Noches en San Petersburgo -Capítulo 02
Alejandro vuelve a encontrarse con Alina, pero esta vez decide llevar a su hermano para que conozca a sus nuevas amigas. Las cosas se complicarán un poco y puede que esta vez la suerte de Alejandro sea doble..
Capítulo 2.
En la mañana, cuando regresaba al hotel donde mi familia se estaba hospedando, vi bajar de un taxi a mis dos tíos, por suerte, ambos parecían haber experimentado una noche similar o hasta más candente que la mía, era evidente por su actitud acaramelada la cual les hizo ignorar por completo mi presencia. Esperé un tiempo prudente e ingresé a la habitación tras de ellos, aprovechándome de su distracción para escabullirme sin ser notado.
Para mi desgracia, fue efímero mi descanso, ya que había transcurrido menos de una hora desde que posé mi cabeza sobre la almohada, hasta que mis padres irrumpieron en la habitación que compartía con mi hermano, exhortándonos a prepararnos para salir, habían dejado muy en claro que quedarse en el hotel no era una opción en nuestro último día en la ciudad.
La caminata matutina fue especialmente agotadora, el cuerpo me pesaba y sentía como si el interior de mi cabeza fuera a estallar, los únicos momentos de alivio que experimente eran en los cuales los recuerdos de los acontecimientos de la noche anterior se volvían a proyectar en mi mente, deleitándome una y otra vez con las visiones y sensaciones que me brindó el cuerpo de esa hermosa rusa.
Los descomunales panoramas que íbamos viendo durante nuestro recorrido no hicieron más que aumentar mi anhelo por ella, pues eran los mismos edificios que juntos habíamos apreciado envueltos por el misticismo de la noche.
La única escapatoria a mis recuerdos fue la charla con mi hermano donde le había narrado con lujo de detalles mi sorpresiva aventura e incluso así, cada que mencionaba a Alina, aumentaba radicalmente mi deseo por verla.
– Oye, ¿será que puedo acompañarte hoy? – Tímidamente me cuestionó mi hermano menor.
Puede que mi egoísmo me tuviera inmerso en la única idea de mi singular gozo, porque hasta que él lo mencionó, no había tenido en cuenta una opción similar, no lo pensé mucho y decidí escribirle a Alina, ¿por qué no? Pensé, al fin y al cabo, mi hermano Daniel, también es un chico corpulento que aparenta mayor edad a la que posee. Lo más seguro es que para ese entonces, Alina sí pudiera estar disfrutando de un debido sueño reparador, ya que su respuesta tardó en llegar y fue atípicamente entusiasta.
El encuentro se dio cerca de la catedral de Kazán con la intención de divertirnos un rato en alguno de los muchos bares de la zona, Dani y yo llegamos sobre la hora y Alina ya estaba esperándonos junto con la pelirroja de la noche anterior.
Las saludé y la pelirroja me sonrió amablemente ignorando la versión seductora que me había revelado anteriormente, Alina por su parte y como era ya costumbre, me saludó con un semblante inmutable, aunque al acercarse la sentí un tanto más cálida; más cariñosa me atrevería a decir.
Les presenté a mi hermano a quien pude notar qué atónito, chorreaba la baba viendo a ese par de bellezas frente a él, ambas fueron muy amistosas y esta vez me obligué a prestar más atención en cuanto la pelirroja se presentó, Ekaterina era su nombre, pero rápidamente nos solicitó que la llamáramos Katya.
Con el pasar de los minutos fueron llegando cada vez más personas, algunos en pareja y otros claramente denotaban un aura de solteros. Todos y cada uno de ellos fueron muy amables y algo cómicos entrados en confianza, muchos me recordaban de la fiesta anterior y se disculparon conmigo por no interactuar de la mejor manera tras conocernos.
Con la mayoría nos pudimos comunicar fácilmente usando el traductor del celular o por medio de gestos, tanto así, que mi hermano pudo trabar amistad especialmente con una hermosa chica de cabello tan oscuro como el carbón, ojos color esmeralda y de una silueta sumamente voluptuosa, que al igual que Alina, desbordaba elegancia con cada uno de sus movimientos. La noté muy atraída por mi hermano, así que me tranquilice sabiendo que no se aburriría a lo largo de la velada.
