Pamela, se deja hacer
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por casuals1.
Hola:
Mi nombre es Pamela, tengo 19 años, soy rubia, ojos celestes, mido 1.70mts, tengo cuerpo de modelo, pero con carnes, (quiero ser modelo, tapa de revistas, no me interesa desnudarme ante nadie, al contrario, me gusta que se deleiten con mi cuerpo)(si tengo que acostarme con cualquiera para llegar a mi cometido, lo haré sin ninguna duda), por ahora, hasta que alguien me descubra, trabajo de repositora de mercaderías en un supermercado, me encanta usar minifaldas, y mostrarle al mundo mis contorneadas piernas, mi cabello es lacio y llega casi a mi estrecha cintura.
Salí como todas las mañanas a mi trabajo, tomo el tren atiborrado de gente, siempre dejo que alguien me apoye o me toque en el tren, me divierte y calienta mucho, casi todos los días llego a mi trabajo bien toqueteada por algún pasajero del tren, me hago la distraída y gozo cuando me tocan el culo o mis tetas, esta mañana en especial, estaba muy provocativa, llevaba una falda tableada que apenas tapaba mi trasero, zapatos bajos con medias a las rodillas, camisita blanca muy apretada y transparente, el pelo lo llevaba recogido con una cola de caballo
Subí al tren como todos los días a las 7 de la mañana, fui pasando, por el pasillo atiborrado de gente que iba a trabajar igual que yo, un señor gordo y con bigote me dio paso para que pudiera sostenerme, con una sonrisa le agradecí, y me quedé quietita delante de él, puse mi cola lo más cerca que pude de su entrepierna, el señor gordito ni lerdo ni perezoso me refregó su pene ya erecto en mi trasero, me acomodé más cerca para sentir ese pene, él me rozaba y con una mano acariciaba mis muslos, a mi me gustaba el juego, su mano iba subiendo despacito por mi muslo, yo lo dejaba actuar, estaba muy excitada, su mano llegó a mi entrepierna, y me tocaba la tanguita, me acomodé mejor sobre su pene duro y abrí un poco mis piernas, para facilitarle el toqueteo, el señor empezó a tocar mi conchita húmeda, y yo me movía, estaba toda húmeda, me movía despacito, el señor gemía en mi nuca, la estaba pasando muy bien él y yo, lástima que ya llegaba a mi estación y debía bajar, dí un respingo, le pedí permiso, el señor no se movía quería seguir con su juego, volví a pedirle permiso ya debía bajar, me dió paso sin sacar su mano de mi lubricada vagina, al pasar hacia el costado le refregué mis tetas por su pecho. Y con mi mano saqué la suya de mi conchita.
Me iba a bajar del tren totalmente excitada, pensaba apenas llegue al super voy al baño y me masturbo, cómo me calentó ese gordito!!!mmmm, si hubiera estado en otro lugar más tranquilo lo hubiera dejado que me cogiera, paciencia!!! Y a otra cosa.
Llegué al super, fui al baño varias de mis compañeras estaban allí charlando y riéndose, contando sus cosas privadas, no iba a poder masturbarme con todas las chicas allí, estaba superexcitada, fui al depósito a cargar bolsas de arroz para reponer en la estantería del super, Cristian, un compañero de trabajo, pasó por allí y le pedí si por favor podía recibir las bolsas de arroz y ponerlas en el suelo, para después transportarlas hacia las estanterías.
Cristian me dijo que si que me ayudaría, yo estaba arriba de la escalera y él desde el piso podía ver mis intimidades, su mirada era bastante libidinosa, y yo me aprovechaba de la situación y con disimulo le enseñaba todas mis partes pudendas.
Cristian con sus veintiun añitos, estaba muy lindo, a mi me gustaba mucho, tenía un cuerpo muy bien torneado y musculoso gracias a estar varias horas en el gimnasio, su cara era perfecta, ojos verdes, cabellos negros muy cortos, boca carnosa, un arito en su oreja izquierda, era muy lindo.
Bajé de la escalera al terminar y le agradecí.
-Pamela, me calentaste mostrándome tu culo, no doy más nena, mira como estoy.
Con su mano tomó mi muñeca y me la llevó directo a su cremallera, que en cualquier momento explotaba, yo lo acaricié y pasándome la lengua por los labios le dije:
-Mmmmmmmmmm, mmmmmmmmmmm!!!!, guauuuuu!!!.
-Te gustaría sentirla toda dentro tuyo???.
-Si, le dije con desparpajo.
Me tomó de la mano y me llevó a un costado del enorme depósito, me puso contra la pared y comenzó a besarme, mientras sus manos recorrían mis piernas de punta a punta, su lengua besaba mi cuello, y yo respondía con suspiros, estaba muy excitada, mis hormonas adolescentes iban a mil.
