No soy como la mami, papi. – II.-
—¡Oye, papi! … ¿De verdad que harías conmigo todo lo que no has podido hacer con mamá? ….
—¡Oh, papi! … me gusta como me tocas … y también lo que me dices … eres mi padre y yo anhelo ser tu putita … ahora que lo sabes y, también sabes que quiero ser tuya … no te retengas … haz lo que tienes que hacerme … te lo exijo, papi … yo amo las cosas nuevas … eso me excita y me hace vivir … te quiero, papi … ¡Vamos, papi! … ¡Tómame! … ¡Tómame, papi! …
Mientras nos besábamos de lenguas que iban y venían, terminó de quitarse los triangulitos que cubrían sus pezones y comenzó a restregar sus tetas desnudas en mi pecho. Se levantó teatralmente y se detuvo a mirarme con sus piernas separadas, me quedé extasiado a mirar los regordetes labios de su panocha perfectamente depilada, estaban hinchados y lucían brillantes con sus húmedos fluidos que bañaban todo el surco apretado de su vagina, prueba fehaciente de su calentura al máximo.
—¡Ummmm, tesoro de papá! … ¡Qué panocha más hermosa que tienes! … ¡Justo como me gusta a mí! …
Sus ojos fulgurantes brillaban de felicidad:
—¿Deveras te gusta, papi? … ¡Qué alegría escucharlo de ti! … ¡Mi futuro marido no me lo dice nunca! … Entonces es justo que yo te de mi panocha, papi … tú la sabes apreciar …
Se puso de rodillas frente a mí, terminó de quitarme los shorts y mis boxers mientras fijaba mi obelisco de carne que pulsaba blandiendo el aire desafiante, su mirada me provocaba un escalofrío de placer. ¡Santo Dios! No lo podía creer, ¡Mí hija estaba a punto de llevarse mi verga a su boca! Carolina miraba extasiada mi polla gruesa, larga y dura, se mordió su labio inferior y me dio una mirada de orgullo y placer de tener la verga de su padre a su propia disposición, con una expresión de lujuria y goce, dijo:
—¡Virgen Santísima! … las fotos no le rinden los reales honores … al verlo así de cerca, digo que es cien veces mejor … esta sí que es una super polla … solo a pensar que va a ser mío, me vuelve loca …
En forma decidida lo aferró con la mano izquierda a la base, mientras con la derecha comenzó a procurarme una suave y cariñosa masturbación muy sensual. Se me escaparon varios gruñidos de aprobación y satisfacción, sus manitas eran divinas e incrementó mi excitación. Me pajeaba lentamente con una mano, mientras con la otra hacía círculos en mi amoratada cabezota.
Movía sus labios como si estuviese rezando una plegaria de adoración a mi polla, en tanto lo acariciaba, lo apretaba y lo estrujaba, ella lo arrullaba con sus silenciosos rezos. Con masculino orgullo le pregunté:
—¿Te gusta? … pareces fascinada …
—¡Oh, sí! … me gusta mucho … es la verga que siempre soñé … una polla gruesa, dura y caliente …
Respondió con ojos ensoñadores, la interrumpí diciéndole:
—Y de tu padre, ¿no? … ¿no será que te gusta tanto porque es la verga de tu padre? … ¿no será porque te atrae el placer del incesto, de la trasgresión y de lo prohibido? … Me dijiste que te gusta todo lo que es perverso, vicioso, lascivo, y fuera de la moral común … ¿si tu marido tuviese una polla similar te excitaría tanto? …
Me miró entrecerrando sus ojos llenos de deseos, de pasión y de libido desatada:
—¡Sí, es verdad! … desde cuando inicié a tocar mi panocha dedeando mi botoncito … siempre fantasee que debía ser maravilloso tener sexo contigo … ni siquiera puedes imaginar cuantas veces me corrí soñando de tener tu verga dentro de mí … que me follaba con fuerza … que llenaba mi culo y terminaba vaciándose en mi boca … es un sueño que se está haciendo realidad … te deseo, papi … quisiera gritarlo al mundo … ¡Me importa un carajo el incesto y la moralidad! … quiero follar con mi padre porque es maravilloso y excitante … más satisfactorio y embriagante … considero que una follada con el propio padre vale por cien revolcadas con otros hombres … incluso mi marido …
No la dejé proseguir, sus palabras hacían hervir mi sangre. Con ambas manos tomé su cabeza y acerqué su rostro al mío mirando profundamente en sus ojos lucientes y llenos de deseos:
—Tesoro mío … ¡vamos! … demuéstrame cuan diferente eres de tu madre … ¡ven, cariño! … la polla de tu padre te espera … ¡vamos! … tómame en tu boca …