De un momento a otro llego un pequeño hombre musculoso de ceño fruncido y escasa cabellera, de inmediato lo reconocí como, era el novio de la pelirroja que me había tratado de intimidar tras el coqueteo de su pareja. De todos fue el único que no cruzó palabras con mi hermano o conmigo y llegados a este punto, era muy evidente que nos observaba de forma desdeñosa.
Alina me instó a que no le prestara atención y que me dedicara a disfrutar de la fiesta y, sobre todo, de ella.
El grupo se trasladó a un club que solían frecuentar y allí estuvimos durante varias horas divirtiéndonos en medio de bailes, risas y cantos.
Casi toda la noche estuve bailando con Alina y conversando con ella, aunque esporádicamente algunas de sus amigas me invitaban a bailar con ellas, por otro lado, Daniel parecía estar prácticamente privatizado por la caucásica.
Mientras culminaba una canción de salsa con Alina, unas pequeñas manos atraparon mi cintura y con una fuerza decidida me giraron por completo, era la pelirroja Katya, quien me solicitaba para la siguiente canción, le arrojó una atrevida mueca a su amiga y la rubia le contestó con un gesto de afirmación.
Aunque la diferencia de estatura era basta, nuestros cuerpos se entendían muy bien. Un poco más entrados en la emoción de la música, Katya comenzó a juntar más su cuerpo al mío, sus manos antes inmóviles en mis hombros, ahora se familiarizaban con cada parte de mi cuerpo, y aunque yo sentía la inquisidora mirada de su pareja en mi nuca, también me atreví a recorrer su pequeño cuerpo alentado por ella misma.
Únicamente la fina capa de tela de su ligero vestido azul separaba sus blandas tetas de mi entrepierna, sentí como ella se frotaba contra mí siendo consciente de la erección que me estaba provocando, no pude mirarla a la cara, pues sabía que en cuanto bajara la mirada, una sugerente expresión esbozada por unos acaramelados ojos color canela estaría esperándome, y más allá de ellos, estaría la libre vista de su escote que empeoraría la ya complicada situación en mis pantalones.
– What is wrong? (¿qué está mal?) sonó su dulce voz divirtiéndose con mis abundantes nervios a flor de piel-. what is this down here? (¿Qué es esto de aquí abajo?) Dijo aparentando completa inocencia ante la reacción fisiológica que tenía entre manos, la pequeña alborotadora soltó una lujuriosa carcajada que fue súbitamente interrumpida por un fuerte jalón de brazo que le profirió su novio.
El hombre que ardía de furia la llevó a un rincón y le comenzó a reprochar en ruso, el grupo de amigos se quedó inmóvil y nadie hizo un ademán de interrumpirlos. Cuando la discusión se tornó más escandalosa me dispuse a confrontar al sujeto, pero Alina me detuvo y me confesó que esa escena era algo muy habitual, me tranquilizó asegurándome que por más exaltado que el hombre estuviera, no iba a atreverse a hacerle daño a la chica, a lo sumo, la abandonaría por el resto de la noche, y como si se tratase de una profecía, el tipo se separó de la cumpleañera y se alejó dejándola desplomada en medio de un mar de lágrimas.
Alina y algunas de las chicas corrieron a ayudarla mientras que Dani y yo nos mirábamos claramente desubicados, decidimos esperar a ver como se desarrollaban los acontecimientos y en cuestión de minutos, la rubia nos indicó que recogiéramos sus pertenencias para irnos a su casa.
Aunque la angustiada Katya, Alina, la pareja de Dani, él y yo, tomamos un taxi, pude ver como el resto del grupo emprendía otro rumbo. Por un momento me decepcionó ver como la promesa de reiterar la experiencia de la noche anterior ahora se veía muy lejana con los ánimos en el estado actual.
