PEQUEÑA NICOLE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por porqus.
Los niños juegan alborotadamente en la piscina. Entre risas y salpicaduras y bajo un sol radiante, Carmen está al borde del colapso, pero Chimo y Diego no parece que vayan a echarle una mano con sus alumnos a pesar de que acordaron que compartían responsabilidades en estas colonias veraniegas.
+!Tomás! !No corras por el borde de la piscina!
+!María! !Deja de pegar a tu hermana!
+!Sergio! !Por Dios, no hagas eso!
+!Begoña! !Deja eso donde estaba!
+Mmmmm… !Tú! !No le tires de la coleta a Marta!
Son mediados de junio y en el Valle de la Florida reina la diversión y el buen ambiente en medio de la naturaleza. Aun encontrándose a muchos metros de altitud, el buen tiempo hace olvidar que en otras estaciones del año esos parajes se encuentran completamente nevados por el crudo invierno.
-Esto no está tan mal- dice Chimo mientras echa un sorbo de su refresco.
-Bueno, podrían pagar por horas- responde Diego apalancado en su tumbona.
Es el primer día de su estancia en esa casa rural. Todo el mundo ha madrugado hoy para emprender el viaje, pero el largo recorrido mañanero no parece haber hecho mella en la vitalidad de los críos.
Diego: ¿Que te dijo Ana cuando le dijiste que te había tocado venir?
Chimo: Nada. Yo diría que hasta se puso contenta.
Diego: ¿Tan harta está de ti?
Chimo sonríe despreocupadamente mientras cambia ligeramente de postura buscando el máximo confort. Es un hombre gordo que ronda los 50 años. Lleva solo un pintoresco bañador de flores que esconde menos de lo que debería. Sus abundantes lorzas están forradas con una espesa frondosidad velluda. Diego, en cambio, tiene una cultivada figura que, junto con un carácter amable y un misterioso pasado, le convierten en el soltero de oro de Pino Alto y, a pesar de que ya sobrepasa la cuarentena, algunas de sus alumnas del último curso sienten un amor platónico por él.
Chimo: Tío, me ha dicho Carmen que tú y yo tendremos que compartir cuarto.
Diego: Sí. Me parece lógico.
Chimo: Podríamos haber hecho sorteo. Ella bien tiene una individual.
Diego: Que morro tienes. ¿A caso has movido un dedo para organizar algo?
Chimo: … Bueno, vale… pero yo cada noche me hago una paja… estás avisado.
Diego: No puedes pasar sin eso un par de días.
Chimo: !No! Si no lo hago me duelen los huevos, lo tengo comprobado.
Diego: He vivido situaciones más duras. Mientras no me salpiques…
Chimo: No prometo nada, jajaja… Escucha una cosa. Yo creo que te podrías camelar a Carmen, está recién divorciada. Estará vulnerable y tú eres un tío desmesuradamente buenorro; !Mírate! ¿cómo lo haces? ¿te matas en el gimnasio cada día o qué?
Diego no contesta i dirige la mirada complacido a la piscina donde Nicole sale del agua por la esquina más cercana. Es la niña más traviesa de la clase y pronto hará perder los nervios a su profesora.
-!Nicole por favor! ¿cuántas veces tengo que repetírtelo?- estresada.
-!Lo siento señu!- responde chistosamente.
Casi todas las niñas van a pecho descubierto y ni siquiera se acercan a causar la más ligera controversia dado que aún son demasiado pequeñas para tener pechos, pero el caso Nicole es diferente. Por motivos laborales, su familia viaja mucho y eso le provocó la pérdida de un curso escolar; si a eso le sumamos un cuerpo extremadamente precoz, tenemos como resultado una pequeña incoherencia descontextualizada que ha cautivado las miradas de Diego.
-A lo mejor no es Carmen la que te interesa- susurra Chimo con malicia.
-¿Qué? ¿A qué te refieres?- sumamente incómodo.
-No tienes de que avergonzarte, alguien debería decirle a esa niña que se tape esas tetas- enfatizando esa última palabra.
-¿!Pero que dices?! ¿Cuántos años tiene?- escandalizado.
-Da igual los años que tenga. ¿tiene tetas o no?- abriendo mucho sus ojos.
-Nooo… lo que pasa es que está un poco regordeta y se le pone ahí- justificándola.
-Sí. Mi mujer está tremendamente gorda y también se le pone ahí, créeme; ¿pero eso que tiene que ver?- afirma Chimo sin reparos.
-Ya, pero… yo diría que Nicole no tendría tetas si estuviera más delgada-
-Pero las tiene… las tiene. ¿Y qué me dices de ese culo?- mientras la supervisa.
-¿Qué? ¿es que las otras niñas no tienen culo?- quitándole hierro al asunto.
-Eso es un culo de mujer en un cuerpo de niña- con un tono depravado.
No hay duda de que a Nicole todavía le quedan algunos años para crecer en estatura y cierto es que sus prematuras tetas ni si quiera pliegan su piel por debajo, pero tal hecho no niega ese doble relieve tan inequívoco. De hecho, cabría pensar que su tierna edad es lo que las mantiene tan firmes y elevadas. Puede que ese pequeño cuerpo aún no haya tenido tiempo de acomodar a las recién llegadas.
Algo parecido se podría decir de sus intrépidas nalgas que se asoman despreocupadamente fuera de ese pequeño bikini azul oscuro. Una prenda obsoleta que le servía el verano pasado, pero no este. Diego no ha podido dejar de observarla desde hace un buen rato y, si bien es verdad que en un principio Nicol intentaba mantener la discreción con gestos reconstitutivos cada vez que su bañador se veía superado por los acontecimientos, con el paso de los minutos se ha desinhibido y la diversión de los juegos le ha hecho olvidar su compostura.
Después de un reflexivo silencio de ambos profesores Chimo vuelve a la carga:
-¿"Nicole" es francés no?- lleno de curiosidad.
-Su padre es francés, su madre es… mulata creo- duda.
-Aaah, de ahí esa piel- resolutivamente.
-Chimo, me siento incómodo con esta conversación ¿podríamos cambiar de tema?
Esa petición se traduce en un silencio más sereno de lo que cabría esperar. Puede que sea por el carácter despreocupado de Chimo o por esa calma que trae siempre con sigo Diego, pero parece imposible imaginarse verdaderas tensiones entre ellos.
****
Cuando el sol ya empezaba a ceder su protagonismo los niños han ido dejando el emplazamiento acuático gradualmente.
Durante la tarde han bajado todos al pueblo para hacer un poco de turismo y hacer algunas compras.
La cena ha sido un caos como era de prever visto lo acontecido horas antes, en la hora de comer. La noche no se anuncia más sencilla pero Carmen ya no puede más:
-¿No penséis que esto será así toda la semana eh?- indignada.
-¿A qué te refieres cielo?- contesta Chimo haciéndose el tonto.
-!Ni cielo ni infierno! Me voy a mi habitación y no quiero escuchar ni "mu". !Si los niños hacen ruido os encargáis vosotros!- rotundamente.
-Vale Carmen, pero te advierto que yo tengo un sueño muy profundo- replica Chimo desentendiéndose de antemano.
