PECHOS DE MIEL (PARTE 3 DE 3)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
PECHOS DE MIEL
(3 de 3)
Esta vez me había enredado en su tela araña, la seguí a ese salón apartado, llegamos, encendimos las luces, me miró y sacó sugerentemente la prenda gris que cubría su torso, como me había avisado sus duros pezones de traslucieron bajo la camisa, incluso sus aureolas, bobón a botón soltó la camisa, hasta desnudarlas por completo
Te gustan? Yo no sé qué tanto le ves, para mí son normales…
Yo estaba en trance solo observando, ella apuró entonces
Dejame devolver el favor…
Ale solo se arrodilló a mis pies, bajé mi ropa, mi verga emergió de golpe, dura, resplandeciente, ella suspiró profundo y dijo
Al fin nos conocemos…
La tomó con cariño entre sus manos y desnudó mi glande, se quedó observándola, luego probó su sabor pasándole la lengua desde la base a la punta, una vez, otra vez, me estremecí, se hacía desear, me masturbó con una mano, luego la metió en su boca, su lengua la engulló con esmero, buscó su garganta, acarició mis bolas, luego fue sobre sus tetas desnudas, la pasó por sus pezones, aun lado, al otro, sentí la suavidad de su piel, la perdió al medio de sus pechos, volvió a meterla en su boca, ahora con más locura, más caliente, se incorporó y me dio un terrible bese de lengua, boca a boca, luego respiró fuerte dejando su aliento en mi nariz, le dije
Qué rico olor a pija que tenes…
Te gusta? y donde queres acabar?
Realmente el olor a mi verga que tenía en la boca me dejaba al borde de la muerte, y no me importaba donde, por primera vez noté que no tenía el control, solo quería que lo hiciera, no dije nada, solo empujé sus hombros hacia abajo, ella se dejó caer con esa puta sonrisa en los labios.
Volvió a lamer, a chupar, mi verga se interponía entre su rostro y mi mirada, me sentí venir, me contraje, ella lo notó, solo se retiró unos centímetros, mi leche caliente explotó y fue derecho a sus pechos, a sus pezones, ella había calculado muy bien la jugada.
Ella tenía el control, me quedé tratando de recuperar el aliento, sus enormes tetas chorreaban semen, entonces los estiró hasta su boca y empezó a lamerlos, con paciencia, poco a poco fue devorando mi semen incluso ayudándose con los dedos…
Me miró, sus tetas brillaban, su pera estaba blancuzca, con leche pegada, un excitante enchastre, me dijo
Supongo que ahora me dirás ‘pechos de leche’
Qué hermosa puta me había ganado, mi puta personal, seguía erguido como adolescente, tomé las riendas, nuevamente por la fuerza, solo la giré y la apoyé contra la pared, con sus tetas desnudas pegadas a la descascarada pintura, con el rostro hacia un lado, subí su pollera y corrí a un lado la colaless que tenía, me acomodé, la hice sacar culo y se la enterré por completo en la concha empapada arrancándole un grito
Tomá! Puta! querías pija! ahí tenes!
Y arremetí una vez, y otra y otra, con locura, con desenfreno, animal, transpiré, se la daba tan profundo y tan fuerte como podía, Ale gemía con su rostro pegado a la pared, arremetía con tanta fuerza que cada vez que empujaba llegaba hasta el fondo, haciendo que ella se levantara un poco hasta casi quedar en puntas de pie.
Sentí su mano acariciar con frenesí su clítoris, sus ojos entrecerrados, besé su cuello, descubrí cuanto la excitaba que besara su cuello y sus hombros, había encontrado ‘su talón de Aquiles’, ‘su punto sin retorno’, la mordí con ternura, sus balbuceos fueron claros
Dale Fede… ahhh!!!! dalee… ahhh!!! cógeme to… ahhh!!! toda… lle… ahh! name de… ahh!!! de leche… ahhh!!!
Era la primera vez que la cogía, tan mojada, tan profunda, llena de locura, pronto mi pija empezó a endurecerse, inconscientemente mi mordisco amistoso se transformó en uno doloroso, apreté mis dientes en su cuello, ella lo notó y empujo más y más con su culo, explotamos al mismo tiempo, fue su primer orgasmo con mi verga en su interior, al tiempo que la llenaba de leche, creí morirme en ese momento…
Comenzamos a recobrarnos lentamente, a recuperar la respiración, mi sexo aún permanecía dentro del suyo, lo saqué lentamente y ella acomodó con premura la tanga para que absorbiera el semen chorreante y no corriera por sus piernas, giró, me miró, nos besamos en segundos que parecieron eternos…
Fue la primera de muchas cogidas que tendríamos por delante, y más hacíamos más queríamos, hacerle el amor era sublime, me hacía sentir que tenía apenas veinte años, la fragancia de la Juventud, el sentir que se es inmortal.
Alejandra seguía regalándome sus fotos, eso era algo que no había cambiado desde la primera vez y era algo que me agradaba sobremanera recibir, aunque se repitieran, aunque fueran parecidas, y para mi cada foto era única en si misma…
Pero una de estas fotos tomadas con su celular había captado mi atención, Ale estaba recostada sobre su cama boca arriba, obviamente desnuda, con sus piernas cruzadas, por su vientre pasaba apenas la sábana, cuidando de ocultar su sexo, sus pechos desnudos emergían como dos montañas enormes, circulares, perfectas, de belleza incomparable, con esas características aureolas oscuras de grandes dimensiones, como a mí me gustan, imposible de no detenerse a observar en detalle, luego su rostro, casi colgando al borde de la cama, de rasgos perfectos, con su mirada llena de pecado y su larga y renegrida cabellera colgando hasta el piso como una eterna cascada.