Le susurré acompañando su rostro a mi regazo, Carolina no se hizo de rogar. Mientras continuaba a pajearme, comenzó a llenar de besos mi cabezota hinchada. A cada beso mi pija pulsaba y vibraba en sus labios. Ahuecó una mano para apoderarse de mis bolas y las presionó con dulzura; mis cojones estaban hinchados, llenos de esperma caliente que con todo gusto y amor hubiese vaciado dentro la adorable boca de mi hija. Me estaba haciendo enloquecer de placer. Continuó con largas lamidas a toda la longitud de mi polla y enseguida se tragó mi pija haciéndola desaparecer por entero en su boca, ¡sus labios tocaron mis pelotas! Se saco mi pene de la boca y se echó uno a la vez mis testículos peludos en su boca, su lengua bañó mis bolas con un remolino de saliva. Las chupaba con tanto ardor, que pensé quisiese sacarlas una a una de mi escroto y tragárselas. Jugó con ellas y las saboreó hasta haberlas bañado por completo. Después, subió lentamente con su lengua hasta llegar a la cabezota, otra vez la puso entre sus labios y chupo el agujerito en la cima de esta, luego comenzó a descender con suaves movimientos verticales hasta que volvió a tragarse toda mi polla. ¡Me estaba haciendo morir cuando comenzó un continuo movimiento arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y abajo! Lo hacía llegar hasta su estrecha garganta, después lo sacaba con fatigosa respiración y lo mantenía entre sus labios, a posteriori, lo volvía a meter hasta el fondo de su garganta y repetía todo de nuevo. Bombeaba mi pene y acariciaba mis bolas acompasadamente llevando un ritmo todo suyo que me encantaba; la cabezona punta de mi pene pulsaba mojada con su cálida saliva, lengüeteaba mi glande concéntricamente y yo gozaba como un cerdo en el lodo. Se detuvo un instante mirándome con sus ojos impregnados de lascivia y deseos:
—¿Lo ves? … te había dicho que me gusta chuparlo … me vuelvo loca con una verga en mi boca … ¡no estoy diciendo mentiras! … verás que te hare la mamada de tu vida … luego me dirás cuanto te ha gustado …
Y se volvió a tragar toda mi polla hasta el fondo de su garganta, sentí mi grueso glande atrapado en su laringe ¡¡Que demonios!! Comenzó a hacer vibrar su guargüero como si estuviera tragándose toda mí verga, apretaba mi pene con su faringe, estrujándolo, acariciándolo, masajeándolo. Nunca en vida mía nadie me había chupado el pene así. Mi hija era una eximia maestra en chupar la polla; quien sabe donde aprendió a mamarlo tan exquisitamente. Me hizo sentir un placer indescriptible. Pensé que mi bebita era mejor que una puta profesional.
—¿Qué te parece? … ¿Te gusta cuando tu hija chupa tu polla, papi? …
—¡Santo carajo, tesoro! … ¡Eres divina! … ¡Primera vez en mi vida que mi pija viene chupada de esa manera tan deleitable! … al parecer lo estas preparando bien para tu coño, ¿verdad? …
—Muy cierto, papi … lo quiero grueso y duro primero en mi panocha … después quiero que me lo metas en el culo … y para terminar … te lo chuparé hasta que te corras en mi boca … quiero que pruebes todo lo que mamá no te da …
Se acostó sobre el diván con sus piernas abiertas y me extendió sus invitantes brazos con su panocha lista a acoger mi polla paterna.
—¡Ven, papi! … ¡Mi panocha te espera desde hace un mundo! … ¡Vamos! … ¡Cógeme! … ¡Fóllame como si de ello dependiera tu vida! … ¡Hazme gozar, papi! …
Algunos escalofríos recorrieron mi escroto y mi espina dorsal haciéndome tiritar de placer. Me subí al sofá entre sus piernas, miré su monte de venus y la rajita de su coño con los estrechos labios apretados, mi verga me pareció muy grande para tan pequeña hendedura, pensé en penetrarla suave y dulcemente, pero mis planes eran diferentes de los suyos, tomó mi pene con una mano y con la otra abrió sus ajustados labios mostrándome el agujerito rosado empapado con sus fluidos, apunto mi pene a ese estrecho orificio y empujó su pelvis hacia arriba haciéndolo entrar de un solo golpe, gimió:
—¡Mmmmm, papi! … ¡Qué grueso que es! … ¡Aaaahhhh! … ¡Y que rico se siente! …
Sorpresivamente me aferró por los glúteos y sentí sus talones en mi trasero empujándome dentro de su coño, mi verga se sumergió toda en la encharcada panocha de mi hija, sentí las contracciones de su vagina que me succionaban y se acomodaban a mi hinchada y gruesa polla, de su boca salió un lujurioso gemido de goce:
