Noches en San Petersburgo – Capítulo 03
Alejandro está viviendo lo que fácilmente puede ser la fantasía de muchos, pero hasta el sueño más estimulante debe terminar en algún momento, ¿es este acontecimiento un mero capricho del destino o el camino tendrá deparadas algunas reincidencias? Esa es la única interrogante que perdura tras una nu.
Capítulo 3.
Aunque había logrado satisfacer absolutamente todas las necesidades de Katya y la chica reposaba con el cuerpo tumbado casi inerte sobre el sillón, aún había otra mujer que requería de mis atenciones y ella no me iba a permitir librarme de brindarle el mismo placer que a su amiga.
Con un leve susurro, Alina me incitó a seguirla una segunda vez a su habitación, dejamos a la exhausta pelirroja que descansara allí y nos dirigimos para la segunda planta. En cuanto ingresamos, fragmentos de imágenes pasaron por mi mente recordándome las escenas de la noche anterior en el mismo lugar y la sensación de familiaridad reactivaron mi libido.
La rubia hizo gala de las diferencias que la apartaban de la personalidad de Katya al lanzarse impulsivamente sobre su cama, dando paso a la invitación que me ofrecían sus piernas abiertas. La pelirroja había demostrado ser más agresiva con sus intenciones y ejerció en mí un semblante claramente dominante, mientras que Alina, aunque con acciones asertivas, siempre se había comportado de forma sumisa, prestándose a la voluntad de mis instintos. Realmente no podía decidirme por cuál de las dos personalidades me atraía más y simplemente me limité a disfrutar de los placeres y las muy distintas experiencias que me ofrecía cada una.
El movimiento pendular de sus porcelánicas piernas me extrajo de mis pensamientos y el pequeño coño jadeante que se desvelaba entre ellas convocaba mi completa atención, las sutiles contracciones eran como un breve llamamiento que atraía mi cuerpo a su intimidad tal como el cantar de una sirena.
Agarré sus espigadas pantorrillas y de un fuerte jalón me introduje hasta las más lejanas profundidades de su vientre. Tiré sus tobillos en dirección a su cabeza para exponer en mayor medida su pubis, permitiéndome ingresar aún más en ella. Su delgado abdomen se marcó y me pareció ver una pronunciación en su vientre cerca de donde debía estar el extremo de mi verga.
La rusa se mordió los labios con fuerza cuando volví a besar su útero y su pecho se agitó a tal medida que su escápula parecía estar a punto de desgarrar su piel desde dentro, una de mis manos la acarició por encima y lentamente se deslizó por sus pronunciados bordes acercándose tímidamente al elongado cuello que se exponía indefenso a mis dedos; Ahorcar a una mujer durante el acto no era una de mis fantasías por lo que me decanté por transportar mis dedos por detrás de su nuca y tirar de ella para acercar nuestras agitadas caras a un apasionado beso.
Cada embestida de mis caderas le arrancaba gemidos, alaridos y gritos de la más embriagante excitación. Los dedos de mi otra mano se entretenían alterando las humedecidas partes externas de su coño mientras mi pene revolvía sus entrañas, y es que para este punto la clase de expresión que esa rubia me estaba dedicando no tiene descripción literaria, pues hay experiencias en este mundo que solo podrían ser apreciadas en su compleja totalidad, vivenciándolas por uno mismo.
Aumenté el ritmo de forma eufórica y mi quijada se apretó como reacción a la fuerza con la que la estaba penetrando, ella se agarró de todo lo que tenía a la mano, su cabello, sus senos, sus piernas estiradas en el aire o las mías que descargaban mi peso sobre ella, y yo, hipnotizado por el desespero de su placer, únicamente me podía aferrar a sus mejillas observando fijamente cada minuciosa alteración gestual que experimentaba por las diferentes estimulaciones que estaba percibiendo.
– I’m coming! (¡Me vengo!) – dijo.
– me too! (¡yo también!) – le contesté.
En cuanto sus espasmos orgásmicos comenzaron, solté mi segunda carga sobre ella y aunque quería vaciarme en su interior, también deseaba rociar mi esperma sobre su palpitante sexo.
Parece que la cálida sensación la divirtió, pues entre sus lascivos alaridos escuché un par de carcajadas.
