PERDIDOS II ( CAP 35) JUDITH Y DON TIBURCIO (Parte 1):
Finalmente, la mamá debe complacer al patrón de su amiga, para que esta no publique el libro que puede acabar con la reputación de la acaudalada empresaria..
Al Día siguiente en ambas casas (la de Judith y Jaky) comienza de muy temprano.
Era sábado y Judith aprovechaba y a Crisao a hacer las compras para abastecer la finca.
Estaba ya en el supermercado, concentrada en las compras tratando de no pensar en su compromiso de esta noche, cuando le suena el teléfono dentro de su cartera.
- ¡Hola amiga, buen día! Le dice Jaki del otro lado del teléfono.
- Le responde Judith a secas, viendo que ya la empieza a fastidiar desde temprano, seguramente para hablar del “asuntito” de esta noche.
- ¡Uy amore! ¿Qué pasa? …. ¿Amanecimos enojadita? Le dice burlándose la Colo.
- Mirá Jaki, no estoy para tus bromitas mañaneras, hoy no es un buen día para mí, y Vos ya sabrás por qué, así que vamos directo al asunto por el que debo tu llamada. Insiste su amiga con su tono de voz cortante mientras caminaba entre las góndolas del supermercado.
- ¡ Uy uy uy, qué carácter! ¿Nos lavamos la carita hoy?… ¡Me parece que no! ¿Eh? Le responde su amiga.
- ¿Pretendés que me muera de risa con lo que me estás haciendo, hija de puta? Le responde Judith, ya enardecida con la Colo.
- ¡La boquita amiga, la boquita, mirá que si me enojo Yo se te re contra pudre todo! …bueno amore, te llamaba para invitarte a almorzar, y de paso charlar un rato antes de que lo vayas a ver a mi viejito hermoso, tengo que darte unas indicaciones. Le dice la Colo.
- ¡Ay bueno está bien, en un rato estoy allá! Le responde Judith, ya hartándose del trato esclavista de su amiga, y le corta la llamada.
Unos 50 minutos más tarde Judith llega en su coche, a lo de su amiga.
Ella toca timbre en la casa de la Colo, con una bolsa con mercadería en la mano, que contenía algunas cosas que necesitaban frio y por tanto Judith pretendía dejarlas en la heladera de su amiga, mientras permaneciera en su casa.
Jaky la recibió en la puerta y le hizo dejar aquellas cosas en la heladera.
La Colo preparó unos Mates, para tomar mientras conversaba aguardando que se hiciera la comida, y entonces mientras Judith ceba Mates, su amiga terminaba de cocinar.
- ¡Ay Judith, pero relájate un poco nena, parece que esta noche te fueran a matar, tenés una cara……! Le dice La Colo.
- ¡Y qué te parece!, ¿Qué cara tengo que tener con lo que voy a hacer?, ¡Tengo que acostarme con un viejo que me da asco, una persona que apenas conozco! ¿Y todo para qué? ….. ¡Para que mi amiguita tenga la enorme satisfacción de ver que “soy tan puta cómo ella”! Le responde Ella indignada y a punto de llorar de la rabia e impotencia de no poder evitarlo sin que la Colo publique el puto libro de mierda, que podría acabarla socialmente.
- ¡Ay Judith amiga, Sos tan melodramática!……. Este viejo con el que vas a ir esta noche, es el primero de una serie de amigos que tengo para presentarte, vas a conocer a varios hombres más de todas las edades, y quien sabe si entre ellos no conocés a tu nueva media naranja ¿Eh?, ¡además en el peor de los cados, si te llegara a casar con el viejo, en poco tiempo te harías heredera de todo un “imperio de la comunicación”, y Vos apenas andarías por los 50, sola, joven y con más plata aún! ¿Eso no te volvería más apetitosa para los hombres mortales de este mundo? Le argumenta la Colo.
- ¿De tu mundo? ¡si, seguro, ponele la firma! …. ¡Pero los hombres de mi mundo no son así! ¿Entendés amiga? Y mirá Jaky, cambiemos de tema o mejor me voy. Le replica Judith.
- ¡Bueno, bueno, tranquila amiguita, que acá estoy Yo para servirte tu último almuerzo con estas riquísimas albóndigas con arroz, antes de que esta noche te maten en la cama, que vamos a hacerle amiga, ¡Haz sido condenada a morir en la “cama eléctrica”, ahorcada por las sabanas, ahogada por el semen de un viejo verde que se obsesionó con tenerte en su cama! ¡Jajajajajaja, te van a matar de tantas formas esta noche, que enserio siento lastima por Vos!, y todo ¿Por qué? ¡por haber tenido tanta hambre en aquella isla solitaria, que no pudiste evitarte comerte a tus hermosos y viriles hijitos! Comenta sarcásticamente la Colorada.