—¡Ooohhh! … ¡Santo Jesús, papi! … ¿Te das cuenta? … ¡Tienes tu polla dentro la panocha de tu hija! … ¡Esto es mágico y hermoso, papi! … ¡Santo Dios … cómo se siente bien! … ¡Ummmm, papi! … ¡Qué grande que es! … ¡Me haces gozar, papi! … ¡Dámelo, papi! … ¡Dámelo! … ¡Aaahhh! … ¡Ooohhh! … ¡Es lo que he soñado, papi! … ¡Ummmm! … ¡Umpf! … ¡Lo quiero todo, papi! … ¡Fóllame más fuerte, papi! … ¡Folla a tu hija! … ¡Papi, me voy a correr! … ¡Ummmm! … ¡Umpf! … ¡Papi! … ¡Ooohhh, papi! … ¡Ssiii, papi! … ¡Me corro! … ¡Ummmm, ssiii! … ¡Hmmmm! … ¡Papi! … Papi! … ¡Papi! … ¡Ummmm! … ¡Umpf! … ¡Ummmm! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Oooohhhh, papááá! … ¡Eres mi amor, papá! … ¡Eres mi amor! …
Muy rápido, mi hija putita, sintiendo mi enorme y grueso pene taladrando sus entrañas, se había corrido como una ramera de la calle. Sus palabras me hicieron enloquecer. Para un padre sentirse llamar “amor” de una hija que se está corriendo con el pene paterno en lo profundo de su panocha, tiene algo de celestial y divino. Sus piernas estaban obscenamente abiertas para permitir el máximo de la longitud de mi pene dentro de ella. Nos mirábamos como en un trance hipnótico entre padre e hija, yo continuaba a bombear su estrecha panocha con mi gigantesco pene, haciendo que su vientre se levantara a cada uno de mi embistes. Con cada golpe mi hija emitía suspiros, gemidos y soeces palabras:
—¡Eres un exquisito cerdo, papá! … ¡Así me gusta ser follada! … ¡Haz sabido cogerme de un modo divino, padre! … ¡Tu pene se sentía de maravillas en mi vagina! … ¡Podía sentirlo dentro de mí, papi! … ¡Me hacías sentir un hormigueo delicioso! … ¡Empujabas mis paredes vaginales con ese movimiento de meterlo y sacarlo … exquisito, papá … magnifico! …
Continué a follarla mientras ella me acariciaba mi rostro, me daba besitos de niña mimada, ponía sus manos en mis glúteos y me tiraba más adentro de su jugosa y estrecha panocha, mi pelvis chocaba fuerte contra su enjuto monte de venus.
—Entonces, nenita … ¿te gusta cuando papi te folla? …
—Tantísimo, papito … siento tu verga cabezona desde la entrada de mi vagina … siento como se hace espacio entre mis pliegues delicados … la siento descender profundamente dentro de mí … me tocas el útero con tu pene largo y macizo, papá … después comienzas a tirarlo fuera y todas las exquisitas sensaciones vuelven a repetirse … me vuelves loca, papi … ¡Vamos, papito! … ¡Fóllame más! … quiero volver a correrme en tu estupenda polla, papá … soy tu putita y me encanta serlo …
Mi cabeza parece que tuvo un bloqueo, perdí la noción de todo, la aferré por sus hombros y me dediqué a embestirla con toda mi fogosidad, le enterré mi pene sin misericordia ni consideración alguna, era mi puta, la que siempre había soñado, la que siempre había querido tener empalada en mi verga y ahora ella estaba allí, toda para mí. Con los ojos cerrados follé a mi hija con todas mis fuerzas:
—¡Goza, tesoro de papá! … ¡Goza, amor mío! … ¡Goza, ángel mío! … ¡Eres la mujer que siempre he soñado follar! … ¡Ramera, puta, cerda … como hubiese querido fuese tu madre! … ¡Dímelo, cariño mío! … ¡Di a papá cuanto te gusta mi polla! … ¡Dime si estoy follando tu panocha como a ti te gusta! … Me estas mojando la pija con tus fluidos, tesoro mío … estás toda empapada … de seguro que te gustaría que te follara delante de tu marido, ¿verdad? …
—¡Ooohhh, papi! … ¡Ssiii, lo quiero todo! … ¡Que verga estupenda que tienes! … ¡La única polla que ha llenado completamente mi coño! … Y, sí … me gustaría estar empalada en tu polla delante al cornudo de mi esposo … me gustaría mostrarle lo que me hace sentir una verdadera pija como la tuya, papá … ¡Vamos, papi! … ¡Quiero tu lechita! … ¡Dame un poco de tu esperma que me dio la vida, papi! … ¡Llena mi concha con tu semen … lléname, papi! … ¡Dámela toda, por favor! …
Repentinamente comencé a ver en mi hija a la compañera perfecta para mis juegos, esos juegos que solo estaban en mi mente y que nunca había podido realizar; esos que soñaba hacer con mi esposa. Hacerla follar con dos o tres pollas al mismo tiempo. Ver su cuerpo esbelto y sinuoso lleno de esperma de otros hombres. Escucharla chillar de placer con una polla en el culo, otra en su panocha, otra en su boca y otras dos, una en cada mano. Me pareció demasiado excitante como para no mencionárselo.
