PERDIDOS II (CAP 6) EL VIAJE A NEW YORCK, EL REENCUENTRO ENTRE TOMI Y MAMI III:
Madre e hijo aprovechan al máximo cada minuto de su viaje para revolcarse cómo animales en celos en aquel cuarto de hotel….
CAPITULO 6:
EL VIAJE A NEW YORCK, EL REENCUENTRO ENTRE TOMI Y MAMI III:
Madre e hijo aprovechan al máximo cada minuto de su viaje para revolcarse cómo animales en celos en aquel cuarto de hotel…
Entonces ellos comienzan a abrazarse, manosearse y besarse apasionadamente.
Ella estaba vestida con su camisón, el chico la acarició por todo el cuerpo a su mamá hasta bajar encontrándose con la entrepierna de Judith. Entonces levanta el camisón de mamá hasta llegar a su vagina.
Al estar Judith sin bombacha, Tomás pudo encontrar con su mano la algo peluda concha de mamá. Jugó con esos pocos vellos entre sus dedos, acarició los labios vaginales al tiempo que ella sin dejar de besarlo abre aún más sus piernas, y entonces el chico empieza a introducirle suavemente sus dedos en la cada vez más jugosa concha de mamá.
Ella cómo respuesta empieza a meterle su lengua lo más adentro que puede en cada beso en la boca.
El chico comenzó a meter y sacar los dedos de la concha de su madre al tiempo que jugaba con los pocos vellos que la rodeaban.
Por su parte Judith no dejaba de jadear dentro de la boca de su hijo, mientras lo besaba desesperadamente, y levantaba y abría sus piernas para tratar de sentir esos dedos lo más adentro que pudiera.
Tomás notaba cómo su mamá se mojaba cada vez más y más, por lo que aprovechó a lubricarle el orificio anal y empezar a hundirle los dedos en aquel hoyo también, encontrándose sin mucho empujar con la cacona de mamá, cosa que lo excitó aún más.
- ¡Aaaaahhhh!, ¿te la vas a coger a tu madre también por ahí? Gimió fuerte y le preguntó Judith cuando sintió entrar en su ano al dedo de Tomi.
- ¡Obvio mami, ho te la hago entrar por todos los huecos! Le responde él.
- ¡Carajo me vas a hacer gritar cómo la puta más barata de este mundo, aaaaaahhhh, pedazo de hijo de puta, vas a hacer que la corran a tu madre del hotel por hacerla gritar cómo una yegua ordinaria!… ¡Aaaaahhhyyyyy! Decía Judith entre fuertes gemidos de placer provocados por la doble penetración de los dedos de su calenturiento hijo.
Entonces Tomás sale de la cama y tomándola a su madre, la hace girar, poniéndola de forma transversal, bocarriba y colocándole u almohadón debajo. Ella queda en una posición perfecta para una buena chupada de concha.
Entonces y preparándose para lo que supuso que vendría, fue que Judith abrió bien y levantó sus piernas, sujetándoselas con ambas manos, para ofrecerle aquella mojada concha rodeada por algunos vellos negros y su ya abierto y lubricado ano.
Tomás se arrodilló al borde de la cama frente a la concha y culo de su hermosa madre, acercó su rostro a la concha y comenzó a olerla, besarla y hasta lamerla, provocando en Judith espasmos de intenso placer.
Así estuvieron unos 4 minutos en los que el silencio era interrumpido por algún esporádico gemido de la mamá.
Entonces el chico metió uno de sus dedos en el ano de su madre, y al poco de empujar y metiéndolo casi hasta la mitad, volvió a encontrarse con la caca de mamá y empezó a meter y saca su dedo del culo de Judith, quien ya gemía y jadeaba de tanto placer.
- ¡AAAAAAAUUUU, AAAAAAAAAYYYY, AAAAAAAAAAHHHHH, AHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA, AAAAAAAAAAAAUUUUU! Intercalaba ella gemidos, aullidos y jadeos, mientras su hijo se la cogía con el dedo y la lengua en una doble y sincronizada penetración.
A medida que continuaba entrando y saliendo con su dedo de la colita de mami, el dedo empezó a salir con algunos trocitos de la cacona de mamá, que Tomi empezó a depositar sobre un cenicero que había en la mesita de luz.
Cosa que al ver cómo ese cenicero cada vez tenía más trozos y de diferentes tamaños de la caca de mamá, empezó a aumentar la excitación de ambos miembros de la fogosa pareja.
- ¡Aaaaauuuu, eso mi amor sacale la mierda a mami así después te la coges bien cogidita, aaaaahhhh! Decía ella entre gemidos y aullidos de placer sintiendo entrar y salir de la colita al grueso dedo índice de su hijo Tomás.