Ellas empiezan a almorzar, y la Colo no deja de hablar del viejo durante el almuerzo, ella le hablaba de los gustos de Don Tiburcio en la cama, creyendo estarle dando los mejores consejos para dejar fascinado en la cama al viejito, pero su amiga se limitaba a comer sin escucharla.
Al darse cuenta de ello, su amiga decidió darle un respiro a Judith, quien realmente parecía estresada, agobiada hartada de todo aquel asunto.
Pasaron unas 4 horas desde el almuerzo en el que las amigas continuaron charlando y tomaron otras dos pavas de Mate entre charla y charla, entonces Jakeline vio que la hora de que Judith asista a la finca del viejo Tiburcio se acercaba.
- Amiga, ¿Vas a ir así a lo del viejo ¡. ¿No querés darte una ducha, cambiarte de ropa? ¿ q Queres que te preste algo mío? Yo te diría que te pegues una duchita, el viejito es muy estricto cuando mete a la cama a una mujer, él es muy pulcro, ¿cómo está tu ropa interior? ¡ Mirá que a mi viejito no le gustan para nada los olores! ¿ Eh? Él no es cómo tus hijos, asique más vale tomar todas las precauciones antes para caerle bien al viejo. Le recomienda su amiga.
- ¿Podés ser tan amable de dejar de humillarme a mí y a mis hijitos? ¡ Gracias amiga! Mirá Jaky, voy a ir a lo de este hombre, pero ¿Te soy sincera? ¡Ojalá no pase nada, ojalá sea una cena lo más formal posible, y ojalá no nos volvamos a ver!, así que, voy a ir a casa a darme una duchita rápida y voy a ir a lo del viejo solo por cumplir. Le dice su amiga, se levanta de la silla y se va a su coche.
Judith va hasta la casa que tenía allí en Crisao.
Estando ya en la casa, Judith recibe un mensaje de su amiga.
- Hola amore, ¿No te olvides de aún que sea recortarte un poco los pelos de esa concha, emprolijatela un poco así el viejito no se enoja conmigo? Le pide encarecidamente su amiga en el audio.
Judith le manda un pulgar para arriba cómo respuesta, y se mete en la ducha.
Judith se viste elegantemente y entonces respira profundo para juntar fuerzas, agarra las llaves de su coche, se sube a él y conduce hasta el canal de TV una de las propiedades del viejo, aparcándolo en el estacionamiento techado del enorme edificio del canal, se presenta en la recepción y tras identificarse cómo Judith Herzoch, la chica de la recepción le avisa al dueño del canal quien aún estaba en su oficina del décimo piso, y él le manda a decir a la señora Herzoch que lo esperara unos minutos, que ya bajaba.
Judith recibió el mensaje de la empleada de la recepción quien le ofreció sentarse en una silla.
Judith lo esperó en silencio, rogando que el viejo de mierda tropezara en las escaleras o se le cayera el puto ascensor, cómo último recurso de zafar de su cita con él.
Pero para desgracia de la empresaria 23 años más joven que él, tras 20 minutos de tensa espera, se abre la puerta de uno de los ascensores cercanos a donde estaba sentada ella en una de las butacas, y aparece el infame viejo verde propietario del canal de televisión aquel y varios medios más de la prensa de Crisao y por lo menos en 3 otras ciudades satélites de Crisao.
- ¡Eeeeehh, Judith! El saluda una voz ronca, tomándola por sorpresa.
- Hola don Tiburcio, mucho gusto, ¿Cómo le va? Lo saluda nerviosa ella.
- ¡Bien querida, bien, hacía rato que no te veía! ¿Vos bien, la familia, la empresa bien? Pregunta Tiburcio.
- ¡Si, todo bien, en la lucha, tratando de salir adelante después de todo lo que nos pasó! ¿Vio? Le responde ella.
- ¡Claro, claro, que terrible, que terrible…! ¡pero tuteame, tuteame, que no soy tan viejo! Le responde Tiburcio cuando ella hace referencia al naufragio que sufrieron con su familia en la isla.
Don Tiburcio le pide entonces que lo acompañe hasta su coche en el estacionamiento del canal, y entonces la hace subir a su auto y desde el canal de TV parten a la finca del viejo.
En el camino hasta el estacionamiento, así cómo en el viaje en el coche en el que ella iba sentada del lado del acompañante, Tiburcio no dejaba de mirarla de una manera que realmente incomodaba mucho a Judith.
Durante el viaje ellos hablaban de la situación económica del país e intercambiaban posturas sobre ello.
Saliendo de la zona urbana de la ciudad de Crisao, el paisaje verde con abundante vegetación destacaba en el camino, donde a medida que uno se adentraba en la ruta se adentraba por un camino que transitaba entre granjas y fincas de las familias más pudientes de la zona.
Era entonces que en esta misma zona rural se hallaban entre tantas otras, las fincas de los Herzoch y la de don Tiburcio Álvarez.
Y justamente a casi una hora de camino al salir de Crisao, quedaba la finca del viejo Tiburcio Álvarez donde se desarrollarán las próximas escenas de nuestra historia.
