orgasmo en la sala de cine (black sun)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi pene erecto dentro de la vagina húmeda del Marcela:
Decidimos ir al cine para pasar una tarde agradable, a ambos nos encantaba la lluvia y disfrutábamos el estar en la calle mientras llovía así que decidimos ir a ver una película. Le encantaban las de niños y entramos a ver una.
Apenas se estrenaba y la sala estaba a reventar y como es lo lógico, repleta de niños de todas las edades.
Aún no comenzaba la película y el aroma de su perfume inhundaba mi nariz, un olor que me excitaba así que me acerqué a ella y besé la parte de atrás de su oreja, ella río y me pidió que me detuviera, pero no lo hice.
Seguí haciéndolo, empecé a besar su cuello y mordí tiernamente el lóbulo de su oreja, mientras con una mano acariciaba su nuca, hundiendo mis dedos entre su cabello largo y lacio.
A su lado había un niño de unos ocho años y a mi lado otro señor que llevaba a su hijo pequeño también, nos vio un feo como ordenando detenernos pero no lo hice, mucho menos cuando empecé a notar que las piernas de Marcela se retorcían un poco y luego las cruzó, como si empezara a sentir cosquillas entre ellas.
Finalmente la película empezó y me detuve porque después de todo, "íbamos a ver la película".
Sin embargo, no dejaba de imaginar cómo se vería desnuda y a qué sabría su piel, imaginaba mi pene entrando lentamente por su vagina mientras la sostenía con mis brazos un tanto quemados por el sol. Quería beber de su vagina, comer de ella y vivir ahí. Eso era lo único en lo que pensaba.
Me excité tanto que me levanté, le dije que iría a la dulcería aunque realmente fui al baño, algo me quemaba dentro de mis pantalones y era un pene que no se calmaría hasta haber escupido todo. Ella sonrió y dijo que esperaría.
Llegué al baño y empecé a jalar tan duro mi miembro que no tardé en correrme, el semen salió disparado hasta la pared, por encima del inodoro. Tomé un poco de papel y lo limpié.
Cuando estaba por regresar a la sala, pasé por otra donde exhibían una película francesa. Me llamó la atención el sonido del acento así que entré para ver cuál película era y pude ver que no había absolutamente nadie en ella, volví a la otra sala con Marcela y me senté. Estaba tranquilo porque mi semen corría ahora por las tuberías del cine y porque ahora imaginaba a Marcela desnuda sobre mi pene en aquella sala vacía.
La besé en la boca y la humedad de su boca encendió mi pene de nuevo, y acariciando su abdomen fui bajando hasta meter mi mano en su pantalón, acaricié su vello y pude notar que no era yo el único editado, porque su tanga estaba tan humeda como la había imaginado.
Echó un suspiro y me pidió sacar la mano; hay niños aquí, me dijo.
No le dije nada más, la tomé por la mano y me siguió hasta la sala francesa, como ahora le llamo cada vez que paso por ahí.
Subimos hasta la última fila de los asientos, me senté y ella sobre mí, acariciando su cabello y besando su cuello, mordía mis labios con una intensidad que jamás había visto en ella, como si estar ahí la excitara aún más.
Le quité su blusa, desabrochando botón por botón y apretándola hacia mi pene que aún estaba debajo de mi pantalón. Sus senos quedaron al descubierto por fin y al intentar quitarle el sostén dudó un poco, le daba miedo ser descubierta, me dijo.
La hice que se levantara y sin decir nada me bajé el pantalón y el boxer, estando ya desnudo de la cintura para abajo, ella no dijo nada y entonces desabroché su pantalón y se lo bajé, su tanga estaba más húmeda que antes y empujé mi pene contra su vagina, cubierta por la tanga. Ella río y me empujó hacia el asiento y se sentó sobre mí de nuevo, le quité entonces sí el sostén y lo aventé lo más lejos que pude, ella volteó a ver, río de nuevo pero no le tomó importancia.
Se balanceaba sobre mi pene tan duro como un tronco y gemía sin ninguna moderación.
Ella se levantó y bajó su tanga lentamente, se inclinó hacia adelante y ahí la detuve, metí mi lengua en su vagina por atrás, saboreando cada centímetro de su piel, de su vagina, sus nalgas y acariciando a la vez su espalda. Me levanté y con la punta de mi pene empujé un poco su ano pero sin llegar a penetrarla.
Ella seguía inclinada esperando a ser penetrada, pero no lo hice porque no tenía protección, la tomé por las nalgas y la senté, abriéndole las piernas y lamiendo su vulva, su clítoris, cada labio y tragando la humedad de ella, era un poco salada pero me excitaba, y empecé a acariciar mi pene y los testículos mientras seguía introduciendo mi lengua lo más profundo que podía y usando mi dedo a la vez. Ella gemía y suspiraba y no pude más, no me importó el no traer condón, me levanté e introduje mi pene ardiendo en su vagina, ella me tomó con sus dos manos por las nalgas y me empujó hacia ella. Como si quisiera ser atravesada por completo, su vello púbico y el mío se mezclaban al compás del ir y venir, la sala olía seguramente a sexo, vagina, semen, fluidos vaginales, sudor, y ese champú a fresas de su cabello.
Mordí su oreja delicadamente, la besé tanto que la boca empezaba a sentirla como dormida, la besé de los pies a la cabeza, incluso lamí su ano.
Ella se levantó y yo también, estando parados los dos seguimos besándonos y acariciando cada parte de su cuerpo, en especial sus senos y los pezones que tan duros, parecía que reventarían en cualquier momento.
Mi semen estaba por escurrir por fin así que saqué mi pene de su vagina y empezó a masturbarme. Todo cayó sobre el asiento.
Se vistió completa excepto por el sostén que nunca supimos dónde cayó, de igual forma me vestí yo y nos besamos por última vez antes de salir de la sala, le presté mi saco porque al no tener sostén, se notaban sus pezones erectos a doscientos metros de distancia.
El semen en el asiento, su sostén lejos y nuestros orgasmos en una sala de cine…
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