Y sé que mi actitud para este punto pudiera parecer un poco frívola, pero no hay que olvidar que hacía menos de 24 horas que conocía a estas personas y sus dramas eran muy ajenos a mí tanto por la diferencia cultural como por la generacional, por esta razón, al llegar al departamento, me planteé indicarle a mi hermano que nos retiráramos y evitásemos ser entrometidos, pero cambié de parecer inmediatamente tras ver que Dani y la chica de cabello negro aún estaban muy cariñosos, era nuestra última noche en la ciudad y si al menos él podía sacar provecho de ella, yo estaría satisfecho.
Alina se sentó en un sofá junto a Katya y comenzó a consolarla, secándole las lágrimas con un pañuelo, la otra chica se le acercó a la rubia y le susurró algo que no pude entender, ella asintió despreocupada y la voluptuosa mujer se llevó de la mano a mi hermano directo una habitación aparte, ese gesto sí que pude comprenderlo a la perfección; me alegré por él, por otro lado, yo me limité a ver como Alina calmaba el sollozo de la pelirroja a la vez que sobándole el sedoso cabello le comentaba dulces palabras al oído para contentarla.
La pequeña charla dio paso a un prolongado silencio que, más que ser incómodo, me hacía sentir inútil en un momento así, por suerte, mi presencia no pareció molestarles y mucho menos mi dubitativa mirada sobre ellas.
De la nada Katya comenzó a cuchichearle algo a Alina quien comenzó a reírse sin control, su ruso era incomprensible para mí y en un momento pude notar que sus burlas y secreteos eran acerca de mí, pues ambas me miraban fijamente y paso seguido, se despotricaban de la risa; hicieron lo mismo una y otra vez.
Me vi superado por la situación y no supe cómo comportarme ante eso, solo permanecí allí sentado, observando como sus caras me arrojaban miradas tanto de dulzura como de morbo.
De un momento a otro, Katya acarició el cabello rubio de Alina y sin inmutarse, esta hizo lo mismo con la mejilla de su compañera, la pelirroja se mordió el labio provocativamente viendo los de Alina y se arrojó a plantarle un profundo beso el cual la rubia respondió de buena actitud. No fue un beso tierno, ni suave; fue apasionado y tan salvaje que cuando sus labios y lenguas se encontraron, Alina no demoró en desvestir a su amiga. Todo ocurría frente a mi atenta mirada, como si mi existencia fuera intransigente para su derroche de amor.
Katya se arrodilló sobre el sillón y dejo completamente expuesta a mi vista, su espalda nacarada y con ella, su gran y terso culo; sus nalgas daban la impresión de ser dos suaves almohadillas de carne, igual de rellenas que sus blanquecinos muslos. Katya tenía unas caderas mucho más anchas que Alina y aunque ambas compartían una tez similar, el tono de la pelirroja se tornaba un tanto colorado fruto de la sangre que iba hirviendo a medida que sus manos despojaban de prendas a su víctima.
Alina se dejó caer con Katya sobre ella, otorgándole esporádicos besos en el cuello, las mejillas y la boca. Ambas se miraron a la cara y compartieron una cariñosa sonrisa que se fue transformando en una malévola parodia de esta, nuevamente sus bocas se buscaron y una maraña de cabellos dorados y cobrizos se entrelazaron cubriendo por completo sus rostros como si se tratara de un velo.
Pude escuchar que se dijeron algo y ambas me dedicaron traviesas muecas que desembocaron en Katya retornando a sus menesteres de proveedora de placer, lentamente fue bajando por la curvada silueta de Alina mientras sus piernas se enganchaban y sus pies jugaban tímidamente rozándose mutuamente.
La pelirroja fue trazando un camino de besos desde el mentón de su pareja, hasta detenerse en su busto, succionó con delicadeza la pronunciada protuberancia carnosa que se marcaba en el centro de uno de los senos y mientras lo estimulaba con la lengua y los labios, pasó una de sus manos rozando todo el lateral de la cintura de Alina hasta juntarla con las de ella que permanecían recostadas por sobre sus cabezas.
Las risas y los espasmos de las dos chicas comenzaron a emocionarme y sus esporádicas miradas me incentivaron a prestar cuidadosa atención en cada uno de sus gestos y roces.