Entonces Tomi vuelve a concentrarse en los besos y lamidas que le daba a la concha de Judith, que no dejaba de gemir hasta casi llorar de placer, disfrutando de aquella mágica y maravillosa combinación de besos, lengüetazos y chupones en la concha, y penetración anal con el dedo.
Ella ya no hablaba, no pedía ni decía nada, solo de vez en cuando algún gimoteo, algún jadeo o algún lloriqueo, mientras movía su cabeza de un lado a otro, y hasta por momentos Tomás podía percibir temblequeos y espasmos a causa del placer intenso que le estaba haciendo sentir a su mamá, quien ya había empezado a tener múltiples pequeños orgasmos con todo aquello.
- ¡Aaaaahhhh, co, co cógeme carajooo, cógeme, aaaaaaaahh! Le suplicó ella entre lágrimas y gemidos de placer.
Entonces Tomás se puso de pie, se tomó la verga con la mano, y al guiarla a la concha de su madre, comenzó a rosarle suavemente la punta, recorriéndole la concha de arriba abajo muy suavemente, haciendo que ella arquease su espalda, cierre sus ojos, abra su boca y sacudiera histéricamente su cabeza de un lado a otro en señal del altísimo placer que estaba sintiendo, al punto que por momentos se ponía tan dura, que al perder el control de su cuerpo y en especial su esfínter, se hechara algunos pedos involuntariamente soplándole los huevos a su hijo, cuando este se la había empezado a clavar en la concha, hundiéndole muy lentamente su verga centímetro a centímetro.
- ¡oooohh jojojo si mami, si sóplame las bolas que las tengo re calientes por Vos! Dice casi gruñéndole de placer Tomás cuando siente el airecito que salía de la cola de la bella Judith totalmente dominada por el placer.
- ¡Aaaaahhh, aaaaayyy perdón mi amor, perdón mi angelito divino, pero a mami la estás haciendo re cagarse de placer, aaaaahhh, ahahahahahahahahaha, no no, no voy a aguantar mucho más así, ahahahahahahahahahahahahahaha, aaaaaaaauuuu, aaaaaayyyyyy! Decía gimiendo, jadeando y hasta por momentos aullando y llorando Judith, desesperada y dominada por el placer, que sentía que pronto la llevaría al orgasmo que la elevaría en cuerpo y alma al paraíso o alguna otra dimensión paradisiaca antes desconocida por ella.
- ¡Aaaaaahhh, dale mami, aguanta carajo, aguanta que quiero cogerte toda la noche, aaaahhh! Le pide él entre gemidos.
- ¡Aaaaaaaaaayyyyyyy, hijito mío, aaaaaaayyy, ahaahahahahahahahahahahaha me me me estás matandoooooo ahahahahahahahahahahahahahahahahahaahaha, no voy a poder aguantar a este ritmo, esperaaaaaaa! Decía suplicante Judith entre gemidos, jadeos, gritos y llantos, al ver que su hijo no reducía la intensidad de sus bombeos.
- ¡Aaaaaaa, te amo mamá, te amoooo! Gimió y dijo él a punto de tener su orgasmo.
- ¡Aaaaaaaayyyyyyy, aaaaaaaaahhhh, ahahahahahahahahahahahahaha! Gimió jadeo y lloró Judith teniendo el más grande orgasmo en mucho tiempo.
Ella soltó y dejó caer sus piernas y quedó tendida en la cama cómo desvanecida y totalmente agotada, sintiéndolo a él moverse dentro suyo y hasta por momentos haciéndole sentir dolor.
Al darse cuenta de esto, su hijo Tomás sacó la verga de la concha de su madre, y fue a lavarse las manos al baño, para sacarse la caca de mamá que todavía llevaba entre sus dedos.
Al volver del baño, Judith yacía en la cama aún boca arriba en transversal y con el almohadón en su cintura levantándole el abdomen.
Él se le acercó, y la pone boca abajo, le abre las piernas y al verle el ano aún bien lubricado, no lo piensa mucho, le abre bien las piernas, le apunta con la verga a la puerta trasera de mamá y se deja caer sobre ella aplastando a la pobre Judith en la cama, pero también hundiéndole todo su duro tronco centímetro a centímetro en el culo de mamá, de quien la única respuesta que recibió fue un largo soplido anal que ella media adormecida aún no fue capaz de contener.
Él la empezó a bombear salvajemente provocando que la cama se moviera e hiciera bastante ruido.
Ella tomó un almohadón que tenía cerca, y hundió el rostro en él, abrió lo más que pudo sus piernas y relajó su cuerpo principalmente su ano, para que Tomi pueda entrarle lo más profundo que le sea posible por ahí atrás.
