PERDIDOS II (CAP 37) EL REGRESO DE LA MAMÁ A LA FINCA Y LA SIESTA CON TOMÁS:
Finalmente, y después del traumático primer encuentro con el viejo Tiburcio, Judith es “rescatada” por su amiga la Colo y llevada de regreso a la finca con sus amados hijos, donde por la tarde la mamá dormirá una “placentera siestita” con Tomás..
CAPITULO 37:
EL REGRESO DE LA MAMÁ A LA FINCA Y LA SIESTA CON TOMÁS:
Finalmente, y después del traumático primer encuentro con el viejo Tiburcio, Judith es “rescatada” por su amiga la Colo y llevada de regreso a la finca con sus amados hijos, donde por la tarde la mamá dormirá una “placentera siestita” con Tomás.
Pasó algo más de media hora desde que Tiburcio estaba en la cocina tomando Mates, cuando por la ventana vio el coche de Jaky acercándose a la casa allá en su finca.
El hombre salió a recibir a su querida amiga y empleada, quien puso en sus manos, o más literalmente dicho en su cama, a la única mujer que pretendió tener en ella, y fue capaz de tener la osadía de escapársele rechazándolo en varias oportunidades en el pasado
La cara de “feliz cumpleaños” con la que Tiburcio recibió al su amigo Colo parecía decirlo todo hablando mucho más que mil o tal vez un millón de palabras.
Al verlo venir hacia ella, mientras Jaky se bajaba del auto, lo saludó correspondiendo a su expresa felicidad con una tierna y cómplice sonrisa.
- ¿y don? …. ¿Cómo la pasó mi viejito picarón? Lo saluda pícaramente la hermosa pelirroja…
- ¡Bárbaro mi amor, bárbaro, que mujerón había resultado tu amiga, que mujerón es la Herzoch esa por favor! ….. ¡Cómo me la terminé cogiendo por favor, cómo me la cogí toda la noche! No paraba de decir el viejo baboso mientras la abrazaba a la Colo.
- ¡Bueno mi viejito hermoso, me alegro de que la hayas pasado bien, ahora devolvéme a mi amiga viejo hijo de mil putas! ……. ¿Dónde la tenés secuestrada? Bromea ella.
- ¡Jajajajaja, duerme cómo un angelito en la cama del macho más grande de este mundo!
- ¡jajajaja, ahí la tengo desplomada en mi cama durmiendo desnudita cómo un angelito! …. ¡Jajajajaja, la dejé sin aliento a tu pobre amiguita, parece que este pobre viejo en la cama vale más que sus 4 principiantes hijitos! Comenta victorioso Tiburcio entre carcajadas, mientras entran en la casa del viejo.
- ¡Viejo hijo de puta, contáme con detalles! ¿Qué le hiciste, que hicieron? Insiste Jakeline, muy impaciente por escucharlo todo con lujo de detalle.
Ellos entran en la cocina y siguen charlando animadamente cómo entre los viejos amigos que eran.
Ellos siguen charlando y riéndose animadamente mientras Tiburcio le contaba a la Colo con lujo de detalle lo que el viejo le había hecho a su amiga.
Ella se excitaba de solo imaginárselo todo mientras escuchaba con atención el detallado y por de más descriptivo relato de su amigote Tiburcio.
Siguen pasando los minutos y ya era media mañana, cuando Jaky, muy intrigada porque aun su amiga no aparecía en escena, le pide permiso a su amigo para ir a verla a la habitación.
Cuando Jaky llega, comprueba que era verdad lo que le decía su amigo, allá estaba Judith extrañamente profundamente dormida a las 10:45 de la mañana, Jaky se acerca a ella, la mira sonriente y la besa dulcemente en los labios.
Su amiga despierta abruptamente:
- ¿Viniste? ….. ¡Vamos, vámonos a la mierda, no aguanto más estar acá! Reacciona respondiéndole ella.
- ¡Jajajaja, parece que te dejaron de cama! …. ¿No?, bueno vestite que ya nos vamos. Le responde la Colo y vuelve a la cocina con su amigo.
- ¡Viejo de mierda! ¿Qué le diste, que le hiciste para que mi pobre amiga duerma cómo tronco casi hasta las 11 de la mañana? Le dice sorprendida la Colo a Tiburcio al volver a la cocina.
- ¡Jajajaja, no me la despertés bruja de mierda, dejala dormir a la pobre! ¿No ves que tuvo una noche larga y “agitada”? …. ¡Qué bruja insoportable Sos! Le responde entre risas su viejo amigo.
- ¿Cómo es en la cama? ….. ¿Es mejor que Yo? …. ¿A caso te gusta más ella que Yo? Le pregunta ella celosa de su amiga.
- ¡Uuuuuyyyy la puta que te re parió Colorada hija de puta, no me pongas esa carita, porque me destrozas el alma, mejor rómpeme la verga en la cama!, ¡Sabés que este viejo de mierda te ama con toda el alma y no te va a cambiar por el culo jovial y paradito de tu remilgada amiguita, ella simplemente un gustito que me quería dar, y lo sabés muy bien! Le responde él.
- ¡Rajá de acá viejo zalamero, si tan rota te hubiera dejado Yo la verga, no estarías atrás del culo de mi amiga! ……. ¡Jajajajaja, tenés una verga indestructible viejo hijo de puta! ……bueno, bueno, bromas aparte…. ¿Se portó bien, te conformó? Le pregunta la Colo.
- Si Colo, andá tranquila que tenés una amiga divina. Al principio estaba cómo un poco tímida, pero después estuvo divina. Le responde él.
- Bueno, me alegro entonces, mejor así. Comenta la Colo, cuando justo en ese momento, aparece Judith en la cocina.
Ellas se despiden de Tiburcio y se van de su finca en el coche de la Colo.
Entonces cuando tomaron la ruta, Jaky indagó a su amiga, sobre la noche que pasó con su jefe y amigo.
Al principio ella se demostraba renuente a comentar y detallar aquello tan desagradable.
Pero de a poco y con la habilidad que la Colo tenía cómo periodista, pregunta a pregunta su amiga fue soltando la lengua en el trayecto a casa.
Judith le contó a su amiga que el muy cerdo le hizo un enema antes de cogérsela por atrás. Y que también le hizo tragar su nauseabunda leche, que la hizo vomitar cómo pocas veces en su vida.
- ¡Jajajajajaja! ¿Te hizo el enemita a Vos también? ….. ¡Viejo hijo de puta, a todas nos hace lo mismo! Comentó entre risas jocosas la Colo mientras conducía por la ruta.
- ¡Viejo cerdo hijo de puta, me agarró dormida, bueno en realidad, incluso cuando me desperté, me hacía la dormida para que me dejara en paz! ¡Me apretó las fosas nasales y me la metió en la boca y me la empezó a empujar hasta la garganta, Yo estaba que vomitaba o se la mordía! Contaba Judith indignada con el viejo.
- ¡Jajajajaja, ese viejito es imparable! Le responde Jaky.
- ¡Qué asco me da, lo recuerdo y vuelvo a sentir el sabor del viejo en mi boca! Dice Judith visiblemente asqueada y con nauseas.
- ¡Jajajajajaja! Se ríe su amiga.