—Sabes, Carolina … me excita al máximo saber que eres caliente como una puta … y que te gustaría follar conmigo delante de tu marido … pero ¿sabes una cosa? … a mi me gustaría follarte junto a tu esposo, él y yo juntos dentro de ti … dime, tesoro … ¿te gustaría que te folláramos el culo y la panocha al mismo tiempo, tu marido y yo? …
—¡Ojalá, papi! … ¡Ojalá! … sería maravilloso … como un sueño que se hace realidad … dos gordas pollas separadas solo por una delgada membrana dentro de mí … ¡Ummmm, que rico! …
—¡Uhm, ya! … creo que haremos deliciosos jueguitos tu y yo …
—Y si lo haces papi, te hare follar con mis amigas … estarían felices con una bella polla en el culo mientras yo les chupo sus jugosas conchas … ¿te gustaría eso? …
—Hija mía, tengo tantas ideas y sueños incumplidos en mi cabeza … me gustaría realizarlos todos … todos junto a ti … y si alguna de tus amigas lesbiconas se deja encular … sería maravilloso acompañarte con tus amigas lesbianas …
Todo nuestro dialogo era el fermento justo para estimularnos mutuamente, continuamos a follar como enloquecidos ella y yo. Nos besábamos apasionadamente, jugando con nuestras lenguas y compartiendo nuestras salivas. Nos deslizamos desde el diván sobre la alfombra y giramos amarrados estrechamente unidos por nuestros sexos y sin dejar de empujar el uno contra el otro. Cuando yo estaba encima la embestía con tanta fuerza que la hacía gritar, cuando ella estaba sobre mí, me montaba como una avezada amazona meneando sus caderas y estrujando mi pene con sus músculos vaginales en forma demencial. Se corrió una segunda vez mientras yo estaba encima de ella.
Sentí las contracciones de su vagina, me estaba apretando la verga con su poderosa panocha mientras yo continuaba sin descanso a propinarle potentes embestidas, mi sudado vientre estaba pegado al suyo que empujaba más y más para sentirse mi pene lo más profundo posible dentro de su coño empapado mientras se corría con espasmódicas convulsiones.
En un momento nos miramos directamente a los ojos; no podré jamás olvidar la mirada de mi hija mientras gozaba con la verga paterna enterrada profundamente en su chocho, tampoco sus palabras:
—¡Ummmm, papi! … ¡Me estoy corriendo otra vez! … ¡Oh, papi … papi! … ¡Me estás haciendo gozar como una puta! … ¡Hmmmm! … ¡Aaaahhhh! … ¡Me corro! … ¡Me corro! … ¡Paapááá! … ¡Que hermoso, papi! … ¡Ssiii! … ¡Ssiii! … ¡Ssiii! … ¡Contigo es más rico, papi! … ¡Aaahhh! … ¡Aaahhh! … ¡Aaahhh! …
Sentí sus uñas que arañaron mi piel de la espalda y me mordió los labios estremeciéndose en alocadas convulsiones y espasmos orgásmicos. Nos quedamos así abrazados, con mi pene todavía pulsando dentro de su vagina, besándonos apasionadamente como dos amantes enamorados.
—¡Ummmm! … ¡Qué rico, papi! … ¡Nunca nadie había follado mi coño tan bien! … ¡Me estabas haciendo morir con tu polla, papá! … ¡Tu pija es maravillosa! … ¡Tienes una verga que me hace enloquecer de placer! … ¡Pero ahora, papi … quiero que me lo metas en el culo! … ¡Sácamelo de la panocha, papi! … ¡Tienes que dármelo por el trasero! … ¡Es el momento justo para una bella enculada con tu polla, papi! … ¡Ven, papi! … ¡Dámelo por atrás! … ¡Culéame, papi! … ¡Culéame rico, así como lo has hecho con mi panocha! …
Se puso arrodillada sobre el sofá, se inclinó hacia adelantes apoyando sus tetas en el respaldo, luego estiró sus manos hacia atrás y abrió las nalgas de su maravilloso culo, mostrándome su estrecho agujero listo para ser taladrado por mi herramienta. Casi me da un infarto contemplando el maravilloso agujerito dilatado y oscuro de su culo ya aprontado a recibir mi polla. No es solamente retórica, quisiera saber: ¿Qué padre no enloquecería de lujuria viendo el hermoso culito a forma de pera de su hija obscenamente abierto para recibir la pija de su genitor? ¿Y cuantos padres, cuando ven pasar a su hija meneando el culo exquisitamente, no sueñan y fantasean viéndola en cuatro patas con las posaderas abiertas?