-¿Ves este pote de pastillas? Son somníferos ultra fuertes para toda la semana-
Carmen juega con ese pequeño recipiente de plástico a modo de sonajero mientras emprende el camino a su cuarto. Diego y su nuevo compañero de cuarto se miran resignadamente mientras suben esas rústicas escaleras exteriores que les conducirán a su varonil nidito nocturno. Sin mediar palabra llegan a su destino y se adentran en la habitación. Una estancia más acogedora de lo que cabía esperar en un principio. La decoración es un tanto austera pero sobria, con madera bien trabajada. Nada sale de la esa línea artesanal; solo la tele, acomodada con gracia en un espacio a medida en la pared.
-!Pero si hay chimenea!- dice Chimo entusiasmado.
-No la vamos a encender- contesta Diego sin demasiado convencimiento.
En efecto: un rato después la madera ya está chispeando alentada por una cálida llama reconfortante; y es que despedido el sol y a pesar de que el verano está a la vuelta de la esquina, la altitud en que se encuentran da la bienvenida al frío nocturno.
Diego: ¿Espero que no pasen frio los niños?
Chimo: Que va, ellos tienen calefacción.
Diego: ¿Ponemos un rato la tele o vamos a dormir?
Chimo: No lo sé cariño. Hazme lo que quieras. Soy todo tuyo.
Diego: Mira, hacen "Arma Letal"
Chimo: !Tenemos plan!
Al rato de empezar la película se empiezan a escuchar risas y ruidos provenientes de la gran sala donde se acumulan las literas. Chimo coge el mando y sube el volumen sin apartar la vista de la pantalla. Un estruendo y un sonido de cristales rompiéndose causa una cómplice mirada entre los dos espectadores que ya no pueden ignorar la imperiosa llamada del deber.
-Cuando hagan anuncios vas a ver qué ha pasado- sugiere Chimo.
-¿En serio? ¿Porque yo?- algo ofendido.
-Porque yo soy el profesor chistoso, a mi no me respetan tanto.
-!No! Por sorteo. Cuando empiece la publicidad, si el reloj marca un numero par voy yo pero si marca un número impar vas tú.
Chimo no dice nada pero acepta con una mirada que esconde, bajo su seriedad resentida, una jovial rivalidad. En el fondo sabe que en este canal público no dan publicidad, así que solo finge estar dispuesto a levantarse de esa butaca para ir a regañar a los niños.
De pronto, todo sonido sucumbe a una voz lejana que chilla histérica. Lanzando comedidos improperios a diestro y siniestro:
"¿cómo es posible? ¿es que os habéis propuesto amargarme la semana? ¿es que no tenéis el más mínimo respeto pandilla de engendros desalmados?…"
-"Enjendros desalmados"- repite entre risas Chimo.
-A más de uno le han abierto expediente por más poco- sonriente Diego.
-Son tiempos difíciles para los profesores. Antaño podías usar la violencia y el insulto para disciplinar a los críos- nostálgico.
-Hablas como si hubieras ejercido en esos tiempos- sorprendido.
-Ojalá Diego… !ojalá!-
Alguien se acerca por las escaleras murmurando reproches hasta que unos despechados golpes en la puerta decretan un golpe de estado en esa apacible noche cinéfila de machos.
-¿Que ocurre cielo?- dice Chimo tras abrir la puerta.
Carmen parece más bien una bruja llegada de los avernos, lleva consigo un par de niños cabizbajos que permanecen en el rellano descubierto.
-!¿Es que no tenéis conciencia?! ¿es que no escucháis a estos demonios?- sumamente molesta con sus compañeros.
-Perdona Carmen, es que estábamos mirando una peli muy ruidosa y… entre las bombas y los disparos no…-
-¿Me tomas por tonta? Os traigo a los principales instigadores del caos. Se quedan aquí con vosotros. Por lo visto no pueden estar con los otros niños sin desvelarlos y organizar trastadas-
-Pero Carmen, aquí no hay sitio y tú estás sola- protesta Chimo.
-!No te atrevas!… no te atrevas- llena de resentimiento mientras le señala con el dedo.
Carmen se va manteniendo aún su cara de loca y sin bajar ese índice acusatorio que marca ahora su camino de vuelta. David y Nicole entran en la habitación sin zapatillas y en silencio, arrastran por el suelo sus respectivos sacos de dormir desplegados. Simulan estar avergonzados pero no resultan demasiado creíbles.
Chimo: Vaya sorpresa. ¿Quienes tenían que ser?
Diego: ¿Es que no os podíais portar bien ni por una vez?
Nicole: Yo no he sido, es que David me ha quitado mi osito y…
Chimo: !Cállate! Ya me conozco tus excusas.
David: En verdad ha empezado ella cuando…
Chimo: Sshht! Estamos mirando "Arma Letal", vosotros a dormir.
Nicole: !Que guay! !tenéis chimenea!
Chimo la mira imperativamente abriendo mucho los ojos y vuelve a subir el volumen de la tele acomodado en su butaca.
Diego: "!Cht! ¿David que haces? esa es mi cama.
Chimo: Tendréis que acomodaros en la alfombra que es blandita.
Nicole: !Al igual! Yo soy una señorita, no puedo dormir en el suelo.
David: Si no podemos estar en la cama dejadnos el sofá y la butaca.
Diego: Me da que no podremos terminar la peli en paz socio.
Chimo suspira resignado mirando a sus nuevos huéspedes mientras niega con la cabeza:
Chimo: ¿Por qué no tenéis sueño niños? !habéis madrugado!
David: Será la emoción: el sitio nuevo, la piscina, los caballos…
Nicole: Siii, por aquí todo mola mil.
Diego: Nos quedan algunos días más por delante, tenéis que tomároslo con más calma que la pobre Carmen no aguantará si no. Chimo y yo solo somos el apoyo logístico y no queremos rompernos las cuerdas vocales para regañaros constantemente.
-Será mejor que nos pongamos cómodos e intentemos dormir que mañana tenemos una excursión a la cima de la montaña- dice Chimo mientras apaga la tele y se incorpora. Nicole le contradice:
-Yo no tengo sueño. No quiero dormir Chimo. Juguemos a algo va. No me seas muermazo. Yo pensaba que tu molabas tron. Eres el profe divertido. No me defraudes-
-¿Has oído Diego? Soy el profe divertido. Ya te lo decía- fardón.
-Y si él es el divertido, ¿que soy yo? ¿el aburrido?- con la mosca detrás de la oreja.
-!Que va! El aburrido es don Casimiro- responde David impetuosamente.
-Tú eres el guapo- asevera Nicole con una picardía impropia de una niña tan pequeña.
Una sensual caída de ojos y unos morritos jugosos descolocan momentáneamente a Diego quien queda boquiabierto por unos instantes. Sin despegarse de su eterna sonrisa Chimo contraataca:
-¿Os creéis que nosotros no os ponemos motes?- ventajosamente.
-A ver, ¿quién soy yo?- pregunta David con toda su impaciencia.
-Tú eres el fantasmiko- contesta Chimo.
-¿Fantasmico?¿porqué?- sobrecogido.
-Porque siempre vacilas a todo el mundo contando mentidas- afirma Chimo.
-¿Y yo? ¿Y yo? ¿Y yo? ¿Y yo? ¿Y yo?- repite Nicole emocionada.
-A ti te llamamos "Niculo"- sin tacto alguno.
Diego se pone alerta rápidamente en reacción a la barbaridad que acaba de pronunciar su irreflexivo camarada y viendo como se inquieta la niña opta por intervenir.
Diego: Nicole, no es verdad que te llamemos así, se lo acaba de inventar.
David: Ahahah !"Niculo"! Esa es buena, me la apunto.
