Ofelia, mi vecinita
Cuando por fin pude hacerlo con mi vecinita.
Ofelia fue mi vecina en mi época de primaria y parte del secundario. Si bien habíamos tenido algunos acercamientos y tocamientos, no pasó de allí debido a nuestra inexperiencia. Si bien era unos tres años mayor que yo, en algún momento parecíamos de la misma edad, ya que yo siempre fui bastante grande. Estuve mas de un año sin verla y fue en esa época que di mi gran estirón, crecí por todos lados, de alto de ancho y algunas partes el grosor. Le brillaban los ojos a Ofelia cuando saqué mi pene para someter a su hermano Oscarcito, y hasta probó algunas gotas de mi blanco jugo. Estaba esperando la oportunidad y ahora era el momento. No sé si soy una persona con suerte o cuando se me presenta el momento lo aprovecho. Mis padres saldrían ese sábado y me quedarían solo en la casa, esta era mi oportunidad. Dos días antes fui a visitar a mi amigo Oscar y tratar de dar aviso a Ofelia de los acontecimientos. La encontré y estaba feliz por la noticia. Desde su casa se ve la mía, claramente estando atento puede verse la salida de algún vehículo por el camino de ingreso. Salieron mis padres y antes de los 15 minutos llego mi esperada vecinita en su moto.
– Tenemos casa grande así que hay para elegir.- Le dije. Pero refiero la cabaña de huéspedes, si llegara alguien es el último lugar donde buscarían, además los perros se encargarían de avisarnos con tiempo.
Las ganas que yo le tenía a Ofelia se podían notar a través del pantalón. Las ganas que ella me tenía se notaban en su único atuendo: Un vestido de tela fina color terracota; que resaltaba más aún sus ojos marrones y su cabellera larga, ondulada, de un negro azabache que por momentos parecía azulado.
Cuando dejó caer ese vestido quedé con mi remera a medio sacar, no podía dejar de mirar su armoniosa figura, de la que resaltaban sus hermosos pechos. Cómo le han crecido! No eran muy grandes pero sí sensualmente perfectos, erguidos, y con sus pezones mostrando su temprana excitación. Luego me daría cuenta que eran del tamaño perfecto para mi mano. Terminé de sacarme la remera al tiempo que mi boca comenzó a saborear esas 2 maravillas que me ofrecía. Comenzó a respirar hondo y suspirar. Creo que mis incipientes barba y bigote ayudaron a darle mayores sensaciones. Senos, cuello, boca, orejas, ojos, vientre y ombligo fueron colmados de besos, caricias y alguna suave mordida. No le hice caso a mi pene y preferí alargar el esperado encuentro así que hice un gran salto hasta los pies. Desde allí mis labios y mi lengua sacaban suspiros a Ofelia. Comencé a subir sin prisa. Llegando a la rodilla fue cuando me agarró de los pelos y arrastró hasta donde ella quería que estuviera. Abriendo sus piernas metió mi cabeza entre ellas. Sus suspiros ya eran jadeos cuando tomé entre mis labios su botoncito del placer, succioné suavemente y lo masajeé con mi lengua mientras que mis dedos separaban sus labios y se introducían en su muy lubricada cuevita, De su boca salió un profundo aaaaaaahhh!!!.
Cuando empecé a moverlos suavemente … – Pará! Pará! -. Me pidió.- Me vas a hacer acabar!!! Quiero tu pene adentro!!. Me detuve.
Ofelia miró mi pene como asegurándose que esté dispuesto y notoriamente lo estaba.
– Pero lo voy a hacer yo-. Dijo, disponiéndose a montarse sobre mí.
Me acosté de espaldas y la recibí. Se sentó sobre mi pene y frotó los húmedos labios de su vagina sobre mi glande. Más duro se puso. Se separó un poco y tomándolo con su mano lo fue guiando . Qué calentito se sentía y no, no entró fácil. Ofelia respiraba entrecortadamente al tiempo que movía sus caderas tratando de suavizar esa primera sensación entre el dolor, el placer y las ganas de sentirla adentro. Fue sentándose sobre mi pene hasta que éste se perdió completamente en su interior, hizo una pausa y se recostó sobre mi pecho exhalando un uuuaaaauuuu!!! Ahora respiraba lenta y profundamente moviendo sus caderas suavemente lado a lado, tratando de frotar su clítoris contra mi pelvis. La sensación de tenerla sobre mí y con su vagina apretando mi pene era maravillosa. El movimiento de lado de su pelvis fue cambiando por uno de adelante hacia atrás. Se levantaba lentamente y se dejaba caer hasta introducirlo todo nuevamente. Era un suave entrar y salir, tanto Ofelia como yo disfrutábamos cada roce entre su apretada cuevita y mi pene. Yo estaba en el cielo, la había tomado de la cintura y acompañaba cada movimiento. Las manos de Ofelia iban de mi pecho al suyo, parecían no encontrar ubicación, hasta que agarré sus senos firmemente uno con cada mano. Ella se prendió de mis muñecas apretando mis manos más fuerte hacia sus pechos. Sentí sus pezones más duros cuando comenzó a incrementar su movimiento de atrás a adelante. Estaba llegando al máximo de excitación cuando me dijo, entre jadeo y jadeo .- Ni se te ocurra terminar, quiero que sea en mi bocaaaa – .
Unos pocos movimientos más, cuando tensó su cuerpo y aspiró muy hondo y retuvo la respiración unos segundos supe que venía su esperado orgasmo. Llegó con un entrecortado aaaaaahhh, seguido de fuertes espasmos que hacían palpitar hasta sus senos. Las contracciones de su vagina apretando a mi pene me excitaban aún más. Ella apartó mis manos que estaban sobre sus pechos y se recostó sobre mi torso lanzando un profundo suspiro. Pasé mis dedos por su espalda mientras ella seguía convulsionando y su vagina palpitaba sobre mi pene. Cuando se repuso aspiró hondo y exhaló un uuuuuhhhh!!!. Se desmontó y con ambas manos tomó mi pene con una mano y con la otra lo recorrió acariciando en toda su longitud con la punta de los dedos desde la base hasta el glande, se tomó su tiempo para hacerlo enrojecer de excitación. Se había puesto mucho más duro aún cuando succionando lo introdujo en su boca. Una vez dentro su inquieta lengua se propuso hacerme llegar al cielo. Con sutiles movimientos frotando mi glande mi excitación se disparó al máximo. Me agarré de las sábanas tensando mi cuerpo cuando sentí que el primer chorro era expulsado hacia su boca. Debe haber llegado profundo porque la sentí toser luego tragar repetidas veces. Succionó, lamió, masajeó, disfrutó de mi palpitante pene y su semen hasta la última gota que, mirándola con una sonrisa tomó con su lengua como si fuera un helado. Yo seguía con mi pene erecto y palpitando cuando me dijo .- La verdad que es muy rico. Esto se puede transformar en un vicio.
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