- ¡Aaaaaahhhh, aaaaaaahhhh, aaaaaaaahhhhh, mamá, aaaaaaaahhh, aaaaahhh, mamita, aaaaahhh! Lo escuchaba decir entre gemidos mientras la taladraba por atrás y ella abrazaba con fuerza el almohadón, mordiéndolo y ahogando sus gemidos de placer.
El chico continuó penetrándola incansablemente y con fuerza por atrás, disfrutando del culo hermoso de su madre, quien de vez en cuando le soltaba sus gases en la verga, al no poder controlar su esfínter con esas intensas envestidas por parte de su fogoso y calenturiento Tomi.
Así permanecieron algo más de 9 minutos y medios, en los que Judith, entre lágrimas y mordiendo fuertemente el almohadón hasta dejarle la marca de su fuerte dentadura, tuvo varios orgasmos, tantos cómo ella no hubiera imaginado que pudiera tener con el mero sexo anal.
Pero evidentemente lo de Tomi, parecía ya descomunal, la estaba taladrando por atrás hace ya casi 10 minutos, y solo hacía pequeñas pausas para tomar aire, mirar el cenicero con los trozos de caca de mamá que él mismo con su dedo le sacó de su cola. Y al verlo, se volvía a calentar, arremetiendo contra ella con renovadas fuerzas y ganas haciendo que la pobre Judith tuviera que resistir estando ya totalmente agotada, y cuando creía que ya no podía más, la sorprendía otro orgasmo.
Casi 3 minutos después Tomi tiene su orgasmo llenándole el vientre de leche, y acto seguido se deja caer en la cama al lado de mamá.
Ambos dormitan durante unos 45 minutos, y tras el descanso elle le propone tomar una ducha juntos, lo que él acepta gustosamente.
Inmediatamente ambos se levantan de la cama, y se dirigen al baño, donde ella no tarde en sacarse el camisón y quedar totalmente desnuda para entrar en la ducha con Tomás.
Antes de entrar en la bañera, Tomás abre la ducha y cuando logra establecer una tempratura ideal, deja ingresar primero a la dama y luego se mete él en la ducha.
Ellos quedan debajo de la lluvia, se miran en silencio, se sonríen tiernamente, se besan apasionadamente abrazandose y acariciándose llenos de amor, morbo y deseos el uno por el otro.
- ¿Te acordás cuando eras chiquito y mamá te bañaba? Le pregunta tiernamente Judith mirándolo a los ojos entre besos.
- ¡ Si claro, me gustaba llenar la bañera de juguetes, y cuando me cansaba de jugar, te llamaba para que me laves. Le responde é.
- ¿Te gustaba que mami te enjabone el cuerpo y el pelo? Pregunta la mamá.
- ¡Me encantaba, y me encantaría que lo hicieras ahora que soy grande! Le responde él.
- ¿Te gusta que mamá esté con Vos metida en la ducha? Pregunta Judith.
- ¡ Si, es el mejor baño de mi vida, quiero que lo hagamos todos los días!. Le responde él.
- ¿Todos, todos los días mi amor? … ¡Jajaja, no sé si se va a poder! Pero mami te promete que cada vez que podamos lo vamos a hacer ¿bueno? Le responde su mamá.
- Bueno, está bien. Le responde su hijo.
Entonces ella comienza a enjabonarlo por todo el cuerpo convirtiendo a la enjabonada en suaves tiernas y sensuales caricias por todo su masculino cuerpo. Él simplemente cerró sus ojos y se dispuso a disfrutar de la cada vez más evidente manoseada que le estaba dando mamá.
- ¡Aaaayy mami, báñame todos los días si me vas a bañar así! Exclamó Tomás entre suspiros y cerrando sus ojos para disfrutar al máximo de todo aquello.
- ¡ Jijijiji, bueno mi amor ya veremos cómo hacemos!. Le responde ella.
Acabado el turno de Judith, para bañar a Tomás, el chico se dispone a hacer lo mismo con su mamá.
Entonces ella se queda parada inmóvil frente a él, con sus ojos cerrados, y el chico toma el jabón y la esponja, y comienza a enjabonar los brazos, cuello pecho y vientra de la hermosa mujer de 48 años que tenía totalmente desnuda parada frente a él.
Tomás disfrutaba de recorrer cada centímetro del cuerpo de mamá con la esponja en la mano. Lavó con suavidad y gran amor cada milímetro de ese hermoso cuerpo de mujer que a su edad aún conservava su madre.
Se deleitó con cada una de sus tetas, las que lavó y enjabonó no una, sino varias veces.
Bajó por su vientre y mientras que con una mano lo enjabonaba, con la otra lo acariciaba, mirándola y viéndola disfrutar hasta relamerse los labios muy sensualmente y tirarle besitos.