Me estaba haciendo enloquecer, me acerqué a ella como en un trance, metí mi rostro entre sus glúteos y procedí a besarle el agujerito de su culo con mi lengua famélica como un poseído. Sentí su esfínter contraerse a cada lengüeteada mientras mi hija comenzó a chillar como una cerda de corral:
—¡Ooohhh, papi! … ¡Ssiii! … ¡Ssiii! … ¡Eres el macho que yo necesito! … ¡Eres un cerdo depravado y pervertido! … ¿Uno que ama lamer el culo antes de encular a su chica! … ¡Papi … eres un maravilloso cerdo! … ¡Méteme! … ¡Métemela toda tu lengua! … ¡Me gusta, papi! … ¡Me encanta tu lengua en mi culo! …
¿Cómo podría un padre rehusar de satisfacer los perversos deseos de una hija? Empujé con toda mi fuerza mi lengua dentro de sus rojizo agujero y comencé a encularla con mi suave y mojada lengua mientras ella movía y rotaba su trasero contra mi rostro. Cuando noté que su orificio se había amansado y su esfínter se dejaba penetrar por mi lengua casi sin resistencia, me levanté y escupí en la palma de mí mano para suavizar mi pene que estaba duro como palo. Enseguida apunte la cabezona verga directo a su forado anal, la cerda apenas sintió la presión en su ano, exclamó:
—¡Detente! … ¡Detente, papi! … ¡Quiero gozarme tu pija como me gusta a mí! … ¡Tengo que encularme yo misma en tu polla, papi! … ¡Sentirlo centímetro a centímetro entrando en mi culo! … ¡Oh, Jesús! … ¡Pensar que le estoy dando mi culo a mi padre, me hace enloquecer! …
Por un momento no dijo nada más, pero empujó de tal forma que mi gruesa cabezota entró su anillo anal; se detuvo un breve tiempo y volvió a empujar. Mis ojos estaban fijos en la deliciosa abertura de su trasero y lo vi abrirse obscenamente para dar espacio a otro par de centímetros de mi polla. Carolina se detuvo de nuevo.
—¡Jesús mío! … ¡Qué mazorca! … ¡Me está abriendo el culo como siempre he soñado! …
Carolina comenzó a gemir y gruñir como una marrana en celo, moviendo su trasero atrás y adelante haciendo deslizar la mitad de mi verga en su ajustado culo.
—¡Santo Dios, papi! … ¡Qué maravilla! … ¡Ni siquiera puedes imaginar lo que me hace sentir tu hermosa polla, papá! … ¡Me estás abriendo toda! … Ya me lo has metido todo, ¿verdad? …
—No, cariño … solo la mitad …
—¡Ooohhh! … ¡Ummmm! … Solo la mitad y ya gozo como una vaca … ¡Empuja, papi! … ¡Ahora me abro un poco las nalgas para ti! …
Así diciendo comenzó a mover y empujar sus posaderas contra mi polla como una puta caliente. Sentía las deliciosas refregadas de mi pene contra las paredes de su intestino.
—¡Oh, sí! … ¡Muévete así, tesoro! … ¡Qué rico que se siente tu culo apreadito, me gusta! …
Carolina parecía como poseída, gruñía y gemía tratando con sus brazos hacia atrás de tirarme para que se lo metiera más a fondo.
—¿Deveras, papi? … ¿Te gusta el culo de tu hija? … ¿Te gusta metérmelo todo dentro? …
—Sí, cariño … es lo que siempre he soñado de hacerle a una mujer …
—Entonces, papi … ¡Empuja! … ¡Encúlame duro! … ¡Méteme la otra mitad, papi! …
Me enceguecí, aferré firme sus caderas y empujé casi con violencia mi polla dentro el apretado agujero anal de Carolina. Di varios golpes secos hasta que sentí que mi bolas se estrellaban con su trasero. Mi hija dio un espeluznante grito de puro placer y sentí varias contracciones de su recto apretando mi verga enterrada hasta las bolas en su estrecho ano.
—¡Ssiii! … ¡Ssiii! … ¡Ssiii, papi! … ¡Oh, papi! … ¡Eres un amor de papá! … ¡Te amo! … ¡Así se hace! … ¡Qué rico se siente tu verga en mi culo! … ¡Ssiii! … ¡Me estás partiendo el culo, papi! …
Habían pasado casi veinte año desde que me había enculado a mi esposa, ella había sido la única y última mujer a aceptar mi polla en su culo, desde entonces solo lo había fantaseado. Ahora mis fantasías se realizaban con mi pija enterrada profundamente en el culo de Carolina, mi hija. Le di unos golpes enérgicos y noté el relajo de su intestino, la redonda estrellita rugosa de Carolina acogía mi polla espléndidamente, mi polla toda entera entraba y salía fácilmente. Viendo mi polla enterrada por completo en el trasero de mi hija, me incitaba a follar su ano más y más fuerte.
—¡Qué rico, papi! … ¡Culéame! … ¡Métemelo todo! … ¡Nunca nadie me lo había hecho así tan rico, papi! … ¡Hmmmm! … ¡Papá … tienes una hija desvergonzada que le encanta hacerse encular del propio padre! … ¡Qué rico se siente! … ¡Dime que lo haremos de nuevo! … ¡Dime que me harás sodomizar de tus amigos, papá! …
—Sí, tesoro … lo haremos todas las veces que quieras … me encanta romperte el culo … sodomizarte es lo más rico que hay, cariño …
Seguí a follarla por el culo sin misericordia. La aferraba por sus caderas y la tiraba contra mi pija dándole golpes secos y enérgicos en modo de satisfacer sus deseos y también los míos. A un cierto punto la sentí estremecerse emitiendo largos gemidos y chillidos de placer.