Ellos llegan a la finca, donde destaca una hermosa y enorme casa de 2 plantas, con un amplio garaje donde el viejo Tiburcio además de 3 autos, una lancha, motor fuera de borda, tenía también un lujoso motor home, aquel del que la Colo tanto le hablaba a su amiga, aquel en el que Tiburcio ha viajado tantas veces con la periodista Bauer, y en el que se la había cogido tantas veces durante esos viajes, según contaba siempre Jaky a su amiga.
Ellos bajan del auto ya estacionado en el garaje de la finca, y entonces el viejo la lleva a un lugar de la casa, una amplia sala donde el hombre tenía colgados en las paredes varios cuadros con imágenes históricas de su imperio de la comunicación, y en el que también destacaban algunas viejas máquinas de escribir y otros viejos aparatos y maquinarias relacionados con la historia de la prensa.
Allí ella se distrajo y relajó un poco escuchando las explicaciones y anécdotas que narraba el viejo, sobre la herencia periodística de sus padre y abuelo.
Acabada esta primera parte de la visita de la señora herzoch, ellos fueron al quincho de la mansión campestre del viejo, donde don Tiburcio había contratado a un viejo amigo de confianza para que cocinara una buena cena para la ocasión tan especial.
Ellos se sentaron en una larga mesa de madera, donde el viejo ocupó la cabecera y ella se sentó a su derecha, y mientras desgastan un buen vino acompañado por unos bocadillos de copetín antes de la cena, ellos empiezan a charlar y poco a poco el viejo la irá llevando a donde realmente quería llegar.
Entonces el tema del naufragio de la familia y su larga estadía en aquella isla deshabitada y remota, vuelve a la conversación entre ellos, y ella contesta las preguntas de don Tiburcio y narra una vez más aquella historia que ya tantas veces narró.
Tiburcio le comentó entonces que había leído el libro de su amiga Jakeline Bauer y entonces le citaba varios pasajes del mismo y Judith hacía las aclaraciones o acotaciones pertinentes del caso.
Así estuvieron charlando sobre el primer libro de Jaky durante todo el transcurso de la cena.
- Y, discúlpame que entre en este tema…. pero Jaky también me mostró otro libro sobre el naufragio de ustedes, bueno concretamente de la estadía ya en la isla, y en este otro libro se narran otro tipo de anécdotas ocurridas durante este tiempo en la isla, ¿Sabés de cual libro te hablo? Le cuenta el viejo mirándola con una cara de depredador sexual, que realmente la incomodó muchísimo.
- Si Tiburcio, sé de qué libro me habla usted. Contestó Judith, muy avergonzada con tal tema, en particular porque sabía perfectamente de las intenciones que tenía con ella, y además porque acababan de quedar completamente solos en aquella enorme casa, ya que el cocinero contratado por el viejo se había ido una vez concluida su labor allí.
- ¡Ah, ok, ¡Pero ya te pedí que por favor no me trates de usted, que me hacés sentir un viejo! ….. bueno, y volviendo a ese segundo libro, te felicito por tu determinación a contar este tipo de vivencias tan humanas, realmente veo que Sos una muy buena madre, que no te importó el prejuicio ni el qué dirán, y hasta te entregaste cómo mujer a tus propios hijos, con tal de verlos felices aún en esa situación en la que se encontraban. Continuó diciendo el viejo, ante una horrorizada y avergonzada Judith, que veía cómo el viejo se las ingeniaba para subir el tono de la conversación, aprovechando que ya estaban completamente solos.
- Si bueno, me preocupé o mejor dicho me ocupé de que no se me deprimieran, fundamentalmente los mayores, que para cuando pasó todo esto ya tenían novias, y después cómo el tiempo seguía pasando y seguía pasando, tuve que “dar una respuesta” de similares características a las demandas varoniles de los más peques. Trataba de dar una respuesta lo más formal posible al asunto tan bochornoso para ella.
- ¡Claro, claro, me imagino, pero Judith, por favor no seas tímida, no sientas ningún tipo de vergüenza por lo que me estás contando! Porque todo esto lo hiciste por lo excelente madre que Sos, además linda, hablemos a calzón quitado, así cómo entre dos amigos, y dicho esto con el mayor de los respetos, pero: a Vos también te tienen que haber pasado cosas, ósea me refiero a que ellos no deben haber sido los únicos en sentir las consecuencias de la falta de una vida sexual más o menos activa…. ¡Quiero decir, ¡Vos tenías a un amigo, y los dos chicos más grandes a sus novias! ¿No? Reflexiona don Tiburcio.
- Sí, claro. Le confirma ella.
