Otra vez, descanso obligatorio en lunes
Como ya lo conté en mi relato anterior, al tener que quedarme en casa el lunes de descanso obligatorio, no pude estar con mi amante Bernabé el lunes, pero el martes se repitió el trío con éste y Amador, mi otro amante. Yo no lo esperaba..
Como es mi sana costumbre sexual, el fin de semana me dedico a ordeñar a mi marido y llenarme el cuerpo de su lefa para acudir el lunes con mi amante para que me limpie con la lengua el cuerpo y saboreé el atole que le gusta. El martes voy a atender las necesidades sexuales de Amador, amante cariñoso que conseguí hace cuatro meses.
El domingo salí temprano de casa para ir a misa, después de haber dejado tendido a mi esposo al darle una mamada en la que extraje algo de leche, no micha porque ya lo había ordeñado desde el viernes en la noche, y el sábado todo el día. Como otros domingos, no llegué a entrar a la iglesia pues Amador me estaba esperando para que yo le ayudado en su momento sagrado (sacramentum). Me subí a su auto y fuimos a su casa, directamente a la cama, aún tibia y con algunos vellitos rizados que delataban el intento de una paja.
Lo primero que hizo fue darme un beso muy húmedo, “¿Se la acabas de mamar a tu marido?”, preguntó después de haber navegado por mi paladar y el interior de mis mejillas. Yo asentí con un gesto de cabeza y una sonrisa.
Nos desnudamos y me colocó en la posición del 69 para lamer mi panocha y sus alrededores. Lo hizo tan rico, sobándome y magreando mis nalgas, picándome el culo con un dedo al tiempo que su lengua jugaba en el interior de mi raja, que tuve un orgasmo y él se atragantó con el flujo excesivo. Mi boca quería extraerle la leche, pero él se separó.
Nos acomodamos en posición de misionero, me penetró con cariño y, chupándome las tetas, se movió sobre mi cuerpo hasta que explotamos juntos. Descansamos poniéndonos de frente acostados y abrazados, tomando aire a bocanadas, pero con las miradas de uno sobre los ojos del otro y la sonrisa de mutua satisfacción. “El martes tendrás una sorpresa en esta misma cama”, dijo. Pregunté cuál sería y me contestó “Es una sorpresa, prepara el culo…”
Una vez cumplido el ritual amoroso en ese momento sacro, nos vestimos. Amador me dejó frente a la panadería y se despidió con una frase que me hizo comprender por qué no quiso venirse en mi boca, sino en la vagina: “Sabor con sabor se paga”. Compré el pan para el desayuno y fui a casa. En el momento que puse el agua para preparar el café, sentí un abrazo que me apretaba las chiches, y puntazos en las nalgas. “Ya fuiste a recibir la comunión, ahora te daré el vino sagrado”, dijo Ramón, mi marido, quien seguía encuerado, tal como lo dejé, y me llevó a la cama.
Me quitó la ropa, yo me quité el calzón para que no lo notara con la lefa de Amador que había escurrido. Me tumbó en la cama, nos acomodamos en 69 y comenzamos a lamer. “Te faltó otro poco de biberón, no te lo tomaste todo”, dijo antes de meterme la verga en la boca y chupamos con fervor. “¡Puta, qué rica sabes cuando estás cogida!”, exclamó cuando le saqué la leche y yo temí que hubiera reconocido en el atole con mis flujos, el sabor de un semen que no era el suyo. “Me has cogido desde el viernes, papacito, ¿cómo querías que estuviera? ¿Está rico el sabor que tengo?”, contesté. “Sí, mamita, riquísimo”, aseguró. “También tu leche sola es riquísima. No cabe duda que sabor con sabor se paga”, recordando lo que me dijo Amador.
Después que descansamos, le dije que desayunáramos. En la mesa, frente a frente, y sonriendo, yo agradecía mi gran suerte: Estaba muy bien cogida, pues me zampé dos vergas, tanto por la panocha como por la boca. En ambos casos me tomé algo de leche haciendo el 69 y también, a cada uno le di la crema del otro; a los dos les gusto y saborearon exaltados mi sexo; Amador sí sabía que la leche era de Ramón y éste creía que era la suya. Obviamente, no fui a misa, aunque mi marido cree que sí; de cualquier manera, fue un momento sacro.
–¿Qué te parece si hoy vamos a comer fuera? –me preguntó mi marido.
–¿Y qué hacemos antes?, porque falta mucho tiempo –señalé.
–Nos arreglamos y salimos a pasear –contestó y se metió a bañar.
Yo no quise bañarme, no es mi costumbre, me negué a hacerlo para estar en forma (con sabor y olor) para mañana, como le gusta a Bernabé, a quien le prepararé axilas y tetas con crema. Pero cuando salió del baño, me obligó a que me metiera a la regadera.