Diego: !NO! Escúchame bien David, como oiga que alguien la llama así te las vas a cargar, ¿me oyes?. Aquí solo estamos nosotros cuatro y este apodo se lo acaba de inventar Chimo. Nosotros no diremos nada así que sabremos que has sido tú. !Mírame a los ojos! No te conviene que me enfade contigo, te lo advierto.
David: Vale, vale, vale. No digo nada.
El niño baja la mirada intimidado mientras Diego apunta a Chimo con una expresión de desprecio al tiempo que niega con la cabeza.
Diego: Es que de verdad tío… esto podría correr como la pólvora y si su padre se entera de que un profesor es quien le ha puesto un apodo tan inapropiado a su niña se te caerá el pelo. !Tu no conoces a Basile!
Chimo: Vale, vale, vale. Lo he dicho sin pensar. Perdóname Nicole. Ha sido lo primero que me ha venido a la mente.
Nicole: No pasa nada. Además, estoy orgullosa de mi culo, así que…
Chimo: ¿Lo ves tronco? Te ha sentado peor a ti que a ella. ¿Sabes lo que pasa Nicole? Diego está muy sensible con los apodos porque de pequeño tenía un profesor que lo llamaba "barrilete" y eso le marcó mucho.
David: ¿"Barrilete"? ¿y eso porqué?.
Chimo: Porqué aquí donde lo ves, con este cuerpo tan atlético, este tipo era gordo de pequeño.
Diego permanece en silencio escuchando esa tonta fábula recién salida del horno. No tiene ningún interés en desmentir la historia. Lo único que quiere es que el tema de "Niculo" caiga en el olvido. Dios sabe que cualquier minucia puede rodar como una bola de nieve hasta provocar un alud cuando se trata con estos pequeños y crueles demonios y con sus fanáticos padres sobreprotectores. En sus años de docente por las diferentes zonas del país ha presenciado dimisiones por tonterías más insulsas que se han sobredimensionado hasta degradar en enojosos casos de bullying. Cuando ya se estaba relajando reclinándose de nuevo en el sofá su incorregible amigo vuelve a soltar otra bomba de incorrección.
Chimo: Así que estás orgullosa de tu culo ¿eh Nicole?
Diego: !¿Pero a ti que te pasa?! ¿Cómo le preguntas eso a una niña de 10 años?
Chimo: No es una pregunta sexual tronco, es algo que ha dicho ella.
Nicole: Ya te digo. A mí me gusta como soy.
Chimo: Claro que sí. Y no eres la única.
Nicole: ¿A ti también te gusta cómo eres?
Chimo: No, no, no… yo me doy asco, pero se de alguien a quien también le gusta cómo eres tú.
Una mirada furtiva de su rollizo amigo descalabra el temple de Diego que se siente involucrado de repente en una bochornosa deriva. Sintiendo la amenaza a cada latido opta por disimular lo mejor que puede.
Nicole: ¿A si? ¿Quienquienquienquienquienquien..?
David: Cállate tonta. Te está tomando el pelo.
Nicole: Tonto tú. Al menos yo no rompo el espejo cuando me miro en ellos.
David: !No ha sido por mirarme en él!
Diego: !Ah! con que ese era el ruido que hemos escuchado.
Nicole: ¿No le habéis dicho a Carmen que no habíais escuchado nada?
Habla con voz de niña sabionda y repelente y se acompaña teatralmente con gestos de soberbia hasta que se desata en una encantadora sonrisa infantil.
Diego nunca se ha considerado pedófilo pero esa niña le desarma con cada mueca sumergiéndole en una tormentosa confusión. Durante todo el curso la ha tenido en clase de matemáticas, pero en un contexto tan cotidiano y formal, las debilidades de este dedicado profesor han pasado inadvertidas bajo un manto de corrección y las pequeñas inquietudes "caníbales" que le ha despertado involuntariamente Nicole, han sido sofocadas rápidamente por una intachable disciplina pensante.
Por su lado, Chimo disfruta incomodando a la gente y poniendo en apuros a todo aquel que se le cruza por delante. Sigue conversando con los niños sin complejos como si fuera uno más y se mete con ellos constantemente. Sus alumnos le adoran y se divierten mucho con él. Es espontaneo y siempre la lía, eso es algo que les encanta puesto que, a esa edad, aborrecen las reglas y la formalidad.
Mientras les escucha, Diego opina para sí mismo que se debería de rodar una peli sobre Chimo ahora que están de moda los antiheroes; "el antiprofesor".
David: ¿entonces no dijiste nada?
Chimo: No, que va. Dejé que cargara con la culpa.
Nicole: !Pero eso no está nada bien!
Chimo: El karma es justiciero, yo solo le ayudo un poco.
Nicole: Que malo eres.
Diego cede todo el protagonismo a su afable socio mientras observa esa estampa tan difícil de prever solo unos minutos antes, cuando empezaba la película.
David viste una camiseta verde algo rota y descolorida que probablemente había pertenecido a unos de sus 3 hermanos mayores… o a los tres. Puede que el reflejo de su rostro no rompa ningún espejo pero ciertamente tiene cara de lelo, aunque es más espabilado de lo que parece y sin duda: su ímpetu que hoy resulta tan inapropiado puede que le abra muchas puertas mañana.
Nicol tiene un estilo muy diferente. Su familia es bienestante y su pijama de Frozen parece recién estrenado. Escucha a Chimo con ese brillo especial en las pupilas y de cuando en cuando desvía fugazmente su mirada para sorprender a los encandilados ojos de Diego, el cual permanece en un segundo plano."Me acuerdo de que estás aquí y sé que me estás mirando" Interpreta Diego que parece leer el chispeante marrón miel que abanican esos insinuantes párpados.
Por un momento el sentido común le hace recapacitar. Puede que el cansancio y las cervezas que le ha hecho engullir Chimo durante la primera parte de la película le nublen la mente: "No es posible que una niña de 10 años esté desplegando su erotismo para seducirle".
Chimo: Ui David que se te cierran los ojos.
David: ¿Qué? no… estoy bien.
Diego: Creo que podemos dejar que se vayan si prometen no despertar a nadie y no hacer nada de ruido.
Chimo: Como se levante Carmen nos mata a los dos.
Nicole: Yo no me quiero ir.
Diego: Tú eres inagotable ¿no niña?
Nicole: ¿Como lo sabes? jajaja.
Chimo: David ¿prometes ir con mucho cuidado y no montar ningún jaleo?
Diego: ¿Y no romper más espejos?
Nicole: Tu tápate la cara cuando pases frente a uno. Jajaja.
David no tiene fuerzas ya ni para dar una réplica y simplemente niega con la cabeza mientras sonríe condescendientemente. Se levanta algo entumecido y sigue con paso cansado el camino que le facilita su gordo profesor de naturales que le abre la puerta cuidadosamente.
-Bien "fantasmiko" ¿cómo se mueven los fantasmas?- le susurra de cerca.
-Silenciosamente- contesta David tolerante.
-¿Cómo?- insiste Chimo con un tono aún más bajo.
-En silencio- casi imperceptible mientras atraviesa el umbral de la puerta.
-Tú también deberías irte- dice Diego en un estéril intento de normalizar la noche.
-Nooooo- dice Nicole a modo de niña mimada y con carita de pena.
-Déja que se quede si ella quiere- interpela Chimo guiñándole el ojo a su "compinche" malévolamente. -Al fin y al cabo, es lo que ha mandado Carmen-
Diego suspira incómodo mientras ve como el suspense en el rostro de Nicole se transforma en alegría.