- Entonces, si tras un tiempo sin “comer” se vuelve a tener “hambre”, no me parece tan mal el que los prejuicios hallan ido quedando de lado, y se hallan “alimentado” entre ustedes, puedo entender perfectamente la situación cuando me imagino a mí mismo perdido en un remoto y deshabitado lugar, sin esperanzas de ser rescatado algún día ……. ¡Quizás Yo también sucumbiría a los instintos naturales con mis propias hijas, ósea, uno nunca puede decir “de esta agua no he de beber”, porque no sabe cómo respondería si la vida lo pusiera a uno ante la misma situación!, ¡Bah, es mi humilde opinión! ¿No? Continúa diciéndole el viejo, demostrándosele muy comprensivo con toda aquella historia.
- Si, gracias por sus palabras don Tiburcio. Le responde ella.
- Bueno, y ahora que ya están acá entre nosotros cómo miembros de una sociedad ¿Cómo siguen las cosas por casa?, me refiero, ¿Recuperaron sus antiguas relaciones sentimentales? Le pregunta el viejo.
- No don, la verdad es que nuestras vidas ya no volvieron a ser lo que eran. Responde ella sin ahondar en más detalles.
- Ósea que están solos ¿No? Pregunta él.
- Si, por ahora los 5 estamos solitos. Le confirma ella.
- Te hago esta pregunta porque, cómo ya te debe haber dicho nuestra amiga en común, la Colorada, nosotros conformamos un grupito de hombres y mujeres en símiles condiciones que todos ustedes, Ósea que estamos solos y no juntamos de vez en cuando para “darnos ánimos” entre nosotros, no sé si se entiende el eufemismo, y discúlpame en todo caso por aferrarme al eufemismo, no quiero sonarte tan grosero así de entrada, ¿Entendés linda? Trata de ir entrando en el “tema” el viejo.
- Si, si don Tiburcio, se entiende perfectamente. Dice ella con la mirada fijada en su plato vacío y poniéndose roja cómo un tomate.
- Bueno Judith, la cosa es que la amiga Jaky me comentó sobre tus intenciones de formar parte de nuestro grupo cómo un nuevo miembro ¿Es verdad? Le pregunta el viejo, ya comenzando a sentir una firme erección en su pantalón.
- Y, sería cuestión de ver, si se puede, si no les molesta. Dice ella tratando de ser rechazada, por obra de algún milagro.
- ¡Claro, claro que no nos molestaría aceptar entre nosotros a tan hermosa, digna y recatada dama siendo siendo incluso una personalidad dentro de la sociedad de Crisao!. Le responde el viejo, ya muy feliz por lo que escuchaba de boca de ella.
- Si, bueno gracias por aceptarme, pero a mí me gustaría que mi participación fuera muy discreta, que todo en el grupo se manejara con la más absoluta discreción por favor. Le responde la empresaria.
- ¡Jajajaja Judith, linda! ¿Dónde pensás que te estás metiendo? …. ¡ Claro que entre nosotros existe la más absoluta discreción! Acá en el grupo, no entra cualquiera, Vos misma llegaste recomendada por otro miembro del grupo, cómo es la Colo, y dentro de nuestro grupo vas a conocer a mucha gente discreta, que no le gustaría verse en ningún escándalo, por su vida sexual liberal ¿Entendés lo que te digo? Le dice el viejo.
- ¡Si, si, si claro! Responde ella.
- ¡La verdad que me siento muy orgulloso y privilegiado de ser Yo quien te dé la bienvenida al grupo, tengo que agradecerle a la Colo, el que te halla recomendado conmigo para ser tu puerta de ingreso a nuestro grupo, ¿Sabés cómo es el ingreso al grupo linda? Le dice el viejo.
- Bueno gracias por sus conceptos sobre mí, si, algo me explicó Jaky de cómo es. Le dice Judith, sabiendo que lo peor para ella, estaba a punto de comenzar de un momento a otro.
- Bueno mirá, acá la cosa es más o menos así. La persona que ha sido invitada por un miembro del grupo, tiene que pasar una noche con la persona que la invitó, o bien la persona miembro del grupo recomienda a otra, para darle al invitado o invitada su “bienvenida” al grupo. En tu caso, fue que Jaky me designó a mí para que te dé la “formal bienvenida” esta noche, ¿Entendés amiga? Otra cosa muy importante, acá nadie busca pareja, simplemente somos un grupo de amigos y amigas que hacemos encuentros libres para pasarla bien. Le explica el viejo.
- ¡Aha, si comprendo! Responde ella nerviosa.
- Bueno y sobre otras normas del grupo ya te iremos hablando, pero por ahora es importante que sepas eso. Finaliza su explicación Tiburcio.
- Ah, bueno, si me parece bien- Responde Judith algo insegura.
- ¿ Me permitís verte bien? ……. ¡a ver amiga, parate un poquito y date la vueltita, que quiero verte bien! Le pide Don Tiburcio.
- Está bien. Responde Judith resignada, casi sin voz y entre dientes.
Entonces ella se pone de pie y gira sobre si misma vestida con zapatos de tacón alto y un vestidito muy cortito y escotado de color rojo.
