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Dieta y entrenamiento .
Primera Noche
La primera noche que mi hija se quedaba a dormir conmigo.
Después de casi 4 años, en que la veía 2 veces al mes y por algunas horas, ahora se quedaría a dormir en mi departamento. Y no sólo en mi departamento, en mi cama.
Después de que volvimos de comprar comimos algo, muy frugal, y nos fuimos a la cama.
– Ya sabes hija que si quieres quedarte a dormir conmigo, vas a tener que hacer dieta –
– Si, papá, voy a hacer lo que tu me digas –
Después de ver televisión durante un par de horas, le dije que debíamos dormir. Le dije que se diera vuelta y yo me di vuelta hacia el otro lado, a pesar de sus protestas.
Me costó quedarme dormido, era la primera vez que no dormía sólo, sentía el cuerpo de mi hija en mi espalda, pero estaba féliz.
Como era lógico y así me imaginaba que iba a ocurrir, desperté con mi hija pegada a mi, sus nalgas apretadas contra mis genitales y mi erección matinal entre ellas, en alguna parte.
Me quedé quieto, mirando su pelo, su espalda y sus nalgas, me esperaba un duro trabajo si quería que ella adelgazara.
Le eché el pelo hacia un lado descubriendo su cara, la abracé por el estómago, ella tomó mi mano y la puso en uno de sus senos, de pequeña le gustaba que la abrazara así, acaricié su pezón y dándole un beso en el hombro le pregunté como estaba.
– Bien papi, gracias –
– Tenemos que levantarnos – le dije al oído.
– No, no quiero levantarme, estoy bien así –
– Más rato va a estar lleno el gimnasio –
– Podemos ir en un rato más, en muy temprano aún –
– Bueno, voy a ir a preparar desayuno – me sentía incómodo es esa posición, con mi erección quien sabe dónde.
– No, no te vayas, quédate así – dijo echando su mano hacia atrás y sujetándome de una pierna me apretó contra ella.
– Sientes mi erección – le pregunté.
– Si –
– No te molesta? –
– No, está rico, quédate así –
– Lo tienes dentro –
– Si –
– En tu vagina? – pensando que podría estar en su ano.
– Si, me gusta –
Me quedé así, como estaba, abrazándola por atrás, rozando su pezón con mis dedos y dándole besitos en su espalda y cuello. Ella se movió seguramente porque le dió cosqillas. Se hizo hacia adelante y después se apretó contra mí. Ahora sentí mi miembro desplazarse dentro de su vagina. Se sentía delicioso. Cuanto tiempo hacía que no me sentía igual? No lo sé, el último tiempo sólo me he satisfacía con la mano en la ducha y cuando era muy necesario.con todas mis deudas y comprando cosas no me queda dinero para gastarlo en mujeres. Ya vendrá el momento en que lo pueda hacer. Pensaba. Ahora estaba en éso, sólo que la mujer era mi hija de tan sólo 14 años. La sentí moverse.
– Hija, estás bien? –
– Si papi, sigue moviéndote –
Lentamente comencé a moverme, hacia atrás y después hacia adelante hasta el fondo. La sentí quejarse.
– Hija, estas bien? –
– Si papi –
– No te duele? – era su primera vez.
– No papi, está rico, sigue, no pares –
Me estaba cogiendo a mi hija, por un lado tenía un remordimiento, por el otro lado me producía placer el coito y que fuera mi hija, eso era la guinda de la torta.
Cada estocada a fondo era un quejido, mientras más rápido se transformaba en un gemido. Yo bufaba como un toro, nada más se podía hacer, a lo hecho pecho y seguí cogiéndola hasta qué la llené con mi lechita, una y otra vez, cinco veces le inyecté mis jugos acumulados. Qué placer, qué sensación más agradable, sentía un cosquilleo por todo el cuerpo y finalmente me quedé inmóvil.