—¡Ummmm! … ¡Oooohhhh! … ¡Dios mío, papi! … ¡Lo siento todo … estoy por venir! … ¡Oooohhhh! … ¡Vengo con tu verga en mi culo, papi! … ¡Dámela! … ¡Encúlame más fuerte! … ¡Ahaaaaa! … ¡Ahaaaaa! … ¡Me corro, papi! … ¡Me corrooo! …
Mi nenita gruñía como una bestia en celo, respiraba afanosamente con feroces resoplidos, meneaba su culito hacia los lados, sus nalgas golpeaban mis muslos y empujaba como una loca hacia atrás para sentir mi polla en lo más profundo de su recto. Su orgasmo era una delicia visual, sus nalgas tiritaban y sus piernas se movían enloquecidas, arqueaba su espalda, su tetas rebotaban hacia arriba y luego hacia los lados. Me quedé dándole solo pequeñas clavadas, permitiéndole de gozar al máximo su potente orgasmo, luego lentamente se lo saque; su ojete anal estaba redondo y enrojecido hacia el interior, contemple esa belleza de culo hasta que comenzó a achicarse y tomar su forma natural. Ella se quedó inmóvil aferrada al espaldar del sofá con sus tetas aplastadas siempre arrodillada; el fuerte orgasmo anal la había dejado sin fuerzas.
Todavía respirando con fatiga, Carolina se sentó sobre el diván; tenía una expresión perdida como en un trance de lujuria y goce, la expresión que asume una mujer que se siente completamente satisfecha sexualmente. La abracé delicadamente y comencé a llenarla de besitos sobre su rostro mientras acariciaba sus exuberantes tetas suavemente. Me miró y sonrió:
—¡Qué suerte la mía, papi! … ¡Afortunada de ser yo quien te ha hecho probar todas estas cosas nuevas! … ¡Ha sido maravilloso, papá! … ¡Me has dado dos orgasmos en mi panocha y ahora uno esplendido en mí culo! … ¡Grandioso, papi! … ¡Tu verga en mi culo se sintió deliciosa! … ¡Nunca nadie me había hecho probar un orgasmo anal y el placer no tiene parangón alguno! … ¡Ahora me tienes que dar tu esperma en mi boca, papi! … ¡Quiero tener un orgasmo mientras follas mi boca! …
Le sonreí dando ligeros pellizcos a sus pezones:
—Ciertamente, tesoro … eres tu quien me tiene que dar un orgasmo con tu maravillosa boca … recuerda que después de follar tu panocha y tu culo, todavía no me he corrido … mi verga está que explota …
Se inclinó a besarme e introdujo toda su lengua en mi boca mientras su mano aferraba mi endurecido pene con pasión.
—¡Oh, papito … tienes razón! … ¡Ahorita tu hija remedia eso! … ¡Estoy tan contenta de que tus bolas estén llenitas solo para mí! … ¡Me falta solo una tragada de abundante esperma para completar feliz este maravilloso día! … ¡Acércate, papi! … ¡Ven! … ¡Ponte cerca de mí, con tu verga cerca de mis labios! …
Prontamente obedecí a sus llamados y le presente mi pija dura como palo a centímetros de su boca, Carolina me tomó por las nalgas y acercó aún más mi miembro a sus labios, poniéndolo en contacto con su lengua; hizo círculos sobre mi glande mientras me miraba directamente a los ojos con sus ojos que centelleaban luces de colores y me dijo:
—¡Papá … me has follado la panocha y el culo … ahora quiero que me folles la boca … méteme toda tu polla entera hasta mí garganta … ya sabes que puedo mamártelo todo entero … me gusta sentir tu verga atragantando mi garganta! …
—¿Lo quieres así duro, hija? …
—¡Sí, papi! … lo quiero todo … pero antes de que te corras, quiero que me lo saques de la boca y bañes mi rostro con tu esperma caliente … tenlo muy cerquita de mi boca … yo recibiré tus chorros con la boca abierta … me encanta ver cuando el semen sale de tu polla … quiero degustar tu exquisito sabor … tu mastúrbate y dispara hasta la última gota sobre mí … luego vuelve a meterlo en mi boca … yo me encargaré de chupar hasta el final todo el resto de tu leche …
—¡Guau, hija! … Ya quisiera correrme en ti …
—¡No! … no tan rápido … ¡Separa un poco tus piernas mientras follas mi boca … me gusta divertirme metiendo un dedito en el culo del dueño de la polla que estoy chupando! …
Vio que mi cara lucía una expresión desconcertada después de haber escuchado su propuesta:
—¿Uhm? …