- ¡Ay Jaky, pará, pará porque quiero vomitar! Le pide Judith mirando a la banquina por la ventanilla.
- ¡Ay amiga, un trago de leche no le hace mal a ninguna! Le replica su amiga.
- ¡No me hables así y pará porque me vomito encima! Le advierte Judith tapándose la boca.
- ¡Amiga respirá profundo y relájate! …. Además ¡No me irás a decir que es la primera verga que mamás, hasta te podría preguntar cuál de tus 4 hijos da mejor leche! …. ¡Así que dejá de espamentar por favor, que estoy atrasada, Yo ya tendría que estar en casa hace rato! Le responde la Colo.
Pero entonces Judith ya no le responde. Ella toma la cartera de su amiga, la vacía entre sus piernas y comienza a vomitar adentro de la finísima cartera de la periodista.
- ¿Que? …….. ¡Nooooooo, noooooo, pará hija de puta, en mi cartera nooooooo, me quiero morir la cancha de tu re puta madre hija de puta! Protestaba la Colo golpeando el volante a los gritos, mientras la veía a su amiga vomitándole adentro de la cartera.
Finalmente, Jakeline deja a Judith en su finca y se va.
Ni bien Jakeline se fue de la finca, su amiga se apresuró a ir al baño y meterse bajo la ducha para bañarse, y sacarse el olor al viejo y su cama que aún llevaba encima.
Se tomó si tiempo bajo la ducha, no solo para bañar su hermoso cuerpo y rasquetear de él toda la “suciedad” que llevaba encima, sino también para abandonarse al llanto silencioso bajo la ducha.
Mientras lloraba desnuda bajo la ducha, las imágenes del “encuentro” con el viejo asqueroso se proyectaban en su mente cómo una película de terror, donde ella misma había sido la protagonista.
- ¡Ah ah ah, uuuuhhh! Lo escuchaba gemir al viejo en su cabeza, mientras le parecía sentir de nuevo la verga en su boca, y el sabor de la eyaculada del viejo de mierda. Y esa sensación fue cómo mágica, porque inmediatamente Judith tosió con fuerza hasta tener una gran arcada y vomitar bajo la ducha, y lo que más la asqueó fue que le pareció ver el semen del viejo entre los restos de comida que largó de su boca y que inmediatamente se fueron por el desagote de la bañera.
Entonces fue ahí que lloró con desesperación sintiéndose harta y asqueada de toda la situación que estaba viviendo con su amiga y que cada vez incluiría a más personas cómo ya lo había hecho con Tiburcio.
Terminada la ducha, Judith se vistió, se maquilló y fue a almorzar con sus hijos.
El almuerzo transcurrió en la más absoluta normalidad, cómo cualquier almuerzo familiar, nadie se dio cuenta de la tristeza y humillación con la que cargaba mamá en ese momento.
Bueno, nadie excepto Jonás, el más sensible compañero de mami, quien la conocía muy bien hasta en su forma de mirar, y Judith consiente de esto, se mostraba esquiva y dispersa ante las inquisidoras miradas de su hijo mayor, quien, sin siquiera hablarle, cada vez que sus miradas se cruzaban él parecía preguntarle: “¿Estás bien mamá?”. A lo que Judith parecía contestar a su pregunta con una pícara, pero débil sonrisa. Era un dialogo sin palabras entre una madre atormentada por las humillaciones a las que era sometida por una de sus “mejores amigas”, y su más comprensivo y fiel compañero, que pasaba por desapercibido por el resto de los comensales sentados en aquella mesa familiar.
Transcurrido el almuerzo, ella a poco de levantarse de la mesa, les dice:
- Bueno chicos, estoy cansada y quiero dormir una buena siesta. Dice Judith cruzando los cubiertos sobre su plato, cómo pidiéndoles a ellos que se hagan cargo de la limpieza.
- ¿Con quién? Pregunta Jonathan con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Con quién, que Jony? Le responde ella, distraída en sus propios pensamientos y amarguras, ajena totalmente a las intenciones de su compulsivo “hijito especial” sabiendo que ella se iba a la cama.
- ¿Con quién te vas a acostar, quien de nosotros va a tener el honor de acostarse con mamá y la dicha de echarte un buen polvo esta tarde? Le aclara su pregunta Jonathan.
- ¡Ay hijo no tengo ganas ahora! ¿Puede ser que me dejen sola un rato? Quiero dormir tranquila una buena siesta esta tarde chicos. Reclama la mamá en un tono casi suplicante.
- ¡Ufa mami, Yo hasta pensaba en una buena orgía vespertina de Domingo! Le replica Jony.
- ¡Ay Jony! ¿Todo tiene que ser sexo para Vos?……. ¿Por qué no te buscás una novia, una amiga, una chirusita por ahí y te sacas esas ganas tan voraces con las que siempre andás? …. ¡Creo que deben andar por ahí tantas chicas o mujeres deseosas de encontrarse con un rapaz tan fuerte, fornido y hambriento cómo Vos…! Que además no veo ya el sentido de que tenga que ser Yo, tu propia madre quien tenga que saciar tus necesidades masculinas……. Eso tenía algún sentido cuando estábamos allá en la isla, ¿Pero ahora…? Protesta ella ante la insistencia de su hijo.
- ¡Porque Vos Sos la única que despierta tamaña voracidad en mí! Le responde Jony.
- ¡Bueno Jony, loco déjate de joder, ya escuchaste a mamá, está cansada y con ganas campeón, dejala en paz! Interviene Jonás.
- ¡y PREFIERE QUE ME COJA A UNA CHIRUSA’? Se pregunta Jony en voz alta.
- Mami, ¿Yo tampoco puedo dormir con Vos? Le pregunta su siempre tierno e inocente Tomy.
- ¡Está bien mi amor, podés acostarte con mamá hoy! Le responde Judith luego de pensarlo unos segundos, y llegar a la conclusión de que, si tenía que compartir la cama con uno de ellos, Tomy o Jonás eran las 2 mejores opciones que tenía, teniendo en cuenta que eran los dos más tiernos y comprensivos con ella.
- ¡Jajaja, hermanito! ¿No era que no tenía ganas? …. ¡No tiene ganas de encamarse con Vos, me parece que a mami la tenés aburrida! Le dice Jonathan en tono burlón a Jonás, mientras Judith se levanta de la mesa harta de los comentarios impropios de su hijo Jonathan.
- ¡Loco, si tan alzado andás!… ¿Por qué no te vas a coger a la tía Colo?…. ¿No vienen cogiendo hace ya tiempo? Le replica ya algo furioso Jonás.
- ¡Porque a diferencia tuya, ¡Yo me cojo a la que quiero, me quiero coger a una amiga, me cojo a una amiga, me quiero coger a la amiga de mamá, me cojo a la amiga de mamá, me la quiero coger a mamá, me la cojo a mamá! ¿Entendiste cabezón? Responde Jonathan.
- Bueno, si te cojés a la que querés, andá a acostarte con la Colo, y dejá en paz a mamá! Le pide Jonás.
- ¡Por qué no te vas a coger a Jessica, si Sos tan campeón cómo Yo? Lo desafía Jony mencionándole a su ex novia.
- ¡Qué sé Yo boludo, si con esa ya no salgo más! Le responde Jonás.