Además, estaba en blanco y negro, sin colores, no hacía falta más colores, sus curvas daban colores a esa foto, y era lo más perfecta y erótica que puedan imaginar, solíamos a bromear, ella decía que era un halagador y que era una foto más entre tantas, yo en cambio le decía que sería La Gioconda de este siglo…
Hacía unos veinte días que no nos veíamos, estábamos en receso escolar, vacaciones, y extrañaba acariciar sus cabellos, la invite a casa, no conocía mi modesto departamento, y quería que viera algo especial.
Llegó cuando empezaba a caer el sol, estaba reluciente, pero tenía una sorpresa para ella, vendé sus ojos con un pañuelo de raso negó, y lentamente la conduje al dormitorio, paso a paso, tratando que no tropezara con nada en el camino.
Al fin la puse en posición, le baje la venda y le pedí que abriera los ojos…
A un par de metro, la enfrentaba un enorme mural de tres metros de altura que iba del piso al techo dejando ver la perfección de esa foto que me había enviado y tanto me gustaba, Alejandra se quedó perpleja, boquiabierta, sin reacción, parecía no respirar, luego de unos minutos me dijo
Pero realmente te has vuelto loco… loco de remate! qué vergüenza me da esto!!!! – mientras el rojo tomate invadía su rostro -.
Deja la vergüenza de lado… dime que te parece… mira la perfección de mi modelo…
Me encanta, debo admitirlo…
Alejandra se paró en puntas de pies y me dio un profundo beso, le respondí pero tratando de mantener la distancia, saben que sentí? tenía miedo de estar enamorándome, o peor, dejar que ella se enamorara de mí, eso era algo que no podía permitirlo, soy un caballero, antes muerto que lastimarla…
Ella se separó y comenzó a desnudarse, observándome con picardía, sin que lo pidiera subió la venda a sus ojos nuevamente y me dijo
Quiero hacer algo loco, algo prohibido, algo nuevo, quiero que me mires, solo siéntate a un costado, seré tu puta una vez más…
Tomé un vaso, eché un poco de wiski y me decidí a ser su espectador de lujo.
La joven tanteó en su ceguera hasta encontrar el colchón, completamente desnuda se puso en cuatro patas apoyando sus pechos contra la base, sus nalgas quedaron paraditas apuntando a mi lado, empezó a acariciarse, a gemir, fue por su cuerpo, de un lado a otro, y llevó su índice mojado al esfínter, presionó, y un poco más, hasta deslizarlo por completo en su interior, y un poco más, y otro, al rato agregaba un segundo dedo y sus gemidos iban en franco aumento, apenas mojaba mis labios con la bebida, observando en silencio con la pija dura bajo mi pantalón, como un toro enjaulado, conteniendo la presión.
En algún punto ella dijo
Vení Fer, haceme el culo! te deseo! quiero regalarte mi culo!
Pero yo dije
Yo no voy a hacer nada, estoy sentado disfrutando el show, bebiendo mi wiski, si quieres hacer algo… hazlo tú…
Ale entendió mi juego de humillación, solo tanteando dejó la cama y buscó llegar a mí, se aseguró de encontrar mi verga dura, me dio la espalda y se acomodó bajando muy lentamente, apoyando la punta en su esfínter, y más abajo, y más, sentí como mi carne se abría paso en la suya, hasta sentarse por completo sobre mi falda, hasta el fondo, luego empezó a moverse, a voluntad, llenando el cuarto de gemidos, ella estaba ciega, pero yo veía los movimientos de sus anchas caderas, mi verga entrando y saliendo de su culito, y de fondo, el enorme mural que tanto me gustaba.
Ella notó mi excitación, me sentí venir, fueron pocos minutos, pero todo mi semen quedó en su interior, fue perfecto…
Ale se relajó y se recostó hacia atrás, aun con mi sexo en su interior, entonces me dijo en vos baja, apenas audible
Qué loco no? pensar que mi cola solo tenía el feo recuerdo de un pequeño supositorio, y mira, ahora por tu culpa, mi perverso manipulador, mira lo que tengo dentro…
Pero toda historia tiene un final…
Alguna vez, poco tiempo después le pregunté
Ale, como supones que será el final de esta locura?
Ella meditó unos segundos y respondió muy segura de si misma
Creo que el día que encuentre un amor, que encuentre a un hombre, cuando alguien ocupe mi corazón ya no podré jugar contigo…
Y como un presagio ese momento llegaría pronto, Ale conoció un chico, un nuevo vecino de su barrio, y empezó a distanciarse de mí, no me opuse, ella era una mariposa libre y quien era yo para pretender atraparla, lo nuestro siempre había sido un juego, y caí preso de mis propias reglas, no atarme a ninguna mujer…
Se terminaron las clases, las llamadas, las fotos, los mensajes, solo pareció desaparecer del mapa.
Un par de años después la cruzaría de casualidad en un parque de diversiones, con un muchacho rubión que la llevaba tomada del hombro, se veían muy enamorados, por cierto, con unos cristalinos ojos celestes, tan puros como el agua, Alejandra mostraba una hermosa pancita de unos meses de embarazo, el destino nos puso cara a cara, ella nos presentó
Profesor Da Silva! Que gusto verlo!
Alejandra! Que bien se te ve – respondí lo más casual posible –
Le presento a mi marido, Carlos, amor, él fue el mejor de mis profesores…
Estreché un apretón de manos con el joven y le dije mirando a los ojos a Alejandra
Te felicito Carlos, tienes una hermosa mujer…
Alejandra sonrió con esa picardía que yo solo le conocía, su mirada había cambiado, no tenía esos ojos de ángel, ahora el demonio del sexo parecía haberla poseído…
Nos despedimos, fue la última vez que vi a mi PECHOS DE MIEL
FIN
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