PASANDO LISTA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
La Pajarita Emilia, es el chino, el que de chico jugaba futbol con nosotros en la calle y nos andaba mostrando su pili cada vez que se arreglaba el short. Él era pues el chorro de los sostenes de La Callosa.
La Callosa, le decíamos así de tanto que fruncía pajaritos en el gallinero de su patio enrejado. Se ponía a enterrar pajaritos a plena luz del día.
La Tutifruti, era la que le chupaba la manivela al camionero de la mecánica de al lado de tu casa. Le cascaba al viejito hasta sacarle la leche y todo por media luca para su recreo.
La Chupita y la Pepona, eran las que se quedaban en el curso hasta tarde para hacer un intercambio de saliva y también de metida de mano.
El Ricochito, era el que en la clase de talleres hacía parar su circo dentro de su calzoncillo y daba su función gratuita a vista y paciencia de todos los mirones que formaban una media luna a su alrededor.
La Jirafa, era la que se agarraba a su Garrafita y hecha rosca le metía tan fuerte que le hacía botar sus gases por el cuadril.
La Chavelita, era la que me hacía jugar calzón sucio y perdía a propósito para que le eche un vistazo a su arrecife aunque todavía no tenía matorral.
La Chapitas, la hermanita de La Chavelita y del Chavelo, venía en los recreos a sacar todos mis juguetes para jugar. Luego se hacía a la adormilada y me dejaba bajarle el calzón para jugar mis propios juegos.
La Polaroid, era la que se daba de modelo y se ponía a hacerte poses. Y según sea su fotógrafo o fotógrafa se hacía apretar el obturador sea a mano o a palanca.
La Huevito, por su tamaño y su formita regordeta te llegaba precisamente hasta ahí (hasta los huevos) y los chupaba hasta dejarlos fritos.
La Huesos, era nomás, más hueso que carne y más tosca que cariñosa, iniciaba el arrumaco propinándote una buena paliza y a mordiscos te levantaba el tubito, para luego ponerse a cabalgar como jinete en toro bravo.
La Chorrillos, era la que no se dejaba dar más que con sus amigas, se hacía sacar la falda, el calzón y las medias y de pie con las piernas abiertas, se hacía explorar a mil manos y al tacto no se podía controlar y cada que le venía una sobreexcitación se le escapaba un chorrito de pis.
El Chavelo, era el que se hacía invitar a farrear en su propia casa y de paso el que terminaba invitando las bebidas, y ya que traía a su ñatita a las farras, se lo hacía caer a él primero, y como su ñatita aflojaba así de rapidito, se hacía nomás dar con todos y todas.
El Vitara, era el que aflojaba nomás la manivela cuando le prestabas revista playboy o pentahouse y mientras se perturbaba con las revistas toda la tarde, podías exprimirle el pito con toda paciencia y a tu gusto hasta dejárselo rojito y las canicas hinchaditas.
El Perrito Aguayo, con que le invites un plato se dejaba nomás, lo llevábamos a la planta alta y le alcanzábamos un plato bien servido, entonces turnándonos lo tomábamos por la espalda y sujetándole el tolete lo elevábamos diciéndole “silba, silba más fuerte o no te la suelto”.
La Cachetes, era la que te facilitaba almanaques de bolsillo con peladitas, a cambio, en los recreos después de deshacerse de sus calzones, se venía a sentar a tu lado con su falda sujetada y te pedía que le amases duro los cachetes y te hacía agachar para que se los pruebes.
La Mano lenta, era la que fruncía lentito el tolete del que se sentara a su lado en las clases de francés.
La Machucona, tenía tremendo batan, cuando un chango le entregaba su locotito lo hacía desaparecer entre sus nachas y al ritmo de sus movimientos lo excitaba y le provocaba que suelte su jarabe ahí adentro. Luego se lo sacaba mojadito y se lo pasaba a La Cara de Plato.
La Cara de Plato, que era su intima de La Machucona siempre agarraba sus sobras y se los metía directo a la boquita, para luego pasarlos a su pavito y mientras le daban por el pavito, La Machucona se sentaba encima de su cara y con tremendo batan la aplastaba, por eso le decíamos La Cara de Plato.
El Ogro, tenía el tolete talla ancha y lo que le gustaba era que le chupeteen, para hacerlo tenías que abrir tu bocamina como de serpiente y era eso precisamente lo que le gustaba al Ogro.
Al Jurgen, todos lo atacaban sin clemencia; al terminar las clases lo rodeaban como a perro arrinconado, le obligaban a mostrar sus partes y a poner sus manos en la nuca. Todos se daban el gusto de hacer lo que querían con él, desde jalarle la garrocha, escribirle en el culo, taparle el caño con borrador miga de pan; les gustaba sobretodo manosearle el chorizo hasta que se le ponga morado y le arda, o bien le hacían probar meo o deslechada.
A la Nirvana, le gustaba siempre de a dos, es decir, combinado ñato y ñata. Comenzaba con la ñata dándose un 69 seguido de un teta a teta y unas metidas tanto por adelante como por atrás; con el ñato al estilo perrito se hacía encajar y remataba metiéndose pija y sapito a la boca mientras la una lengüeteaba su pavito y el otro lengüeteaba sus nachitas.