-Mañana Carmen nos levantará pronto, ya verás que gracia- dice disgustado.
-No me seas carroza. Seguro que cuando ibas de fiesta empalmabas y no pasaba nada-
Nicole termina esa frase guiñándole el ojo pícaramente y la frialdad de Diego vuelve a derrumbarse hundiéndose en un lago de desconcertada dulzura. Que diferente sientan esos dos guiños según vengan de un gordo seboso o de un angelito travieso.
Chimo: Ahora también se empalma ¿qué te crees?
Nicole: ¿A si?¿Cuando ha sido la última vez?
Chimo: Yo diría que hace tan solo unas horas.
Diego se ve anonadado por esa surrealista conversación que ha sobrepasado ya el chiste del doble sentido. Mira a Nicole y la encuentra dubitativa con una sonrisa nutrida de incerteza redirigiendo su mirada intermitentemente.
A Chimo se le ve muy complacido con la situación que provocan sus desvaríos pero eso tiene que parar en seco:
-¿Pero qué dices tío?- sin dar crédito.
-Me refiero a que no se ha echado la siesta y eso a nuestra edad es como empalmar en cierto modo. En versión reducida- sorprendiéndose de su propia ocurrencia.
-Ni que fuerais tan viejos. Tu sí, pero Diego no- dedicándole una sonrisa al segundo.
-No importa el físico. Importa la mente y yo aún soy un niño- indignado Chimo.
-!Ya! !seguro!- irónicamente Nicole.
-Es Diego quien quería mandarte con los demás y irse a dormir, ¿quién es el que tiene ganas de fiesta?
-¿Fiesta? – dice Diego intentando calmar la euforia -¿Es que vamos a bajar al pueblo a ver si hay algún bar abierto? porque discotecas no creo que haya-
-¿Lo ves Nicole? Este tío me mina la moral- arrancándole una risa muy cuca.
-Bueno chicos- dice Nicole -entonces: ¿qué se puede hacer un lunes por la noche en el Valle de la Florida para divertirse?- mientras estira sus brazos.
-Sexo, drogas y rock & roll- dice Chimo -pero teniendo en cuenta tu edad y el silencio que tenemos que guardar, solo nos queda jugar, jugar como niños de primaria- algo desalentado.
-Bueno, bueno… no descartemos nada tan pronto- sugiere Nicole con picardía.
Se instaura un silencio cargado de dramatismo en la que se entrecruzan las tres miradas hasta que la niña afirma:
-Yo quiero probar una de esas- señalando algunas latas en la mesilla de madera.
-No, ni en broma- dice Diego sin ser tan tajante como pretende.
-Podemos cantar "We Will Rock You" de "QUEEN"- dice Nicole -bastan golpes, palmas y un inglés decente. Yo me la sé- explorando las alternativas que ha expuesto previamente Chimo el cual no tarda en rebatir:
-Carmen está durmiendo aquí al lado. Si nos escucha te aseguro que nos decapita-
-Entonces…………-
Esa pausa insinuante de Nicole abre de nuevo un vertiginoso suspense de lo más perverso y tendencioso puesto que solo queda ya la tercera opción por comentar.
-¿Entonces qué Nicole?- contesta Chimo desconcertado.
-Tú lo has dicho- completa la niña -sexo drogas y rock & roll. No queréis dejarme probar la cerveza ni cantar rock, entonces…
-Pero Nicole… eres muy pequeña- dice Diego sobrecogido.
-Con migo no cerdo- dice ella ofendida -!soy una niña!-
-¿Pretendes que nos enrollemos nosotros dos?- pregunta Chimo perplejo.
-¿Porque no? los gais están de moda- sigue ella tan chistosa como siempre.
Diego está sofocado por esa confusa situación y la proximidad del fuego de la chimenea no le ayuda.
Diego: Deberíamos apagar el fuego ¿no?
Nicole: Noooo, mola mazo el fuego no lo apagues.
Chimo: Quítate la ropa si tienes calor.
El malévolo gordo rezuma frivolidad de nuevo pero él también se había asustado un poco con las provocaciones de Nicole. Al parecer, por fin se ha topado con una alumna que es la horma de su zapato.
Nicole: Al final tendremos que hacer lo que decías y jugar como niños de primaria.
Chimo: ¿Y eso?¿a qué te refieres?
Nicole: Rodeo, pero no creo que puedas montarme, solo te podré montar yo a ti.
Chimo se transforma sin cambiar su aspecto. De pronto camina a cuatro patas y mueve la cabeza de un modo ecuestre. Su esperpéntico relinche arranca carcajadas a su público. Llena de vitalidad, la niña sube a lomos de su nuevo caballo intentando no perder el equilibro. No puede parar de reír montada sobre un ser, los laboriosos movimientos del cual, lejos de la elegancia que exhiben los caballos, se asemejan más a los de un cerdo con obesidad mórbida.
Poco de rodeo tiene esa escena dado que una simple convulsión de Chimo arrojaría a la pequeña Nicole sobre la tupida alfombra grisácea, pero nadie quiere que eso ocurra.
El ajetreo de ese juego causa que un sofoco se apodera también de los dos partícipes justo cuando Diego empezaba a estabilizarse. Sin pensárselo y tras un suspiro acalorado, Nicole se saca la parte de arriba de su colorido pijama como si ese gesto no tuviera que inquietar a nadie.
Chimo detiene sus contoneos al ver esa prenda caer al suelo y Diego vuelve a entrar en ebullición de nuevo.
Diego: ¿Qué haces Nicole?
Nicole: Tenías razón, hace calor aquí. (Despeinada a consecuencia de su último gesto)
Chimo: Eeeemh… pero es que…
Diego: No puedes quitarte la ropa, veras…
Nicole: Hace un rato estaba con menos ropa en la piscina y nadie se molestó.
Chimo: Pero eso es distinto. Es por el contexto. La gente en la playa…
Diego: !Claro! en la playa llevas bikini… no en clase o en el trabajo. Es por educación.
Nicole: En mi casa voy así si tengo calor, en el cole no porque no tengo tanta confianza y puede haber mucho pervertido suelto, pero aquí solo estamos nosotros tres. No me seáis tan correctísimos. Es más de media noche. A estas horas no tenéis que seguir educándome. ¿Podéis relajaros un poco no?. Pensaba que estábamos entre amigos para variar. Sería diferente si fuera una adolescente del último curso pero… por Dios, a quien de vosotros pueden molestarle mis minitetas.
Efectivamente, es más de media noche y el día ha sido largo.
Los razonamientos que deberían brotar fluidamente en una sola dirección no paran de tropezar con ellos mismos entorpeciendo la firmeza de los argumentos de ambos profesores.
Chimo permanece montado; montado por un nudo de contradicciones que hacen tímidos sus leves movimientos equinos; movimientos que apenas hacen temblar esos firmes senos; senos coronados por castaños pezones casi sin relieve y de un color tan discreto que apenas se diferencia del resto de la piel.
-Pero es que no son tan minis tus tetas- con extrema suavidad.
-¿Qué te pasa Diego?- insinuante -¿te pongo cachondo?
-!Que noooooooo!- dice él violento.
Nunca podría reconocer ninguna debilidad en su férrea e infranqueable moral y sabe que confesar su caprichosa devoción carnal por esa niña, especialmente en la comunidad educativa, podría llegar a estigmatizarle más que a un travesti su desnudez en una reunión de talibán.
