«Obesidad»
Un echo basado en un drama de una niña con obesidad víctima de bullying. .
– Hija, y esa cara? Porqué tan triste – le pregunté mientras conducía. Mi hija iba sentada al lado, en el asiento del copiloto, el mentón sobre su pecho, sólo el cinturón de seguridad impedía que se fuera de bruces hacia adelante.
La había pasado a buscar, como cada sábado en la tarde, como lo indicaba el derecho a visita, después del divorcio.
Nos divorciamos cuando ella tenía 11 años. Con motivo del juicio estuve un año sin poder verla.
Mientras yo vivía en una pensión, no quise arrendar un departamento y juntar esa plata del arriendo en un banco.
Después, cuando tenía casi 13 años, recién pude comenzar a verla, unas horas dos veces al mes. A medida que pasaron los meses, las horas fueron aumentando. Según la resolución del tribunal, ella podía pasar el fin de semana conmigo. Pero no podía llevarla a la pensión.
Ahora, a sus 14 años, que me compré un departamento, que estoy pagando, quiero mostrárselo a ella. Siempre cuando salimos vamos a un mall, le compro cosas, comida en el patio de comidas, vamos al cine y en la noche la voy a dejar, no muy tarde.
Pero ahora la llevaba al departamento que me compré y que orgullosamente quiero mostrárselo.
Ella no decía nada, mu seria, muy triste.
– Pero, qué pasa hija? –
– Nada,! – respondió secamente.
Llegamos al edificio, se abrió la reja de entrada y bajé al -3 donde está mi estacionamiento, a menos de 20 metros del ascensor.
– A dónde me traes? – me preguntó sorprendida.
– Es una sorpresa, baja – le dije tomándola de la mano. Se abren las puertas, piso 20, pasillo a la derecha al fondo, pongo la llave el la puerta y le digo
– Este es mi departamento y el tuyo – abriendo la puerta y entrando.
– Acaban de entregárselo, todavía no he comprado los muebles, pero la cocina está equipada, mira ven a verla –
– Qué lindo todo. Que linda la cocina –
– Compré lo más necesario, por el momento, el refrigerador y el microondas –
Abrí el refrigerador y se lo mostré, había ido al supermercado y lo había llenado, hasta tarros de conserva habían.
– Éste es el comedor y el living, vamos a ir juntos a comprar los muebles, te parece? – ya su cara había cambiado.
– Éste es el dormitorio principal, el mío, tiene un clóset grande y la cama. Tampoco he comprado nada –
Éste es el segundo dormitorio, el tuyo, también vamos a ir juntos a comprar la cama y un mueble, pero tiene un closet grande para ti. Este es el baño, grande con una tina entera para cuando quieras darte baños de tina. Que te parece el departamento? –
– Está muy lindo, me gusta. Tiene un balcón? –
– Si, ven al living – la tomé de la mano. Abrí el ventanal y le mostré la terraza.
– También hay que comprar un juego de terraza y una parrilla a gas que la vamos a poner en ese rincón.
– Que lindo se ve desde aquí –
– Hora vamos al dormitorio y cuéntame qué pasa, porqué esa cara – la llevé de la mano y nos sentamos en la cama.
– Estoy gorda, estoy obesa! – dijo con amargura.
– No estas obesa, estas con un poco de sobrepeso – le dije para tranquilizarla. En realidad está gorda, de chica ha sido así, mi ex esposa es gorda, buena para la comida chatarra y lo mismo come la niña.
– Tienes una pesa ? – me preguntó enojada.
– Si, en el baño, yo también estoy gordo, pero me cuido –
Fuimos a baño y se paró el la pesa, pesaba lo mismo que yo o más.
– Mira cuanto peso –
– Pero es que estas con ropa – dije para suavizar la situación. Era casi verano y andaba con muy poca ropa. Se sacó la blusa y la falda, los sostenes y los calzones, quedando completamente desnuda. Volvió a subir a la balanza y volvió a pesar lo mismo.
– Viste papá que no es la ropa –
– Pésate tú ahora – me dijo en forma imperativa señalando la pesa.
– Sin ropa – dijo antes de que me subiera.
Me desvesti quedando totalmente desnudo, la pesa arrojó 5 kilos más que ella. Se puso las manos en la cara y se puso a llorar.
La abracé y nos quedamos abrazados desnudos durante un largo rato.