—¡Jesús Santo, papi! … ¡no me digas que mamá nunca te ha metido un dedo en el culo cuando te hace una mamada! … ¡Eh, que demonio! … ¡A mamá le faltan las bases fundamentales del sexo! … ¡Todavía no sabe que a los chicos les encanta un dedo en el culo cuando le chupan la verga! … ¡No importa, papi! … yo te enseñare lo que es una verdadera mamada, incluyendo el dedito en tu trasero …
Así diciendo se metió el dedo medio en la boca y lo bañó con abundante saliva, luego lo metió entre mis glúteos y apuntó a mi engurruñado orificio anal, sentí que me penetraba delicadamente. Todavía no lo entiendo bien, pero cuando sentí su dedo comenzar a penetrar mi ojete, espontáneamente empujé mi trasero contra su dedo y lo hice entrar todo por completo. Mi dulce hija marranita, me brindó una amplia sonrisa de ramera consagrada:
—¡Uy, papito! … entendiste de inmediato lo que quería … y me parece que la cosa te gusta bastante … ¡Eres un cerdo, papi! … ¡Que rico que seas así! …
Aferré su cabeza con ambas manos y comencé a follar su boca, bombeando mi polla profundamente en su garganta, mientras ella iniciaba una dulce penetración a mi virginal culito. La bellísima puerca coordinó perfectamente los movimientos de sus dedo, con las embestidas de mi verga que penetraba profundamente su boca. Yo hundía mi polla en su boca y ella afondaba su dedo en mi culo. ¡Jesús, Santo! Como me gustaba ese fino y largo dedito que me enculaba dulcemente. La follé enérgicamente es su boca, tal como le gustaba a ella y, como me gustaba a morir a mí. Estaba demasiado cargado para resistir mucho, sentí la tensión en mis músculos perianales, mis glúteos se pusieron rígidos. Mis bolas chocaban con su mentón y sentí las vibraciones y temblores de mi orgasmo, saqué rápidamente mi polla de su boca y comencé a masturbarme con fuerza, ella entendió todo al vuelo, se acomodó con su boca abierta en espera de mi clímax.
—¡Vamos, papi! … ¡Córrete en mi boca! … ¡Quiero beberlo todo! … ¡Acaba en mi boca, papá! …
Primero me miró a los ojos y luego fijo su mirada en la cabezona verga que yo magreaba enérgica y velozmente. En eso sentí el primer borbotón saliendo de mi polla. Grité como un loco.
—¡Siiiiii! … ¡Siiiiii, tesoro mío! … ¡Siiiiii, nenita! … ¡Trágate todo! … ¡Me corro en tu boca, amor mío! … ¡Qué hermoso verte tragar mi lechita! … ¡Bebe, amor! … ¡Bebe toda la leche de papá! …
Me pareció enloquecer viendo la avidez con que recibía los chorros de esperma y los tragaba como si estuviera sedienta de semen. Carolina miraba extasiada los chorros que volaban en el aire y ella movía su boca para no dejarlo escapar con una sincronía perfecta; un borbotón y una sorbetón, un borbotón y una sorbetón. Era cómo una maquina traga-traga. Cuando sentí la salida del último chorro, empujé toda mi polla dentro de su boca. Mi hija comenzó a devorar mi pija con chupadas descontroladas, estaba estrujando mi verga dentro de su boca para vaciarlo hasta la última gota de semen.
Finalmente, saqué mi polla de su boca, sonreía con los ojos y la boca cerrada. Estiró sus brazos hacia mí, vi que por la comisura de sus labios se escapaba una furtiva gotita blanquecina, inmediatamente supe cuales eran las intenciones de la putita marrana que era mi hija. Nunca lo había hecho antes con ninguna mujer, tampoco con mi esposa, pero con la maravillosa puta de mi hija estaba dispuesto a todo. Pegué mis labios a los suyos y abrí mi boca para recibir directamente de su boca parte de la esperma cálida que ella había conservado para mí. Se pegó a mi aplastando sus tetas en mi pecho y saboreamos juntos, boca a boca, el embriagante y afrodisiaco sabor de mi semen todavía cálido. Entendí de inmediato que este no era un abrazo como los otros, tampoco era un beso como los otros que nos habíamos dado. Esto era como la coronación de sus deseos, sueños y fantasías. Había cumplido conmigo un sueño deseado por mucho tiempo. Nos habíamos complementado perfectamente ella y yo, dos cuerpos y una sola alma, padre e hija.