Chimo quiere terminar con esa situación tan equívoca sin que su reacción violente a nadie y decide desprenderse de su sugerente jinete con brusco movimiento poco mesurado que intenta emular los de un caballo de rodeo enrabietado.
Nicole cae al suelo y se golpea la cabeza de un modo más traumático del que cavia esperar. Los tres se miran con estupor. Entra en escena ese suspense que se crea cuando un crio sufre un accidente: ¿llorará?¿se enfadará?¿se lo tomará con humor?¿con indiferencia…?
Un cóctel de lágrimas que mezcla sorpresa y agravio inundan los ojos de Nicole que enfadada y con cierta urgencia abandona la habitación sin mediar palabra y dando un sonoro portazo.
La controvertida naturaleza que reinaba desde hace rato ya había tensado demasiado los límites de la decencia, límites que hacían sostenible la presencia de esa turbadora niña semidesnuda en la habitación. Ese golpe puede haber roto con todo.
Chimo, aún a cuatro patas mira a Diego quien le devuelve una mirada enlazando un suspense lleno de incógnitas. "¿Que se supone que deberían hacer?". El caso es que parte del pijama de Nicole permanece aún en la habitación y eso podría suscitar incómodas preguntas.
Antes de poder llegar a ninguna conclusión, un sonido trunca esas divagaciones silenciosas "toc-toc-toc" alguien llama. Diego, siempre temeroso y alarmista teme que sea de nuevo Carmen con airados reproches infundados pero no, no ha habido tiempo. Al otro lado de la puerta, bajo la oscuridad de esa inquietante noche silvestre, encuentra a la pequeña Nicole vestida solo con sus aterciopelados pantalones largos color violeta y con algunos mechones de su precioso pelo castaño cayendo sobre su rostro completamente lisos. La niña levanta la mirada y pregunta:
-He tenido un accidente muy… aparatoso. ¿Aquí me pueden atender?- con timidez.
-… claro, claro que si señorita- dice Chimo remediando la parálisis de su amigo.
Diego, aún con la mano en la puerta, permanece inmóvil mientras su alumna entra en la estancia apartándose vergonzosamente el pelo de la cara. Ni si quiera la sigue con la mirada sumido en su propia perplejidad. Chimo reposa sentado sobre el parquet de madera de un modo mucho más distendido.
Chimo: ¿Que le ha ocurrido señorita?
Nicole: Estaba montando un caballo desbocado en un rodeo y el muy estúpido me ha lanzado al suelo.
Chimo: Los caballos no son estúpidos, solo siguen su instinto.
Nicole: Ese no. Ese es un caballo gordo, viejo y estúpido.
Hace morritos a modo de niña enfadada. Su tono conlleva un cierto desprecio pero sus insultos juguetones no pasan por ser verdaderamente ofensivos.
Chimo: ¿Cual es su nombre señorita?
Nicole: Soy Nicole , para usted, señorita Nicole.
Chimo: Bienvenida al hospital "Diego Armando Marachimo" señorita Nicole, déjeme ver ese chichón.
El profesor examina la cabeza de la niña sin percibir apenas inflamación mientras Diego se encamina a la butaca tras cerrar la puerta sigilosamente. No las lleva todas con sigo y se limita a observar. Intenta situar su línea roja, un límite que no esté dispuesto a traspasar ni a dejar que traspasen otros, pero se siente confuso. Es consciente de su inconfesable debilidad por Nicole, y eso le empuja a pensar que no es objetivo a la hora de valorar lo que sucede. Chimo es un respetable padre de familia y esa niña es solo eso: una niña pequeña que se ha quitado parte de su infantil pijama por el sofoco del fuego que arde incesantemente, arde como la prohibitiva lujuria creciente en su interior.
Diego es un hombre tremendamente íntegro, siempre lo ha sido y no concibe la posibilidad de que ocurra nada bochornoso en esa habitación. Asimismo, Chimo esconde unos principios honorables bajo esa fachada grosera y descortés.
¿Entonces? ¿Porqué cada vez hace más calor? ¿Porqué los latidos se definen más notorios? ¿Es que la sombra de esa inocente niñita puede ser tan oscura? ¿Tanto como para apagar la luz que ilumina la razón de dos hombres adultos?
Chimo: No lo sé señorita Nicole, no es mi especialidad pero yo diría que es normal.
Nicole: Será que me crecen muy deprisa pero me duelen.
Chimo: A ver, deje que la examine…
Las peludas manos del gordo profesor se deslizan sobre los infantiles pechos de su alumna que observa el masaje con toda naturalidad. La cara desencajada de Chimo termina de ilustrar una secuencia intolerable que desata la ira de Diego con un "!!Basta Chimo!!" sin apenas despegar sus dientes apretados. Ha intentado ponerse de pié para acompañar su autoritaria negativa pero una notoria erección ha vetado esa iniciativa; dado que solo lleva unos pantalones cortos de pijama que a duras penas superan la categoría de bóxers, su injustificable tienda de campaña restaría toda credibilidad a sus argumentos de moralidad elemental.
-Oh… Dr.Armando- dice Chimo mientras vuelve en sí -qué bien que esté usted aquí. Le presento a la señorita Nicole. Según mi aventurado diagnóstico, tiene un caso de precocidad mamaria, que le provoca ciertos dolores.
-¿Quién es este?- exclama Nicole ofendida mientras se tapa las tetas con sus manos.
-No tema señorita, este es nuestro especialista en pechos prematuros y casos de redonditis anal agudos- Chimo mira a Diego con una mezcla de suplica, culpabilidad y esperanza.
¿Redonditis anal agudo?- pregunta la niña casi sin poder aguantar su risa.
Diego ha sufrido una parada mental fruto de la tremenda colisión entre su integridad y sus ansias por tocar el tierno cuerpo de Nicole, aunque solo sea un poquito. Es posible que pueda curvar mínimamente ese tan recto límite ético. Nadie lo sabrá. Tan solo algo de flexibilidad para saciar esa tremenda tentación. Al fin y al cabo, Chimo ya la ha tocado.
Chimo: Sí, el Dr. Armando es una eminencia en el campo de las nalgas excepcionalmente grandes y redondas.
Nicole: Entonces parece que estoy en buenas manos (insinuante) pero antes de empezar con mi culo quisiera un buen diagnóstico sobre mi caso de… ¿precocidad mamaria?
Nicole se acerca mediantes lentos movimientos sinuosos mientras habla y contempla, con serenidad y suficiencia, el rostro de Diego, que se debate entre el escepticismo y la perplejidad. Un dulce perfume de champú de fresas reblandece olfativamente su férrea voluntad del íntegro profesor. Inicia un gesto de intencionalidad con sus manos que es frenado por el desesperado llanto de su propia decencia.
Chimo: Adelante Doctor, proceda. Creo que esta jovencita requiere de el exhaustivo examen mamario que solo sus expertas manos pueden realizar.
Diego mira a su cómplice sin dar demasiado crédito. No concibe que ese gordo no tenga ningún reparo en perpetrar esa atroz puesta en escena. Por su lado, Chimo disfruta con la singularidad de los acontecimientos pero no está dispuesto a seguir más allá. Solo está forzando el farol para que sea Nicole quien se raje definitivamente en esa contienda tan asimétrica.
Ajeno a cualquier de estos razonamientos, Diego a caído cautivo del embrujo de esas juguetonas tetas emergentes y las acaricia con una intensidad creciente hasta que un "oh" lleno de fragilidad de la niña rompe algo en ese fino equilibrio que mantiene en vilo su cordura.