La Melosa, era la chupadora oficial del curso, en la clase de música se metía entre los bancos y se introducía a la boca trompita tras trompita de todos los chicos, tremendo festín que se daba entre las piernas de uno y de otro, y si por ahí una de las chicas le ofrecía su sapito no lo despreciaba y le hacía el servicio de rodillas como si le estuviera rezando.
La Nadadora, era la más plana de todas, se rogaba a la que fuera en el baño para que se la lleve a uno de los compartimentos y ahí se quitaba todo y al nivel del suelo se dejaba hacer de todo, incluso que te sientes encima de su cara y la mojes.
La Decana, que era la más vieja de todas, le gustaba iniciar a las más chamaquitas y en el baño les daba lecciones gratis de Kamasutra, lesbianismo y pedofilia.
La ágil Todopoderosa, tenía los mejores delanteros y al final de las clases de educación física, se ponía a mostrar sus lecheras y le daba de probar a la que quisiera hacerlo.
La Cazada, que ya tenía wawa venía al cole con su ajuar de tangas y sin sostenes, te llevaba al kiosco vacío y ahí se probaba todas sus tangas sólo para vos y entre cambiazo y cambiazo se dejaba meter en su chonchón.
El Piolín, sabía cómo seleccionar a sus amigos y los invitaba a su casa a que le devoraran el pajarito y las nueces, mientras él daba una buena manoseada.
A La Mariachi, con tal que me la dé no le importaba compartir con La Chavelita aunque le parecía muy feta y le decía -yo ya tengo tetas y panocha peluda, así que cuando me hace la meme, me lo hace con gusto.
La Mosca, era otra que se entregaba con todo, a manos llenas, te entregaba ya sea su panocha, su traste o sus carnosas tetas. Y podías darte el gusto de hacer con ella lo que te venga en gana.
La Panza Cortada, tenía un tatuaje que le salía del Monte de Venus y subía hasta su ombligo, y con tal que se lo veas completo te dejaba que la rasures.
La Choca con su amante fiel la Beba, (Beba por sus buenos pechos) se andaban chupando las tetas en cualquier rincón.
La Charola, que se hacía la santa, una vez que cayó en mi casa con pretexto de probarse una camiseta, le aguijoneé las tetudas y desde entonces resbala por ahí todos los viernes sin sostén y con sus tetitas sueltas.
Ahora de las profes La Josefa, era una vieja de arranque, cuando se ponía borracha en las fiestas, quería cuerpito y entraba a los baños a buscar quien le haga el servicio, pero al final ella solita se lo hacía.
La otra era la profe Susi, que en pleno curso se semibajaba el pantalón de la parte trasera para arreglárselo y soldarlo a sus nachas, si te pescaba mirándole te hacía ojitos y te meneaba la cola al pasar por tu lado.
La de educación física, ¡esa si se daba el gusto!, en media clase te decía: “¡haber usted!, ¡venga!, porqué le baila tanto el busto, acompáñeme a los baños le voy enseñar a ponerse bien el corpiño” ya en el baño se encerraba contigo en uno de los compartimentos y metiendo sus dos manos dentro de tu sostén te acomodaba los senos. Como le gustaban las buenas las llevaba seguido al baño a la Todopoderosa y a la Beba. Una de esas, llamo al baño a la Nadadora, como la nadadora era la que menos tenía, entonces supusimos que quería otra variedad, al rato apareció la Nadadora y en la parte delantera de su short era notoria una protuberancia; al final de la clase la profe no encontraba su pito, no podía o no quería, recordar donde lo había dejado.
La practicante La Cielito, se dejo seducir una de esas tardes y la llevamos hasta mi cama, como había sólo una pija, la del Ogro le hicimos cabalgar mientras la Polaroid le comía una de sus tetas y la Mano Lenta le ponía su sapito en la otra teta y al cacho le andaba echando sus jugos vaginales encima, la Nirvana se hacía meter una de sus manos dentro del pavito y gemía potente. La Machucona le pasaba su batan por la cara y de rato alternaba dándole a probar su húmedo conejito. Más allá, a la Cara de Plato le estaban dando un remojón con su meo la Huesos y su Ñata del Chavelo, le apuntaban a la cara y a los senos que ya chorreaban de tanto liquido. Al rincón avergonzada la Chorrillos, no quería sacarse el calzón, pero mirando el espectáculo a su alrededor, conchuda se estaba masturbando con la mano dentro del calzón y como se andaba haciendo a medida que se hurgaba ya tenía bañada en orines su prenda íntima y el liquido le chorreaba por las piernas empapándoselas. Yo por mi parte, me estaba dando el gustito con la Chavelita, la tenía sometida de cuatro patas y por detrás le estaba partiendo el pavito encajándole mis deditos, mientras ella me decía –mi amor divertite con mi fondillo y aunque todavía no me cuelgan tetas como a las otras, te voy hacer disfrutar como nunca.-
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