- ¡Que bárbaro, que bonita, que bella, que hermosura de mujer! No puede evitar decirle el viejo a media voz devorándosela con la mirada, provocándole a ella una risita nerviosa y sonrojándose ante él.
- ¡Jijijijiji, gracias! Le responde ella ya algo incomoda con todo esto.
- ¿Cuantos años tenés linda? Insiste el viejo.
- Tengo 49 casi recién cumplidos. Contesta ella tomando la silla para volver a sentarse.
- ¡ No, no, no, quédate un ratito más paradita así cómo estás! ……… ¡La verdad amiga, que me pongo en el lugar de tus pobres hijos y en la situación de “soledad” en la que estaban allá en aquella isla, y no me atrevo a culparlos por haber echándole el ojo a semejante pedazo de mujer, por más que ella fuera nada menos, ni nada más que mamá! Comenta Tiburcio sin sacarle sus ojos de lobo hambriento, y comenzó a acercársele ya sin más.
Cuando lo vio venir hacia ella tan decidido, Judith caminó instintivamente hacia atrás, hasta chocarse con la silla en la que había estado sentada ella.
- ¡Tranquila, tranquila, estamos entre “buenos amigos” y la vamos a empezar a pasar muy bien, todo es cuestión de relajarse un poquito, ¿no crees? Le dijo abrazándola por la cintura y atrayéndola hacia él y dándole un beso en la mejilla y otro en el cuello.
- ¿No le parece que vamos muy rápido? Le pregunta ella ya muy nerviosa.
- 1) Ya nos presentamos, 2) Ya nos conocíamos de antes, 3) Ya entablamos un buen dialogo cómo para amigarnos y entrar en confianza, por lo que te vuelvo a pedir más que encarecidamente que dejes de tratarme de “usted” ……. ¿No te parece linda? Le dice el viejo haciéndole sentir su aliento en la cara.
Pero Judith ya no sabe cómo responder ante esto, y solo guarda silencio.
Entonces el viejo ve el “campo libre” para seguir avanzando con ella.
Don Tiburcio a estas alturas, podía percibir claramente la incomodidad de Judith y su falta de plena voluntad para llegar hasta este punto con él. Sin mencionar aún que el viejo no olvidaba las veces en las que trató de tener algún acercamiento a la bella empresaria 23 años más joven que él, y que ella lo rechazó en todas las oportunidades.
¿Por qué estaría la hermosa y exitosa empresaria J Herzoch regalándosele esta noche al viejo en su finca? ¡Era obvio del papel que jugaba su empleada y amiga en todo esto, la periodista J Bauer, la “había convencido” a la empresaria para prestarse a este jueguito perverso! Y a Tiburcio le estaba entrando la sospecha de que más que convencerla, la Colo estaba chantajeando a su amiga para prestarse a todo esto. Algo que, a Don Tiburcio, lejos de frenarlo en su afán y obstinación por lograr “comerse” de una vez por todas a la hermosa mujer (que hasta hace poco podía ostentar el título de rechazar al magnate de la prensa) era algo que lo excitaba al punto de no poderle ocultar a Judith, la gran erección que tenía en su pantalón.
Don Tiburcio conocía muy bien a su amiga/ amante Jakeline Bauer, la Jaky, la Colorada, la Colo. Sabía y la creía capaz de todo, cuando se le metía una idea en la cabeza.
Don Tiburcio le había hablado mucho a Jaky de su “enamoramiento”, de su calentura por la señora Herzoch, y el hecho de que la empresaria lo haya rechazado todas las veces en que él intentó echársela al plato, no hizo más que estimular y aumentar el deseo del viejo por aquella mujer.
Don Tiburcio era del típico macho, que anda por la vida considerando haberse cogido a cuanta mujer le tuvo ganas, algunas habrán caído en sus redes con más facilidad que otras, pero a sus 72 años consideraba que no se le había escapado, ni se le escapará jamás, ninguna “presa”, y esta noche Judith venía a confirmarle su filosofía de vida-
No obstante, ello, Tiburcio tenía claro que este “filete” en especial, no lo había conseguido él por sus propios medios, sino que era un regalo de su “amiga” Jaky, y entonces pensó que debería “gratificárselo” muy bien.
Judith vio aquel bulto en el pantalón del viejo, e instintivamente sintió un rechazo y asco casi instantáneo.
Ella dejó de mirarle la entrepierna, pero entonces el viejo la besó apasionadamente en la boca.
Quiso resistirse brevemente con unos cuantos movimientos de cabeza y unos pasos hacia atrás, que la llevaron a chocarse nuevamente la silla donde había estado sentada hasta hace un rato, y además Tiburcio dejó de abrazarla y le sostuvo con ambas manos y firmemente la cabeza.
Entonces ella ya recordó que debería “portarse bien” con el viejo, para que la Colo no recibiera ningún tipo de quejas por parte de este, y no tome represalias contra ella, tal vez publicando aquel horrible libro sobre su vida incestuosa en la isla.