En tonces bajó él su vista y vio aquella concha rodeada de algunos cuantos vellos púbicos y dirigió su mano hacia ese lugar.
Pero en cuanto mamá adivinó su intención lo interrumpió.
- Dejá la conchita de mami para lo último, seguí por los pies. Le pidió casi murmurándole la mamá.
Entonces Tomás obedeció sin chistar y enjabonó sus piernas y pies.
Inmediatamente ella se dio la vuelta quedando de espaldas a él. Recogió su largo pelo castaño claro, haciéndolo hacia adelante y le indicó a su hijo que le enjabonara la espalda.
Él así lo hiso y bajó por ella hasta enjabonar esa parada y firme cola, abrió las nalgas y dulcemente lavó el ano de mami.
Entonces ella se volvió a dar la vuelta para quedar de nuevo frente a él, lo premió con un dulce y apasionado beso en la boca por tan buen chico que le había salido a su mami el Tomi.
- Antes de lavarme el pelo mamá quier darte otro premio por ser tan bueno conmigo. Le dijo Judith muy dulcemente.
Entonces se paró frente a él, separó sus piernas, cerró sus ojos y se relajó totalmente. Y tras unos instantes de espera en silencio, ella le murmuro:
- Espero que te guste el regalo de mami. Y acto seguido comenzaron a caer de la concha de Judith las primeras gruesas gotas de un largo chorro de meada, que venía reteniendo ella en su vejiga ya desde antes de entrar en la ducha para regalarsela estando en la bañera parada y completamente desnuda frente a él.
Un charco amarillo comenzó a formarse en el piso de la ducha entre los pies de Judith, y alcanzando a los pies de su hijo, pero también corriendo hacia atrás de ella y llendose por el desagote de la bañera.
Mientras se echaba la alivadora meada frente a su hijo, Judith vuelve a abrir sus ojos justamente para ver cómo lo disfrutaba su chico. Y en ese preciso instante vio erectarse y ponerse cómo garrote la verga de su hijo frente a ella, despertándose sobresaltada al verla meando.
Esto provocó una involuntaria sonrisa en los labios de Judith, quien una vez más sorprendida por el fetiche de su chico de verla meando, se preguntaba ¿por qué le gustaba tanto eso? ¿cómo no le daba asco? ¿Que sentía cuando la escuchaba, sentía o veía mear?
Pero lo veía disfrutar tanto de verla meando, que no quiso interrumpir aquel plcentero momento que seguía prolongándose mientras su peludita concha seguía en la tarea de vaciar la vejiga frente a él.
Una vez caídas las últimas gotas de la meada de la mamá, Tomás cae de rodilla postrándose en adoración de la concha de su madre.
Acercó su rostro hacia ella, la besó, la olió y la lamió varias veces sin poder evitarlo ni controlarse.
Cosa que al ver en el trance placentero en el que entraba su hijo cada vez que esta escena se repetía, Judith quedaba en un estado de sorpresa, vergüenza y hasta excitación por ver lo que ella le provocaba a su propio pobre hijo.
Una vez concluida la “higienización” que le hizo Tomás a la concha de su mamá, Tomi se paró frente a ella nuevamente, y esta vez fue Judith, quien se agachó frente a él, y muy excitada por la limpieza vaginal que su hijo le había hecho con la lengua, ahora ella se disponía a calmarle la calentura a él.
Tomó la verga con sus manos, la acarició desde el mero tronco hasta las bolas.
Con sus uñas le hacía suaves cosquillas a las bolas, mientas que abriendo la boca, le echaba su cálido aliento en la cabeza del pene.
Tomás cerró sus ojos y disfrutaba tanto de todo aquello, que creía que a su madre no le tomaría mucho trabajo hacerlo explotar en un increíble orgasmo probablemente en su propia cara.
Tomás apoyó sus 2 manos sobre la cabeza de mami, y disfruta de notar cómo mamá se está metiendo su verga en la boca muy suavemente.
Podía sentir ya claramente el tibio aliento de Judith chocando con sus bolas, la lengua acariciándole suavemente casi toda la superficie de su tronco, y al sentir la estreches de la garganta de mamá “anillándole” por la cabeza a su duro pene, no pudo contener el explotarle casi dentro de su garganta, inundándole la boco con abundante cantidad de semen, que ahogó a la desprevenida Judith, quien tosió, eructó y tuvo varias arcadas hasta casi vomitar allí mismo.
Ella tragó la mayor parte de la eyaculada bestial de su Tomi, pero gran parte pudo expulsar a tiempo de su garganta casi cómo un vomito instantáneo, que cayó al piso de la bañera.
Luego de esto madre e hijo salieron de la bañera y comenzaron a prepararse para bajar a cenar.
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