No soy una ninfómana, ni soy la más puta del mundo, pero lo único que se me ocurrió fue abrir mis piernas para levantarle el ánimo a todos ellos.
La esposa del entrenador de un equipo, al ver tan deprimidos y frustrados que estaban todos los chicos del equipo, por perder el partido final, decide levantarle el animo de manera especial..
No soy una ninfómana, ni soy la más puta del mundo, pero lo único que se me ocurrió fue abrir mis piernas para levantarle el ánimo a todos ellos.
Hace poco, cuando el equipo del que mi esposo es entrenador perdió el último juego y fuimos eliminados, y para colmo en nuestra propia cancha, como madrina del equipo, la verdad es que me sentí sumamente triste, y frustrada.
Todas las chicas que apoyaban al equipo, quizás por vergüenza, apenas terminó el juego desaparecieron, por lo que me quedé sola, en la banca.
En esos momentos mi esposo que se sumamente deprimido, se me acercó, y me pidió que pasara por el vestidor de los chicos, y les dijera algunas palabras de ánimo, ya que a él no se le ocurría nada bueno que decirles.
La mayoría del equipo aún estaban en el vestuario, se encontraban tan deprimidos, que mi esposo en medio de su depresión pensaba, que los chicos por vergüenza no quisieran volver a jugar en la próxima temporada.
Así que mientras mi esposo se dirigía al bar para ahogar sus penas, sin pensarlo mucho me dirigí al vestuario.
Ya que como la competencia había terminado, en cosa de pocos segundos la cancha, así como las gradas quedaron completamente vacías, camino al vestuario vi y escuché al conserje decirles a sus ayudantes que seguramente limpiarían todo al siguiente día.
Por lo que me apuré en pasar por el vestuario de los chicos, no fuera a ser que ya también se hubieran marchado.
Apenas entré me los encontré a varios de ellos, que aún quedaban, todos cabizbajos, molestos con ellos mismos, deprimidos, en fin, derrotados.
La verdad es que no se me ocurría nada que decirles, para levantarles el ánimo, justo en ese momento, uno de los chicos salía de las duchas completamente desnudo, y pude ver su enorme miembro, él pasó a mi lado, y me pareció que ni tan siquiera dio cuenta de mi presencia, en los vestidores.
No es que yo sea una ninfómana, ni tampoco soy la más puta del mundo, pero lo único que realmente se me ocurrió para levantarle el ánimo a todos ellos.
Lo primero que hice fue quitarme tanto el pequeño short, como los pantis, que uso bajo la corta minifalda del vestido de madrina, dejando mi depilado coño al aire, y ante la vista de todos ellos prácticamente.
Lo siguiente que hice fue ponerme a realizar algunos de los pasos de fantasía levantando las piernas lo más que pude, al tiempo que yo sola me puse a repetir algunas de las frases alusivas al equipo.
Al principio los chicos, me vieron como si yo estuviera loca, pero apenas se dieron cuenta de inmediato de que yo no cargaba nada bajo la corta minifalda, por lo que atraje la atención de todos ellos.
Que de inmediato se pusieron de pie, y se me acercaron con sus ojos clavados en mi desnudo coño.
A partir de ese instante no hizo falta que yo dijera nada más, casi de inmediato comencé a sentir sus manos sobre mi cuerpo.
En un abrir y cerrar de ojos, me ayudaron a despojarme de toda mi ropa, quedando del todo desnuda entre ellos.
No sé si se lo podrán imaginar a varios chicos, mucho más altos, musculosos, y bien dotados por la naturaleza, te conduzcan a uno de los bancos del vestuario.
No les voy a venir con el cuento, de que jamás había tenido sexo con más de un hombre a la vez, pero mi mayor experiencia hasta ese momento había sido participar en un trio.
Con dos amigos de mi esposo, en una ocasión que me emborraché con ellos, mientras él llevó al equipo a competir al otro lado del país.
Pero cuando entré a los vestidores, ni tan siquiera me había tomado una cerveza, pero nada más de ver como todos ellos me miraban y acariciaban de manera morbosa todo mi desnudo cuerpo, creo que me embriagué de sexo, nada más de pensar que, estaba a punto de disfrutar todas aquellas vergas yo solita.
El primero en tomarme por las caderas y colocar su oscura verga frente a mi depilado coño, fue el capitán del equipo.
Yo me sentía como si fuera una muñequita de papel entre sus manos, a medida que su largo y grueso miembro me fue penetrando, casi de inmediato otro de los chicos, se hizo cargo de mi culo, enterrándome toda su sabrosa verga negra de un solo golpe.
Yo comencé a mover mis caderas como una loca, cuando otro de los chicos colocó su inmensa verga frente a mi boca.
Cosa que, aunque les parezca raro, disfruto placenteramente poniéndome a mamar como si se fuera a acabar el mundo.
Durante el resto del tiempo que estuve en el vestuario, los jugadores anotaron todos los puntos que pudieron, en varias ocasiones me dirigí a las duchas, para lavarme, y luego seguir recibiendo aquellas deliciosas vergas, por todos y cada uno de los orificios de mi cuerpo.
En mi vida había disfrutado tanto del sexo, como lo hice esa noche en los vestidores, después de que ya fuera que me dieran por el coño, por el culo, o por mi boca.
Más de una vez todos ellos, alegremente y con un mejor animo se fueron retirando, quedándome yo sola con mi culo y piernas bien abiertas, y llena de semen por todas partes.
Así que después de que recuperé las fuerzas, me duché, y justo cuando me iba a volver a poner mi vestido, apareció el viejo conserje, acompañado de sus dos jóvenes ayudantes.
Al verlos nada más bastó quedarme desnuda, tomar asiento en el banco, que separase mis piernas, mostrándoles de manera descarada mi depilado coño, para que ellos gustosos se me fueran encima.
En la madrugada llegó a casa mi esposo completamente borracho, por lo que no se dio cuenta del estado en que yo me encontraba, además se quedó dormido en la sala.
Al día siguiente después del mediodía, varios de los chicos lo llamaron por teléfono para decirle que están deseosos de que llegué la próxima temporada para volver a jugar.
Mi esposo algo confundido me preguntó que yo les había dicho, me sonreí y le dije lo mismo que tú les debiste decir, solo que con un poquito de más ánimo.
En tus narraciones hay de todo. He leído muchas, sobre todo las de infidelidad (las de gay me las salto), no siempre me han gustado, pero ésta me recordó que una ocasión, me tocó «consolar» a un amigo de mi esposo. Fue hace más de 45 años, fue divertido, nunca la escribí, veré que sale. Seguramente sólo será la anécdota, pero sí me removió ese recuerdo. Gracias.