Alina arqueó la espalda e inferí que era gracias a que Katya le estaba relamiendo el otro seno, lo tuve que suponer, ya que desde mi posición solo podía ver los coños expuestos de ambas siendo perturbados por las manos de la otra. Los delgados dedos de Alina se resbalaban fácilmente dentro de los pliegues húmedos de la vagina de Katya y ella, sacudía incansablemente la pequeña esfera rosada que coronaba la vulva de la primera.
Katya bajo rápidamente aún más, hasta posicionar su boca frente al coño chorreante de Alina, aunque se tomó el tiempo de que su lengua fuera conociendo todo el abdomen, vientre y pubis de su amiga.
A diferencia de como yo lo había hecho, Katya fue cuidadosa y sumamente meticulosa con los movimientos de su lengua en el sexo de Alina, quien no podía hacer más que cerrar los ojos entregándose al placentero viaje directo al paraíso. Las manos de la rubia se inmiscuían en los caóticos mechones de la pelirroja y los revolvía a la par que su pelvis ejecutaba movimientos ascendentes buscando el contacto de la lengua o quizás un órgano de otra índole.
Alina dejó salir el esquicio chillido de un fuerte orgasmo que la hizo extenderse completamente en el mueble, Katya se levantó triunfante y se giró hacia mí debelándome una expresión que interpreté como un reto personal; era como si se jactara de sus propias habilidades comparándolas con las que yo demostré en mi oportunidad con la rubia.
Su satisfacción no duró mucho, pues esa misma rubia ya había recobrado el aliento y ahora estaba dispuesta a devolver el favor. La pelirroja se incorporó sobre sus rodillas aún en el sofá y se sentó sobre sus tobillos, extendió sus brazos en el respaldar del mueble y abrió las puertas a su sexo, gesto que aprovechó Alina para sumergirse en su entrepierna y empezar a proferir lengüetazos que rápidamente produjeron sucesivos espasmos pélvicos.
De frente, el cuerpo de Katya era igualmente seductor, la silueta de su cintura generaba el más erótico contraste con las pronunciadas curvas de su cadera y piernas, aunque su busto era algo más pequeño que el de Alina, sus pequeñas tetas también estaban perfectamente formadas y se veían suculentas teñidas de la tenue iluminación.
Alina fue más profundo con sus estimulaciones y los cabellos cobrizos de su amiga se dejaron caer como una cascada carmesí frente a su rostro, la escena en general me obligó a estimular mi palpitante verga por fuera de mi ropa. Katya lo notó y me dedicó un gesto supremamente excitante, retorciendo sus ojos y sacando la lengua mientras me invitaba a hacer parte de la acción guiándome con el movimiento de su dedo índice.
– Join us (únetenos) reafirmó mi suposición, aunque para cuando lo dijo, yo ya estaba arrodillándome junto a ellas, Alina se percató de mi presencia y se levantó para que compartiéramos un beso triple, nunca había experimentado nada igual. Katya succionó mi lengua para posteriormente morder el labio inferior de Alina, seguido a eso, la rubia acercó su boca a la mía y volvimos a darle rienda suelta a nuestros deseos mientras la pelirroja acariciaba nuestras cabezas impidiéndonos apartar el uno del otro a la vez que nos ofrecía una perversa mirada.
Agresivamente, Katya me arrebató de los labios de Alina y mientras nuestras lenguas se conocían, empujó la cabeza de su amiga hacia abajo, guiándola en dirección a mi erecto pene mientras aún disfrutaba de mis atenciones en su boca y cuello.
Volvimos a juntar nuestros labios a la vez que los de la rubia se unían a los pliegues de mi prepucio recogido, con la mano derecha agarró mi verga y la masturbó con la misma agresividad con la que frotaba los labios ligeramente sueltos del coño de Katya con la otra mano; esa sensual rubia nos estaba surtiendo de placer a ambos a partes iguales.
Pero antes de llegar al clímax se detuvo de imprevisto, traté de sondear la razón de su interrupción, pero fui absorbido por las delicadas manos de Katya que apretaban mi rostro privándolo de libertad, su lengua surco mi mentón, labios y nariz dejando una estela que olía levemente a licor dulce.