- ¿Ya la aburriste cómo a mamá? Le retruca Jonathan sonriéndole burlonamente.
- ¿Y qué pasó con tu querida Camilita? Le responde Jonás.
- ¡Me aburrió, la dejé, mi nenita de mamá para mí, desde que probé la concha de mamá, desarrollé un gusto por las mujeres, son mejores que las nenas de mamá! Responde Jony.
- ¡Bueno, entonces andá a clavarte a una mujer, y dejá en paz a mamá! Le pide Jonás.
- ¿Estás celoso? ¿Tenés miedo que me la coja mejor que Vos? Le responde Jonathan.
- ¿Qué te pasa, que te pasa? Le replica Jonás.
- ¿Qué te pasa a Vos? ¡Qué Jessica te dejó y ahora la tenés aburrida a mamá! ¿Por qué no te tomás una pastillita, a ver si se te levanta el “animo”? Le replica Jonathan, burlándose y haciéndole mención al viagra.
- ¿Y Vos, ya te tomaste tu pastillita hoy, que andás tan loquito y alterado? Se burla Jonás, haciéndole referencia a la medicina psiquiátrica, que debía tomar Jonathan.
- ¡Bastaaaaaaa ustedes dos, Jonathan calmate, y Jonás, me desepcionás hablándole así a tu hermano! Grita Judith, ya desde el segundo piso de la casa, harta de oírlos discutir cómo adolescentes.
Y todo se termina ahí entre ellos.
En cuanto a Judith y Tomás, madre e hijo abandonaron el comedor ante la mirada y el silencio de Ronaldo y la ferviente y acalorada discusión entre Jonás y Jonathan.
Tomás la siguió por detrás a su madre, deseoso y ansioso por tenerla pronto con él en la cama, ignorando por completo el verdadero estado de animo de su mamá, quien hoy se sentía más necesitada de un abrazo y mucha ternura y comprensión, que de una tarde de buen sexo filial.
Al llegar al corredor donde están las habitaciones y el baño, y luego de poner orden entre Jonás y Jonathan con un grito de rabia, Judith entró en el baño y cerró la puerta dejando tras ella a Tomás, quien se quedó parado tras ella escuchándola mear. El sonido inconfundible del chorro de meo saliendo de la concha peluda de Judith, tuvo el efecto de siempre en Tomás, quien al poco de comenzarla a oír mear, tuvo una inmediata y repentina erección, sin siquiera pensarlo, ni mucho menos poder evitarlo.
Mientras la escuchaba mear, ya se la imaginaba en la cama solo para él y en la tarde que pasarían acostados en la cama con mami a su entera disposición. Judith se demoró unos 20 minutos en salir del baño, y tras el sonido de la cadena, abrió la puerta, y Tomás entró en el baño a hacer sus necesidades antes de ir a la cama con mamá.
El olor que Judith había dejado en el baño, explicaba su tardanza allí adentro, y mientras Tomás sentía ese aroma, se recordó el efecto “enema” que las penetraciones anales tenían sobre mamá allá en la isla, y aquel recuerdo lo excitó aún más.
Para cuando Tomás llegó al cuarto de su mamá, Judith estaba bajando la persiana para dejar a la habitación en la más absoluta oscuridad.
Hecho esto ella se desajustó el cinto de sus jeans grises, lo desabotonó, bajó el cierre de la bragueta y los dejó caer al piso revelando a los ojos de Tomás la bombacha roja que llevaba puesta.
Acto seguido se sacó la blusa blanca y quedó en corpiño blanco y bombacha roja.
Su hijo la miraba cómo devorándola con los ojos, y al darse cuenta de ello, Judith lo ignoró completamente, tratando de dejarle en claro que esta vez no pasaría nada entre ellos. Por lo que ella se apresuró a ponerse un camisón blanco y cortito que no le llegaba ni a las rodillas.
Ella se acostó primero, del lado derecho de la cama matrimonial, y se acurrucó sobre la orilla de la cama y dándole la espalda a su hijo.
Tomás se desvistió y se acostó al lado de su mamá abrazándola por detrás.
Los minutos comenzaron a pasar en el más absoluto silencio, oscuridad y quietud.
Ella lejos de poder dormirse, solo trataba de poner su mente en blanco y no pensar en nada.
Tomás en cambio se sentía cada vez más excitado por el rose de su pene con las nalgas de su mamá.
Entonces, con la mano que la abrazaba, comenzó a acariciarla suave y tiernamente subiendo y bajando desde el vientre a los pechos, y desde los pechos al vientre. Judith trató de concentrarse en las caricias de su hijo Tomás, y verlas cómo una tierna expresión de afecto y contención por parte de su tierno hijito Tomy, tratando de ignorar su verdadera intención con aquellas caricias y al hacerle sentir la dureza de su pene apoyado firmemente entre sus nalgas.
Entonces en un momento determinado ella siente bajar la mano de su hijo deslizándose por su vientre hasta llagarle bien abajo, levantarle el camisón y posarse sobre su vagina por encima de su bombacha roja de algodón.
Al llegar a tener contacto con la suavidad del algodón de la bombacha roja de Judith, Tomás bajó deslizándose suavemente hasta llegarle bien abajo, y poder percibir con el tacto de sus dedos, los labios vaginales de su madre y también pudo notar algo de humedad en la bombacha, e inmediatamente el sonido de su mamá meando en el baño se instaló en su mente.
- ¡La muy cerda ni se limpió, ni se lavó después del meo!. Pensó Tomás al palpar la humedad en la bombacha. Y esto hizo que su pene diera cómo un pequeño salto y se le endureciera aún más adentro del calzoncillo, cosa que Judith pudo notar perfectamente en sus nalgas en el rose con su hijo.
Entonces Tomás se olió sus humedecidos dedos de la mano tras el contacto con la bombacha de la mamá, y pudo sentir el olor a pis en sus dedos, y su pene volvió a dar otro salto dentro del calzoncillo golpeando otra vez la colita de mamá.
Esto disgustó un poco a Judith, quien confirmaba con obvias pruebas las calenturientas intenciones de su tierno hijo Tomy.
Entonces ya para ella fue imposible mantener la mente en blanco, y una vez más confirmaba cómo se había vuelto un “pedazo de carne” para todos: Para sus hijos, para su amiga, y hasta para el viejo cerdo del jefe de su amiga.
Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, mientras sentía cómo la mano de Tomy no dejaba de acariciarle la concha por encima de la bombacha. Entonces ella bajó suavemente su mano hasta alcanzar la de Tomy y la tomó.
Judith en ese momento estuvo a punto de apretarle la mano con rabia y apartársela de su vagina que tan impune y descaradamente le estaba acariciando, aunque fuera por encima de la bombacha.
Pero entonces respiró profundamente, rebobinó su mente, y se dio cuenta que su tierno Tomy no tenía la culpa de nada. Que acá la única culpable era ella por haberle despertado tanto a Tomás cómo a Ronaldo, los instintos masculinos durante el naufragio en la isla. Acá la mala de la película era su amiga la Colo, quien la chantajeaba con publicarle el puto libro que escribió revelando la “vida de excesos” que habían llevado ellos en la isla, y la chantajeaba obligándola a acostarse con su “grupete de perversos amigos” y hasta con ella misma, bajo amenaza de destruirla social y económicamente si ella no accedía.
