rato mas en esa postura con mi lengua dentro de su vagina, entrando y saliendo, y moviendola de arriba abajo hacia el clítoris. La senté en la camilla y puse su vagina a la altura de mi pene. Al principio acaricié su clítoris con la punta de mi pene por su humedad y poco a poco empecé a introducir mi juguete en su agujerito. Primero muy despacio, metiéndolo hasta el fondo y sacándolo completamente para volver a introducirlo nuevamente. Así, poco a poco, hasta alcanzar un ritmo suave, que no lento. Al mismo tiempo, metía mi lengua en tu boca buscando la tuya, para notar todo tu sabor nuevamente, mezclando tus juegos con los míos. De vez en cuando, bajo a tus pezones y los muerdo suavemente.
A cada segundo que pasaba, en esa posición, se reflejaba en su cara la pasión y la cercanía del orgasmo, así que aumente el ritmo y la abracé fuertemente al igual que yo sentía sus manos en mi espalda, apretándome con fuerza. A los pocos segundos llegamos los dos a un fuerte orgasmo mezclándose sus gritos con los míos, fundidos
en un abrazo donde sobre todo notaba sus pezones de la masajista en mi pecho y su respiración en mi cuello.
Después de terminar todo le di un beso dulce en la frente, seguido de otro en la nariz y finalmente uno apasionado en los labios… la abracé a mí y le dije: Gracias por tan maravilloso momento.
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