Al finalizar, me quedé inmóvil visualizando el escenario como si estuviera admirando algún tipo de obra de arte. El placentero culmen sexual fue adornado por una morbosa, pero muy seductora ejecución de Alina, la chica esparció mis blanquecinos fluidos por toda la extensión de su vulva, los revolvió y los restregó sobre su abdomen, pecho y senos; extrajo un tanto con su dedo y se lo llevó a la boca para saborearlo.
– был очень вкусный (estaba delicioso) – me expresó.
-Спасибо (gracias) – le respondí.
Un sutil chillido erógeno nos devolvió a ambos a la realidad. Atrás de nosotros, estaba Katya recostada contra una pared junto a la entrada de la habitación, se deleitaba con el espectáculo mientras jugaba con su intimidad. Nuestras actividades nos habían librado de notar completamente su presencia hasta ese momento, y creo que así lo quería ella, ya que no fue sino hasta que la vimos que se decidió a unírsenos.
Yo esperaba poder tomarme un pequeño descanso después de que ambas habían exprimido hasta la última gota de mi capacidad física. Ahora, recordando esos sucesos, pienso en lo ingenuo que fui.
Creo que si no somos todos, al menos la gran mayoría de hombres deseamos tener un trío con dos mujeres alguna vez y no discernimos a fondo los detalles que esto implica, uno de esos y creo que el más importante es que vas a tener que exigirte el doble, pues evidentemente hay dos cuerpos femeninos que requieren ser llevados al límite y a menos de que seas un egoísta desconsiderado, estás en el deber de satisfacer por completo a ambas mujeres, y es que justamente eso se dé por sentado muy fácilmente y no se llega a dimensionar realmente lo agotador que puede llegar a ser.
En cuanto culminé mi segunda ronda con Alina, Katya estaba lista para la suya propia y no pretendía que algo tan insignificante como que mi pene estuviera perdiendo su rigidez, se interpusiera en su búsqueda de volver a experimentar el estupor del placer a través de mi cuerpo una vez más.
Antes de que me pudiera precipitar sobre el colchón, la pelirroja agarró con firmeza mi pene y lo apretó tratando de evitar que la sangre de este retornara a mi cuerpo, con apuro se lo introdujo en la boca y comenzó a absorberlo, humectándolo con la integridad de su boca. Sus chupadas al igual que su sexo eran más agresivas que las de Alina, la chica meneaba enérgicamente la cabeza e introducía mi pene en su garganta, cada vez en un ángulo diferente.
Mi glande estaba extremadamente sensible y todas las terminales nerviosas de mi miembro me hacía estremecer involuntariamente con cada felación, la situación empeoró en tanto Alina se unió a la actividad de su amiga, ambas se posicionaron a cada lateral de mi verga y con sus húmedos labios, empaparon toda la parte frontal del órgano profiriéndole besos en los que se rozaban sus labios con mi glande como intermediario de ambas lenguas.
Sumergí mis dedos en las cabelleras de cada una y como respuesta a las múltiples estimulaciones que me ofrecían (muy cercanas al umbral del dolor, he de decir) agarré con fuerza de sus cueros cabelludos y me atreví a deshumanizarlas implementando sus cabezas como meros medios de autosatisfacción empujando a una de las chicas mientras halaba a la otra para que recorrieran con sus lenguas la extensión de mi verga e imbuyeran por completo cada uno de mis testículos en sus pequeñas y sensuales bocas.
Cuando notaron que mi miembro recobraba su completa rigidez, Alina posicionó a Katya en cuatro y empujando mis caderas me obligó a penetrarla efusivamente.
La idea de estar en una posición de completa sumisión no pareció fascinarle a la pelirroja, pero rápidamente se entregó voluntariamente al placer cuando comencé a empujar mis caderas contra sus prominentes glúteos, sustrayéndole jadeos y gemidos provenientes de las profundidades de su sensibilidad.
A su vez, la boca de la pelirroja fue ocupada por Alina, quien se había acostado frente a ella y ahora empleaba la lengua de su amiga para surtirse de placer, haciéndola degustar su coño aún chorrearte de mí esperma.
La cama parecía absorber el peso de nuestros cuerpos y me fue difícil vislumbrar en la tenue oscuridad los muslos recogidos de Katya, pues su suavidad y color se camuflaban con el blanco edredón que se empapaba cada vez más con el sudor de los tres animales que jadeaban encima de él.