Al regresar a casa, fuimos a la cama. Lo encueré, yo también me desvestí, y me puse a hacerle una cubana a mi marido, lamiéndole la cabecita cada vez que ésta se asomaba entre mis tetas, hasta que salió un chisguete que me distribuí por las tetas.
–¿Quieres mamármelas? –le dije al tiempo que se las ofrecía.
–No me gustan así… –dijo moviendo la cabeza de manera negativa, mirándolas con desagrado.
Le di unos jalones al pene para exprimirle unas gotas más y me las unté en el sobaco. “¡Cochina!” exclamó.
–Tu leche es muy rica, papacito, y seguramente en mis tetas sabe mejor, ¡de veras! –le dije y volví a ofrecérselas.
–¿Cómo sabes? –
–Yo no me las alcanzo a chupar bien, pero tú sí… –dije al lamerme el pezón, y pensé en otros a quienes sí les gustan así.
Nos acostamos y me puse a jalar el tronco mientras me metía el escroto con sus bolas en mi boca. Mi marido, sonriente, cerró los ojos para gozar de las caricias de mi lengua. Dormimos y más tarde desperté cuando me colocó aceite lubricante en el culo. ¡Traía el falo estiradísimo! y lo metió por atrás jalándome de las caderas. Sentí muy hermoso cómo entraba y salía su pene de mi orto, hasta que se vino, llenándome la cola de su amor…
En la mañana, me desperté con su pene en mi boca, lo chupé, se vino un poco y volvimos a dormir. Yo sí sabía que hoy era día de conmemoración nacional, debido a la Constitución de 1917, y la de 1857, pero no recordaba, o no sabía, que era día libre obligatorio. El asunto es que me quise parar para hacerle el desayuno a mi esposo y él me jaló hacia la cama.
–¿A dónde vas, mamacita? Te quiero en la cama, mámamela otra vez… – dijo y me puso el pito en los labios.
–Pero debes ir a trabajar, al rato vendrán por ti –le dije tomando el aparato desde los huevos para metérmelo a la boca.
–Hoy no se trabaja –dijo, y se me atoró el manjar que disfrutaba– es día libre.
Tosí por la sorpresa, pues ya tenía mi plan para ver a Bernabé. Pero volví a lamerle la verga para seguir con el maratón sexual, aunque no se me quitaba de la mente que no tendría limpieza de tetas, panocha y axilas por parte de mi amante y no podía avisarle. Más tarde, en el Whatsapp, leí un mensaje de Bernabé: “Seguro que este lunes sigues ordeñando afanosamente. ¡Feliz día!”. Con tristeza, contesté “También me gusta contigo”.
En la tarde, después de comer, pusimos videos XXX. Los comentarios, en las escenas de tríos, se dieron en torno a Pedro y su chichona mujer.
–El viernes, cuando nos estábamos echando unas “chelas” (cervezas), uno de los compañeros le dijo a Pedro que cómo le hizo para conseguirse una mujer tan bonita y bien equipada y todos reímos. “Así somos los caritas. ¿Verdad Ramón?”, contestó y a mí se me atragantó la cerveza al escucharlo y todos se carcajearon, pero ya no hubo más comentarios al respecto –me contó Ramón.
–¿Por qué te sorprendiste? –le pregunté a mi marido.
–¿Cómo que por qué? Él estaba diciendo que mi mujer era bonita y “bien equipada” –contestó dándome una caricia en las nalgas.
–Inés está mejor equipada que yo de acá –dije tomando mis tetas, para dejar claro que la esposa de Pedro está muy chichona.
–Pero tú eres más bonita… –me dijo dándome un beso en la boca y jalándome los pezones.
–¿No te gustaría mamárselas a ella? –pregunté retadoramente.
–La verdad sí… –contestó haciendo la mueca de una sonrisota y moviendo la cabeza de un lado a otro–, pero que tú me estuvieras mamando la verga al mismo tiempo.
–¡Uh…! Pedro tendría que estarse cogiendo a alguna de las dos para que no se quedara nomás mirando –dije acariciándome la raja y abriendo las piernas.
–¡Eres muy puta! ¿Sí quisieras que te cogiera otro? –espetó.
–Pues la verdad sí… –contesté como él, arremedándolo, y Ramón se carcajeó.
–Yo lo decía en broma –dijo sonriendo y me metió un dedo en la panocha.
Seguimos chacoteando, entre bromas y veras, imaginando cómo les haríamos a ellos si cogiéramos juntos. Así, entre demostraciones, cogimos muy rico hasta quedarnos dormidos.