Estaba pensando en esto, cuando sintió la mano de Tomás colándose por el elástico de la bombacha y entrando en ella bajó hasta acariciarle los vellos de su pubis.
– La verdad que te la podrías afeitar un poco …. ¡mirá lo que son estos pelos! ¿No te dicen nada tus hijos? En la mente de Judith resonó la ronca voz de don Tiburcio opinando sobre sus partes nobles.
– ¡Viejo cerdo hijo de re mil puta, más asco me das Vos a mí, Sos vomitivo! Murmura Judith casi llorando de impotencia y odio hacia Tiburcio y la Colo.
Entonces, ella tratando de calmarse, reprime su llanto y se dispone a complacer a su “hijito mimoso de la mamá”, y se acuesta bocarriba para ofrecerle un mejor Angulo de acción a Tomás.
- ¿No habíamos dicho claramente que veníamos a la cama de mami nada más que a dormir? Le pregunta ella tratando de provocarle alguna culpa a Tomy por no dejar dormir a mami.
- ¡Perdón mami, pero cómo que tengo muchas ganas! Le dice en un tono inocente su hijo.
- Y si hiciéramos el amor ahora ¿Me dejarías tranquila después? Le responde ella con una sonrisa en los labios.
- ¡Si mami, te lo prometo! Le responde él muy entusiasmado y feliz de haber logrado de que su mamá se le entregue esa tarde en la cama.
- ¿Y qué le decimos a tus hermanos?, ellos también querían venir, y mami les dijo que estaba muy cansada cómo para coger esta tarde ¿Y ahora…? ¿Viste cómo se pelearon Jonathan y Jonás por mamá? Y ahora Vos te la vas a coger a escondidas de ellos, ¿No te sentís mal por hacerla mentir a mami? Le pregunta ella acariciándolo tiernamente.
- ¡Bueno, pero no contemos nada a nadie, que quede entre nosotros! Le insiste él
- ¿Y Vos decís que nadie va a sospechar? Le pregunta ella en tono juguetón.
- ¡No creo, están todos en la cocina, y nadie nos va a escuchar! Hiciste él.
- Okay, entonces vení con mamá! Le dice ella resignada a tener que complacerlo sin remordimientos.
Dicho esto, ella se pone bocarriba en la cama y ambos comienzan a besarse apasionadamente. Sus lenguas se entrecruzan y exploran la boca del otro mientras beben de sus salivas y respiran de sus cálidos alientos, y esta escena se prolonga durante unos largos instantes.
Entonces mientras se siguen besando, Tomás recuerda la humedad que encontró allá abajo en la bombacha de su mamá justo sobre la misma concha peluda de Judith, y al reencuentro de ella fue entonces.
Tomás comenzó a acariciarla suavemente por encima del camisón de Judith, bajó lentamente por sus pechos acariciándolos suave y tiernamente, deteniéndose por unos breves instantes en esa zona de la geografía humana del cuerpo de su hermosa madre, solo para acariciar aquellas “montañas” de carne antes de continuar con su viaje hacia el “sur”.
Acarició esas dos hermosas tetas con suavidad, pero también con ahínco y vehemencia, despertando la calentura en su ya algo excitada madre al ver las ganas y el empeño de su hijo en la decisión de cogérsela esa tarde.
Una vez acabada la profunda exploración de los “cerros” maternales de Judith, Tomás decidido a seguir viaje hacia el sur, retomó su tour por el cuerpo de mamá y bajó suavemente por su vientre maternal y femenino, que Judith a sus 49 años conservaba casi plano.
Tomás sin descuidar la pasión que le dedicaba a la tarea de devorarle la boca a mamá casi sin dejarla respirar, disfrutaba al mismo tiempo del tacto con la tela del camisón en el “viaje” a lo largo y ancho del vientre maternal de Judith, pudiendo incluso sentir las cosquillas de las suaves vibraciones que se producían con la actividad de los intestinos en plena labor de la digestión del almuerzo.
Tomás recorrió ese casi plano vientre femenino de lado a lado con caricias casi circulares, y entonces decidió retomar su camino hacia el “sur” bajando lentamente disfrutando del suave tacto con aquella tierna planicie, y las cosquillitas que la actividad interna de mamá producía sobre la palma de su mano y sus dedos.
Tomás entonces sintió el suave choque de su mano con el elástico de la bombacha roja que llevaba puesta ese día Judith. Y una incontenible emoción lo invadió al punto de estremecer todo su cuerpo al sentirse ya tan cerca de su destino final.
Ella pudo sentir perfectamente el momento cuando su hijo se estremeció por completo, y sonrió entre beso y beso.
- ¿Adónde llegaste con esa manito? … ¿Eh? Le murmuró juguetona y traviesa su mamá.
- Ya casi a dónde quiero ir. Le respondió él con voz algo temblorosa entre beso y beso.
- ¿Y a dónde pensás ir, si se puede saber? Le preguntó ella traviesa y juguetona, con un tono de complicidad mientras abría sus piernas suavemente.
- Justo a acá mami. Respondió él posando su mano sobre la concha de ella.
- ¿Querés sentirla mejor? levantame el camisón y tocamela un poquito por arriba de la bombacha. Le pidió ella temblando de placer.
Inmediatamente Tomás siguió el consejo de mamá y levantándole apenas el corto camisón, posó su mano sobre la bombacha roja de algodón que aún cubría las partes íntimas de Judith, y entonces posó su mano justo donde halló la humedad que tanto buscaba encontrar con su mano.
Entonces la excitación de Tomy fue plena, y comenzó a acariciarle la concha a su madre de una manera grosera, liberal y apasionada, arrancándole a Judith, los primeros quejidos de placer y excitación.
- ¡Aj, aaaaaj, aaaaaaaj, sí, así, aaaaaj, seguí carajo así ¿Que encontró mi hijito que le gustó tanto?, aaaaj! Decía Judith entre quejidos y ya casi gemidos de placer, ante la brutal y descomunal manoseada de concha que su hijo Tomás le estaba propinando por encima de su bombacha humedecida con su meada.
- ¡Encontré que otra vez no te limpiaste ni lavaste después de mear! Le responde él.
- ¡Aj, hijito mío, me acostumbraste a ser cochinita, aaaaaj, mami no era así, ¡Vos me enseñaste a ser cochina, aaaaaaj sí seguí así, aaaaaaaaj creo que me vuelvo a mear! ¿Te acordás cuando mami te meaba la mano en el mar allá en la isla? Le decía ella entre besos y quejidos de placer.
- ¡Ay sí, tenemos que volver mamita, tenemos que volver a coger en la cueva de los encuentros, volver a las orgias en la carpa, a las tardes en el mar y tus meadas en mi mano! Le dice él.
- ¡Jjijijiji, cuantos recuerdos hermosos tenemos mi amor! Le responde su mamá.
En ese momento Tomás mete su mano por dentro de la bombacha de Judith, y con solo apenas bajar un poco logra alcanzar la abundante mata de vellos negros que cubren la concha de su madre, y al continuar bajando la punta de sus dedos llegan a acariciarle la zanjita totalmente humedecida tanto o aún más que los vellos que la rodeaban, y en ese preciso momento puede sentir cómo su mamá se estremece de intenso placer.