-Las tengo muy sensibles doctor, ¿cree usted que podría recetarme algún medicamento?-
Viendo el silencio que mantiene su amigo, Chimo interviene:
-Puede que la crema especial "BustyModel2000" sea un buen remedio, tenemos un poco en este estante-
-¿El "BustyModel"?- pronuncia extrañado Diego.
Al contemplar el pote precintado que le ofrece su compañero le asalta una sola duda. ¿Para qué quería Chimo esa crema?
* "… Bueno. Yo cada noche me hago una paja… estás avisado"
Ese chocante recuerdo escupe obscenidad sobre la obra que están representando, pero el caso es que ese pote está aún precintado y tratándose de la primera noche, no hay ninguna sospecha sobre la impoluta integridad de ese frasco con dispensador. Su respuesta:
-Sí, puede tratarse de un buen remedio en este caso-
Diego parece muy metido en el personaje y eso asusta de repente a Chimo que, por primera vez, deja de sentirlo como la red de decencia que cubría sus alocados saltos de trapecista. ¿Puede que esas bromas pedófilas contuvieran más verdad de la que ambos estaban dispuestos a admitir?
Sin duda Chimo está palote como hacía años que no estaba pero se sentía a salvo de sus propias perversiones bajo la tutela de su recatado amigo. Viéndolo esparcir esa crema sobre las relucientes tetas de Nicole se percata de que esa situación se les está yendo completamente de las manos. Decide intervenir a regañadientes pero antes… antes de que eso termine quisiera tocarla un poco más, solo un poco… pero… ¿llegará su turno de nuevo?
La honradez de Diego parece haber enmudecido sepultada bajo un alud de poderosos y lascivos argumentos. El tacto de Nicol es tan viscoso como sublime y esos dedos embadurnados parecen estar recorriendo la divinidad más celestial de un virginal ángel perfecto.
-¿Y eso ayudara a que me crezcan sin dolor?- dice ella muy relajada.
-… emmm, no hay duda, esa es su función- con el habla seriamente afectada.
El fuego de la chimenea empieza a desistir fruto del olvido al que es sometido pero la temperatura de la habitación sigue subiendo alimentándose de infames deseos.
Chimo nunca se ha interpuesto en el camino de su pene hacia los diferentes orificios de cualquier hembra humana que se prestara a acogerlo. Así mismo, y debido a su escaso atractivo físico, dichas mujeres han sido escasas, feas y en su mayoría gordas.
Siempre ha tenido cierto complejo y un sentimiento de culpa solo comparable al del padre que no puede dar de comer a su hijo hambriento. ¿Cómo negarle a su desnutrida poya una golosina tan dulce? Pero "NO, No, ni por asomo", su honradez manda aún en su pensamiento pero aun así, el morbo de esa fábula médica va en aumento:
-Un momento- dice Diego -Creo que detecto una anomalía cardiaca-
-¿Qué? ¿Cómo?- contesta ella con sorpresa.
-Voy a escuchar sus latidos- mientras pega su oreja derecha a su pecho.
Las manos de Diego la rodean por la espalda otorgando presión a ese confuso abrazo. El latido de Nicole es fuerte y acelerado. La cara del enajenado profesor se desliza por las relucientes tetas de la niña que casi ya han absorbido toda la crema trasparente. Ella, de pie junto a la butaca donde permanece sentado su profesor. Le rodea la cabeza con su brazo izquierdo mientras le acaricia con la mano derecha una de sus orejas. La fricción facial se vuelve besucona y la lengua de Diego busca los discretos pezones de Nicole hasta que.
-!Basta!- dice Chimo contrariado -Señorita… es hora de cerrar-
-¿Tan pronto? Pero si aún no hemos tratado mi caso de "redonditis anal agudo", confiaba que usted pudiera ocuparse de este asunto antes de irme-
La integridad moral de Chimo habla alto y con una claridad meridiana pero la idea de que ese terciopelo violeta tan bien rellenado se desplome y saque a relucir ese par de nalgas tan prohibidas paraliza a ese sofocado profesor de ciencias.
Nicole se baja lentamente el pijama al tiempo que unas nutridas nalgas deslumbran cálidamente la visión de Chimo. Superada la cúspide de su grosor carnal, esa prenda cae a los pies de la niña que con gráciles movimientos se desprende de ella. Sintiendo aún las incesantes caricias de Diego, contempla como el desgobernado rostro de Chimo desmiente su incipiente voluntad de poner fin a ese juego.
-¿Es grave doctor?- sensualmente
-Es el caso más grave que he visto nunca- negando resignadamente con la cabeza.
-¿Que tratamiento me aconseja en este caso? ¿Mas crema BustyModel?-
-No… no, creo que… puede que… un supusitorio… "AnusModel2000"-
Chimo mira con cara de circunstancias a Diego. La broma ya ha dejado de tener gracia pero ahora es otra motivación la que prolonga su continuidad. Son tristes prisioneros de una niñita que se ha apoderado del valor más sagrado que define, no solo la profesionalidad de ambos profesores, sino también su calidad humana.
Nicole se siente pletórica. Con su magistral interpretación ha conseguido esclavizar a dos hombres maduros cuyo principal cometido es darle lecciones y valores. La han subestimado y ahora pagan las consecuencias. Parece que el flujo sanguíneo de esas simples presas no riega ya sus cerebros y se centra en dar presión a otras zonas. Sus voluntades ninguneadas se someten a los sugerentes gestos de esa niña que hace con ellos lo que quiere.
-¿Un supositorio? ¿y con eso mi culo será más normal?- alegre.
-Claro que si… de eso se trata- dice Chimo con cierto tormento.
Chimo hace como que busca algo en los estantes de arriba de la cocina. Con cuidado intenta que su ángulo corporal le proporcione cobertura a su vergonzosa erección respecto al campo visual de los demás actores.
-A ver, creo que guardaba esto por aquí- desorientado.
-Que bien Diego- susurra Nicole -Creo que las tetas ya no me duelen.
La niña se distancia terminando ese contacto con una tierna caricia craneal. Con expresión atontada, el profesor ve como su pequeña alumna se distancia completamente desnuda.
-¿Me tumbo doctor?- con una voz aún más infantil.
-Si por favor, en la cama- emulando cierta frialdad.
Nicole se tumba bocabajo dedicándole una sonrisa a Diego, quien la observa temeroso. Con unos perezosos movimientos pone su redondo culo en pompa mientras Chimo se aproxima con una notoria protuberancia bajo sus pantalones. Ese grotesco perfil lujurioso ataca un instinto muy primario de Diego. No está dispuesto a permanecer impasible mientras ese tío se propasa con su pequeña niñita. Se levanta mientras proclama.
-Ya está bien, esto se acabó Chimo- moviendo la cabeza a modo de negación.
-!No te atrevas Diego!… No te atrevas… Ahora me toca a mí-
La ira de Chimo asusta a Diego quien cae otra vez sobre la butaca como expulsado por la onda expansiva de esa frase. Mira a Nicole quien tiene los ojos muy abiertos. Ella también está sorprendida por la virulencia de esa orden teñida de amenaza.
-A ver señorita, no se mueva- con un tono rebajado mientras se sienta en la cama.
-Vale- sumisa.