Con este reciproco intercambio de mí semen, el mismo semen que la había traído a este mundo, fue como darme las gracias por haberle dado la vida. Nos quedamos abrazados con nuestros cuerpos desnudos y continuamos a prodigarnos tanto besos y caricias,
—¡Oye, papi! … ¿De verdad que harías conmigo todo lo que no has podido hacer con mamá? … ¿Vivir juntos todas las puercadas más intrigantes y transgresivas? ¿O solo fueron elucubraciones tuyas debido a la excitación del momento? …
—Cariño … puedes estar segura de que eso es lo que me gustaría hacer junto a ti … vivir contigo todas esas experiencias cachondas y perversas, viciosas y depravadas qué siempre he soñado … todas nuestras fantasías y sueños podríamos vivirlos juntos, tesoro mío …
—Gracias, papá … no sabes lo feliz que me haces … apenas regrese del viaje de luna de miel, estaré lista y dispuesta toda para ti …
Luego se quedó en silencio con su rostro apoyado en mi pecho; el instinto de padre me hizo percibir que había algo que le preocupaba y le pregunté:
—¿Qué pasa, cariño? … ¿Quieres decirme algo más? …
—¡Ehm! … No sé si él entenderá …
—¿Cómo? … ¿A quien te refieres? …
—A mí futuro esposo, papi … en menos de una semana seremos marido y mujer … cuando decidimos casarnos nos juramos de no tener secretos entre nosotros, ¿sabes? … debíamos decirnos todo con la máxima sinceridad … por nada al mundo deberíamos escondernos ninguna cosa … sea lo que sea …
Inmediatamente me di cuenta de que esto nos acarrearía algunas complicaciones y dificultades, temí preguntarle, pero igualmente lo hice:
—¿Qué quieres decir, amor? … explícate un poco mejor …
—Que le diré a mi futuro consorte todo sobre nosotros … no puedo traicionar el juramento que nos hicimos … él no se lo merece y para mí sería insoportable esconder que he tenido sexo contigo … sé bien que puedo perderlo … pero espero que entienda los sentimientos que siento contigo … no eres un hombre cualquiera … eres mi padre …
¡Santo demonio! Jamás pensé en esta situación. Arriesgábamos que el matrimonio de mi hija se fuera al traste.
—Carolina … piénsalo bien … no quiero arruinar tu vida sentimental … no se lo digas y demos por terminado aquí todo … ha sido maravilloso amarte y viviré con este recuerdo … pero no quiero que se arruine tu …
Ella me interrumpió abruptamente:
—Papi, no has entendido nada … ni por un momento pienso renunciar a ti … esto nuestro no terminará aquí … si mi futuro esposo no acepta mi relación contigo, significa que no me ama lo suficiente … él sabe la mujer que soy …
Se acurrucó a mi y me dio un apasionado beso con lengua, un beso lleno de amor y pasión; luego me miró a los ojos:
—Papá … tenemos que ser sinceros y no fingir … puede que te parezca un poco descarada … pero contigo me sentí mujer completa por la primera vez … ha sido la más bella follada de mi vida … tal vez porque eres mi padre … no lo sé … quizás porque tienes una verga maravillosa … puede que sea por ambas, pero me hiciste tocar el cielo empalada en tu pija … contigo probé lo que no había probado nunca con ningún otro hombre … cosas que ni siquiera mi futuro marido me ha hecho sentir … me haces gozar como una puta, papi … me encanta sentirme así entre tus brazos … y quiero volver a sentirme así … quiero que me digas todas esas cosas dulces y cabronas que me has dicho … ¿no te gustaría también a ti volver a hacerlo y decirme todas esas cosas cariñosas? … ¿no te gustaría también a ti volver a follar mi panocha y mi culo y hacerme tragar toda tu lechita? …
Sus palabras conmovieron mi alma. No sabía que cosa decir. Ella lo había dicho todo. Su mano envolvió mi polla y me lo apretó con dulzura infinita. Luego continuó a hablar mirando beatamente mi pija.
—Por si no lo has entendido … esta polla tuya tendrás que dármela, aunque después de que me haya casado … no tengo ninguna intención de renunciar a esta beldad de polla … tampoco a las experiencias que tu me haz hecho sentir … creo que tanto tú como yo vamos a necesitar el uno del otro de aquí en adelante, ¿no te parece? …
Nuevamente me besó apasionadamente en la boca, sentía sus senos duros contra mi pecho y percibía una descontrolada pasión hacia mí. Me miró con sus ojos llenos de lujuria, me mordió un labio, después me sonrió:
—Papi … te das cuenta de que si mi marido acepta esta situación de follar con otro hombre … sin importar si este hombre es mi padre … tendríamos la libertad de hacerlo siempre … incluso con más hombres … sería como lo que tu deseabas hacer con mi madre … yo sería tu puta, papá … nos amaríamos para toda la vida … yo podría gozar libremente de tu polla y tu de mi panocha …
Tengo que reconocer que las palabras de ella eran muy convincentes, me parecía estar viviendo un sueño; el sueño de tener a mi lado una mujer tan porcina y depravada como yo, el hecho de que fuera mi hija era totalmente irrelevante para mí. Envalentonado le pregunté:
—¿Y crees que lograrías convencer a tu marido? …
Me sonrió con un brillo en sus ojos y una enigmática sonrisa en sus labios.
—¡Déjalo a mí! … lo conozco mejor que nadie y sé cómo hacer que acepte todas mis imposiciones … confía en mí, papá … estamos solo al inicio … nuestras vidas comienzan mañana …
Ciertamente que mi hija era única y estaba decidida a todo. Sentí un escalofrío y mi pene dio un respingo pensando al prometedor futuro sexual con mi propia hija.
(Continuará …)
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
Excitante la historia. Aunque no me cuadra que la comparta con otros hombres, eso sí que se encule con sus amigas, pero no con otros hombres.