- ¡Aj! … ¿Te gusta mi amor? Le pregunta ella soltando un quejido de placer al estremecerse cuando sintió los dedos de Tomás acariciándole su concha peluda.
- ¡Me encanta mami! Le respondió él fascinado.
- ¡Meteme un dedito, Aaaaaahhh! Le pidió ella ya gimiendo de placer.
- ¿Así mami? Le preguntó él hundiéndole lentamente el dedo en la zanja.
- ¡Si! Solo pudo murmurar ella, y su cuerpo se tensó totalmente, su espalda se arqueó, su boca se abrió lo más que pudo, y todo quedó en silencio.
Entonces Tomás hundió completamente su dedo en aquella zanja y comenzó a moverlo allí dentro, provocando temblores y escalofríos en su enmudecida madre, que lo único que hacía era sacar la lengua y lamer desesperadamente los labios y rostro de su hijo Tomás, cómo toda una perra agradecida o desesperada por agradecerle las caricias a su dueño.
Tomás correspondía a esas desesperadas lamidas le labios y cara, atrapándole la lengua con su boca cada vez que le era posible, y chupándosela tal cómo ella le chupaba la verga, o incluso mordisqueándosela suavemente, pero con verdadera pasión, cosa que enloquecía aún más a su ya muy excitada mamá.
Así permanecieron en este “jueguito” durante unos largos instantes en los que ella lamía el rostro de su hijo y besaba sus labios, mientras que él la masturbaba y atrapaba su lengua con su boca cada vez que podía, solo para chupársela y hasta mordérsela, mientras ella le jadeaba en la cara.
Entonces, Tomás le saca la mano con la que la masturbaba, y se la ofrece para que se la lamiera limpiándosela, a lo que Judith lo sorprende lamiéndosela con total desesperación, limpiándosela de sus propios jugos vaginales y restos de la meada que se había echado antes de ir a la cama con él.
Luego de esto, ella decide tomar el control de la escena, y lo voltea en la cama, dejándolo bocarriba, y entonces lo despoja de su remera, y con el juvenil pero varonil pecho de su hijo totalmente desnudo y a su disposición, Judith comienza a besarlo, escupirlo y desparramar su baba con su lengua por todo el pecho de Tomás, desparramándole su saliva por la superficie del pecho con la suave caricia de su lengua, la calidez de su aliento, y el suave rose de su cabello acariciaban el pecho de Tomás, ofreciéndole un sinfín de sensaciones excitantes y por demás placenteras.
Tomás cerró sus ojos, se relajó y se entregó en cuerpo y alma a la experta mamá para que lo “matara” de placer con aquellas caricias por demás eróticas y sensuales, y con cada nueva idea que se le viniera a Judith en su cabeza.
Fue entonces cuando al poco de cerrar sus ojos para disfrutar plenamente de todo aquello, la mano de Judith bajó hasta su erecto pene, lo liberó del calzoncillo, y suavemente comenzó a pajearlo.
- ¡Ah mamá! Se escuchó la enronquecida voz del joven, interrumpiendo el silencio en aquella oscura habitación.
- ¡Jijijiji! … ¿Te gusta mi amor? Le pregunta ella entre tímidas risitas.
- ¡Ahahaha, si mamita divina, si mamita preciosa, seguí así mamacita hermosa, aaaaaaahhhh! Le responde él con voz ronca y entre gemidos.
- ¿Querés venir arriba de mami? Le preguntó Judith, con voz suave y tierna invitándolo a subirse a ella.
El chico, ya muy excitado, no responde con palabras, sino que directamente se sube a ella.
Judith abre sus piernas e inmediatamente puede sentir la dureza de su hijo estrellándose contra su concha que solo estaba protegida por la tela de la bombacha roja que aún tenía puesta.
- ¡Puta madre! Protesta Tomy al sentir su pene estrellarse con la bombacha de mamá, cuando intentó penetrarla olvidando que ella todavía estaba con su ropa interior puesta.
- ¡Jijijiji, ay mi amor, tranquilo hijo, despacito con mami, además juguemos un poquito antes de la penetración! Reacciona ella con gracia, al notar la frustración de su hijo al no poder penetrarla en su intento.
- ¿Que juguemos un poco antes de coger, y cómo? Le pregunta él, impaciente e intrigado.
- Movete cómo si me estuvieras cojiendo, quiero sentir esa dureza chocando con mi bombacha cómo si quisieras romperla de un vergazo para metérmela hasta los huevos!. Le propone ella.
Entonces Tomás dirige su verga hacia la vagina de su mamá con la ayuda de la mano y la ubica justo entre los labios vaginales, y entonces comienza a embestirla suavemente, pero con fuerza cómo intentando atravesar la tela de la bombacha roja que se interponía entre su verga y la concha de su madre.
Al sentirlo golpeando en su “entrada delantera”, la mamá cierra sus ojos, lo abraza fuertemente y se entrega al placer que los intentos frustrados de su hijo por penetrarla, le estaban causando.
Por su parte, Tomy con la intensidad de aquel abrazo, percibió el placer que le estaba haciendo sentir a mamá con aquellas embestidas de su verga contra la bombacha justo encima de su concha.
Entonces no transcurrió mucho tiempo para que la bombacha roja de la mamá comenzara a humedecerse de ambos lados. Del lado de afuera, la verga de Tomás comenzaba a dejar pequeñas cantidades de líquido pre seminal, y por otro lado la vagina de la mamá correspondía lubricándose con la excitación y humedeciendo la parte interna de su bombacha.
- ¡Aj, aj, aj, aj, aj! Se quejaba Judith, con cada choque en su concha, donde la verga de su hijo golpe tras golpe parecía estar cada vez más cerca que quebrar la resistencia de la bombacha de mamá, y en cualquier momento traspasarla y penetrarla hasta los mismos cojones, de un solo empujón y de una buena vez.
- ¿Te gusta mami? Le pregunta Tomy, con voz ronca y casi jadeante.
- ¡Aj, aj, aj, aj! Le respondió ella quejándose de placer con cada golpe de verga sobre la bombacha y su concha, mientras aturdida por la calentura del momento y la intensidad del “jueguito erótico”, le clavaba las uñas y arañaba el pecho de su hijo.
El crujir de la cama se entre mezclaba con los quejidos, gemidos y por momentos jadeos de Judith, mientras su hijo la embestía una y otra vez cómo cogiéndosela salvajemente.
En un momento dado ella se estremeció y arañó fuertemente el casi lampiño pecho de Tomy. Fue entonces que Tomás, con una de sus manos acarició la concha de su madre, por encima de la bombacha.
La intensa humedad de la bombacha de Judith, recordó a Tomás cuanto disfrutaba a verla, escucharla mear, o incluso encontrar sos bombachas meadas. Y eso lo hizo perder el control y tener un potente y repentino orgasmo sobre la bombacha de mamá.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaahhh! Gimió Tomás antes de desplomarse sobre el pecho de mami, luego de eyacular cómo si la hubiera meado por encima de la bombacha y sus piernas.
Judith lo recibió sobre su pecho y entre sus brazos tierna y casi complacidamente.