Me arrojó con una fuerza la cual no pude entender de que parte de ese pequeño cuerpo provenía y con una agilidad sorprendente se encaramó sobre mí en cuanto mi espalda se tumbó sobre la abollonada superficie, sus gruesos muslos apresaron mi cintura y sus manos se apoyaron en mis pectorales intentando retenerme con su leve peso corporal. Antes de que pudiera deleitarme con su desnuda imagen encima de mí, dejó caer sus caderas con un fuerte impulso, penetrándose decididamente con mi verga.
A diferencia de la actitud que hasta ahora había demostrado Alina, Katya quería ser quien tomara la iniciativa, demostrándolo con la agresividad de sus embestidas y la fuerza cada vez mayor con la que profería los sentones que me obligaban a introducirme mucho más profundo en ella.
Alina, por su parte, se había escapado de mi percepción; no podía verla en los pocos segundos que mi mente se aclaraba tras las complejas arremetidas de mi jinete. Me tomó por sorpresa cuando un par de espigadas piernas cruzaron por el cenit de mi mirada y posicionaron un rosado y muy humedecido coño por sobre mi rostro, nuevamente antes de poder reaccionar de alguna forma, la cintura de la rubia dejó caer la totalidad de su pubis encima de mi cara.
Su coño y zona perineal asfixiaban mi nariz y la sometían al embriagante aroma de sus feromonas, intenté tomar una bocanada de aire, pero eso solo sirvió para que la zona superior de su vagina se acomodara en mi boca obligándome a consumir todas sus dulces secreciones de placer.
Mis manos se arrojaron a agarrar las curvas del cuerpo de Alina, pero fueron interceptadas por las eficientes garras de Katya, me obligó a prestarle atención a su cuerpo antes que al de su amiga y posicionó mis manos sobre su descomunal trasero que, al tacto, transmitía la misma suavidad de la que hacía alarde visualmente.
Ambas chicas movían las cinturas de atrás hacia delante, a veces al unísono y otras a ritmos completamente disonantes. La rubia quería que la sumergiera lenta y suavemente en un mar de pasión, consumiendo con sumo detalle cada pliegue y cada rincón de su vagina, por otro lado, la pelirroja sólo quería que la cogiera con fuerza; que la follara duro y sin miramientos; que hiciera de su interior un completo desastre con mi verga.
En lo único en lo que coincidían era en que ambas jugaban con mi cuerpo a placer, concediéndose tantos estímulos como quisieran, y no me malinterprete, yo estaba muy conforme con ello.
En un momento me pareció escuchar que Katya le decía algo a Alina, pero era inaudible teniendo ambos oídos taponados por las tonificadas piernas de la rubia que apretaba con fuerza los laterales de mi cabeza. Llegados a un momento, ella se retiró rápidamente de mi cara y mis ojos apenas tuvieron un instante para identificar la cara de Katya acercándose a mí al igual que un cazador se abalanza sobre su presa.
Me devoró la boca substrayendo todos los líquidos que permanecían de su amiga. Sus arremetidas se hicieron aún más intensas; estaba en su límite al igual que yo.
– She can not have babies either (ella tampoco puede tener hijos)- me susurró Alina al oído, cosa que hizo estallar por completo mi lujuria.
Agarré firmemente la cintura de Katya y como si me poseyera un lascivo espíritu, levanté mi pelvis repetidas veces con mayor vigor que ella, haciéndola gemir y jadear más duro con cada penetración. Su boca soltó la mía, había perdido el control tanto de ella como de sus piernas; sus brazos apenas podían aferrarse con ligereza de mis hombros, punzándome con sus largas uñas hasta perforar levemente mi piel.
Su cuerpo se derrumbó sobre mí mientras yo aún seguía vertiéndome dentro de ella, dejé salir hasta la última gota, incluso después de sentir nuestros fluidos entremezclados derramarse desde la boca de su coño sobre mí.
Continuará…
Como siempre, agradezco su tiempo y espero que sigan disfrutando de mi escritura.
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Una vez más, mucha gracia por disfrutar la historia.
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