En la mañana del martes, tomé mi biberón matutino con la leche que aún le quedaba a mi esposo, antes de levantarnos: él a bañarse y yo a hacerle el desayuno. Apenas salió de la casa, me vestí para salir a ver a Amador. Vi su auto y me subí rápidamente para que no me viera alguien. De inmediato sentí que un par de manos, salidas del asiento trasero me agarraban las chiches y me asusté. Amador me dijo “¡Sorpresa! Ya te lo había advertido el domingo”. Volteé la cara y descubrí que era Bernabé quien venía atrás y sonreí.
–Vine por mi atole, para que no me ganara Amador con él –dijo Bernabé sobándome el pecho con más enjundia.
Al legar a la casa de Amador, éste sirvió unos jugos de tomate y me ofreció uno.
–Te lo tomas después de que te dé un beso –dijo y me metió la lengua para saborear la leche que trajera de la mamada que le había hecho a mi marido.
Comimos un poco de barbacoa que habían comprado, pero me fueron encuerando entre bocado y bocado. Yo quedé desnuda y les exigí que ellos se quitaran la ropa. Ya en pelotas los tres, nos fuimos a la cama. Bernabé se puso a chuparme la panocha y Amador tomó las tetas con crema. “¡Qué rica vienes, mamacita! a los dos nos trajiste leche!”, exclamó Amador y siguieron mamando por más de diez minutos, y yo… yo orgasmeando…
–Acuéstate tú y ella encima, porque yo quiero darle por el culo –le dijo Amador a Bernabé.
Acomodados y con las dos vergas adentro, empecé a recibir un masaje interior de lujo. Mis gritos se deben haber oído por todo el barrio. Lograron llenarme los ductos de manera simultánea y descansamos así, jadeando, y yo como bocado principal del sándwich, hasta que se me salieron las vergas. Poco después, Amador se puso a chuparme la vagina. “Qué bárbaro, parece que no habías cogido en una semana”, le dijo Amador a Bernabé. “¿Y tú? fíjate en la cama: hay un charco de todo lo que le escurre a la putita del culo. Efectivamente, esa cogida fue de las mejores que me han hecho estos amores.
Nos bañamos juntos, me volvieron a dar al mismo tiempo, pero ahora cargada. Tres y media hora después que había salido, regresé cansadísima, pero feliz, a casa. Como sonámbula me puse a hacer la comida y a asear un poco la casa.
«orgasmeando»… Creí que habías inventado el término a raíz de las mamadas que gozabas. Pero después se puso mejor. ¡Me encanta escuchar tus alaridos de amor! ¿Aguantarás a tres? ¿Cómo acomodarías a los propietarios de tres vergas para que te dieran por la panocha al mismo tiempo?
¿Lo intentamos?
No sé cómo se acomoden, pero estoy dispuesta a verlos como contorsionistas para tenerlos adentro de mi panocha juntos. Tú dices cuándo vienes a esta ciudad.
Pues te benefició, hasta gritaste de placer. Además, te gusta tenerlos a los dos juntos y adentro.
¡Sí, fue una gratísima sorpresa!
¡Qué gran sacrificio hiciste! Es que eso de tener a dos dándote amor simultáneamente es delicioso…
Por lo visto, Bernabé ya sabía que no podrías cumplirle el lunes y que el martes era de Amador, por eso se pusieron de acuerdo, para darte el amor juntos. Suertudota, creíste que te habías perdido de la limpieza lingual.
La limpieza lingual no me la pierdo, Amador también la hace bien.
Sigues estando bien atendida. Ambos querían tener a lo que los has acostumbrado. Yo los programaba en horarios distintos; claro, yo no tenía ya el problema de ocultarme del marido.
Nunca me pasó así, ni se me ocurrió juntarlos, ¡qué tonta fui!
Pero ya puedes repetirlo cuando quieras, sólo es cosa que se los pidas.
Cada vez que te leo, Mar, envidio tu suerte. Me gustaría llegar a mi casa como tú, casi arrastrándome de lo cansada por coger tanto. No niego que mis amores, incluido mi marido, me dan muy rico, pero te leo y quisiera provocarles la lujuria como lo haces tú con tus amantes regulares, el espontáneo que se fue a darte los huevos a tu ciudad y los relatos fantasiosos que has inspirado en otros (chicles y Vago82). Por cierto, ese Vago82 no volvió a escribir, sól tú sabes cual es su correo, dile que tiene admiradores, también una chichona que supuestamente lo aborrece, pero le hizo un relato fantasioso muy bueno (¿O no, Tita?).
No tienes qué envidiar, sólo es cosa de juntar a dos, y tú tienes varios. Anímate a proponérselos.
Si quieres, le pregunto si puedo darte su correo, a ver si no te hace enojar como a Tita.