– Hija, estás bien? –
– Si papi – dijo sin moverse.
Me quedé quieto un rato descansando, inmóvil, todavía dentro de ella. Sentí que acariciaba mi mano que tenía en su cadera, de donde me afirmaba para entrar lo más posible. Subí mi mano hasta tocar sus pezones. Tomó mi mano y la subió hasta su cara y me la besó.
– Te amo papi –
– Yo también te amo hija – esta conversación comenzó a excitarme.
– Te gustó papi? –
– Si hija, estuvo genial –
– Y a ti, también te gustó –
– Ay papi, me encantó, deberíamos haberlo hecho antes, tantos años perdidos –
– Si, pero no se podía hija, además de que eres una niña aún. A qué edad querías que lo hubiéramos hecho? –
– Cuando tenía 10 vi cuando lo hacías con mi mami. Y cada ves que nos bañabamos juntos, yo quería que me lo hicieras a mi, pero tu nunca lo hiciste –
– Por éso nos divociamos con tu madre, ella pensaba que yo te cogia en la ducha –
– Espera, quiero darme vuelta –
Saqué mi erección de su vagina, esta conversación me tenía al 100%. Ella se puso de espaldas y me miró a los ojos.
– Ven papi, quiero más – me dijo invitándome a subir.
– Estás cómoda – le pregunté cuando estaba dentro de ella nuevamente.
– Comodisima, no puedo estar mejor papi – dijo con sus rodillas dobladas y las piernas bien abiertas.
– Me haces muy feliz, papi –
– Y tú a mi hija –
Pero los papás no se comen a las hijas. Pensaba, mientras comenzaba a moverme lentamente, el mete y saca hacia abrir los ojos de mi hija y ella hacia el mismo movimiento en contrario. Cogiamos en silencio, disfrutando el momento, de pronto se le escapó un quejido entrecerrando los ojos.
– Te duele? – negó con la cabeza sin dejar de mirarme. Me di cuenta que un orgasmo se le venía, continué metódicamente contando, 1, 2 ,3 ,4… una vez por segundo, 75 segundos después comenzó con su orgasmo que debe haber durado 10 segundos. Me quedé encima de ella con mi erección, sin eyacular. Ella se retorcía de placer, hasta que de pronto se relajó, cerró los ojos, dió vuelta la cara a un lado, abrió los brazos y bajó las piernas. Dejó escapar un quejido largo como un suspiro, como si se desinflara y quedó inerte. Tenía la cara roja de calor, sin bajarme de ella, apoyado en los codos y con mis manos en sus pechos, soplaba suavemente su cuello y su cara. Metí las manos por debajo de ella, la tomé de los hombros y la penetré profundamente, todavía mantenía mi erección y pensaba coger hasta acabar. Al tercer empujón me miró y me sonrió.
– Qué haces papi? –
– Pensé que querías más –
– Tu no acabaste papi ? –
– No, pero no importa si no quieres –
– Bueno, acaba luego –
– No se trata de éso, lo podemos dejar para después –
– Si, dejémoslo para después – me dijo.
– Entonces, nos vamos a la ducha? – le pregunté.
– Si, vamos, necesito una ducha – dijo ella.
Se lo saqué, le di la mano y le ayudé a levantarse.
La ducha estuvo muy agradable, reparadora.
– Papi ven – me dijo sentándose en la tapa del wc y tomándome por una de mis piernas. Me acerqué y ella tomando mi miembro lo metió en su boca y comenzó a chupar.
– Pero hija –
– Ay papi, siempre quise hacer esto y nunca me dejaste –
– Bueno, pero ten cuidado – hacía tanto tiempo que no me hacían algo así. De manos en las caderas dejé que se diera el gusto y me lo diera mi.
Que buenos relatos haces Riseva, no tienes un canal o gpo en telegram, acabo de leer los de obesidad y cofradía, son geniales que gran aporte a esta página en serio