Las manos de Chimo se deslizan por los laterales de esos carnosos muslos hasta rodear esas sublimes nalgas de piel tersa. Nicole gira la cabeza y protesta:
-¿De verdad es necesario ese masaje para meterme un simple supositorio?
-Eh… no, solo estoy valorando la gravedad de esta deformación- se escusa él.
-Pero Nicole- interviene Diego -¿No has dicho antes que estabas orgullosa de tu culo? ¿Porqué intervenir con fármacos anales?- intentando negociar.
Sin dar tiempo a que a la niña le entren las dudas, Chimo hunde su dedo gordo muy a dentro del culo de Nicole arrancándole un gemido sorprendido.
-Ya está… se acabó el debate- mientras sigue empujando.
Con su otra mano no para de rodear la correspondiente nalga mientras se abstrae de todo lo demás.
-¿Ya está?- dice ella sintiendo aun ese aparatoso dedo dentro de ella.
-Sí, ya está. Verá como esto le ayudará a ser una niña normal-
Chimo saca lentamente su dedo empujado por la coherencia de su relato. La niña cambia de postura jovialmente para ponerse de rodillas sobre la cama desecha de Diego. Las sabanas blancas que David pretendía estrenar hace ya un buen rato, al llegar con Nicole a la habitación, parecen situarla en un contexto aún más apetecible y sus femeninos movimientos, alzando los brazos para colocarse bien el pelo, no ayudan en absoluto a la sostenibilidad de la situación.
La contención de Chimo está a punto de estallar como una presa agrietada por la presión del agua. Quiere follarla por el culo.
Meter su hambrienta polla muy dentro de Nicole sería una redención definitiva para con su miembro viril y se resarciría esa eterna deuda que siempre ha sentido que tiene con él por no tener ni un solo recuerdo memorable en su largo recorrido vital. Puede que una mente más lúcida le permitiera ver un poco más allá, pero esa tremenda calentura nubla su pensamiento anulando ya por completo sus valores.
Nicole: ¿Y cuando tarda esto en hacer efecto?
Chimo: …No debería tardar ni 5 minutos.
Nicole: !Wah! Que rápido. Y ni siquiera he notado el supositorio. Que sospechoso.
Chimo: Claro que si lo ha notado. ¿Cómo que no?
Nicole: Solo he notado su dedo… Espero que no me esté estafando.
Chimo: ¿Para qué querría yo estafarla?
Nicole: Para cobrarme un supositorio que no existe.
Chimo: Pero si no le cobro nada. La asistencia es gratuita.
Nicole: Entonces… puede que solo quisiera meterme el dedo en el culo.
Chimo: !¿Qué?! ¿Cómo? ¿Pero qué…?
Nicole: !No lo sé! Pero quiero hablar con su superior.
Esa surrealista conversación se va tensando bajo la atenta mirada de Diego que cerca de los pies de la cama ha tenido que observar impotente como ese cerdo manoseaba el culo de su alumna preferida.
-¿Que ocurre aquí? ¿que son esos gritos?- interviene.
-Tú no eres mi superior- ofendido.
-Perdona, ¿cómo se llama la clínica?- sacándose un as de la manga.
-"Diego Armando MaraChimo"- dice Nicole divirtiéndose con esa trifulca.
-!Eso mismo!- asevera Diego -Primero Diego Armando y por último… tú.
-El orden no es indicativo del rango en este caso Diego, y lo sabes-
-Yo tomaré nota de sus quejas señorita, dado que no hay nadie más- ignorándole.
Diego agarra una libreta y un bolígrafo y se dispone a apuntar el dictado de esa niña sonriente:
Nicole: A ver, quisiera expresar mi disgusto con el Dr.Marachimo ya que el muy cerdo me ha metido el dedo en el culo sin supositorio alguno solo para satisfacer sus pervertidos deseos pederastas.
Chimo: !Eso no es cierto señorita! !!Demuéstrelo!!
Nicole: !No he notado nada y mi culo sigue igual!
Chimo: !Es que todavía no han pasado los 5 minutos!
Diego: Entonces, ¿está dispuesto a reconocer la farsa si en pocos minutos el culo de la paciente no experimenta ningún cambio?
Acorralado, mira con cara de desprecio a su compañero sintiéndose víctima de una infame conspiración.
Chimo: Puede que la dosis no haya sido suficiente.
Nicole: A ver, si eso es verdad tendrá más supositorios "AnusModel", quiero verlos.
Chimo: No. Ese era el último.
Diego: Vaya, vaya, que casualidad más conveniente para usted.
Diego sigue efectuando anotaciones cual inspector de policía mientras niega con la cabeza para expresar su desaprobación y en tono paternalista le dice:
-Esa mancha en su expediente le perseguirá a lo largo de su carrera doctor, por no hablar de las consecuencias que puede acarrear este asunto para su familia-
Chimo percibe ciertas connotaciones en esa amenaza "supuestamente" figurada. Por primera vez teme que ese juego pueda trascender más allá de esa habitación, más allá de ese momento. El curso de esa ficticia discusión a atenuado su tremendo fervor sexual de hace pocos instantes y su mente, un tanto alcoholizada aún, le permite contemplar con cierta lucidez y perspectiva esos acontecimientos. "Le ha metido el dedo en el culo a su alumna de 10 años delante de un testigo".
Nicole permanece completamente desnuda al lado de la butaca supervisando lo que escribe su otro profesor:
"… sin ningún efecto… en la silueta… de mis nalgas… y al preguntarle… sobre la existencia de dichos supositorios… respondió nervioso… que no había más… punto y final"
-Pero eso no es verdad- dice Chimo con voz de víctima.
-Yo tampoco he visto ningún supositorio- contrapone Diego.
-Claro que había uno pero era el último- con cierta rabia contenida.
-A ver Nicole, ¿cómo te notas el culo?- mientras la observa.
-Igual- protesta ella mientras posa en una postura que resalta sus infartantes nalgas.
Diego sabe que debería de poner fin a ese pernicioso juego de una vez, pero no puede terminar sin antes acariciar esas sublimes redondeces que se contonean a pocos centímetros de él. Tras el primer contacto digital, sus manos no dan abasto para recorrer esas curvas ávidamente.
-¿Qué opina doctor? usted es ahora mi médico de confianza- melosamente
-Si… si… verá… si lo que dice el doctor Marachimo es cierto, necesitamos algo mucho más potente que un simple "AnusModel2000"- sin dejar de manosearle el culo.
-¿Insinua?… ¿insinua que me meterá un supositorio más grande? ¿el AnusModel3000?
-No. No. Este caso es muy grave. Nunca había visto un caso tan agudo de "redonditis anal". A grandes males, grandes soluciones. El único remedio es el "SuperAnusModelForte9000plus"
Sintiéndose desplazado al papel de un mero espectador, Chimo siente la necesidad de entrar otra vez en escena de algún modo y decide intervenir. La conversación a trió adquiere un dramatismo propio solo del culebrón más sobreactuado de Sudamérica:
Chimo: Noooo, no puede hacer esto Dr. Diego Armando.
Diego: ¿Porque no? no tengo alternativa.
Chimo: El "SuperAnusModelForte9000plus" es un medicamento experimental, nunca se ha probado en humanos.
Diego: Es verdad señorita Binoche, no puedo arriesgarme. Es demasiado grande.
Nicole: Pero yo quiero… yo quiero ese supositorio enorme dentro de mí, lo necesito.
Diego no ha podido despegar las manos de Nicole ni un solo momento y tras una trágica pausa le mira sus preciosos ojos castaños y le dice:
Diego: De acuerdo, voy a buscarlo en el armario de seguridad del quirófano 3.