Tomás se entre durmió escuchando los agitados latidos del corazón maternal, mientras ella lo abrazaba y acariciaba tiernamente.
En ese momento ella sentía en su ser el inmenso amor cómo hijos, pero también cómo machos, que le profesaban cada uno de ellos, y un sentimiento de gran amor y orgullo cómo madre, se entre mezclo con la culpa y vergüenza que sentía al no poder ya para de ser la mujer de sus propios hijos. Ella besó tiernamente la cabeza de un Tomy por momentos dormido, y al ver que no hubo respuesta alguna por parte de él, se relajó y se entregó al llanto silencioso sin dejar de acariciarlo tiernamente y cada tanto besaba con amor la cabeza de su “pequeño” Tomy.
Las lágrimas brotaban con intensidad desdelos ojos de Judith, y recorrían sus mejillas, mientras ella recordaba en su mente cada paso y pasaje del camino que la llevó a la locura de terminar siendo la hembra de sus propios hijos.
Recordaba lo ocurrido el mismo día del naufragio, la accidentada llegada a la isla, cómo fueron transcurriendo los días, su acercamiento y aferro a Jonás (su hijo mayor), las intensas charlas que mantenían en sus caminatas por las playas de la isla. La primera vez que descubrió cómo su hijo mayor ya no la veía solo cómo madre o incluso amiga, sino que, en sus ojos y modos de actuar con ella, había algo más que amor, comprensión y contención de hijo.
Recordó cómo se sintió avergonzada al principio por sentirse deseada por su hijo mayor. Pero también recordó cómo ella misma con el correr del tiempo fue liberándose de sus prejuicios y poco a poco fue cediendo, y disfrutando de las cosas que hacía su hijo mayor por seducirla y ganársela cómo mujer.
Recordó los primeros encuentros íntimos con Jonás en aquella cueva alejada del campamento, encuentros en donde madre e hijo daban rienda suelta a toda su locura de amantes furtivos a escondidas de los demás.
Recordó el arrepentimiento, y hasta el asco de sí misma que sintió tras cada uno de los primeros encuentros amorosos con su hijo mayor. Pero entonces se preguntó ¿En qué puta mierda estaba pensando cuando permitía que todo aquello simplemente pasara? Recordó cómo a medida que pasaba el tiempo y el “romance” madre e hijo continuaba, Jonás le planteaba cada vez con mayor frecuencia e insistencia sobre los riesgos de que todo llegara a saberse, y cómo lo manejarían con el resto de los chicos. Y por primera vez se reconoció a sí misma, que todo aquello en el fondo la había excitado mucho y lo había disfrutado sin darse cuenta en aquel momento.
Judith, recordó cual fue la reacción de Jonathan al enterarse que su hermano mayor se “comía” a mamá sin compartirla con los demás hermanos, y también recordó cómo los hechos de ahí en más fueron inconscientemente justificados por ella misma, cómo el pensar en que jamás volverían a pisar la civilización, justificaba en cada detalle la creación de su propio mundo con sus propias reglas en aquella remota isla perdida en el inmenso mar. Y estando en esa situación, cómo que, si lo pensaba, tenía algún sentido todo aquello, pero ¿Cómo se iba a imaginar en ese entonces que algún día volverían a Crisao (la ciudad de dónde son oriundos) y su mejor amiga Jakeline Bauer lo descubriría todo y la sometería al peor chantaje que jamás hubiera sido capaz de imaginar, con tal de no revelarlo al mundo?
Y es ahí cuando Judith volvía a sentirse una tonta, una estúpida, cuya irresponsabilidad ahora no solo ponía en peligro su reputación intachable ante la sociedad crisaoense, sino que también ponía en peligro y en vergüenza a sus 4 amados hijitos.
Estaba todavía pensando en eso, cuando su hijo Tomás poco a poco comienza a despertar, y tiernamente la besa en los labios, a lo que Judith, aun llorando corresponde tiernamente con otro beso en los labios de su hijo.
Fue entonces que el pene de Tomás volvió a endurecerse y a apuntarle justo directamente a la zanjita de mamá aún protegida por la bombacha roja que Judith llevaba puesta.
Ella sintió la dureza de su fogoso pichón, e inmediatamente un escalofrío recorrió todo su cuerpo haciéndola estremecerse de placer, y cuando aún estaba en pleno estremecimiento, sintió cómo las manos de Tomás se apoderaron de sus pechos.
- ¿Querés que hagamos el amor? Murmuró la mama, con voz temblorosa.
- ¡Si mami, por favor! Suplicó desesperado el chico.
- Está bien …. Sacale la bombacha a mamá. Le pidió tiernamente ella, luego de asentir con su cabeza a la súplica de Tomy, totalmente dispuesta a complacerlo.
Tomás hace a un lado las sabanas con las que se tapaban, e inmediatamente le sube el camisón a mamá y comienza a bajarle la bombacha roja hasta sacársela.
Entonces, no resistió la tentación de acomodarse entre medio de las piernas de mamá, y lentamente acercar su rostro a la peluda y húmeda concha de la ya muy excitada Judith, quien al sentirlo moverse allá abajo y adivinar su intención, se sonrió, abrió aún más sus piernas para darle mayor comodidad y espacio a su hijo, y con ambas manos comenzó a acariciarle tiernamente la cabeza.
Entonces al sentir las tiernas y amorosas caricias de las suaves manos de mami, sobre su cabeza, cómo abalando sus intenciones de comerle la concha antes de cogérsela, Tomy acercó aún más su rostro hasta sentir los pelos de la concha de mami rosarle la boca, nariz y pera, y comenzó a oler del más íntimo y femenino olor de Judith, mientras disfrutaba de sus caricias en la cabeza y nuca.
Ella al sentir la respiración de su hijo sobre su concha ya liberada de la bombacha roja que la había protegido y abrigado hasta no hace mucho. Se estremeció de placer arqueando su cuerpo hasta hacer chocar su concha con el rostro de Tomás, quien instintivamente la besó con sus labios, sacó su lengua y comenzó a lamerla con verdadera devoción y dedicación.
Ella cerró sus ojos, se mordió con fuerza los labios, contuvo la respiración y sostuvo con fuerza la cabeza de su hijo presionándola firmemente contra su concha durante varios segundos, para luego liberar la presión dejándolo respirar, al tiempo que ella exhalaba el aire de sus pulmones por sus labios, dejándolo escapar con un sonoro suspiro de placer y alivio. Esta escena se repitió una y otra vez durante varios minutos, dónde Judith alcanzó pequeños orgasmos entre suspiro y suspiro.
- ¡Aj mi amor Sos fabuloso, hermoso ahahaha, te amo hijito precioso de la mami ahahahaha!. Dijo ella entre jadeos de placer, que la hacían oír cómo cansada, cómo si acabara de correr una carrera de varios metros.
Entonces Judith lo hizo acostarse en el centro de la cama, y se subió sobre él montándolo nuevamente cómo lo había hecho hace un rato.