Me dió vuelta, sacó mi tanga solo de una pierna, yo abrí mis piernas y saqué mi trasero, él tomó su verga y mientras la metía en mi húmedo nidito, me decía:
-Ahora te lo hago rápido, pero esta noche si quieres vamos a mi casa y te cojo sin parar.
-Si, si, pero ahora damela toda, ponela bien adentro, no deseo otra cosa que recibir tu verga.
De un empujón me la metió hasta el fondo y comenzó a entrar y sacar, yo gozaba mucho, le pedía más que siguiera, con una mano me tocaba los pezones y con un dedo me fregaba el clítoris, qué delicia, Dios!!!!, me gustaba mucho, en un tiro, me dijo, Cristian, ahhhhh!!!!!!, me corro.
-Siiiiii!!!!, llename de leche, siiiiii!!!!!.
Mi orgasmo fue junto al de él, cuando terminó, me abrazó contra la pared, me di vuelta y nos dimos un terrible beso de lengua.
-Señorita Pamela, señor Cristian, los dos a mi oficina. Esto es una vergüenza!!!.
Nos sorprendió el señor Álvarez, el dueño del supermercado, un señor de unos 60 años, robusto y muy alto.
-Los espero a los dos en mi oficina. Y se retiró con paso firme.
Cristian y yo nos miramos, no sabíamos que hacer, puse mi cabeza en frío y le dije:
-Deja, no subas, esto lo arreglo yo, déjame que hable con él, tal vez pueda convencerlo, no subas, déjalo por mi cuenta.
Puse mi tanguita en su lugar y me fui caminando tranquilamente hacia la oficina del señor Álvarez, al llegar toqué la puerta, y desde adentro me dijo que pasara.
El señor Álvarez con cara de pocos amigos estaba sentado en su sillón de gran jefe.
-Permiso señor Álvarez.
-Pamela, lo siento mucho, pero lo que presencié en el depósito es inadmisible, tendré que despedirlos a los dos.
-Señor Álvarez, le pido por favor que tenga piedad de nosotros, ambos necesitamos trabajar, por favor, no lo haga.
-Pamela, eres una chica muy tentadora y mis empleados están distraídos cuando tú andas por ahí mostrandoles el culo sin un poquito de recato, no, no, ya lo decidí, por el bien de mis empleados debo despedirte.
-Señor Álvarez, estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para que usted no me despida a mi ni a Cristián, los dos necesitamos este trabajo.
-Si necesitas el trabajo, ¿por qué no lo cuidas??.
-Señor Álvarez, usted tiene razón, me fui acercando al viejo, y me agaché entre sus piernas, puse mi cabecita en su regazo, y le decía:
-Señor Álvarez, le ruego que no nos despida.
-Anda niña, levántate, vamos.
-Le pagaré muy bien señor Álvarez, haré lo que me pida, pero no me despida.
-¿Qué quiere decir que harás lo que yo te pida?.
-Quiere decir esto…
Y levanté mi cabeza, lo miré a los ojos y con mi mano le abrí la cremallera, busqué su pene y lo encontré erecto, era el pene más grande que vi en mi vida, y había visto y probado muchos, desde los quince que probaba penes, me gustaba el pene y me gustaba coger más que comer, el pene del señor Álvarez era grueso, largo, con venitas brillantes, y muy duro…
Lo puse despacito en mi boca y lo empecé a chupar, lo introduje hasta mi garganta, como pude, era muy grueso y grande, le pasé la lengua, lo mamé, lo chupé, mientras hacía esto, le tomé ambas manos y las llevé a mi senos, sabía que el viejo no se iba a resistir a esto…, lo hice gozar un ratito, le hice probar el dulce.
-Señor Álvarez, no le gustaría comerse este caramelito, cuándo, dónde y como usted quiera y las veces que quiera??.
Sin decir más me subí arriba de él y lo monté, empecé a subir y bajar, el viejo ponía los ojos en blanco del placer, salí de arriba de él, me puse de espaldas y levanté mi falda. Le mostré sin vergüenza alguna mi trasero.
-Señor Álvarez, no le gustaría a usted, tener este culito a sus disposición cuando se le antoje?.
Y le tomé las manos y le permití que me tocara mi culito durito, tierno y sabroso.
El señor Álvarez, me dijo:
-Estás segura que harás todo lo que yo te pida?.
-Si no nos despide, seguro haré lo que quiera y lo haré con mucho placer, se lo prometo. No se va a arrepentir.
-Si yo te pido que lo hagas conmigo y con otro a la vez, lo harás??.
Tomé su pene entre mis manitas y se lo empecé a besar.
-Si quiero hacertelo por delante y por detrás, ¿te dejarás?
-Ya le di mi palabra señor Álvarez, lo que desee conmigo lo tendrá. Seré su puta preferida.
-Niña, que ya me estás volviendo loco.
Lo abracé y le dí un terrible beso de lengua, sus manos desabrochaban mi camisita, mis pechos ardientes esperaban su lengua…
CONTINUARÁ.
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