Nicole: Le espero doctor.
Chimo: Puede que mientras vuelve el Dr.Armando…
Diego: Ya estoy aquí.
Chimo: Caray doctor, que cerca que está el quirófano 3.
Nicole: Sí, ha ido usted muy rápido.
Diego: Tratándose de un caso tan agudo el tiempo es oro.
Chimo: Ha encontrado el "SuperAnusModelForte9000plus"?
Diego: Lo tengo.
Chimo: A ver. Enséñemelo.
Diego: No. No quiero que la paciente lo vea y se asuste.
Chimo: Dígame Dr. ¿Por qué se sujeta el paquete con la mano? ¿es que esconde algo?
Diego: Me he guardado el SuperAnus aquí para que la señorita Binoche no se asuste.
Nicole: ¿De verdad no puedo mirar?
Diego: Es mejor para usted señorita. No sufra, seré cuidadoso. Reclínese en la butaca.
Nicole: ¿Así? ¿Mirando hacia la ventana?
Diego: Sí. Así mismo señorita Binoche.
Diego se saca su camiseta rápidamente.
Nicole oye un precinto de plástico rompiéndose a su espalda. Después de abrir el envoltorio de un condón, Diego mira a su compañero en el sofá, junto a la ventana. Chimo no dice nada pero le mantiene la mirada fijamente mientras niega con la cabeza. Diego le devuelve el gesto con las cejas muy levantadas y la mirada apenada pero su negación tiene un sentido muy distinto. "no puedo resistirme" expresa.
Un pollón enrojecido emerge de esos pantalones oscuros y es rápidamente encapuchado por el látex de esa goma lubricada. Sin ninguna dilación y empujado por un deseo irrefrenable, Diego se encarama en la butaca junto a Nicole quien no ha tenido que esperar demasiado. Están muy cerca. La niña agarra la butaca de piel con sus manitas y respira hondo. Sabe que un tremendo supositorio está a punto de abrirse paso dentro de su culo.
Lo primero que nota es la mano del Dr. Armando rodeándola por la cintura y de inmediato siente como el "SuperAnusModeForte9000Plus" se encamina entre sus nalgas buscando la puerta al interior de su ser. Intenta relajar el ojete para facilitar dicha penetración.
Diego nota su poya más dura que nunca, tan dura que le duele. Empieza a entrar muy lentamente mientras su alumna contiene la respiración. Solo tiene en mente llegar muy, muy hondo al tiempo que recorre esa tortuosa trayectoria fálica. Cuando ya está casi toda dentro Nicol, casi sin oxígeno, esgrime un sugerente gemido infantil de dolor.
Chimo permanece atento cautivado por el morbo y sumido en su faceta más voyeur. ¿Cuál podría ser el argumento de su queja después de lo que ha hecho él antes?
Nicole había tenido orgasmos antes, pero nunca sin tocarse y no creía que pudiera alcanzarlo de ese modo. Sentir una polla dentro de ella por primera vez es algo que la transporta muy, muy arriba y su química interna está que echa humo.
Nicole: Oh! qué grande es este supositorio. !Es enorme!
Diego: Yah… ya lo sé señorita. Estah… esta siendo us. usted muy valiente.
Nicole: Oooh, oooh.
Los tiernos jadeos de Nicole le calientan tanto como el suavísimo tacto de sus pechos turgentes con unos pezones ahora más duros y notorios. El olor de ese pelo liso le embriaga y la visión de la hermosa silueta de ese angelito bajo la tenue luz adquiere una aura celestial.
Un inesperado choque entre sus miradas precipita una explosiva eyaculación cuando apenas habían empezado las repeticiones de ese vergonzoso trafico anal.
Nicole siente como cada una de sus terminaciones nerviosas se confabula con las demás para proyectar un tremendo gozo inaudito que inunda todo su ser a todos los niveles y se corre agudizando sus gemidos llenos de fragilidad.
Diego nota como su propia energía vital al completo se escurre enérgicamente en ese condón dejando lugar a un visible fondo de pasmosa vergüenza.
La mantiene dentro durante unos momentos negándose a aceptar ese prematuro desenlace pero la virilidad de su miembro se desvanece. Se sujeta goma y se retira usando las pocas fuerzas que le quedan para darse la vuelta y terminar de subirse los pantalones.
Nicole se recoge grácilmente en una estética postura sentada sobre una de sus piernas y reclinada sobre el lateral de la butaca. Aún aturdida por los acontecimientos consigue articular una pregunta:
-¿Está bien doctor Armando?- con la respiración alterada.
-Sí Nicole… emm, señorita Binoche- avergonzado mientras hace un nudo al látex.
-Esta vez sí estoy segura de haber notado el "SuperAnusModelForte900Plus"-
-Sí, sí… Pero los efectos de este nuevo fármaco son mucho más lentos-
-¿Cuando notaré el cambio doctor?- pregunta teatralmente.
-En la próxima semana seguro- mientras vuelve a incluirla en su campo visual.
-Entonces tendré paciencia-
Nicole ya tiene sus pantalones enfundados de nuevo y se dispone a completar su indumentaria con cierta timidez. Mientras coge su saco de dormir mira a Chimo con desprecio y dice:
-Usted… Tendrá noticias de mi abogado- le deja atrás con una mueca.
-¿Dónde vas Nicole?- pregunta Diego viéndola encaminarse hacia la puerta.
-¿Que son esas confianzas doctor Armando?- dibujando una tierna sonrisa.
-Señorita Binoche- rectifica casi susurrando.
-Me voy a la cama que ya es muy tarde y mañana madrugo. Buenas noches caballeros.
Nicole se va dejando a sus dos profesores sumidos en un extraño silencio inmóvil. Las miradas hablan. Los gestos de indecisión, los ojos huidizos, la tos de circunstancias…
La infamia articula un bochorno vertiginoso e irreversible.
Chimo: ¿Que ha pasado tronco?
Diego: No lo sé Chimo… no lo sé.
Chimo: Te has follado a Nicole, ¿te das cuenta?
Diego enmudece intentando asimilar esa chocante realidad mientras busca con la mirada como si la solución estuviera en algún lugar de esa habitación.
Diego: No me acuses, tu también te la querías follar. Lo hubieras hecho.
Chimo: No. no. n . no digo que no. Pero no lo he hecho.
Diego: Le has metido el dedo en el culo. Eso puede hundir tu carrera y tu matrimonio.
Chimo: Eh, eh, tranquilízate. Nadie sabrá nunca lo que ha ocurrido aquí.
Diego: ¿Y si lo cuenta?
Chimo: Lo negaremos. No tiene ninguna prueba. Has usado preservativo.
Diego: Sí, sí, claro.
Chimo: Tío, tienes que deshacerte de él ahora mismo que desaparezca. Fuera de esta habitación. Si hace falta te vas al Monte del Destino, pero que nadie lo encuentre jamás. Ni se te pase por la cabeza una papelera, contenedor… ni si quiera el wáter. No sea que por algo no funcione bien o se atasque.
Diego sale de la habitación con la prueba del delito envuelta en un clínex. Desaparece en la oscuridad de la noche sumergido en mil pensamientos de imposible encaje.
Chimo aprovecha la soledad de su cuarto y con la luz apagada cumple con su rigurosa paja nocturna. Esta vez su orgasmo llega más prematuro y cargado que nunca.
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