Estando montada ya sobre Tomy, Judith se inclinó hacia adelante, y mientras su largo pelo castaño claro se deslizaba suavemente sobre el pecho de Tomy, acariciándolo suavemente y haciéndole cosquillas, su lengua dibujaba suavemente indefinidos garabatos sobre la superficie del pecho de su hijo, que al sentir la suavidad de las caricias del pelo de mamá, el movimiento suave del “lápiz húmedo” de su lengua, y la calidez del aliento que emanaba de su boca, lo hacían disfrutar de un sinfín de sensaciones que literalmente lo estaban volviendo loco, y lo dejaban al borde de perder completamente la paciencia.
- ¡Aaaahh, mamá! Dijo él soltando un gemido de incontenible placer.
- ¡Shhhhh, tranquilo bebé, mami está acá! ¿Te gusta esto? Le respondió ella murmurándole suavemente.
- ¡Siiiiii, demasiado! Le respondió él
Entonces ella escupió varias veces en el centro de la planicie del pecho de Tomás, y acto seguido comenzó a desparramarle la saliva por toda la llanura de su pecho de macho fuerte de mamá.
- Mamá va a escribirte algo en el pecho, para que jamás lo olvides, quiero que sigas el trazado de mi lengua y me digas que es lo que mami no quiere que olvides ¿Bueno? Le dijo ella
- Está bien, y si logro descifrar el mensaje ¿Qué me das? Le respondió él.
- Lo que me pidas. LE RESPONDE ELLA SIN DEJAR DE DIBUJARLE EN SU PECHO CON LA LENGUA.
- ¡Está bien! Aceptó Tomás.
Judith sonrió complacida con la respuesta de su hijo y entonces con su lengua comenzó a trazar líneas en el pecho de Tomás.
El chico intentó concentrarse en los trazos de la lengua de mamá sobre su pecho, pero la calentura que le provocó aquella suave sensación sobre la piel de su pecho, pronto lo desconcentro, al punto de ya dejarle de importar el puto mensaje de mamá. “¡Ha de ser una tonta cursilería de madre amorosa, Yo le digo lo primero que se me venga a la cabeza y punto!”. Pensó Tomy al ver que había perdido el hilo del mensaje escrito de mamá y ella continuaba escribiendo suavemente sobre su pecho con su húmeda y suave lengua.
- ¿Que escribió mami? Preguntó Judith al acabar.
- ¡” Te Amo”! Respondió Tomás con lo primero que se le ocurrió.
- ¡Jijijiji! ¿Seguro, leíste bien? Le pregunta ella.
- ¡Si mami, seguro! ….. ¿No era eso, no me amás acaso? Le preguntó el chico, ya no queriendo perder más tiempo con el jueguito cursi de mamá, y cogérsela de una puta vez.
- ¡Jijijijiji, no importa, mami tiene fea letra! Respondió ella notando la desesperación de Tomy por metérsela bien adentro de una buena vez.
Entonces Judith, se acomodó sobre su hijo, tomó aquella dura verga con su mano y la comenzó a rosar suavemente contra su peluda y empapada concha.
- ¡Aaaaaaaj! Dejó escapar un largo quejido de placer al sentir esa verga rosándole suavemente toda su zanja.
- ¡aaaaaay mami! Le correspondió Tomás gimiendo al sentir el suave rose de la concha de su madre en la punta de su dura verga.
- ¿Te gusta hijito mío, te gusta mi amor? Le dice ella continuando el rose suave y placentero.
- ¡Aaaaaay si mamá, pero clavátela de una vez! Le implora él sintiendo ya que va a explotar en cualquier momento.
- ¿Cómo…… así? Le pregunta ella dejándole entrar la puntita de la verga en esa concha peluda, y sacándola casi de inmediato.
- ¡Aaaaaaay, sí, pero dejala entrar toda y dejatela adentrooooooo! Le suplica su hijo casi al borde de la desesperación.
- ¡Jijijijiji, pero a mamá le gusta ir despacito mi amor, disfruta cada sensación, disfruta cómo cada milímetro de verga es tragada por la conchita de mami! Le dice ella entre risitas pícaras, mientras lo va dejando entrar suavemente sentándose lentamente sobre él y su verga.
- ¡Aaaaaaaahh, movete mami, movete, aaaaa cabálgame, no puedo más! Le suplica dulcemente su hijo entre gemidos sintiendo cómo ella se deja caer sentada sobre él hundiéndose toda su verga en esa concha peluda.
Ella se deja caer suavemente sobre su hijo, y ya una vez completamente sentada sobre el, con toda la verga metida bien adentro, comienza a cabalgarlo muy lentamente.
Entonces Tomás se agarra de sus dos tetas por encima del camisón blanco de Judith, y las estruja suavemente mientras su mamá lo cabalga lentamente.
- ¡Aaaaaj, mmmmmmmhhhh aaaaaaaaa aaaaaaayyy si mi vida amasále las tetas a mami, aaaaaa, si mi amor las tetas de mami son tuyas! Decía Judith mientras lo cabalga suavemente entre quejidos y gemidos de placer.
- ¡Aarau, ay mamita, aaaaaaa, aaaaayyyy mamita que hermosas tetas! Responde Tomás gimiendo de placer.
- ¡Aaaaaahhh, ay si acaríciamelas así aaaaahh apretalas, sacále lechita a mami, aaaaaaaahhhhh! Decía Judith incrementando el ritmo de su cabalgata.
- ¡Aaaaaaaa mamita, te amo, eso, así así, así movete, movete, más rápido mami, más rápido, así carajo así mamita preciosa aaaaaahh!. Decía Tomás ya gimiendo desesperadamente de placer.
- ¡ Ahahahahahahahaha!. Jadeaban madre e hijo casi melódicamente, mientras ella lo cabalga saltando sobre él casi histéricamente. Mientras Tomás se agarraba de sus fornidas tetas por encima del camisón blanco de Judith, mientras la oía jadear cómo perra sedienta.
- ¡ Aaaaaaaaa mamacita divina, aaaaaaahhh mi vida mi amor, mi todo, aaaaaaaa!. Decía Tomás entre casi gritos de placer.
- ¡Ahahahahahahahaha! Jadeaba ella sin descanso y sin cerrar su boca ni para tragar saliva, lo que hacía que un hilo de baba comenzara a descender de su boca con un balanceo rítmicamente pendular, acompañando el movimiento de la enérgica cabalgata que realizaba sobre su hijo, enterrándose una y otra vez su verga hasta lo más profundo de su peluda concha.
Pronto entre jadeos y gemidos de mamá, Tomás sintió la suave frescura del hilo de baba de Judith acariciándole su pecho.
Esto hizo que él se excitara aún más y en procura de más saliva maternal, le introdujera dos dedos de una de sus manos, en la boca de Judith, quien se vio sorprendida por aquellos dedos en su boca e inmediatamente y de manera inconsciente tratara de expulsarlos de su boca empujándolos hacia afuera con su lengua, lo que desató un excitante juego para Tomy, quien luchaba contra la lengua húmeda de mami, por ganar espacio en su boca.
Esta escena se prolonga durante unos largos instantes, donde la lengua de Judith se pierde en una sensual y frenética danza con los dedos de su hijo, quienes trataban de colarse entre los espacios que ella le dejaba por momentos, para llegar hasta lo más adentro posible en aquella boquita de mami.