Cuando ella era chica, la bañaba todos los fines de semana. Y ése fue el motivo del divorcio, al principio a mi esposa no le importaba, después me dijo que dejara de bañarme con la niña y que tenía 10 años y estaba cambiando.
Pero mi hija que estaba acostumbrada a bañarse conmigo, presentó resistencia, y mi ex no insistió. Además de que a mi hija le gustaba que la enjabonara y ella a mi, lo que me producía una erección. Pero todo era como un juego para ella, no veía la parte sexual, creo.
Un día mi esposa entró al baño cuando estábamos lavándonos y ella estaba con mi erección en sus manos mientras yo me lavaba el pelo.
Armó un escándalo y me trató de lo peor. Sacó a la niña del baño entera enjabonada y se la llevó. Terminé de ducharme, me vestí mientras seguía recriminándome y mi hija me defendía, tomé mis cosas, las llaves del auto y me fui sin decir nada.
No pensaba que fuera malo que mi hija me viera desnudo ni que me tocara. Me dirigí al mall, caminé por los pasillos pensando en el problema, comí algo y entré al cine. Voy a esperar que la tormenta pase y después voy a volver a casa.
Después del cine, pasé a un restaurante, no para cenar, no tenía hambre, para hacer la hora. Pedí un par de tragos y estuve sentado bastante rato. Un mozo me preguntó qué quería de cenar, porque iban a cerrar la cocina. Le dije que no quería nada. Entonces va a tener que irse, no puede beber sin comer, es una multa para el local. Pagué el consumo y me dirigí a mi casa. Era tarde ya y estaba todo oscuro, me fui a la cocina, saqué una botella de whisky y me serví un trago. Fui al dormitorio y la puerta estaba cerrada por dentro. Volví a la cocina y me tomé otro trago, después fui y me acosté en el sofá.
– Papi, papi, qué haces aquí? – me preguntó mi hija.
– La mamá de dejó afuera –
– Ven, acuéstate conmigo –
– No, no importa, voy a dormir aquí –
– No, te puedes enfermar, vamos a mi cama –
Ante la insistencia de ella y los tirones que me daba, fuimos a su dormitorio. Comencé a desvestirme sentado en la cama mientras ella sacaba mía zapatos, noté que el whisky estaba haciendo efecto. Desabroche el pantalón y bajé el cierre, con la ayuda de ella me los saqué quedando completamente desnudo.
– Ya, acostémosnos – dijo ella metiéndose a la cama, me metí yo, ella se dio vuelta y me dijo que la abrazara, eso hice y quedamos muy pegados, ella ya era gordita y puso su gordo trasero contra mí. Lo sentí cálido y agradable, ella se acomodó y me dormí. No recuerdo que haya pasado alguna cosa, lo que sí sentí fue un golpe en la cabeza, era de mi esposa.
Estaba acostada con mi hija, la tenía abrazada por detrás y tenía una erección al 100% perdido entre las nalgas de mi hija.
Me trató de pedófilo, violador, sinvergüenza, etcétera. Me levanté rápidamente, mi erección apuntaba a un lado y a otro, tomé mi ropa corrí al baño, me vestí y salí corriendo mientras escuchaba gritar y llorar a mi hija.
No recuerdo que pasó esa noche, no sé si la penetré o no, ella tenía 11 años, pero estaba más desarrollada que otras niñas de su edad.
Después de más de un año pude volver a verla. Aunque mi esposa me acusó de violador, mi hija negó todo. Al final llegamos a un acuerdo de divorcio.
– Hija, vamos a vestirnos, comer algo y te voy a ir a dejar –
– Papi, no puedo dormir contigo? –
– No, cuando compremos tu cama vas a poder quédate a dormir aquí –
– Y porqué no ahora ? –
– No te acuerdas de lo que pasó la última vez que dormimos juntos ? –
– No pasó nada papi, si crees que tuvimos sexo, no fue así, mi mamá quería demandarte y me llevó a un médico, comprobaron que yo era virgen, por lo que la acusación de violacion no prosperó y éso perjudico toda su demanda porque perdió credibilidad.
– Bueno, comamos algo y nos acostamos a ver tele juntos, te parece? –
– Si, papá –
La comida fue muy frugal, ya me había hecho la idea de hacerla bajar de peso.
Después de comer nos acostamos a ver televisión, después se volvió y me dijo que la abrazara, la abracé y nos quedamos tapados y dormidos.
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