Entonces ya plenamente resignada a “cumplir” con el viejo, que no dejaba de comerle la boca, ella cerró sus ojos y comenzó a corresponder los lengüetazos que Tiburcio le acestaba en la boca, prácticamente sin respirar él ni darle respiro a ella.
Al poco tiempo de cerrar los ojos, Judith sintió la enorme mano del viejo meterse por debajo del vestido y dirigirse directamente a su entrepierna y tocarle la concha por encima de la bombacha, por lo que ella al principio cerró con fuerzas sus piernas, y luego de unos segundos las abrió, para dejarlo hacer al viejo todo lo que quisier allí abajo con su mano.
El viejo empezó a acariciarla por encima de la bombacha y a disfrutar del tacto de su mano con ella y con el tacto de los labios de la concha que esa fina tela de encaje cubría.
Por su parte Judith con sus ojos cerrados resistía estoica e inquebrantablemente todo aquello, mientras podía oír a su teléfono celular recibiendo mensajes.
- ¿Querés atender antes de seguir? Le preguntó Tiburcio.
- Está bien, y ¿Puedo ir al baño? Le respondió ella.
Entonces Tiburcio la acompañó al baño, y se quedó detrás de la puerta esperándola.
Ella entra al baño, se levanta el vestido y se baja la bombacha blanca de encaje que llevaba ese día y al sentarse en el inodoro y mientras se relajaba para mear. Tomó su teléfono móvil y vio los mensajes que muy impacientemente le mandó su amiga durante todo ese último rato:
“Hola amiga, ¿Fuiste al canal de TV a encontrarte con el viejo?”. Le escribió en el primer mensaje.
“¿Y amiga? ¿Qué tal te está yendo con mi viejito? ¿Con que te sorprendió en la cena? ¿Te pusiste linda para él? ¡Jajajajaja! ¡Andá contándome algo, que estoy en casa, sola, aburrida y muy ansiosa pensando en ustedes! Le escribe Jaky en un segundo mensaje.
“¿Ya están en la cama? Yo ya me vine a la cama y no doy más de la calentura, pensando en ustedes. ¡Dale perra contame algo!”. Escribe la Colo en el último mensaje.
Entonces Judith, llena de rabia e impotencia le responde a su amiga:
“ Mirá perra hija de puta, me tenés harta con tus cosas de sexópata enferma, si no fuera por ese puto libro que escribiste, Yo no estaría acá apunto de acostarme y revolcarme con un viejo asqueroso cómo Vos. ¡Algún día me las vas a pagar hija de puta!”. Le escribe indignada Judith.
Ella dejó el teléfono sobre el lavamanos, y con sus 2 manos se cubrió el rostro y luchó por retener su llanto por tanta rabia contra su amiga, contra el viejo y hasta contra ella misma por toda la mierda e inmoralidad que había cometido con sus hijos.
Fue en ese momento de tanto aturdimiento, que su concha empezó a dejar caer todo el contenido de su vejiga. Y terminada la larga meada, tomó nuevamente su teléfono móvil, ya que mientras meaba los escuchó vibrar con la entrada de un nuevo mensaje:
“¡Mucho cuidadito cómo te dirigías a mí Judith, no sea que lo termines lamentando el resto de tu perra vida! ¡ Mirá que así cómo esta noche le vas a tragar toda la leche al viejo, así te voy a hacer tragar todas tus humillaciones hacia mí! Así que más vale que me pidas perdón por lo de perra hija de puta, y no cometas más errores”. Le advierte la Colo en un mensaje escrito.
“Bueno está bien amiga, perdón, estoy un poco nerviosa” Le responde Judith, muy asustada por la amenaza de la periodista.
Por su parte, Don Tiburcio se había quedado en la puerta del baño esperándola y entonces y durante esos pocos minutos, los pensamientos morbosos y el ya incontenible deseo por ella, le comían la cabeza al viejo parado frente a la puerta del baño esperándola impacientemente.
Rogaba que la rubiecita no se pusiera a cagar, para que no demorara tanto.
Pero entonces pensó que, si su amiga no desagotaba la barriguita, no estaría apta para el sexo anal que tanto le gustaba al viejo. Y acá el problema era que al viejo no le gustaba usar condón en sus relaciones con sus amigas.
Entonces se recordó que de la última vez que se había acostado con la Colo, le había sobrado un pequeño enema sin usar.
Entonces el viejo fue a su cuarto y dentro del cajón de la mesita de luz encontró aquel supositorio que le quedó sin usar.
Entonces volvió a la puerta del baño, y justo en ese momento Judith abría la puerta para salir. Entonces Tiburcio la toma de la mano y en silencio caminan hasta la habitación.
Entonces el viejo le pide a ella que se acueste bocabajo de manera transversal en la cama, le levanta el vestido y le empieza a bajar la bombacha blanca hasta los tobillos.
Ella permanece quieta y en silencio con los ojos cerrado.