Mientras embestía con más fuerza el colorado coño de mi pareja, una de mis manos fue apresada por le pliegue entre su cadera y muslo, la acolchonada sensación que experimente allí me obligo a permanecer agarrado de esa carnosidad mientras mi otra mano se lanzaba sobre su lechosa nuca y apretando su cuello desde el posterior, atraje su cuerpo cada que mis caderas se preparaban para asestar una nueva penetración; la emoción del vaivén de nuestros cuerpos al unísono me obligaba a buscar nuevos lugares que agarrar, apretar y conquistar.
Recorrí el interior de sus cobrizos cabellos y de imprevisto, mi mano se encontró con la de Alina que se hallaba obligando a su amiga a devorar su clítoris sin descanso. Ambos entrelazamos nuestros dedos en el interior del cuero cabelludo de Katya y juntos sumergimos su cabeza más profundo en la vulva de la rubia, ahogada por los labios vaginales de su amiga, escuchamos los gritos orgásmicos del culmen de su clímax, sus estremecedores espasmos no me evitaron seguir perforando su vientre y solo hasta que me rogó con ojos llorosos que parara porque ya no era capaz de aguantar más placer, me retiré de su interior.
Al recuperar un poco de mi cordura comencé a sentirme un poco mal, pero al ver la dulce sonrisa que me dedicaba tras esa cara invadida por el más placentero éxtasis, me tranquilicé al comprender que no le había hecho daño alguno.
Alina no perdió tiempo y con decisión me posicionó junto a su amiga, tumbado en la cama; Salto sobre mí y comenzó a cabalgar mi palpitante genital.
Noté un cierto desespero en sus movimientos y es que al ver su rostro colorado comprendí que también estaba llegando a su límite, agarró mis manos y me instó a agarrar y retorcer sus senos mientras su cadera se dejaba caer numerosas veces sobre mí. Miré hacia mi derecha y escasos centímetros estaba el rostro de Katya aún jadeante y con una complacida expresión; abrió lentamente los ojos y estos se plantaron en los míos, se acercó tímidamente y me dio un beso, esta vez fue tierno, lleno de sentimiento.
Mientras mi pelvis profería embestidas brutales al coño de la rubia y mis manos apretaban su delgada cintura, Katya acarició mi rostro y me dio lentos besos colmados de cariño. Ambos estímulos me hicieron eyacular una vez más y de inmediato sentí el cuerpo de Alina temblar sobre el mío recibiendo todo el cálido líquido seminal en su vientre. Cuando la última carga dejó mi verga para impregnar su interior, el cuerpo de la rusa se desplomó sobre mi pecho y con sana envidia se nos unió a nuestra sesión de besos, profiriéndonos los propios también cargados con todo su cariño hacia nosotros.
Los tres compartimos un largo rato de enajenación en esa misma posición con las mentes en blanco, solo disfrutamos de la compañía de los otros.
Después de un tiempo, nos levantamos y fuimos juntos a la cocina en búsqueda de algo con lo que saciar nuestras gargantas resecas, allí ya se encontraban mi hermano Dani y la chica de cabello negro, su motivo era similar al nuestro y se notaba que él había gozado de las múltiples atenciones de la rusa.
Todos sabíamos acerca de los acontecimientos que se habían desarrollado entre los diferentes grupos y solo mi hermano y yo nos sentimos un tanto incómodos al vernos, aunque las chicas sí que cruzaron una que otra palabra, nosotros permanecimos en silencio.
Tras hidratarnos y asearnos, Dani y la otra chica retornaron a la habitación, a su vez, Katya, Alina y yo hicimos lo mismo. Los tres nos acostamos en la cama de la rubia y nos acurrucamos juntos para dormir durante las pocas horas que aún le quedaban a la noche, el sentimiento de paz y satisfacción que sentí al estar rodeado por los brazos de ambas rusas aún hoy es difícil de equiparar.
A la mañana siguiente, la despedida resultó ser desalentadora, pues mi familia y yo nos iríamos de San Petersburgo en unas cuantas horas, todos sabíamos desde un principio lo que significaba nuestra relación y que lo único seguro en ella era una inevitable despedida. Nos abrazamos y besamos una última vez con la promesa de un incierto reencuentro en el futuro.
Y así, mi hermano y yo retornamos con nuestros padres; él regresaba con una gran sonrisa de oreja a oreja y yo, con el punzante pensamiento de si, alguna vez volvería a ver a alguna de esas dos hermosas rusas que abrieron mi vida a un nuevo mundo de aventuras en el extranjero.
¿Fin…?
Como siempre, agradezco su tiempo y espero que sigan disfrutando de mi escritura.
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lujurian69
Una vez más, mucha gracia por disfrutar la historia.
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