Pronto Judith dejó de preocuparse por los dedos “intrusos” en su boca, y lo empezó a vivir y disfrutar cómo un sensual y erótico juego que su hijo quería jugar con mami, mientras ella lo cabalgaba. Y esto le permitió a Judith dejar de prestarle tanta atención al juego con su lengua y los dedos de Tomy, y concentrarse mejor en las sensaciones de placer que sentía en su concha, con cada entrada y salida de la verga de Tomás e incluso con los movimientos de palanqueo que por momentos le hacía esa verga en el interior de su concha obligándola a gemir y jadear cómo perra, entre torpes balbuceos de frases o palabras que los dedos en su boca no le permitían pronunciar correctamente, dificultando la comprensión de ellas para su hijo.
En tanto Judith disfrutaba del placer de sus propias sensaciones durante la cabalgata, Tomás buscaba y disfrutaba de sus propias sensaciones de placer, entre la entrada y salida de su verga de la concha de mamá, y el sensual juego de los dedos con la lengua de mami, quien le acariciaba los dedos con la lengua, se los bañaba con su cálida saliva y los secaba con su caluroso aliento con cada jadeo que salía de su boca, a veces entre cortado por pequeñas y espontaneas arcadas y las incomprensibles palabras de protesta de su madre, quizás pidiéndole que tenga más cuidado o advirtiéndole que la hará vomitar sobre él si no tiene más cuidado con sus movimientos al llegar a meterle los dedos en la garganta.
Y así fue que ella siguió cabalgándolo hasta que en un momento Judith detuvo sus brincos sobre él, y con la verga de su hijo incrustada hasta los huevos en su concha, comenzó a balancearse hacia adelante y atrás. Atrás y adelante entre desesperados alaridos y jadeos hasta tener su orgasmo con aquel palanqueo de la verga de su hijo empotrada hasta los mismísimos cojones en su ya muy dilatada concha peluda.
- ¡Ahahahhaha, aaaaaaaaaaaa, guack, aaaaaaaaaaaaaaaa, guuuuuuaaaaack!. Jadeó, gimió Judith con su orgasmo, y hasta vomitó sobre los dedos, mano, brazo y pecho de Tomás, cuando él aprovechó el descontrol de mamá durante el orgasmo, para entrar con sus dedos lo más adentro que pudo en su garganta, luego de vencer por fin la férrea resistencia de la lengua de Judith, que le había presentado feroz batalla durante todo un buen rato.
Totalmente fuera de sí y excitadísimo quizás cómo nunca antes, Tomás la hizo ponerse a 4 patas a su mamá, quedando ubicada transversalmente con su culo apuntando para el lateral derecho de la cama, y entonces el chico se colocó detrás de ella, le levantó el camisón y de un solo empujón se la hundió por el colo hasta los huevos.
- ¡Aaaaaaaaaahhhhh, mamáaaaaaaaa! Gimió con voz ronca Tomás, cuando su verga llegó hasta lo más profundo de Judith, esta vez entrándole por su culo.
El chico la empezó a bombear con fuerza y brusquedad, mientras su mamá todavía parecía estar atontada, recuperándose de su fenomenal orgasmo y repentino vomito.
Ella y asía arrodillada en el colchón de la cama, con su rostro entre sus manos y hundido en el colchón, mientras soportaba las demenciales embestidas que desde atrás y por el culo le daba Tomás.
Judith estaba aturdida de placer y asombro, el niño tierno de Tomás se la estaba cogiendo cómo el salvaje loco de su hermano Jonathan, parecía no haber diferencia entre uno y otro esta vez. Ella se preguntaba que lo habría puesto así a su tierno e inocente Tomy, que había despertado a un “Jonathan” en su tierno Tomy, sea lo que sea era su pobre culo quien estaba pagando las consecuencias, siendo duramente castigado con cada salvaje embestida, que la sacudía en la cama refregándole las sabanas y el colchón contra su cara, y hasta en ocasiones haciéndola levantar en el aire y despegar sus rodillas del colchón, cómo si fuese a dar vuelta carnero en la cama.
- ¡ Aaaaahh, aaaaaaaaahhhh, aaaaaahhhh, aaaaaahhh!. Gemía Tomy con cada nueva arremetida contra su mamá entrando hasta lo más profundo de su ser.
Esta escena duró unos tres o cuatro minutos, en los que Judith en cada embestida sentía cómo tomy la palanqueaba con la verga adentro de su culo y después de cada nueva entrada en él, y con la fuerza de la palanqueada parecía elevarla haciendo que sus rodillas pierdan contacto con el colchón por algunas cuantas milésimas de segundos, pero las suficientes cómo para que ella pudiera notarlo y enloquecer de placer al punto de echarse a llorar de emoción y excitación.
- ¡ Aaaaa mamá, aaaaaaaaahhh, que culo profundo y hermoso, ooooooooohhhh!. Decía él entre gemidos de placer, mientras la bombeaba histéricamente, embistiéndola salvajemente una y otra y otra vez, mientras la tomaba por la cintura firmemente.
- ¡ Aaaaaaaaaaaaaaaaa!. Lloraba ella enloquecida de placer y aturdida con semejante cogida salvaje que le estaba pegando uno de los más tiernos y amorosos de sus 4 cachorros, y quizás del último que pudiera esperar que se la cogiera con tanta vehemencia y energía.
- ¡ Aaaaaaa, mami, ahí voy, ahí voy mamita hermosaaaaaa!. Gritó desesperadamente Tomás con su orgasmo, inundándola con potentes chorros de leche que parecían querer hacerle un completo lavaje intestinal.
- ¡ Aaaaaaaaay si mi amor largale toda la leche a mamiiiiii!. Gritó Judith aun llorando de placer, mientras lo sentía “meandola” adentro de su vientre.
Finalmente, él la soltó y ella se dejó caer en la cama, totalmente exhausta, agotada, sorprendida y por alguna razón emocionada con la semejante cogida que se había echado con su hijito Tomás. Ella sentía que su esfínter anal todavía le latía, le parecía sentirlo adentro todavía, mientras secaba sus lágrimas con las sabanas.
Judith quedó cómo adormecida durante varios minutos, mientras Tomás fue al baño a darse una ducha y enjuagarse los restos de vomito que su mamá le echó sobre su pecho, mano y brazo, cuando él le metió sus dedos en la garganta mientras ella estaba teniendo su orgasmo tras la cabalgada que le pegó.
Mientras lavaba su pecho, recordó el momento en el que la mamá le escribió algo en el pecho, Tomás se preguntó qué le había escrito ella realmente con su lengua y saliva.
Al regresar al cuarto de mamá la encontró profundamente dormida, se acostó a su lado y la abrazó tiernamente.
Ella dormía dándole la espalda, y al sentir la tierna presencia del chico a su lado, le tomó la mano con la que la abrazaba y se la besó.
- Mamá ¿Era lo que te dije lo que me escribiste en el pecho y debía recordar para siempre? ¿Era “Te amo”? Le preguntó él sintiéndose un poco mal por haberle dicho la primera cursilería que se le ocurrió.
- ¡Jijijijiji, no sé hijito, creo que mami no tiene buena letra cuando está bajo los efectos de la calentura, pero sí, si te amo y quiero que lo sepas y jamás lo olvides. Le dijo ella y le vuelve a besar tiernamente la mano.
Finalmente, ambos se quedan profundamente dormidos durante varias horas.
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