Acto seguido le separa las piernas y comienza a lubricarle el ano, mientras ella solo rezaba para que el viejo no la tuviera tan grande.
Entonces el viejo le separa las nalgas y le escupe en el ano una, dos, tres, cuatro, cinco veces y empieza a masajearle el el orificio anal hasta lograr dilatarlo lo suficiente cómo para comenzar a introducirle la cánula por su puertita trasera.
Entonces Judith, pensando que Tiburcio se abalanzaría sobre ella para penetrarla por atrás, quizás de un modo salvaje cómo su hijo Jonathan, o quizás de un modo suave cómo su hijo mayor Jonás. En todo caso ella respiró profundo, contuvo la respiración unos segundos, y cuando el viejo le abrió las nalgas con dos dedos y comenzó a introducirle la cánula suavemente en el ano, ella se sobresaltó asustada, tomada totalmente por sorpresa con todo aquello.
- ¡Shhhhhhh, quietita, tranquila amiga, no pasa nada, pero vamos a hacer una limpieza interior antes de empezar a jugar! Le explica Don Tiburcio empujándole aquel caño por su culo.
- ¡Aaaaahhhh! Gime casi en vos baja ella, totalmente aterrada mientras aquel canito ganaba cada vez más profundidad en su vientre.
- ¿Duele amor? Le preguntó el viejo mientras seguía empujándole el enema, antes de derramarle el contenido en sus entrañas.
- Un poquito. Contestó Judith en voz baja.
- ¡No me vas a decir que Sos virgen por atrás! ¿ Eh? ……. ¡A otro perro con ese hueso! Yo leí en el libro de la Colo, ¡cómo tu hijo mayor te lo abrió por primera vez, y cómo después se lo entregabas a todos! Le respondió el viejo, mientras empezó a verterle el líquido en sus tripas, mientras con la mano libre le acariciaba el clítoris.
- ¡ Jaja, si! Pero nunca jamás me hicieron esto. Le respondió Judith.
- ¡Jajaja, ¡Vos tranquilízate amor, concéntrate en tu conchita y disfrutá de la pajita que te voy a hacer, mientras te vacío todo el supositorio para que te cagues hasta quedar bien limpita por dentro! Le sugiere el viejo y empieza a manosearle la concha, hasta meterle dos dedos adentro.
Ellos permanecieron unos instantes en silencio mientras Tiburcio al notar que la concha peluda de Judith se empezaba a dilatar, empezó a penetrarla hasta con tres dedos.
- ¡Aj…aj……aj! aaaaaaaaaaah! Soltaba quejidos de placer Judith, con aquella paja mientras sus entrañas continuaban inundándose con aquel líquido.
- ¡Eeeeeeeeeeso, eeeeeeeeeso, así mamita, así, relájate y disfrutalo, así mi amor, así! Le dice él.
- ¡ Aaaaaaaaaaaaahhhhhh, aaaaaaaaaaaahhhhhhhhh!. Gemía y gemía ella mientras el viejo la pajeaba y le inundaba las entrañas con el contenido del supositorio, ya casi agotándose su contenido.
Cuando el contenido del recipiente se terminó, el viejo se lo sacó del ano, y ahora todo era cuestión de esperar.
Don Tiburcio, le volvió a poner la bombacha, y se recostó en la cama a su lado.
Ellos permanecieron en silencio y descansando un rato, mientras el líquido hacía su trabajo en las entrañas de Judith para dejarla bien limpita por dentro, mientras el viejo aprovecha ese tiempo para tomarse una pequeña siesta antes de la larga noche que le esperaba por delante.
Habrán pasado algo más de 15 minutos, cuando Judith despierta sobre saltada y cómo le es posible y tan rápido cómo puede, se pone de pie e intenta correr al baño, sintiendo que se cagaba con cada pequeño esfuerzo para levantarse de la cama, y con cada paso que daba en el eterno camino al baño.
El viejo corría por detrás de ella por el pacillo hacia el baño, podía escuchar claramente cómo la pobre se iba cagando por el camino. Al llegar al baño ella prácticamente le cerró la puerta en la cara al viejo, que, de no ser así, se hubiera metido con ella.
Judith, se levanta el vestido y con un movimiento de piernas, la bombacha blanca ya algo sucia con el contenido del supositorio y algo de su cacona, cae al piso y ella se sienta en el inodoro, mientras el viejo la espera detrás de la puerta.
Entonces tras unos minutos, ella empieza a recuperarse de su malestar, y cuando se dispone a usar el bidet para lavarse la cola, justo cuando se sienta en el bidet la puerta del baño se abre de repente y aparece el viejo completamente desnudo.
Judith al verlo entrar tan repentinamente, sin aviso y completamente desnudo, se queda petrificada y sin ningún tipo de reacción.
Entonces él entra en el baño, cierra la puerta y antes que ella abriera la canilla del bidet, la toma del brazo y la hace ponerse de pie.
- Desvestite, así nos damos una ducha juntos. Le pide Tiburcio.
- Ah, bueno está bien. Le responde ella sin saber muy bien que decir, y viendo muy avergonzada que el viejo no dejaba de mirar el inodoro, donde todavía estaba la gran cantidad de cacona que Judith despidió gracias al enema que le había hecho el viejo para limpiarla por dentro antes de cogérsela por atrás.
- ¡ Paaahhhh, que semejante cago te echaste amiga! ……. ¡ Jajajaja, me imagino que debes a ver quedado bien limpiecita por dentro después de esto, jajajajaja, esperemos que no me tapes el baño! Comenta el viejo mientras tira la cadena y Judith miraba al piso totalmente avergonzada y humillada con semejantes comentarios.
Viendo que ella estaba cómo atontada, aturdida, paralizada, choqueada, el viejo se le acercó, y subiéndole el vestido se lo sacó y la despojó también de su bombacha blanca de encaje y del corpiño celeste que tenía puesto Judith esa noche.
Ya completamente desnuda, abrió el agua de la ducha, y mientras la temperatura del agua se templaba, Tiburcio se volvió a Judith, y comenzó a comerle las tetas y manosearle su concha peluda.
El viejo se metía en la boca la mayor cantidad de carne de hembra que le entraba en ella, lamiéndole, chupándole y hasta mordiéndole la teta a una estática e inmóvil Judith, quien se limitó a cerrar sus ojos, apoyarse en la pared del baño que tenía detrás suyo y a abrir las piernas para que el viejo la poseyera a gusto.
Tiburcio le acariciaba esa hermosa concha llena de pelos negros apenas recortados con una tijera, solo para tratar de agradar al hombre, pero sin llamar la atención de sus hijos con el cambio de look de mamá, ya que ellos la preferían a mamá con la concha bien peluda, y Judith no estaba dispuesta a dejar de agradar a sus cachorritos, por complacer a un viejo cerdo.
Entonces Tiburcio empieza a pajearla. Primero con un dedo, y en cuanto nota cómo la concha de Judith se moja y dilata cada vez más, mete hasta tres dedos en aquella zanja rodeada de una espesa selva de recortados vellos negros.
Ella se recarga sobre la pared a sus espaldas y separa más sus piernas, flexionándolas levemente y cerrando sus ojos, para abandonarse a los caprichos del viejo.
Entonces el viejo acerca su boca a la de la empresaria 23 años menor que él, e instantáneamente al sentirlo Judith abre su boca y rápidamente la lengua del viejo de 72 años la invade por completo, ahogándola hasta las arcadas, provocando que ella gire su cabeza de un lado a otro en una breve resistencia entre continuas arcadas por el sofoco y el asco que le provocaba el viejo.
Entonces inesperadamente ella le toma la verga totalmente erecta a Tiburcio, y comienza a pajearlo con su mano izquierda.
- ¡Ah, aaaaaaaah, aaaaaaaaahhhhhh, ay amiga, amiguita divina, aaaaaaaaaaahhhhhh! Gemía el viejo, quien, con solo sentir su verga en la mano de Judith, quedó al borde del orgasmo. Y cuando ella comenzó a cascársela cada vez más rápido, el viejo llegó a pensar por un momento que se desmayaría de placer allí mismo por lo que tuvo que sujetarse de la pared, sin dejar de pajear a Judith con su otra mano libre.
- ¿Le gusta Don? Le preguntó ella
- ¡ Aaaaaaaaahhhhhhh, aaaaaaaaaaahhhhhhh!. Le contestó el viejo gimiendo a gritos, y derramándole toda su leche en la mano, al tiempo que temblaba y flexionaba sus piernas mientras se sujetaba de la pared con su mano libre, para no caerse al piso, dominado y desbordado por el placer, de estarla viendo a la empresaria Judith Herzoch (la misma que tantas veces se le negó en el pasado) completamente desnuda en el baño de su lujosa finca, paseándolo y haciéndole tener semejante orgasmo.
Ella soltó la verga gruesa de Tiburcio, y se miraba la gran cantidad de semen que había en ella, en la palma de su mano y entre sus dedos.
Judith permanecía asqueada mirándose la mano sin saber qué hacer, sin saber dónde limpiarse o enjuagarse.
- ¡Chupatela, límpiate con la lengua! Le dijo el viejo tomándole la mano y acercándosela a la boca.
Entonces ella, en un esfuerzo descomunal por dejarlo bien contento al viejo, y que este la haga quedar bien con la chantajista de su amiga, contó mentalmente hasta 3 y cerró sus ojos para meterse los dedos con semen de viejo en la boca y los limpió lo más que pudo, hasta empezar a toser y tener arcadas casi hasta vomitar toda la cena frente al viejo, que no dejaba de mirarla con un aire triunfal en su mirada, e incrédulo a la vez de saber que esto recién estaba comenzando y le esperaba una larga y placentera noche por delante.
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